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O7

Volvió a pinchar el botón en la pantalla del celular de su niñero y la música volvió a repetirse, rebotando en la sala.

Había hecho eso muchas veces, más de las que podía contar con sus deditos, ya había perdido la cuenta y estaba cansada, no podía evitar abultar sus labios corazón y arrugar el ceñito, gruñendo infantilmente disconforme cuando su cuerpo se distraía y se equivocaba en los pasos de baile que el tío Kookie le había enseñado en sus clases.

Jimin terminó de limpiar con un trapo húmedo la superficie del comedor donde hacía poco había terminado de comer con la Min menor, y la observó patalear el suelo en un pequeño berrinche, sonriendo enternecido por sus acciones fastidiadas.

—¿Qué pasa, linda?— le preguntó dulcemente sin mirarle en tanto se encaminaba a la cocina para lavar el trapo en el fregadero.

—Es que no me sale la coreografía~— refunfuñaba, cruzándose de brazos con molestia antes de acercarse al sillón y dejarse caer sobre este.

El rubio se apresuró a terminar de lavar el trapo, lo exprimió entre sus manos y finalmente lo extendió sobre una de las encimeras antes de dirigirse a la sala. Se posó frente a la niña desparramada en el sillón y apoyó su manos sobre sus propias rodillas para quedar a su altura.—Te ayudaré con eso, ¿qué tal si salimos al patio, mmh?— lo ofreció con una pequeña sonrisa.

Sounha aplastó los labios en una línea, como esa manía que le había adoptado a su papá, y asintió desganada. Ante eso, el mayor negó para sus adentros, pues ningún nene debía experimentar el estrés y frustración, mucho menos cuando es por algo que le gusta hacer.

—Ven, vamos— le dijo y la tomó de la mano para guiarla hacia el patio, sonriéndole en una forma de darle ánimos y llevándose antes su celular.

Afuera era un buen día, ya eran pasadas de las cinco de la tarde y el sol iluminaba suavemente sin dañar a nadie, era un buen ambiente para practicar.

—De acuerdo— murmuró en tanto jalaba una de las macetas de suculentas y la colocaba en un lugar específico.—Este es nuestro centro y nuestro frente— indicó señalando la planta, luego se colocó frente a ella.—Nos colocamos en posición para iniciar...— pidió en espera de que la menor obedeciera y él la imitó como un espejo antes de poner a reproducir la canción.

Cuando llegó el momento de iniciar, Sounha veía los movimientos de su niñero como su reflejo, lo cual le ayudó, aunque poco después nuevamente volvió a enredar los pies y a equivocarse. Se detuvo y bufó un:—Ya me equivoqué de nuevo...

Jimin detuvo la canción y le miró con ojos pacientes.—No quieras hacer exactamente lo mismo que yo, soy yo el que te copia a ti, soy tu espejo, ¿okay? Tú solo baila de memoria, no pienses en "ay, debo flexionar más las piernas" o "ay, no me va a salir"... no lo pienses, baila y ya, tu cuerpo se sabe de memoria la coreografía.

La niña asintió atenta.—No pensé que te supieras la coreografía, oppa— señaló con sorpresa infantil.

—Bueno, lo que pasa es que te he visto ya varias veces cuando voy a recogerte de las clases de Kookie, que ya me sé la coreografía— explicó. Se detuvo a pensar un poco y luego volvió a hablar al recordar un detalle.—Cuando haces media T y luego V alta, se te salen los pulgares— dijo e imitó los movimientos, sacando su pulgar como si estuviera haciendo la señal de like.—Eso no se ve muy bien y hay jueces muy estrictos que pueden bajar puntos por estética— decía en tanto la menor le escuchaba y miraba con atención.—Así que lo ideal es que hagas puño de esta forma, metiendo el pulgar primero y luego cerrando con tus otros cuatro dedos— le indicaba lentamente con sus manos, mostrándole cómo hacerlo.—De esta forma tú misma atrapas tu dedito y evitas que salga volando a la vista.

—Ooh— canturreó la castañita antes de imitar los movimientos con sus manos.—¿Así?— le preguntó alzando sus puñitos a la vista.

Asintió.—Ujúm.

Después de eso, repitieron la coreografía un par de veces más hasta que las extremidades de la pequeña dejaron de enredarse y pudo continuar bailando con esa misma naturalidad y esas mismas ganas con las que lo hacía durante las clases. Y Jimin lo entendía, a la perfección. Él sabía que cuando se acercaba la fecha de una competencia en la que participaría, al cuerpo se le ocurría entorpecerse ante la expectativa y los nervios, a veces, incluso, llegó a enfermarse o a sentir dolores inexplicables solo a causa de lo nervioso que se ponía durante la espera.

—Cuando te equivoques, no pares de bailar, no hagas caras, no hagas berrinche... nada que demuestre que te equivocaste— le aconsejó el niñero durante un breve descanso.—Si tú me vieras en una presentación hacer esto...— comenzó a fingir berrinche, haciendo muecas y resoplando, y dejando flojo su cuerpo como un saco de papas mientras pataleaba el suelo, causando carcajadas divertidas en la de labios corazón.—Si tú me ves hacer eso, fácilmente te darás cuenta de que me he equivocado, ¿verdad?

—Sípi didípi— asintió la pequeña.

Park sonrió lleno de ternura.—¿"Sípi didípi"?... bueno, decía; evita hacer eso— dijo.—tú sigue bailando como si nada, nadie sabrá qué te equivocaste a menos de que lo hagas evidente, pues solo tú, Kookie y tus compañeros se saben la coreografía, el público y el jurado no.

—Es verdad...— murmuró Ha, como si lo anotara mentalmente.

—Tienes un excelente color en tu estilo de baile, Sounie, pero yo creo que podría ser aún más bonito— continuó hablando el rubio, recalcando el "aún más".—Algo que es característico del baile es la destreza y la pasión con la que se lleva a cabo, sin embargo, la gracia también lo es, esa gracia que complementa el estilo, cualquiera que sea... así que te recomiendo que siempre te estires— Jimin optó una de las posiciones pre-giro que formaban parte de la coreografía de la castañita.—Siempre con la cabeza en alto, la barbilla firme, el cuello estirado y hombros en cuadro. Firme y suave a la vez. Los brazos estirados en su punto, sin que se dobleguen por el exceso, y si quieres hasta ponte de puntitas sobre tus piecitos. Demuestra con tu porte la excelente bailarina que eres incluso antes de bailar— decía en tanto ejecutaba el giro y seguía con los próximos pasos, estirando su porte lo justo y alzando el mentón con gracia, mientras la menor le prestaba toda su atención. Se detuvo.—Ahora hazlo tú.

Soun obedeció al mayor y pronto imitó su postura para comenzar a bailar desde el inicio, esta vez, más tranquila con los consejos recién recibidos y la confianza de que su niñero fuese quien le estuviera ayudando. Ahora, ya no sentía la coreografía ser muy larga o muy corta de duración.

Al terminar, sonrió y se abalanzó a las piernas del rubio para poder abrazarle la cintura, poco después siendo elevada del suelo en brazos.

—Gracias por arreglarme, Jiminnie oppa.

El chico frunció el entrecejo con un mini puchero involuntario y negó.—No Sounie, no hay nada por arreglar, sino, siempre que pulir y mejorar— le aclaró e hizo un boop en su naricita, causándole reír a la niña.

—¿Sabes? Eres bueno como maestro de danza, ¿ya habías sido uno?— habló la castañita en tanto el niñero se aproximaba de vuelta al patio para acomodar la maceta en su lugar, manteniéndola cargada.

—Solo cuando apoyaba a mis compañeros en algún paso o duda, pero nunca fui un maestro en sí, de hecho— contestó en tanto terminaba de acomodar la maceta con su pie.

Y fue entonces que se dio cuenta de que esa había sido su primera vez bailando después de la lesión.

Pensó que cuando volviera a dejarse llevar por la música, sentiría miedo y ansiedad de volver a equivocarse y a perder el equilibrio. Caer se había convertido en su nuevo odio y temor. No había querido intentarlo de nuevo, le estresaba y en cierto punto le daba ansia, se sentía inseguro, pero ahora, acababa de haber bailando varias veces sin acordarse de eso. Giró, se deslizó y saltó. No se cayó, no se lastimó.

No había estado consciente de ello, pero estuvo listo para volver a bailar desde hace tiempo.

En lo que levantaba su celular del suelo, en medio de sus cavilaciones, escuchó el auto de Yoon arribar y estacionarse frente a la vereda de la casa. Así que se apresuró a reincorporarse y acercarse al portón que aseguraba el hogar para después colocar el código en el panel eléctrico y así poder abrir la puerta al pálido que le miraba a él y a la castañita con una gran sonrisa de encías rosadas.

El pelinegro se apresuró a sacar sus cosas del auto y a cerrarlo con seguro, luego cruzó el portón y abrazó a ese par que tanto le importaba y quería, escuchando la risitas de su hija cuando les apretujó con fuerza y los sacudió cariñosamente un poco.

—¡Llegaste más temprano hoy!— celebró la de ojitos redondos, riendo cantarina después al sentir los labios de su padre presionar sobre una de sus mejillas para luego ver que hizo la misma acción sobre el pómulo derecho del niñero.

—Poco a poco iré regresando a mi horario antiguo, ya casi entramos a las últimas fases del proyecto— hablaba Yoongi en tanto escondía su rostro en la parte libre del cuello del rubio, ya que la otra estaba siendo ocupada por una cansada Sounha. Así, comenzaron a mecerse de lado a lado con lentitud y tranquilidad, como si bailaran.

—Y eso significa...— dejó inconcluso la niña en espera de obtener una respuesta.

—Que pronto volveremos a cuando íbamos al parque juntos casi todos los días y a nuestras tardes de películas— decía el mayor con calma, sintiéndose en un estado de tranquilidad o dopado al estar abrazando al par, ambos eran muy suavecitos.

—¿Y Jimin oppa también estará con nosotros?

El mencionado apartó un poco de sí a la de labios corazón y le sonrió con suavidad.—Si tú así lo quieres...— dejó a medias y ambos mayores guardaron silencio esperando su contestación.

—Síp, sería muy lindo hacer cosas los tres juntos— contestó Ha y recargó sus sienes contra las del niñero.

—Qué bueno, porque...— Yoongi se separó un poco de los cuerpos ajenos y de su maletín sacó algo.—... compré un Uno mientras venía de camino.

—¡Yei!~

Min se alejó de los contrarios para cerrar el portón y finalmente los tres se adentraron al interior de la casa después de que el mayor colocó el seguro en su auto y en la reja. Mientras Jimin y Sounha acomodaban la mesita con pequeñas ruedas de la sala, Gi estaba en su habitación, cambiándose de ropa rápidamente para bajar por las escaleras unos pocos minutos después con un short negro y una playera blanca, ambas prendas siendo holgadas, frescas y cómodas.

—¿Todo listo?

—Síp— contestaron los contrarios en sincronización.

Soun estaba sentada en el mueble de tres plazas, Jimin, a su costado diestro en el de una plaza, y Yoongi tomó lugar en el costado zurdo de su hija en el sillón de dos.

—Muy bien— dijo Min antes de tomar el conjunto de cartas y barajearlas en sus manos.

Poco después, repartió siete cartas a cada quien y el juego comenzó después de colocar una al centro.

Gi, como la mayoría de los padres -por no decir que todos-, tuvo esa típica reacción de no querer herir los sentimientos de su niña al ganarle en un juego como lo era ese, así que decidió dejarse vencer por ella.

Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando su hija le ganó antes de lo planeado, antes de dejarse.

Jimin, por su parte, siendo niñero y estando encariñado con la menor, también tuvo la intención de dejarse vencer por ella para ayudar a desarrollar y fortalecer su confianza, pero ella le ganó antes de hacerlo.

En esa primera tirada, ambos mayores pensaron que había sido cosa de suerte o estrategia sobre la niña, así que no le tomaron importancia, pero Ha no dejaba de ganarles, y poco a poco las rondas fueron pasando con Yoongi y Jimin haciendo una especie de alianza de sabotaje hacia la menor, tratando de hundirla con sus jugadas.

—Comes cuatro, Jiminnie— decía Yoongi en tanto colocaba la carta que demandaba dicha acción sobre el montón de la demás ya antes usadas.

—Oh, yo creo que no— y colocó un +2.

Bah, claro estaba que planeaban sabotear a la pequeña y hacerle comer más cartas, pues le quedaban dos solamente.

La niña sonrió inocente y colocó su penúltima carta, un +4.—Uno— dijo al quedarse con una sola carta en sus manitas.—Papá, comes diez.

Yoongi, desesperado y completamente decidido a no dejarse ganar de nuevo, colocó un +2, sin darse cuenta de la mirada del rubio que le rogaba no lo hiciera.

Obviamente Jimin ya no tenía otra carta para sumar las cartas de otro jugador y evadir, así que tuvo que tomar doce cartas de la baraja, sabiendo desde ya que iba a perder otra vez. Sin embargo, la esperanza relució cuando tomó una carta que anulaba el turno de la siguiente persona, y no dudó en colocarla.

—Pierdes turno, Sounie— dijo con un tono de voz demasiado dulce y una sonrisa muy amplia, con un gesto victorioso de retrasar la última jugada de la menor y quizá, solo quizá, darle oportunidad al pelinegro para que le revocara su ventaja.

La menor simplemente se encogió de hombros, divertida.

Yoongi colocó su carta y luego Jimin de nuevo, un cambio de color que les dio esperanza a los mayores de alargar la ronda y quizá ganarle a la castañita al orillarla a tomar más cartas de la baraja si es que no tenía un elemento del color elegido por el de labios pomposos, sin embargo, no contaron con que la última carta que ella tenía era exactamente la misma.

La de ojitos redondos no tardó en poner su carta sobre el montón.—Cambio de color y pierden.

Los dos hombres soltaron de golpe sus cartas restantes hacia la superficie de la mesita de la sala, Jimin se dejó caer sobre el respaldo del mueble y Yoongi recargó sus codos sobres sus rodillas y se sostuvo la cabeza con estrés, ambos bufaron decepcionados de haber perdido de nuevo.

El pelinegro dirigió su mirada a la menor.—Te voy a desheredar.

—¿Qué es desedrar?— preguntó con confusión infantil la menor, frunciendo el ceñito.

Ambos mayores no pudieron mantener sus portes de indignación por más tiempo y estallaron en risas.

Yoongi negó divertido y sonrió.—Nada, olvídalo, mami.

El rubio pasó su mirada sonriente de los Min hacia el reloj empotrado en la pared de la sala, viendo con sorpresa la hora.—Vaya, ya van a dar las siete de la tarde...

—¿Ya vamos a cenar, entonces?— preguntó Sounha en tanto iba juntando todas las cartas poco a poco.

—Ya es hora, sí— respondió el arquitecto a su hija.

—¿Pedimos pizza?— sugirió el rubio.

—¿El Sol brilla?— inquirió Yoongi.

Con esas palabras, Jimin aceptó la afirmación y tomó su celular.

—¿Por qué casi siempre ordenamos pizza?— preguntó Ha con curiosidad antes de darle un mordisco a su rebanada, ya estaban los tres en la mesa del comedor con al menos una pieza ingerida, bebiendo agua mineral de limón.

—¿Quieres que cambiemos de comida de ahora en adelante?— preguntó Jimin con atención.

La de labios corazón tragó el bocado y se lo pensó un poco.—Mmh...— miró hacia un punto ciego en el techo en tanto se rascaba detrás de la oreja.—Nah— contestó finalmente, arrugando la nariz como su padre solía hacer, haciendo sonreír con ternura a Park.

Ahí, en ese momento donde la televisión de la sala sonaba a bajo volumen con una película animada infantil que solo estaba recibiendo la atención de la pequeña Sounha, donde Jimin hacía un piquito involuntario en tanto masticaba los bocados, disfrutando de una grasosa pizza, Min se sintió en completa calma, cómodo.

Después de que las cajas de pizza se vaciaron, se sirvieron helado de nuez con trozos de galleta que había sobrado tres días atrás y lo comieron poco a poco en medio de una platica amena en la que Soun contaba cómo Minyeon se había caído en las escaleras por estar distraído y cómo ella tuvo que defenderle de los niños mayores que se habían reído de su querido -mejor- amigo.

Todos los días junto a Jimin y su hija eran maravillosos para Yoongi, pero los viernes eran sus favoritos por mucho.

—Hasta mañana~— canturrearon en susurro los mayores antes de cerrar la puerta de la habitación de la de ojitos redondos, pues ya había sido hora de irla a recostar.

Con un ambiente un poco más silencioso con la Min menor recién entrando al mundo de los sueños, el arquitecto y el rubio bajaron las escaleras en dirección hasta la sala, donde el bailarín comenzó a recoger las cosas que siempre llevaba consigo porque las necesitaba o también las usaba en su labor como niñero, y las guardaba en su bolso.

Estando Jimin concentrado en recoger sus cosas del sillón, Yoongi aprovechó y le abrazó por la espalda con movimientos sosos pero cariñosos, apoyando su mentón en el hombro derecho del rubio, rozando su nariz de botón contra su piel y poco después suspirando.

Sí, ese típico suspirito enamorado que uno suelta cuando la fría y cálida sensación de cariño en el pecho es demasiado abrumadora.

El menor paró lo que hacía y giró su cuello para ver al pelinegro con ojitos sonrientes, se torció más para dejarle un besito en la pálida mejilla, sintió los brazos de Min ajustarse en su cintura ante el gesto, y luego siguió con lo suyo.

El contacto físico entre ellos siempre era tan suave y cálido, eso era lo que más les gustaba de su aún joven relación.

Quizá aún existían muchas cosas que no conocían del otro, pero ninguno de los dos sentía haberse apresurado en formalizar su relación como novios. Solo era un título, un nombre. Aún podían seguir conociéndose, tenían todo el tiempo en sus manos, y ambos estaban completamente cómodos con lo que tenían en su propio momento, así estaban bien y eran felices.

—¿Listo?— preguntó Yoongi desde su hombro al verle cerrar su bolso.

Jimin asintió y flectó su brazo diestro para acariciar con cariño los cabellos en la nuca del mayor, luego asintió.—Ujúm.

—Bien— y se separaron.

Salieron de la casa hasta estar fuera del portón y se aseguraron de que todo estuviera bien cerrado, se subieron al auto y Min encendió con llave antes de desaparcar y avanzar por la calle.

—Me da ternura imaginarme a Sounha tan pequeñita alegando con niños más grandes por burlarse de Minyeon— habló Jimin sobre el bajo volumen de la canción que se reproducía en la radio ya transcurridos unos minutos del auto manejando por las calles nocturnas de Seúl.—Es una niña fuerte— murmuró sonriente.

Yoongi sonrió.—Lo es— afirmó, atento al camino.

—Se parece mucho a ti.

El mayor soltó una risita.—¿Lo crees?

—Claro— rio cantarín.—Es como una mini tú, tiene muchos hábitos y ademanes que ha adoptado de ti... es lindo cuando ambos hacen la misma acción en el mismo momento sin que se den cuenta.

Gi chistó incrédulo y le miró cortamente con las manos al volante.—¿De verdad ha pasado?

Con las luces callejeras alumbrando al pálido mientras este intercalaba su mirada del camino hacia él, Jimin solo podía concluir en que el concepto de Yoongi al volante era sumamente atractivo.

—Síp, más de lo que crees— guardó silencio unos instantes en los cuales no apartó la vista de su pareja.—Qué guapo eres...

Justo el semáforo marcó en rojo y el auto tuvo que detenerse cuando Jimin dijo eso y el arquitecto chocó su frente contra el volante, ocultando su sonrojo.—No hagas eso mientras estoy manejando, Jiminnie.

El rubio reaccionó en que aquello lo había dicho en palabras y soltó una pequeña carcajada, para nada arrepentido pero sí un poquito avergonzado.—¿Qué? ¿Pensar en voz alta? Juro que no fue intencional.

El de cejas pobladas se enderezó y sonriente se mordió el labio inferior, viéndole con ojos entrecerrados en acusación.—Ay sí, ay ajá.

Entre pequeñas bromas y coqueteos bobos, llegaron hacia Purple Ocean, el establecimiento Restaurant-bar de Namjoon en el que el de mejillas abultadas trabajaba por las noches.

Yoongi se orilló frente al negocio y ya colocado el freno miró al bailarín, sacándose unos billetes del bolsillo delantero de su short para después entregárselos, pues era su paga como niñero.—Ya está. ¿Mañana a qué hora tienes que cuidar a los hermanos Choi?— preguntó después de que Jimin tomara el dinero, viéndolo guardarlo en su bolso.

—Mmh... pues después de la comida, tengo como cuarenta minutos libres para irme en lo que la señora Choi va por ellos a la escuela y los deja en la casa— decía el menor, comenzando a quitarse el cinturón de seguridad.

—Oh, los Woo me invitaron a comer mañana con ellos... sí alcanzo a llegar antes de que tengas que irte con los otros niños, ¿no?

—Síp, los horarios coinciden bien— respondió y se bajó del auto, cerrando la puerta detrás de sí. Rodeó el carro y se paró frente a la ventana del asiento del piloto, inclinándose un poco hacia el interior, donde Yoongi le esperaba con una trompita en sus delgados labios.

Ambos unieron sus belfos en un beso fugaz de despedida y se separaron sonrientes.

—Ten muuucho trabajo y llega con bien a tu departamento cuando termines— dijo Yoon.

—Lo mismo para ti, hyung— contestó el rubio de vuelta, con sus manos aún apoyadas en el marco de la ventana, ya con medio cuerpo listo para irse.

—Si no te pueden llevar, llámame y vengo por ti.

—En ese caso me iré caminando con una compañera que vive en el mismo edificio, tienes que dormir bien.

—No es problema, de madrugada hay mucho peligro y de paso también podría llevar a la chica, en serio. Y...

—Hyung, deja de retenerme, eres muy obvio— dijo Park entre risitas enternecidas.

—¿De verdad?— se hizo el desentendido, recibió un asentimiento y también rio.—Bueno, ya,— sacó una mano y jaló del mentón al menor hacia sí para estrellarle un beso en la mejilla.—ahora sí, ve a trabajar.

Jimin solamente se colocó la mano sobre la mejilla besada con un pequeño sonrojo, soltando risitas bobas, y se fue por el pasillo que daba a la entrada trasera del negocio de Namjoon.

Yoongi se abrió a la calle cuando vio a su novio adentrarse al establecimiento y manejó de vuelta a su hogar, esperando que Sounha siguiera dormida cuando regresara.

🍂

—Darla es una niña muy chiflada— refunfuñaba Soun, cruzada de brazos en el sillón y arrugando el gesto con fastidio. En la televisión de la sala se reproducía Buscando a Nemo.

—Sí...— murmuró Jimin entre dientes con la mirada perdida, recordando las veces en las que tuvo que cuidar a niños chiflados y lo tedioso que fue.

En eso, el niñero salió de sus pensamientos y prestó atención al sonido de un automóvil arribando frente a la calle. ¿Qué Yoongi no llegaría después de la hora para comer?

Se estiró un poco en su lugar para ver por la ventana al carro azul que se había estacionado frente a la vereda de la casa, frunciendo el ceño en confusión cuando no lo reconoció como el coche de uno de sus amigos o el de la trabajadora social.

Debido a la posición del rubio en el interior de la casa y a la del auto extraño en el exterior, Park no pudo ver bien a las dos personas que se bajaban del vehículo, pero pronto se escuchó el timbre de la casa ser tocado, haciendo que Sounha dejara de estar sumida en la película que se estaba reproduciendo y se alzara en su lugar como una pequeña suricata.

El niñero se levantó del sillón a la par de la menor y ambos se asomaron discretamente por la ventana, desde afuera, quizá solo se habían podido ver los dos pares de ojitos curiosos y analizadores.

—¡Oh, son los abuelos!— chilló Ha con emoción, rápidamente bajándose del sofá que estaba pegado a la ventana, pues se había subido en él para poder ver por la ventana.

—¿L-los abuelos? ¿Son los papás de Yoongi hyung?— balbuceó Jimin con sorpresa, escuchando que los recién llegados volvían a tocar el timbre.

—Síp— asintió frenéticamente la niña en tanto se colocaba sus zapatos para recibir a sus abuelos.—¡Ya vamos!— avisó desde el interior hacia los mayores afuera.

El de labios pomposos buscó con desespero su celular y lo tomó del mueble, rápidamente entrando al chat que tenía con su novio.

Yoongi hyung✨💕


POR QUÉ NO ME DIJISTE QUE TUS PADRES VIENEN DE VISITA?????😭

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—El café está delicioso— suspiró la señora Woo, degustando la bebida que había pedido en espera de que llegara la orden de su comida y estirando una suave sonrisa en sus labios rojos.

—Pienso igual, noona— concordó Yoongi, bebiendo tranquilamente de su taza.

—Pues yo sigo pensando que el café es un asco— contradijo el señor Woo antes de beber de su jugo de naranja natural.

—Jungwei, no porque a ti no te guste el café significa que sea un asco— dijo la mujer después de dejar su taza de café sobre la mesa, sonriéndole sarcástica.

—Ah, Heesook, a ti no te gusta el aguacate pero dices que es un asco.

—Pero el aguacate sí es un asco.

—No vamos a discutir esto frente a Yoongi-ssi, ¿no te da pena pelear con él presente, mujer?

—Nah, seguro está acostumbrado a la peculiaridad de nuestro matrimonio, donde tú y yo peleamos en broma por cualquier cosita— contestó ella y Min reprimió una carcajada, limitándose a sonreír.

—¿En broma?— inquirió Jungwei antes de recibir un manotazo por parte de su esposa, entonces sí los tres presentes en la mesa se rieron.

En eso, Yoongi vio que la pantalla de su celular se iluminó y este sonó delatando la llegada de un nuevo mensaje, sabiendo que se trataba de Jimin por el tono exclusivo que le había puesto a su contacto, el de un pollito.

—Disculpen, me llegó un mensaje de un persona importante, el niñero de mi hija, y debo ver— habló a los mayores, no pudiendo evitar sonreír al saber que Jimin le enviaba algo, quizá una foto de él pasando tranquilamente el rato con su hija o algo así. Hacía tiempo que los nervios de que algo malo sucediera mientras ambos estaban solos, habían disminuido un poco.

Solo un poquito.

Heesook sonrió pícara al reconocer la sonrisa.—Claro, no te preocupes y atiende.

—Gracias— asintió el arquitecto, tomó primero un trago a su café y abrió la notificación en su celular.

Jiminnie🍇💕

Jiminnie🍇💕
POR QUÉ NO ME DIJISTE QUE TUS PADRES VIENEN DE VISITA?????😭

Al leer el mensaje, Yoongi se atragantó con su café y comenzó toser, los señores Woo rápidamente reaccionaron y comenzaron a dar golpecitos en la espalda de su arquitecto, preocupados de que se ahogara o algo similar. Por suerte, él había logrado pasar el café antes de su ataque y no terminó escupiéndolo.

—¿Estás bien, querido?— le preguntó Heesook con ojos genuinamente espantados y preocupados.

—No, d-digo sí— respondió el pálido con voz rasposa, sintiendo su garganta arder ante la tos. Luego miró a los mayores.—Dios, lo siento mucho, pero un imprevisto sucedió con mi novio y tengo que irme, mis padres y, sí, bueno, y-yo...

Jungwei rio.—Calma, chico, no te preocupes y ve a atender tu situación.

—S-sí, gracias y lo siento— el de ojos finos comenzó a tomar sus pocas cosas de la mesa y silla, luego dio una venia perfecta de noventa grados.—Tengan un buen día.

—Hasta el lunes— contestaron sonrientes al mismo tiempo, sacudiendo sus diestras en despedida y viéndolo irse con apuro hacia la salida del pequeño restaurante al que habían asistido.

Luego, Jungwei frunció el ceño con confusión cuando notó que su esposa le extendía la mano como si esperara a que le diera algo.—¿Qué?

—Dijo "novio"— explicó ella vagamente y él bufó con derrota, sacando su billetera para darle un par de billetes. Había perdido la apuesta.—Te dije que tarde que temprano iba a terminar saliendo con el niñero, tengo un sexto sentido para estas cosas— dijo victoriosa, guardándose el dinero en su bolso.

🍂

—¡Abuelitos!~— canturreó con viva emoción la de ojitos redondos apenas Jimin abrió la puerta de la casa, corriendo por la cochera hacia el panel eléctrico de la puerta del portón que aseguraba el hogar.

Sounha se apresuró a colocar el código para abrirle a los mayores mientras que Jimin la seguía por detrás con una pequeña sonrisa que ocultaba sus nervios. Dios, estaba frente a los padres de Yoongi y el mismo aún no llegaba y tampoco le había comentado nada al respecto.

—Hola, preciosa— dijo risueño Min Yoonjae, agachándose un poco hasta abrazar a su nieta con fuerza y cariño, sacudiéndola un poco de lado a lado y haciéndola reír cantarinamente.

Entonces, detrás del hombre, Jimin pudo ver a la mamá de Yoongi. El arquitecto era extremadamente parecido a su progenitora, a excepción de esos pequeños detalles que le conectaban visualmente con su padre, como por ejemplo la nariz, la sonrisa, el mentón y, por lo que alcanzaba a ver a simple vista, también las manos.

—Buenas tardes— saludó Park y dio una respetuosa venia hacia los dos mayores.—Ustedes deben de ser los padres de Yoongi hyung... Es un gusto conocerles.

—Y tú debes ser Jimin-ssi, el niñero que acosa a mi hijo— habló la mujer con una gran sonrisa, haciendo que el rubio se hiciera hielo en su lugar.

—Disculpe, ¿cómo...?

Hyojin soltó una risa que el bailarín imitó por puro nerviosismo sin darse cuenta, Yoonjae negó divertido y se adentró a la propiedad cuando su nieta alegó emocionada con querer mostrarle sus dibujos.

La mayor también comenzó a adentrarse.—Tranquilo, es broma— dijo entre risas, el de mejillas abultadas suspiró aliviado y cerró la puerta del portón con su suegra caminando a sus espaldas hacia el interior de la casa.—O tal vez no...

—Más vale que hyung llegue pronto o me va a dar algo— murmuró Jimin para sí mismo antes de adentrarse a la casa también.

El de labios pomposos se apresuró a ingresar al hogar para atender a los mayores, cerrando la puerta detrás de sí, viendo que Sounha ya iba bajando de las escaleras con su carpeta especial de dibujos.

—¿Gustan algo de beber?— preguntó atento.

—No, muchas gracias— contestó Yoonjae con una amable sonrisa justo cuando la castañita se sentó a su lado en el sillón para mostrarle su arte.

—¿Dónde está Yoongi?— preguntó Hyojin con ojos curiosos al no haber sido recibida por su hijo, intuyendo que no estaba presente.

—Oh, seguro no tardará en llegar, señora Min— eso espero, pensó nervioso el niñero en tanto mostraba una sonrisa.

Después de eso, por suerte, Jimin no tuvo que volver a esforzarse en iniciar una plática amena con sus suegros o con alguno de los dos al menos, ya que Sounha había tomado el centro de atención de los mayores y todo iba girando en torno a ella de una forma tranquila y agradable, entre palabras tintadas de emoción por actualizar de todo lo sucedido a sus abuelos desde la última vez que se vieron, es decir, cuando les visitaron para pasar el cumpleaños de Yoongi y el de ella en los días nueve y once de marzo, dos meses atrás.

—Y me duele morder la comida, así que como de lado para no lastimarme— relataba Soun a los señores Min, señalando con su dedito índice su primer diente flojo.

—Ouh, pero cuando se caiga y salga uno nuevo, podrás seguir comiendo como antes— habló Yoonjae, sonriente.

—Eso hasta que se me afloje el siguiente— dijo la castañita con flojera.—Jiminnie oppa y papá dijeron que esto iba a estar sucediendo hasta que cumpliera doce años más o menos, hasta que se me terminen de caer todos— a Soun no le brillaba para nada la idea de estar batallando para comer los próximos seis años.

—Es verdad, pero...— el señor Min se colocó diestra a un costado de su boca y habló en susurros como si contara un secreto:—... el ratón de los dientes te dará dinero por todos tus dientitos de leche si se los colocas bajo tu almohada antes de dormir.

—¡Sí! Algo así había dicho mi papá— asintió insistente la castañita.—Él está muy emocionado por la caída de mi primer diente— señaló ella y ambos mayores se enternecieron, pues ellos creían entender muy bien la situación.

Para muchos padres, el primer diente flojo de un hijo es algo muy importante, algo para que recordar. Hay quienes simplemente guardan el primer dientito, los que se excluyen de todo el tema del "ratón/hada de los dientes", y también los que guardan cada uno de los que se caen. Tomando eso en cuenta, pensar y darse una idea de lo emocionado que estaba Yoongi por el primer cambio de incisivo en su niña, era algo que seguro daba ternura y sentimiento a cualquiera.

En eso, se escuchó un auto llegar, Park y la pequeña de Min rápidamente identificaron el sonido del motor.

—Hablando del rey de Roma...— murmuró Jimin con una sonrisa de alivio y de bonito sentir al saber que su novio acababa de llegar.

El rubio rápidamente se dirigió a la puerta y salió hasta el portón, viendo al arquitecto bajarse del carro con apuro.

—Hyung, es la segunda vez que viene una visita a la casa mientras yo estoy al frente y no me dices nada— decía Jimin entre risitas nerviosas mientras sus deditos se apresuraban a colocar el código en el panel eléctrico del portón, abriendo la puerta justo cuando el contrario colocó el seguro a su auto con el mando a distancia.

Yoongi simplemente se adelantó a tomar entre sus manos el rostro del menor, apretujando un poco sus mejillas, y juntó sus bocas con suavidad pero rapidez, sintiendo la necesidad de disculparse mudamente con ese gesto.—Dios, en serio lo siento— dijo y volvió a juntar sus belfos, solo que de manera casta y fugaz. Ah, en serio le encantaban los labios pomposos de Jimin.—Te juro que no sabía que ellos vendrían, no me avisaron ni nada— se explicó con apuro.

—Somos tus padres, ¿en serio debemos avisarte?— se escuchó como tercera la voz de Hyojin, estando al menos un metro cerca de la pareja.

El de ojos finos se apoyó sobre los hombros del niñero y miró a su madre con el entrecejo fruncido, como si estuviera confundido de lo que acababa de decir.—Uh, sí— le contestó como si fuese lo más obvio del universo.—Má, yo te amo, muchísimo... pero tengo veintiséis años, mi propia casa, una hija, un trabajo y una rutina preestablecida para casi todos los días; debes de avisarme que tú y papá vendrán de visita para mínimo prepararme— dijo.—Soy un adulto— agregó.

La mujer miró a su esposo detrás de sí en busca de su apoyo y este le veía con una mirada de "Él tiene razón" junto a su nieta.

La señora Min soltó un jadeo de falsa indignación, poco después sonrió cuando su hijo se separó del rubio para ir hacia ella y abrazarla con fuerza, luego fue con su padre, y, como una cadenita de abrazos, Soun fue la siguiente, yendo a enrollar sus cortos brazos en la cintura de su padre para después apoyar su cabeza sobre su plano abdomen.

—Saben que siempre son bienvenidos, pero deben avisar para que yo pueda organizarme y prepararme— dijo Gi hacia sus padres con una sonrisa y ojos juguetones en tanto acariciaba los cabellos de su hija, viendo de reojo a Jimin cerrando el portón.

—En mi defensa,— comenzó a decir Yoonjae.—tu madre me dijo que ya te había avisado hace dos días.

Hyojin jadeó, haciéndose la víctima y causando risitas en su nieta y su yerno.—Jae, yo nunca dije eso, ¿seguro que te estás tomando tus vitaminas?

El mayor miró a la fémina con un gesto de indignación.—Mujer, recién tengo cincuenta años, no noventa y tres.

—Sí, sí, ya basta de peleas ridículas, vamos a entrar y a comer porque ya es hora— intervino Yoongi.

Sin planeación o explicación, Sounha se abrazó a la pierna derecha de su papá y este jaló de las manos a sus progenitores, comenzando a caminar así hacia el interior de la casa con bastante dificultad, dejando a Jimin en la cochera, riéndose de lo extraños -en buena forma- que eran los Min.

Ya estando todos dentro del hogar, se comenzó a preparar la comida entre Hyojin, Yoongi y Jimin, mientras que Yoonjae y Sounha armaban una mesa plegable en el patio para colocar todo, ya que comerían ahí.

Durante la preparación de la comida, la señora Min estuvo buscando intimidar a Jimin con frecuencia, teniendo cuidado de que su hijo no se diera cuenta y, claro, nada que fuese dañino para la integridad y dignidad de su yernito, mucho menos ofendiéndolo, solo divirtiéndose al molestarlo a espaldas de Gi.

Como acababa de suceder mientras sacaban la comida y los platos al patio.

Jimin puchereó, no sabiendo cómo hacer para que su suegra dejara de estar a la defensiva con él, apretujando sin ser realmente consciente el rollo de servitoallas contra su pecho.

—Oh Jimin-ssi— llamó Yoonjae al rubio con un tono de voz comprensivo y una sonrisa, colocando zurda sobre el hombro ajeno.—No te preocupes, ella siempre ha sido así con las parejas que nuestro Yoonie nos ha presentado. Es una mamá gallina de muchas plumas, no te estreses— le restó importancia con un movimiento de mano diestra.—pero te aconsejo que la escuches atentamente cuando hable de cualquier cosa, ella lo apreciará mucho y así es más probable que entablen una charla natural.

Jimin sonrió.—Gracias, señor Min.

—Bah, llámame Yoonjae hyung.

Después de que todo estuvo listo sobre la mesa en el patio, cada quien se sentó en una silla; Sounha a la cabeza de la mesa, el par Minimini juntos y frente a ellos los señores Min.

—Y... dime, Jimin, te dedicas a ser niñero, ¿no? Digo, así conociste a mi hijo— al oír las palabras de su madre, Yoongi reprimió una sonrisita de diversión, sabiendo que el interrogatorio estaba por comenzar.

—Así es, señora— asintió el rubio.

—Jiminnie es el mejor amigo de Taehyung, má, el novio de Hoseok... él me recomendó con Jimin por ser alguien de confianza para dejar a Sounie a sus cuidados— agregó Gi.

—Oh, sí... recuerdo que estabas en modo paranoico— se burló Yoonjae, haciendo que el pálido se sonrojara y riera.

—También tengo un segundo empleo, trabajo de turno nocturno en el establecimiento de Namjoon hyung, quien resulta ser amigo en común de Yoongi hyung— Park retomó la palabra, explicándose hacia su suegra.

—Umh, ya veo...— asintió la mujer, como si estuviera debatiéndose en darle su aprobación. Sounha, desde su lugar, solamente soltaba risitas divertidas al ver nervioso a su niñero.—A veces el mundo puede ser muy pequeño.

—Oigan, ¿y qué pasó con Pedro?— intervino Jae con mirada confundida de no haber visto la pecera con la mascota acuática en la barra de la cocina, aunque ya tenía una idea de la respuesta.

—Oh, el mes pasado falleció— contestó Yoongi con un mini puchero involuntario, decaído, pues él le había agarrado mucho cariño al pececito.

Jimin, por su parte, no pudo evitar recordar que Sounha y él buscaron un pez similar a Pedro por cielo, mar y tierra, y que este terminó muriéndose al igual que el pez original esa misma noche.

En aquel momento en el que Yoongi le dio la noticia por mensaje, no supo si sentirse miserable, mal por la muerte del animalito, o reír. Por lo tanto, hizo una mezcla de las tres cosas.

—Estamos muy emocionados por la competencia de baile de mañana, ¿verdad, Sounie?— habló Yoon con una sonrisa.

—¡Sípi didípi!— concordó la niña con un gesto sonriente enorme, animada y llena de emoción por el día siguiente.—Jiminnie oppa me ayudó con la coreografía, así que no estoy muy nerviosa, solo un poquito... él es un graaaan bailarín— dijo la castañita antes de darle un buen mordisco a su pan.

Pero algo le causó dolor.

—¿Bailarín?— repitió Hyojin con interés.—¿Bailas, Jimin?

El niñero acababa de meterse un bocado a la boca, así que se limitó a asentir como respuesta, con las mejillas llenitas, los labios apretados en un piquito y ojos grandes, causando ternura en su novio y su suegro. Ambos hombres Min estaban atentos a la interacción de la mujer y el de labios pomposos, demasiado distraídos como para notar que a Sounha se le había apachurrado el gesto como inicio de un pequeño llanto adolorido.

—Yo fui bailarina de ballet gran parte de mi vida, ¿tú?— preguntó la mayor, entre mostrando interés con emoción e intentado mantener su porte de interrogadora al mismo tiempo. No quería doblar las manitas tan rápido.

Jimin tragó la comida y habló:—Estudié una licenciatura en danza contemporánea, es lo que he bailado más que nada desde pequeño... pero hace dos años me fracturé el tobillo izquierdo, ya me recuperé hace tiempo pero... aún no he vuelto como tal— se explicó con cierta vergüenza, pues a él, como bailarín, no le gustaba recordar que se había lesionado por su necia idiotez e irresponsabilidad de mantener oculta una esguince, y que esta había empeorado a un grado mayor por una caída.

Mientras los mayores estaban en lo suyo, Ha tomó una servilleta y devolvió en ella la masa del pan que había estado masticando, sintiendo sus ojos llorosos ante el agudo dolor que había sentido en su encía. Y ahí estaba aquello, entre la masa.

—¡Ya se me cayó el diente!— gritó eufórica, llamando la atención de los adultos y haciendo que se sobresaltaran de la impresión.

La niña sacó su dientito y tomó una servilleta para comenzar a limpiarlo.

—¡A ver, mamita!— chilló un emocionado Yoongi en tanto la abuela se ponía de pie para acercarse a la menor. La castañita terminó de limpiar el incisivo y se lo tendió a su padre.

Jimin actuó rápido y sacó su celular del bolsillo delantero de su pantalón, entró a la app de cámara y enfocó esta hacia la pequeña.—¡Anda, linda, sonríe y enseña tu ventanita!— pidió, también muy emocionado.

La de ojitos redondos no tardó en hacer caso a las palabras del de mejillas abultadas y sonrió a lo grande para la cámara, los otros tres adultos posaron junto a ella y Jimin capturó el momento feliz, después tomó una selfie para él también salir. Luego, Gi no aguantó más e inició una videollamada grupal con sus amigos, queriendo desesperada y alegremente que ellos fueran parte de la emoción de que a su pequeña se le había caído ya su primer diente.

Mientras Sounha reía hacia la pantalla, donde sus tíos chillaban emocionados y enternecidos por la nueva sonrisa de la menor, junto con los abuelos Min y Jimin detrás de la castañita; Yoongi se dio cuenta de que estaba viviendo un momento sumamente especial con los que más amaba, aunque Hoseok, Taehyung, Namjoon, Jin y Jungkook no estuvieran presentes ahí mismo.

Y él deseaba que todo siempre fuera así en su vida, felicidad con su familia, todos juntos.

Después de eso, todos terminaron de comer y comenzaron a llevar lo utilizado devuelta al interior de la casa. Pronto llegó la hora de que los abuelos Min se fueran al hotel, Yoongi había insistido en que sus padres se quedaran ahí mismo, pero ellos se negaron al argumentar que sus maletas estaban allá y que ya habían pagado el hospedaje.

—Sospechaba que tu madre no te había dado el aviso de que vendríamos, así que la convencí de llegar a un hotel— había dicho Yoonjae.

Hyojin observaba desde la barra de la cocina, junto a Jimin, a su familia; su esposo lavaba los platos en el fregadero, Sounha los secaba y Yoongi los iba acomodando en su lugar correspondiente conforme la menor se los pasaba. Los tres reían cantarines cada que el mayor les colocaba espuma de jabón sobre sus narices y mejillas, para luego él ser víctima del jabonoso ataque por parte de su hijo y su nieta.

—Ellos son lo mejor que tengo en mi vida— habló la mujer en voz baja hacia Jimin, para que solo él la escuchara, pero notándose muy cariñosa en sus palabras. Luego, se abrazó misteriosamente amigable a los hombros del niñero.—Si les rompes sus corazoncitos a mi hijo y a mi nieta, yo misma romperé tus piernas de bailarín, querido...— le susurró sonriente e inocente.

Park no pudo evitar sentirse nervioso ante las acciones de su suegra, mas no quiso dejarse intimidar.—No se preocupe, señora Min... si habrá lesiones en mis piernas, será por un accidente a la hora de bailar— prometió con seguridad.

Amaba a ese par, estaba impresionado del poco tiempo que había necesitado para amarles profundamente, pero con ese mismo amor jamás rompería el corazón de ninguno.

🍂

—Umh... estando en la ciudad, es casi imposible ver estrellas en el cielo nocturno— refunfuñó Jimin con un mini puchero.

—Es que el cielo se quedó sin estrellas porque todas están en las pecas de tu carita, bonito— Jimin se sonrojó ante las cursis palabras del mayor y giró su cuello para mirarlo, se estiró y unió sus labios en un corto pero significativo beso.

Ambos estaban lado a lado, cada quien en su silla, en medio del patio y bebiendo uno de los jugos en caja de la castañita, de vez en vez introduciendo los popotes entre sus labios para tomar del líquido sabor uva. Ya que ese día era domingo, Park no trabajaba en el establecimiento de Nam, pues era su noche de descanso.

—Yo creo que no tengo todas las estrellas en mis mejillas y que tú tienes las demás en las pecas de tu espalda— contestó el más bajo de vuelta una vez que volvió a acomodarse en su silla, viendo al pálido con sus ojitos sonrientes.

—Vaya, te dicen Romeo.

Jimin soltó la carcajada y le tiró un golpe sin fuerza en el brazo.—Bah, arruinaste el rosa Barbie del momento, hyung... además, tú empezaste de romántico y yo te seguí.

—Y me encanta que me sigas la línea cuando me pongo cursi— dijo Yoongi y luego cortó el contacto visual al bajar la cabeza, negando sonriente.—Deja de mirarme así, ¿quieres? Me idiotizas más.

El rubio volvió a reír, más sonrojado.—¿"Así" cómo?

—Pues... así. Me miras como si fuera lo más maravilloso de la existencia con tus ojitos encantadores, y con esa miradita yo te doy hasta los papeles de la casa y mis mandarinas.

—Es que sí eres lo más maravilloso de la existencia, hyung.

—¡Yah! T-tú solo quieres verme sonrojar— recriminó el pelinegro, cruzándose de brazos y fingiendo estar enfurruñado.

—¡Es que tus cachetitos sonrojados son lo más tierno que hay, hyung!~ —aseguró el rubio.

—Anda, el tierno hablando de ternura— se burló el arquitecto en tanto se ponía de pie para colocarse frente a Jimin en su asiento.

Se inclinó hacia él al apoyar sus manos en los posa brazos de la silla, acorralándolo contra el respaldo, y acercó su rostro al contrario con lentitud, colocándole ansioso y nervioso. Sus alientos chocaron y sus bocas se rozaron.

—Me encantas— susurró sobre sus labios y le besó cuidadosamente, sin prisas.

El bailarín ascendió su diestra hacia el rostro del pálido, ladearon sus cabezas un poco para más comodidad. Min delineó el pomposo labio inferior del rubio y este abrió la boca para que sus lenguas se encontraran, con calma. Jimin succionó suavemente el belfo inferior de Yoongi antes de separarse y él selló el beso con un par de piquitos más.

El pelinegro se enderezó un poco, aún manteniéndose cerca del menor y con sus manos en cada posa brazos de la silla, hechizado de los ojitos bobamente cariñosos con los que Jimin le miraba, también hechizado de la mirada gatuna de su pareja.

El mayor separó su diestra del fierro de la silla y apartó el flequillo de la frente del más bajo, terminando por dejarla sobre su suave y esponjosa mejilla, acariciando con su pulgar las pecas que había ahí en su pómulo. Rio nasalmente.—Ahora tú eres el tierno sonrojado.

—Jugaste sucio, hyung.

—Pero te encantó.

—Obvio.

Yoongi soltó una risita y se separó definitivamente.—Bueno, ya han pasado casi cuarenta minutos desde que fuimos a acostar a Sounie, seguro ya está bien dormida y podemos ir a recoger su dientito— dijo para cambiar el tema, repentinamente sintiéndose un poco tímido, cosa que Jimin claramente notaba.

—Wow, eres todo un coqueto— habló el niñero, levantándose de la silla.

El de ojos finos se encogió de hombros.—De repente tengo mis destellos, sí.

Ambos rieron, se cerraron superficialmente las chaquetas ligeras que traían puestas por el frescor de la noche y se encaminaron hacia el interior de la casa.

Al día siguiente, Sounha encontró mil setecientos wones bajo su almohada.

Jeje, hola...

Aaaaaaaah sé que abandoné el fic por tres meses y lo siento muchísimoooo😭😭😭

Prácticamente dejé la historia en hiatus por tres meses, juro que no era mi intención, pero iba posponiendo actualizar unos días y para cuando acordé ya eran meses :'D

En recompensa por tanta tardanza, pensaba en hacer un maratón, pero me iba a tardar aún más y habría acortado el tiempo de esta historia, ya que, sí, no falta mucho para que se acabe. En el siguiente capítulo estaremos entrando al arco final de la historia, prepárense xd

Entonces agregué todo este escrito, pues no estaba planeado originalmente. Aún así, no afecta mucho en la trama, más bien, ayuda a desarrollarla un poquito más.

Por cierto, ¿qué tal el Muster? ¿Vieron los conciertos? Yo a medias, me quedé dormida la primera parte de ambos😔✌🏻 pero los chicos se veían geniales e hicieron presentaciones MAGNIFICAS AAAAAH AMÉ

En fin, pido perdón por el capítulo kk😭
Si ven un error, no duden en decirme, y pásense por mis demás obras si aún no lo han hecho uwu

¡Cuídense muchoo!

Adem🍂

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