Capítulo dieciocho "Amenadiel"
Al día siguiente Alice prefirió quedarse en su habitación, no podía parar de llorar pues, ella creyó que Scott finalmente sería su "Feliz por siempre" y resultó que no, por su cabeza pasó la posibilidad de que todo esto estuviera planeado por Chuck para hacerla sufrir.
Se odio por ser una cazadora y no poder seguir su corazón, pero también porque fue tan tonta como para no aceptar a Scott tal y como era, al fín y al cabo el ser licantropo no iba a cambiar el maravilloso hombre que era, seguiría siendo Scott McCall el hombre que se robó su corazón.
En el piso de abajo Sam y Dean se enfrentaron en un piedra, papel o tijera para ver quién de los dos iría a hablar con Alice.
—¡ja! ¡Te gané, Sam! —exclamó Dean feliz.
—¿pero...? ¿Cómo...? Hiciste trampa —lo señaló molesto, era la primera vez que su hermano mayor le ganaba.
—hermano, aunque así fuera es tu hija —le recordó —ve, ella te necesita.
—va a odiarnos, Dean.
—como una buena Winchester —sonrió para luego dirigirse a la cocina. —le ocultamos que su novio es un lobo, no la puedes culpar.
—no era un tema que nos incumbiera, él debía decírselo y así fue.
—¿y cómo terminó todo?
El menor quiso refutar pero prefirió subir en silencio hacia la habitación de su pequeña Alicia.
En cuanto estuvo frente a la puerta estiró la mano pero dudó unos segundos antes de por fin, darse el valor de golpear suavemente la madera.
—quiero estar sola —recibió como respuesta, la voz de su niña sonaba devastada y eso terminó por derribarlo.
—soy yo —asomó su cabeza, al verla su corazón se estrujó y no lo pensó dos veces, entró a la habitación —¿Cómo estás, hija? —preguntó Sam, sentándose a su lado.
Alice suspiró, mirando al suelo. —No estoy bien, papá. Terminé con Scott. No podíamos estar juntos, su naturaleza... lo impide.
Sam asintió con comprensión, colocando una mano reconfortante en su hombro. —Lo siento, Alice. Sé que esto debe ser difícil para ti. —Ella levantó la mirada, sus ojos reflejando el dolor.
—Me duele. Lo amo, pero no puedo aceptar lo que es.
El más alto suspiró, recordando experiencias propias. —Entiendo cómo te sientes. Hubo una vez en la que me enamoré de una mujer loba. Fue hermoso al principio, pero luego todo se descontroló.
La mirada de la castaña se encontró con la de su padre, esperando la continuación de la historia. —No había cura para su licantropía, y la única opción que quedaba era matarla pues, ella no podía matener el control — confesó Sam con pesar en su voz.
Alice sintió un escalofrío recorriéndole la espina dorsal. —¿Lo hiciste, papá?
Sam asintió lentamente. —Fue doloroso, pero no había otra opción. La lección que aprendí es que a veces, las decisiones más difíciles deben tomarse para proteger a quienes amamos.
Alice se estremeció ante la historia. —No sé si podría hacer eso. No sé si tendría el valor de matar a Scott si algo así sucediera.
El cazador puso un brazo alrededor de su hija, reconociendo su angustia. —No estás sola, Alice. Pero también debes entender que no hay una regla que te impida estar con Scott. Tal vez hay otras formas de enfrentar este desafío.
La Winchester levantó la mirada, buscando respuestas en los ojos de su padre. —¿Qué quieres decir, papá?
—Quizás haya formas de lidiar con la licantropía, de buscar soluciones en lugar de renunciar al amor —sugirió Sam. —No siempre hay respuestas fáciles, pero a veces, la lucha por lo que amamos vale la pena.
—si...quizás tienes razón —se encogió de hombros —una pregunta ¿Por qué no te sorprendiste cuando te dije que Scott es un hombre lobo?
—ah bueno...lo que sucede es que...Dean y yo...este...am...
—¡ya dilo! —exclamó enfadada.
—ya lo sabíamos desde el momento en que lo conocimos —admitió.
—¿Qué? —Alice sintió como su corazón se quebraba una vez más —¿y no me lo dijiste? ¿Por qué no lo hiciste?
—hija comprende que...
—¡debiste hacerlo! Mírame ahora, no puedo ni conmigo misma —bajó la mirada.
—Scott tenía que decírtelo, era su asunto no nuestro —explicó.
—podrías haberme advertido.
Sam decidió dejar a su pequeña a solas, pues suponía que ella así lo quería.
Bajó las escaleras tratando de buscar una solución a los problemas de Alice, pero no había nada más que ella aceptara a Scott tal y como era pues, ninguno iba a juzgarla si lo hacía.
—no me digas, no te fue bien —su hermano le pasó una cerveza.
—está devastada, Dean —suspiró —y no hay nada que pueda cambiarlo.
—el amor es un asco, hermano.
—quizás para ti —sonrió apenas mientras se llevaba la botella a sus labios.
Mientras ellos estaban abajo, Alice era visitada por un hombre alto bastante atractivo.
—¿Quién eres tú? —la castaña se levantó de su cama de un salto sacando su arma para apuntarle —¿y cómo entraste aquí?
—tranquila —sonrió —Soy Amenadiel —explicó —tu ángel guardián.
—¿tengo un ángel guardián? —el hombre asintió. —no entiendo, ¿por qué estás aquí?
—quiero ayudarte —se acercó a ella.
—¿ayudarme? ¿Cómo?
—suspiró —Scott y tú...esté no es el fin de su relación.
—creo que te perdiste el capítulo anterior —Alice se sentó en la cama con pesadez.
—voy a mostrarte algo —tomó su mano y todo comenzó a moverse muy rápido, cuando se quiso dar cuenta ya no se encontraba en su habitación.
—Amenadiel ¿En dónde estamos?
—este es el futuro...bueno, uno relativo —comentó iniciando a caminar hacia una casa en particular.
La chica lo siguió con rapidez, entraron al hogar —espera ¿y si alguien nos ven?
—no lo harán —aseguró.
La sala de estar fue lo primero que vio, el lugar tenía algunos juguetes desperdigados en el piso, la tv prendida en un canal infantil y un pequeño niño se encontraba en el sillón ensimismado en las caricaturas.
—ese niño se parece mucho a...
—Scott me haces cosquillas —Alice se oyó a sí misma.
Entró a la cocina y se vio junto a Scott quién la tenía abrazada por atrás y mantenía el rostro enterrado en su cuello. Ellos estaban de espaldas pero los reconoció fácilmente.
—estoy con Scott —murmuró para sí misma asombrada.
La Alice del futuro se voltea dejando a la vista una pequeña panza de embarazo.
—¿puedes ir a ver a Aidan?
—claro que sí, cariño —besó sus labios antes de salir de la cocina.
—¿Esto va a suceder? —la Alice actual le preguntó al ángel.
—cómo dije es relativo.
—me encantaría este futuro pero, dudo que Scott y yo volvamos a estar juntos —bajó la mirada.
—nada es imposible, Ali.
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