Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo cincuenta "Reencuentro"

El reloj marcaba las siete de la tarde cuando Scott, revisaba los últimos informes del día en su oficina. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, bañando la estancia en un tono cálido y dorado. El silencio era interrumpido solo por los suaves sonidos de los animales en el área de recuperación.

Justo cuando Scott se levantaba para cerrar la clínica, la puerta principal se abrió de golpe. Una joven entró apresuradamente, con un perro en brazos. Su rostro estaba marcado por la desesperación y la angustia.

El castaño dejó caer los papeles y se acercó rápidamente a ella.—¡Por favor, ayúdeme! —rogó la joven, con la voz entrecortada.

Scott alzó la vista y sintió que el tiempo se detenía. La joven tenía el mismo rostro que él había visto en sueños y recuerdos, pero que jamás pensó volver a ver. Era Alice, su amor perdido, la madre de su hijo.

—Alice... —murmuró, sin poder creer lo que veían sus ojos —¿Eres tú?

Ella lo miró con extrañeza, sin comprender la intensidad de su mirada.—¿Nos conocemos? —preguntó, con voz temblorosa.

Scott sintió un nudo en el estómago. ¿Era real? ¿O estaba delirando? Dio un paso hacia ella, temeroso de que se desvaneciera si la tocaba.

—Sí... Bueno, no estoy seguro. —Se pasó una mano por el cabello, tratando de ordenar sus pensamientos —Tú... tú falleciste hace unos meses.

Alice frunció el ceño, como si intentara recordar algo que se le escapaba.—No recuerdo nada. —Su voz era apenas un susurro—. Solo sé que mi perro está herido y necesito ayuda.

El alfa asintió, tratando de mantener la compostura. Tomó al perro con cuidado y lo llevó a una de las mesas de examen. Mientras trabajaba, su mente no dejaba de dar vueltas. ¿Cómo era posible que Alice estuviera aquí, viva y sin memoria?

Después de unos minutos de tensa espera, Scott se volvió hacia ella.—El perro estará bien. Solo necesita unos puntos y reposo. —Trató de sonreír, pero la confusión y la emoción eran demasiado evidentes en su rostro—. Áng...Alice... necesitamos hablar.

Alice lo miró con ojos llenos de incertidumbre.—¿Quién eres tú? —preguntó con voz temblorosa.

Scott tragó saliva, sintiendo el peso de la verdad que debía revelar.—Soy Scott McCall. —Su voz era baja pero firme—. Solíamos estar juntos. Incluso tenemos un hijo. Te amé más de lo que podrías imaginar.

Alice retrocedió un paso, su mente tratando de asimilar las palabras de Scott. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

—No recuerdo nada... —susurró, casi para sí misma—. Pero hay algo en ti que me resulta familiar.

El castaño dio un paso adelante, extendiendo una mano hacia ella.—No importa cuánto tiempo tome, te ayudaré a recordar. —Su voz estaba cargada de determinación y esperanza —No dejaré que te pierdas de nuevo.

Alice miró la mano extendida de Scott y, con un temblor en sus dedos, la tomó. Una chispa de algo conocido y reconfortante pasó entre ellos.

La jóven reparó en una palabra clave en la confesión de Scott: "hijo".

—un segundo...aguarda...¿Un hijo? —su voz era apenas un susurro, llena de sorpresa y un toque de incredulidad—. ¿Dijiste que tenemos un hijo?

Scott asintió, sintiendo que el peso de sus palabras caía sobre él como una losa.

—Sí, se llama Teddy. Tiene ocho años.

Alice se llevó una mano a la boca, sus ojos llenándose de lágrimas. La idea de haber sido madre y no recordar nada la golpeaba con una fuerza abrumadora.

—No...no puedo creer que fui madre... —su voz se quebró, y miró al joven con una mezcla de desesperación y tristeza—¿Cómo pude olvidar algo tan importante?

Scott sintió un dolor profundo al ver el sufrimiento en sus ojos. Dio un paso más hacia ella, queriendo consolarla, pero también sabiendo que la noticia era demasiado grande para asimilarla en un instante.

—No lo sé, Alice. Pero estoy aquí para ayudarte a recordar. Teddy es increíble, y te necesita. —Hizo una pausa, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta—. Te hemos extrañado tanto.

Alice se dejó caer en una silla cercana, su mente tratando de procesar la información. Miró a Scott, buscando respuestas.—Cuéntame más sobre él —pidió, con la voz aún temblorosa—. ¿Cómo es? ¿Cómo ha sido su vida?

Scott se sentó a su lado, tomando su mano con suavidad.

—Es un niño fuerte y valiente, muy parecido a ti. —Sonrió, recordando momentos preciosos—. Tiene tu energía y tu espíritu. Y... también es un hombre lobo, como yo.

Alice cerró los ojos, permitiendo que las lágrimas corrieran libremente por sus mejillas.—Tengo que verlo... —murmuró—. Necesito conocerlo.

El alfa asintió, sintiendo que una chispa de esperanza se encendía en su corazón.

—Lo harás. Teddy te necesita, y estoy seguro de que te recordará, aunque tú no lo hagas por ahora.

La castaña abrió los ojos y miró a Scott, sintiendo una conexión que iba más allá de los recuerdos.

—Gracias, Scott. No sé cómo haré para recordar, pero quiero intentarlo. Quiero recuperar mi vida... y a mi hijo.

El joven apretó su mano con fuerza y asintió, decidido a ayudarla en cada paso del camino.—Juntos lo lograremos, Alice. Juntos.

Alice miró a Scott, todavía procesando toda la información que él le había dado. Él le dio una mirada reconfortante, llena de esperanza.

—Alice, tengo que ir por Teddy ahora a casa de mi amigo. ¿Quieres venir conmigo?

Ella asintió, aún sintiéndose abrumada, pero también llena de una determinación renovada.—Sí, quiero verlo.

Ambos salieron de la clínica y se subieron a la camioneta de Scott. El motor rugió al encenderse y Scott dirigió el vehículo hacia la casa de Stiles. El viaje comenzó en silencio, pero Scott sabía que necesitaban hablar más.

—Ali, ¿con quién estás viviendo ahora? —preguntó, mirando brevemente a la chica antes de volver la vista a la carretera.

—Estoy sola por el momento. Me mudé aquí hace poco, pero cuento con mi padre. —Respondió ella, todavía con un tono de confusión en su voz.

Scott asintió, absorbiendo la información.—¿Sam? ¿Cómo está él?

Alice asintió de nuevo, tratando de recordar con claridad.—Está muy bien. Vive con su novia, Alex.

El chico sonrió ligeramente, aunque sentía una mezcla de emociones agitándose en su interior. —Me alegra saberlo. Sam siempre ha sido un buen tipo.

La conversación continuó en un tono tranquilo hasta que Scott, con cuidado, formuló otra pregunta importante.

—Alice, ¿qué es lo último que recuerdas?

Alice se mordió el labio, su mente buscando en los recuerdos fragmentados. —Recuerdo que estaba saliendo con un tipo llamado Malcolm. —Dijo finalmente.

El nombre resonó en los oídos de Scott como una campana de alarma. Una oleada de enojo lo atravesó, sus manos se apretaron con fuerza alrededor del volante. Recordaba perfectamente a Malcolm, el hombre que había disparado a Teddy y había causado la aparente muerte de Alice.

El enojo lo consumió, y tuvo que luchar contra el instinto de perder el control. Sin decir una palabra, Scott giró el volante y detuvo la camioneta a un lado de la carretera. Respiró profundamente, intentando calmarse.

—¿Scott? —preguntó, preocupada—. ¿Estás bien?

Scott salió del auto rápidamente, cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria. Caminó unos pasos alejándose del vehículo, intentando tranquilizarse. No quería que Alice viera su lado lobo, no ahora que la estaba tratando de recuperar.

Después de unos minutos, volvió al auto, respirando profundamente.—Lo siento, Ali. —Dijo mientras se sentaba de nuevo al volante —Es solo que... Malcolm me trae malos recuerdos.

Alice lo miró con comprensión, aunque todavía confusa por todo lo que estaba pasando.

—Está bien, Scott. Gracias por decirme. —Le respondió con suavidad—. Quiero saber más, pero entiendo que hay cosas que pueden ser difíciles de recordar.

El alfa asintió, sintiéndose un poco más calmado.

—Te lo explicaré todo a su debido tiempo, Alice. Por ahora, vamos a buscar a Teddy.

Encendió el motor de nuevo y continuaron su camino hacia la casa de Stiles. Aunque había mucho por decir y aún más por descubrir, ambos sentían que estaban en el camino correcto, juntos.

Mientras continuaban su viaje hacia la casa de la madre de Scott, el silencio en el auto se llenó de una mezcla de curiosidad y tensión. Alice miró a Scott, intentando juntar las piezas de su vida perdida.

—Scott, ¿cómo nos conocimos? —preguntó, rompiendo el silencio con una voz llena de anhelo y confusión.

El castaño la miró de reojo, pensando en la mejor manera de abordar una historia tan increíble. Sabía que la verdad era extraña, pero también sabía que Alice merecía conocerla.

—Bueno, Alice, nuestra historia es bastante única —comenzó, con una sonrisa—. En realidad, la primera vez que nos vimos fue en nuestros sueños.

Alice frunció el ceño, tratando de entender.—¿En nuestros sueños? ¿Cómo es eso posible?

Scott asintió, ajustando el volante mientras seguían avanzando.—Tenemos una conexión especial, desde antes de nacer. Nuestros destinos siempre estuvieron entrelazados. No sé exactamente cómo funciona, pero empezamos a vernos en sueños, y de alguna manera, sentíamos que nos conocíamos desde siempre.

Alice escuchaba con atención, sus ojos reflejando asombro y curiosidad.

—Luego, nos conocimos en persona cuando fuiste secuestrada por vampiros. —hizo una pausa, recordando aquellos momentos llenos de angustia—. Ayudé a Sam y Dean a encontrarte. Te vi por primera vez en el hospital, después de que te rescataron. Quedé prendado de ti desde ese instante.

La castaña asintió lentamente, tratando de recordar esos eventos.—¿Y luego qué pasó? —preguntó, ansiosa por conocer más.

Scott sonrió, los recuerdos llenando su mente con una mezcla de nostalgia y amor.—Después de eso, decidimos seguir viéndonos. Fue como si algo nos empujara a estar juntos. Más tarde, te aceptaron en la misma universidad que yo, y te invité a mudarte a mi casa. Ahí, nuestro amor floreció aún más. Nos hicimos novios y construimos una vida juntos, una vida que siempre he atesorado.

Alice sintió una calidez en su corazón, aunque los recuerdos aún no regresaban. Había algo en la voz de Scott, en la manera en que hablaba de su historia, que le daba una sensación de familiaridad y seguridad.

—Es increíble, Scott —dijo, su voz cargada de emoción —Aunque no recuerde, siento que lo que dices es verdad. Hay algo en ti que me resulta... tan familiar.

Scott apretó su mano sobre el volante, sintiendo una oleada de esperanza.—Lo sé, Alice. Y haré todo lo posible para ayudarte a recordar. No estamos solos en esto.

El auto se detuvo frente a la casa de Stiles. Scott apagó el motor y miró a Alice con una mezcla de nerviosismo y esperanza.

—Estamos aquí. —dijo suavemente.

Alice asintió, sintiendo un nudo en el estómago mientras salía del auto. El joven la acompañó hasta la puerta, donde tocó suavemente antes de abrir.

—Lydia, ya llegamos. —anunció Scott al entrar.

Lydia apareció en el umbral del salón, y sus ojos se abrieron de par en par al ver a Alice.

—Alice... —murmuró, su voz llena de sorpresa y emoción.

Alice esbozó una pequeña sonrisa, pero la incomodidad era evidente en su postura.

Scott rápidamente intervino.

—Lyds, por favor, no la abrumes. —dijo en un tono calmado—. Ella no recuerda nada de nosotros.

La pelifresa asintió, comprendiendo la situación de inmediato. Se acercó a Alice con una sonrisa cálida y acogedora.

—Es un placer verte, Alice. —dijo con suavidad—. ¿Por qué no tomas asiento? Voy a llamar a Teddy.

La ex cazadora asintió, agradecida por la comprensión de la chica, y se sentó en el sofá. Scott se sentó a su lado, tomando su mano en un gesto de apoyo.

—Teddy, baja, por favor. —llamó al pequeño desde el pie de las escaleras.

En pocos segundos, se escucharon pasos apresurados y un niño de ocho años bajó corriendo las escaleras. Antes de llegar al final, Teddy notó a Alice y sus ojos se iluminaron.

—¡Mamá! —exclamó, corriendo hacia ella con los brazos extendidos.

Scott intentó detenerlo, pero Teddy llegó demasiado rápido. Alice, sorprendida y sin saber exactamente qué hacer, se inclinó y lo abrazó.
Aunque no recordaba, sintió una conexión profunda e instintiva con el niño.

Scott se arrodilló junto a ellos y le habló a Teddy en un tono calmado.

—Teddy, ven conmigo un momento. Necesitamos hablar.

Teddy, aún abrazado a Alice, miró a Scott con confusión pero asintió. Se soltó de Alice y siguió a su padre hasta otra habitación.

Scott se agachó para estar a su altura y le explicó la situación con cuidado.

—Teddy, tu mamá no recuerda nada de nosotros en este momento. Algo le pasó y perdió sus recuerdos. Necesitamos ser pacientes con ella y ayudarla a recordar, pero no podemos abrumarla, ¿de acuerdo?

El pequeño asintió, sus ojos reflejando comprensión y determinación.—Lo entiendo, papá. Solo quiero que mamá vuelva a casa.

Scott le acarició el cabello y sonrió.

—Yo también, campeón. Vamos a hacerlo juntos.

Regresaron al salón, donde Alice los esperaba, todavía procesando el momento. Al ver a Teddy acercarse, ella no pudo evitar notar lo mucho que se parecía a Scott.

—Es idéntico a ti, Scott. —comentó con una sonrisa temblorosa—. Es tu versión pequeña.

Teddy se acercó a Alice con una expresión seria, tratando de no abrumarla, pero con el deseo evidente de que recordara.—Mamá, no te preocupes. Vamos a ayudarte a recordar todo. Yo te contaré todo lo que necesites saber.

Alice sonrió, sus ojos llenos de lágrimas. Aunque no recordaba, sentía el amor y la esperanza en las palabras de su hijo.

—Gracias, Teddy. —dijo, su voz llena de emoción—. Haré mi mejor esfuerzo.

Teddy, al escuchar la conversación que estaban teniendo y notar la confusión en los ojos de su madre, tuvo una idea. Recordó algo importante que podría ayudar.

Se levantó de repente.—¡Espera, mamá! Tengo algo que puede ayudarte.

Corrió escaleras arriba, hacia la habitación de Scott, donde pasaba su tiempo cuando estaba en casa de su abuela. Scott y Alice lo observaron con curiosidad, preguntándose qué podía estar buscando.

En pocos minutos, Teddy volvió con un libro grande en las manos.—Aquí está. —dijo, entregándole el libro a Alice con una sonrisa llena de esperanza —Es un libro de recuerdos que hiciste.

La joven tomó el libro con cuidado, sintiendo el peso de los momentos congelados en sus páginas. Lo abrió lentamente, y lo primero que encontró fueron dibujos de Scott, dibujados con una mano amorosa y detallada.

—¿Dibujé yo esto? —preguntó, mirando a Scott.

Scott asintió, sonriendo con ternura.—Sí, Alice. Tienes mucho talento.

Ella siguió pasando las páginas, encontrando fotos de ella y Scott en varios momentos. Al principio, eran fotos de ellos como amigos, riendo y disfrutando de su tiempo juntos. Luego, las fotos mostraban su evolución a pareja, con abrazos y miradas llenas de amor. Cada imagen contaba una historia, y Alice se encontraba fascinada y conmovida.

Llegó a unas fotos en un lago, donde ambos se veían felices y despreocupados. Luego, de repente, encontró una prueba de embarazo y una ecografía.

—¿Esto es...? —preguntó, la voz temblando.

El alfa asintió de nuevo, con una sonrisa suave.—Sí, es cuando te enteraste de que íbas a tener a Teddy.

Las fotos siguientes mostraban a Alice embarazada, con una luz especial en su rostro. Scott comenzó a desaparecer de las imágenes, siendo reemplazado por fotos solo de ella y Teddy, a medida que crecía en su vientre y luego en sus brazos. La historia de su vida juntos se desarrollaba página tras página.

Finalmente, encontró una foto que mostraba a Scott durmiendo en un sillón con Teddy sobre él, ambos exhaustos.

—Recuerdo esta. —dijo Scott, señalando la imagen—. Fue cuando ayudé a Teddy con su primera transformación. No sabía que habías tomado esta foto.

Alice miró la foto con una mezcla de tristeza y ternura, tratando de conectar esos momentos con su mente en blanco. Pasó a las últimas páginas, donde aparecían varias fotos de ellos tres juntos, riendo y disfrutando de su tiempo como familia.

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, pero esta vez no eran solo de confusión, sino de un profundo sentido de amor y conexión.—Es hermoso. —murmuró, mirando a Teddy y luego a Scott—. Gracias, Teddy. Esto me ayuda mucho.

Teddy sonrió ampliamente y se acercó a abrazar a su madre, con la esperanza de que esos recuerdos perdidos comenzaran a regresar poco a poco.Scott, observando a su familia reunida, sintió una profunda gratitud y esperanza.

Sabía que el camino sería largo y desafiante, pero estaban juntos, y eso era lo más importante.

—Tomaremos esto un día a la vez, Alice. —dijo con suavidad —Estamos aquí para ti, siempre.

Alice asintió, abrazando a Teddy con fuerza y mirando a Scott con una nueva determinación. Con su familia a su lado, estaba lista para enfrentar cualquier cosa y recuperar los fragmentos perdidos de su vida y su amor.

...

El viaje de regreso a casa de Alice fue silencioso. Scott podía sentir la tensión y el peso de las emociones en el aire. Cuando llegaron, él apagó el motor y se volvió hacia ella, con la intención de ayudarla a salir del auto.

—Ali, ¿estás bien? —preguntó suavemente.

Ella asintió débilmente, pero cuando sus pies tocaron el suelo, la oleada de emociones que había estado conteniendo se desbordó. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro y su cuerpo tembló con sollozos.

—No puedo creer que no los recuerde... —dijo entre lágrimas, su voz quebrada por el dolor—. No recuerdo a mi hijo, el ser que salió de mis entrañas. No recuerdo sus primeros pasos, su primera palabra, ni siquiera cuando se le cayó su primer diente. ¿Cómo pude olvidarlo?

Scott sintió una punzada en el corazón al ver su sufrimiento. Se acercó y la abrazó, tratando de brindarle el consuelo que necesitaba. Entonces, recordó un momento que siempre lo hacía sonreír.—Alice, sé que esto es muy difícil para ti, pero hay una historia graciosa sobre el primer diente que se le cayó a Teddy. —dijo, con una sonrisa tierna.

La castaña, aún llorando, levantó la mirada hacia él, curiosa a pesar de su dolor.—¿Qué pasó?

Scott se sentó a su lado en el escalón de la entrada y comenzó a contar la historia.

—Teddy estaba tan emocionado por su primer diente flojo. Recuerdo que hicimos de todo para sacarlo. Esa tarde, le llamé a Stiles y él vino a casa, su idea era atar un hilo al colmillo de Teddy y el otro extremo al parachoques del auto, aceleró solo un poco y ¡el guardabarros se desprendió! Y lo loco es que el colmillo seguía en su boca más fuerte que nunca. —Alice dejó escapar una risa ahogada entre lágrimas, imaginando la escena.—Me regañaste, aunque yo no tuve culpa de que Stiles decidiera ser tan... creativo.

La joven rió un poco más, secando sus lágrimas.—Siempre ha sido así de valiente y decidido. —dijo, con una sonrisa que empezaba a asomarse entre las lágrimas.

Scott la miró con ternura y acarició su mejilla.

—Sí, y esa es una de las muchas historias que tenemos juntos. Poco a poco, irás recordando, y mientras tanto, estoy aquí para ayudarte. No estás sola en esto.

Alice asintió, sintiendo una oleada de gratitud y amor por Scott y por Teddy.

—Gracias, Scott. No sé qué haría sin ti.

El alfa la abrazó con fuerza, sintiendo que aunque el camino por delante sería desafiante, su amor y su determinación les ayudarían a superarlo.—Siempre estaré aquí para ti, Alice. Y juntos, recuperaremos cada momento perdido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro