03
La atracción que Williams sentía hacia la pequeña lóbrega era casi imposible de ocultar, sus manos temblaban solo de estar cerca de ella y su corazón latía más rápido de lo normal. Sin embargo, había notado lo insegura que ella era, trataba de evadir cada una de sus preguntas y al momento de entablar una conversación era muy cerrada.
La curiosidad invadía a Williams, necesitaba saber más; ¿Qué había vivido aquella mujer que la había llevado a ser de tal forma?
Durante las noches se preguntaba que había en ella o que hacía ella para ser la invasora de sus pensamientos, no podía pensar en otra cosa que no fuera la pequeña lóbrega; cada facción de su rostro, cada uno de sus cabellos eran realmente atractivos ante sus ojos.
La pequeña lóbrega cerró los ojos e inhalo el dulce aroma del café que yacía entre sus manos y seguidamente comenzó su rumbo hacia su universidad, se encontraba en periodo de exámenes y no deseaba llegar tarde a ninguno. Luego de tomar el café desechó su envase y se adentró a la universidad, había sido una dura noche mientras estudiaba y las ojeras invadían su delicado rostro.
—Hola —susurró alguien detrás de ella.
La pequeña lóbrega inmediatamente reconoció su voz y al girarse se encontró con los ojos de Williams clavados en los de ella. Sus labios se separaron dejando salir el aire caliente que había acumulado en ella.
—Hola Williams —saludó.
—Quería preguntarte si querías hacer algo luego de la universidad.
—Te avisaré luego, ¿sí? Tengo un día ocupado —informó tajante.
La pequeña lóbrega se dispuso a retomar lo que estaba haciendo; dirigirse a su respectiva área sin dejar que Williams siquiera respondiera. Suspiró al estar lejos de él, odiaba esa sensación que le causaba; odiaba que su corazón fuese tan fácil de enamorar y esta vez… Esta vez no quería ser ingenua.
Sus sentimientos cobraban vida propia cada vez que el castaño se acercaba a ella y eso le asustaba. Recordó la propuesta que le había hecho y sintió una punzada en su corazón, de por sí ya le costaba mirar esos ojos sin perderse por completo, estar tanto tiempo de él terminaría siendo su absoluta perdición y no podía permitirlo; se negaba rotundamente a involucrarse con alguien nuevamente, aún recordaba su antiguo fracaso y eso le caía como un balde de agua fría.
Cuando la mañana culminó y ya había cumplido con sus respectivas áreas del día, se apresuró a volver a casa tratando de no cruzar su camino con el de Williams, sin embargo; el destino siempre movía sus jugadas para que sucediera todo lo contrario; se encontró con un Williams mirándola fijamente desde la entrada de la universidad.
—Es un chico perseverante —pensó.
Frustrada se acercó al castaño y le ofreció una corta sonrisa, resignada de su antiguo plan.
— ¿A dónde iremos? —interrogó.
—Quizá solo podríamos caminar y luego ir a almorzar —sugirió Williams—. Yo invito.
La pequeña lóbrega asintió y posteriormente dirigieron su rumbo, en el camino Williams sugirió caminar hacia un parque, sin embargo, la pequeña lóbrega se negó puesto que moría de hambre. Se detuvieron frente a un pequeño restaurante nada formal, cruzaron miradas y asintieron finalmente aceptando que era el indicado, finalmente se adentraron al lugar, tomaron asiento e hicieron sus pedidos:
—Quiero pollo al horno, puré de papas y una sopa de zanahorias —ordenó la pequeña lóbrega.
Williams se la observó confundido por la extraña combinación y posteriormente se dispuso a ordenar.
—Yo solo quiero una sopa de costillas —finiquitó.
Fue ahora la pequeña lóbrega quien lo miró extrañada, ¿acaso era la única con tanta hambre?
Cuando ambos habían acabados sus almuerzos, se dispusieron a retirarse del lugar; Williams acompañó a la pequeña lóbrega hasta su respectivo hogar donde se despidieron con un simple “adiós” mientras en sus adentros, morían porque esa distancia que los acompañaba no estuviera.
Se adentró a su habitación y se odio a sí misma una vez más, ¿era posible que una persona que conocía hace tan poco fuese capaz de poner su mundo de cabezas?
—Es injusto —chilló.
La punzada en su corazón se mantenía presente y necesitaba ingeniárselas para ignorar sus sentimientos pues… Al paso que se encontraba, terminaría lanzándose en los brazos de Williams mas temprano que tarde.
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