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Capítulo cuarenta y siete "Monstruosos"

Malcolm observaba con satisfacción mientras Alice se preparaba para realizar el exorcismo en el demonio que había convocado. Un hombre poseído por una entidad oscura se retorcía frente a ellos, sus ojos brillando con un fuego sobrenatural.

—Vamos, Alice, demuéstrame lo que puedes hacer —instó, con una sonrisa siniestra jugando en sus labios.

La castaña respiró hondo y comenzó a recitar las palabras del exorcismo con determinación, sus ojos brillando con una luz interior. Sin embargo, antes de que pudiera terminar, Malcolm la detuvo bruscamente.

—No, no así, cariño —dijo Malcolm con desdén. —Tienes un poder mucho mayor dentro de ti. Usa tus dones, los que la sangre de demonio te ha otorgado.

Alice vaciló por un momento, sintiendo el conflicto interno entre su humanidad y la oscuridad que la había estado consumiendo desde que aceptó el trato con él. Pero finalmente, con un gesto de resignación, canalizó sus poderes oscuros.

Una energía oscura comenzó a emanar de sus manos, envolviendo al demonio con una fuerza sobrenatural. El hombre poseído gritaba de dolor mientras la oscuridad luchaba por expulsarlo de su cuerpo.

Malcolm observaba con deleite, disfrutando del espectáculo macabro que se desarrollaba ante sus ojos. Sabía que tenía a Alice justo donde quería, bajo su control y utilizando sus poderes para sus propios fines malignos.

En la penumbra de ese almacén un cazador se encontraba viéndolo todo. Aquel hombre reconoció a la joven, era la hija de Sam Winchester y como era un viejo amigo no dudó en informarle de la situación. Y siguió informándole todo pues, comenzó a seguir a la cazadora, la cual cambió su rumbo a algo más atroz.

Malcolm observaba con fría indiferencia mientras Alice torturaba a un hombre lobo capturado, su rostro iluminado por la perversa satisfacción de ver su sufrimiento. El hombre lobo gritaba de dolor mientras la cazadora utilizaba sus poderes oscuros para infligirle tormento.

—¿Te das cuenta ahora, Alice? Este es tu destino, tu verdadera naturaleza — murmuró Malcolm, su voz llena de malicia mientras observaba la escena con deleite.

Alice apretó los dientes, luchando contra el remordimiento que amenazaba con consumirla. Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, pero la oscuridad que la había consumido desde que aceptó el trato con Malcolm era difícil de resistir.

De repente, el sonido de un disparo resonó en el almacén, seguido por el cuerpo del hombre lobo cayendo al suelo, su vida extinguiéndose lentamente.

Ambos se giraron sorprendidos, solo para encontrarse con la figura de un cazador parado en la entrada, su arma aún humeante en su mano.

El cazador los miró con una mezcla de horror y disgusto, su voz llena de incredulidad mientras hablaba. —¿Qué están haciendo ustedes? ¿Cómo pueden ser tan monstruosos?

Alice sintió una punzada de culpa y vergüenza al ser confrontada con la brutalidad de sus acciones, recordó cuando Scott la encontró torturando a un demonio, él también creía que ella era un monstruo aunque no lo admitió, ella lo sabía, sabía cuales eran sus pensamientos.

Trató de encontrar las palabras para justificar lo que habían hecho, pero sabía que no había excusa para el mal que habían perpetrado.

Mientras tanto, en algún lugar de la ciudad, Sam y Dean recibieron la noticia de lo que había sucedido, sabiendo que la situación se estaba volviendo cada vez más peligrosa.

Scott se encontraba en su casa, aguardando ansiosamente cualquier indicio sobre el paradero de Alice. Teddy estaba jugando en su habitación, ajeno al tormento que atormentaba a su padre.

De repente, su teléfono sonó, interrumpiendo el silencio de la noche.Al contestar, la voz de Sam resonó en el auricular, cargada de seriedad y preocupación.

—Scott, necesitamos hablar contigo —dijo Sam, sin preámbulos.El corazón de Scott dio un vuelco en su pecho, temiendo lo peor.

—¿Qué pasa? ¿Tienen alguna noticia sobre Alice? —preguntó con urgencia.

Dean tomó la palabra esta vez. —Un cazador la vio, pero lo que nos dijo no es nada bueno —explicó, su tono grave enviando escalofríos por la espalda del lobo.

Scott apretó los puños, luchando contra la oleada de miedo que amenazaba con abrumarlo. —¿Dónde está? ¿Está bien? —preguntó, su voz temblorosa con la angustia que lo consumía.

—Está cazando hombres lobo, Scott. No sabemos qué le ha pasado, pero es peligroso —advirtió Sam, su tono sombrío resonando en el aire.

El castaño tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta. —No puedo dejarla, Sam. Teddy y yo necesitamos encontrarla —declaró con determinación, su voz firme a pesar del miedo que lo embargaba.

Sam suspiró, comprendiendo la situación difícil en la que se encontraba su amigo. —Lo entendemos, Scott. Pero ten cuidado. No sabemos qué está pasando con Alice —advirtió Sam antes de despedirse.

...

Sam y Dean se adentran en un oscuro callejón, siguiendo las pistas que los llevaron hasta allí. Al final del pasillo, distinguen una figura borrosa junto a un demonio, Alice ,usando sus poderes. Se enfrentan a la escena con preocupación y determinación.

—¡Alice! ¡detente! —dijo Sam preocupado.

Alice levanta la mirada, sus ojos brillan con una intensidad que hace estremecer a Dean.—Papá, tío. ¿Qué están haciendo aquí? —su voz sonó desafiante.

—Estamos aquí para ayudarte, ¿qué estás haciendo con ese demonio? —frunció el ceño.

—jugando al ajedrez, ya lo tengo en jake y casi mate —volteó hacia el tipo, provocandole escalofríos.

Sam se acerca con cautela, su corazón lleno de preocupación por su hija.

—Alice, sabes que esto no es lo correcto. Estás jugando con fuego. —dijo con voz suave.

La cazadora lo mira con desdén —No necesito tu ayuda, papá. Soy más fuerte que nunca.

El más alto entristeció al ver a su pequeña —Lo sé, cariño. Pero la sangre de demonio te está consumiendo. Te lo digo por experiencia propia.

Alice se tensa, pero antes de que pueda responder, Dean se lanza hacia adelante para detenerla. Después de una breve lucha, logran capturar a Alice y llevarla de vuelta al bunker.

Llevaron a la castaña al bunker y la encerraron en la habitación-prisión, Dean estaba sintiendo un deja vú solo que estaba vez estaba con Sam y la adicta era su sobrina, no estaba contento con ello.

En una de sus visitas a Alice en la habitación prisión, Sam se sienta frente a ella con determinación, llevando en sus ojos la esperanza de traerla de vuelta a la realidad.

—cariño, necesitas recordar quiénes son Scott y Teddy para ti. Ellos te necesitan, te aman. —dijo con voz suave pero firme.

Alice desvía la mirada, pero su padre persiste, sabiendo que tiene que llegar a lo más profundo de su corazón.

—Scott es un hombre bueno, te ama incondicionalmente. Y Teddy... es tu hijo, tu pequeño milagro. No puedes dejarlos atrás por alguien como Malcolm.

La joven titubea, sus ojos llenos de dolor y confusión.

—Papá, no entiendes...

—Lo entiendo más de lo que crees, Alice. He estado en lugares oscuros, he cometido errores. Pero encontré mi camino de regreso gracias al amor de mi familia. Tú también puedes hacerlo.

El corazón de Alice se estremece ante las palabras de su padre, pero aún lucha con sus propios demonios internos.

—No sé si puedo...

—Puedes, hija. Y lo harás. Porque eres fuerte, eres una Winchester.

—yo ya no me reconozco, no sé quién soy —miró sus manos.

Durante una de las ultimas visitas de Sam a la habitación prisión, Alice finge una mejoría, aparentando estar más receptiva a las palabras de su padre.

—Papá, gracias por estar aquí. Realmente aprecio tu preocupación. —sonrió forzosamente.

El cazador se acerca con cautela, pero con una leve sensación de alivio al ver a su hija aparentemente abierta a su ayuda.

—Estoy aquí para ti, Alice. Siempre lo estaré. —sonrió con esperanza.

Pero en un instante de distracción, Alice aprovecha la oportunidad para golpear a Sam, dejándolo inconsciente en el suelo.

—Lo siento, papá. Pero no puedo quedarme aquí.—dijo con pesar.

Con lágrimas en los ojos, Alice se disculpa una vez más antes de huir de la habitación prisión, dejando a Sam tendido en el suelo, sintiendo el peso de su fracaso como padre y la desolación de perder a su hija una vez más.

Un mes después...

Scott estaba sentado en la mesa del comedor de su casa, el aire cargado de tensión. A su lado, Stiles miraba su teléfono, aunque el castaño sabía que su amigo estaba tan preocupado como él. Frente a ellos, Sam y Dean Winchester discutían en voz baja, sus rostros sombríos.

—Tenemos que encontrarla, Scott —dijo finalmente Sam, su voz firme pero llena de angustia—. Alice ha estado fuera demasiado tiempo.

—Lo sé, Sam —respondió Scott, apretando los puños—. No pararemos hasta traerla de vuelta.

Dean cruzó los brazos, su expresión más dura que la de su hermano—. ¿Qué sabemos sobre Malcolm? ¿Alguna pista de dónde podría estar?

Stiles levantó la vista de su teléfono—. Nada concreto. Ha sido como un fantasma. Pero tenemos algunos rastros que estamos siguiendo.

El mas alto asintió, mirándolos a todos—. No podemos permitirnos perder más tiempo. Alice está en peligro y... —hizo una pausa, su voz quebrándose un poco—. Y Teddy necesita a su madre.

Scott sintió una punzada de dolor al escuchar el nombre de su hijo. Sabía que Teddy extrañaba a su madre, pero también sabía que la Alice que él conocía ya no era la misma. Malcolm había hecho algo terrible. La había manipulado, alimentado con sangre de demonio y la había entrenado para cazar demonios y hombres lobo.

—Anoche la soñé —dijo, su voz apenas un susurro—. Ella me dejó verla.Los otros tres hombres se quedaron en silencio, esperando que continuara.—Estábamos en el viejo motel donde nos reconciliamos después de nuestra gran pelea. —Scott cerró los ojos, recordando el sueño con claridad—. Pero algo estaba mal. Ella no era mi Alice.

En el sueño, Scott se encontró de pie en la habitación del motel, la misma donde ellos se reconciliaron poco despues de que Alice fuera por su ayuda con un Teddy tranformando por primera vez. El lugar estaba iluminado por una luz tenue, casi espectral. De repente, Alice apareció frente a él, su rostro frío y distante.

—Alice —dijo Scott, dando un paso hacia ella—. ¿Dónde estás? Tenemos que encontrarte.

La cazadora lo miró fijamente—. ¿Eres el verdadero tú?

El castaño frunció el ceño—. ¿Cómo que el verdadero? ¿Acaso hay un falso yo?

Alice soltó una risa amarga—. El otro no podría entrar en mis sueños. Pero dime algo que solo nosotros dos sepamos.

Scott la miró confundido—. Que soy un hombre lobo.

Ella negó con la cabeza, exasperada—. No, eso ya lo sabe medio mundo. Dime otra cosa.

Él pensó por un momento—. Eres impura, bíblicamente hablando.Alice torció el gesto

—No, soy hija de Sam Winchester, eso ya no es novedad y es obvio.

Scott negó con la cabeza—. No realmente.

Alice suspiró—. Dime otra cosa, algo que solo nosotros dos sepamos.

El joven cerró los ojos, recordando—. En nuestro primer aniversario, me dijiste que nunca habías amado a nadie como a mí. Dijiste que, sin importar lo que pasara, siempre encontrarías el camino de regreso a mí.

Ella lo miró fijamente, sus ojos suavizándose ligeramente —Bien, pasaste. Ahora sí podemos hablar.

Scott sintió una mezcla de alivio y dolor al escuchar sus palabras. Aunque estaba claro que Alice seguía siendo influenciada por Malcolm, había un rayo de esperanza.—Ángel, por favor. No dejes que Malcolm te controle. Eres más fuerte que esto.

Ella lo miró, una chispa de algo desconocido cruzando sus ojos—Lo siento, Scott. No veo cómo podemos tener un futuro si no estamos en la misma página. Esto es demasiado complicado.

Scott se estremeció al escuchar esas palabras. Recordaba claramente la última vez que Alice le había dicho eso, cuando le reveló que era un hombre lobo. Después de eso, terminaron su relación. La herida de entonces se reabrió, y el dolor era insoportable.—No me digas eso otra vez, Alice. Por favor. No me dejes así otra vez. —suplicó, su voz quebrándose—. No puedo soportarlo de nuevo.

La castaña lo miró, sus ojos mostrando una mezcla de compasión y frialdad—. Adiós, Scott. —Y en un instante, desapareció, dejándolo solo en la habitación del motel.**

De vuelta en el presente, Scott abrió los ojos, sus amigos y Sam mirándolo con preocupación.

—Ella no quiere ser encontrada —dijo el lobo, su voz temblando —Pero eso no significa que vayamos a rendirnos.

Sam asintió, su mirada firme —La traeremos de vuelta. Cueste lo que cueste.

Dean asintió también —Es hora de que encontremos a Malcolm y pongamos fin a esto.

Stiles sonrió débilmente —Y ya saben, tengo un par de trucos bajo la manga. No va a saber lo que le golpeó.

Scott sintió una renovada determinación. No importaba lo que Malcolm hubiera hecho, ellos traerían de vuelta a Alice. Porque la familia siempre encuentra la manera de reunirse, sin importar las sombras que amenacen con separarlos.

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