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O2

Abrió la puerta decorada con estampillas de animalitos marinos de la habitación de su hija y entró sigilosamente.

La luz del día era muy suave aún, así que esta le permitía observar cariñosamente a su pequeña Sounha, hecha un ovillo debajo de las mantas sobre su costado izquierdo, sus mejillas se apachurraban tiernamente contra la almohada y sus bracitos se abrazaban a su peluche de foca polar. Su niña aún mantenía la maña de succionar su labio inferior mientras permanecía dormida, como un bebé hambriento que está a la espera de recibir su biberón.

Se acercó a la cama y se encimó sobre el colchón, reventó un besito sobre su suave mejilla y sonrió.—Buenos días~— murmuró melosamente antes de dejar varios besitos más.

Poco a poco la castañita comenzó a despertarse y, al notarse acompañada, pegó un grito de susto y golpeó a su padre con su peluche.

—¡E-espera, soy yo!— le gritó entre risas en tanto se escudaba de los golpes que le daba su hija con sus brazos flexionados frente suyo.

La menor paró sus movimientos y miró al pelinegro, soltando una risilla.—Perdón, papi, soñé con un feo payaso y no pensé que eras tú.

Yoongi rio un poco divertido.—No te preocupes, pero anda ya, es hora de levantarse para la escuela.

Después de que Sounha hiciera berrinche como pescadito fuera del agua porque no quería ir a la escuela y que Yoongi la sobornara con dulces de leche en su lonchera de almuerzo, ambos se encaminaron al baño y se lavaron los dientes juntos frente al espejo del lavabo, solo que Soun se subía a un mini banquito amarillo para alcanzar.

La castañita jaló del brazo a su papá y le reventó un beso con espuma de pasta dental en su mejilla, riendo por lo que había hecho.

Después de que un par de besos empastados fueron intercambiados entre carcajadas divertidas, los Min comenzaron a quitarse sus pijamas para cambiarse de ropa; la de labios corazón con su uniforme escolar y el pálido con uno de los trajes que tenía y destinaba para el uso en el trabajo. Ambos hacían muecas y poses en el espejo, simulando verse como personas interesantes o espías.

Una vez bien vestidos y frente al tocador de la menor, Yoongi se arremangó las mangas de su camisa blanca hasta por encima de los codos y comenzó a peinar rápidamente los cabellos de su hija, esta vez, sin preguntarle cómo quería ser peinada ese día.

La de ojitos redondos solo sentía que su papá dividía su cabello en varias partes y luego lo enredaba, observando todo con curiosidad a través del espejo, para después darse cuenta de lo que estaba tratando de hacer.

—¿Piensas peinarme con trenzas, papá?— preguntó con su boquita un poco abierta por la ligera impresión.

Yoongi se colocó el peine de cabello entre los labios para desocupar su mano y asintió.—Shi, anoshe bushqué un vigdeo y pracjtiqué— le contestó, poniendo suma atención a los movimientos que hacía al entrelazar los castaños mechones con ayuda de sus largos dedos.

La menor sonrió con labios apretados y esperó pacientemente a estar lista.

—Ya está— dijo después de ajustar el último mechón con una liguita y suspiró.

Había practicado con un juguete de una cabeza grande de Barbie que había comprado para practicar peinados, pero obviamente no era lo mismo. No lo era porque él manipulaba la cabeza de juguete a su antojo y obviamente no podía hacerlo con la de su hija, sin embargo, debía reconocerse que había quedado mejor que sus prácticas en la madrugada.

—¿Te gusta?— le preguntó un poco inseguro en tanto la miraba echarse un vistazo en el espejo.

Soun tanteaba con sus deditos las trenzas y las acariciaba con suavidad, era la primera vez que estaba peinada así.—¡Me encanta!— contestó con emoción y celebró con brinquitos, luego se abrazó a la cintura del pelinegro y apachurró sus mejillas en su abdomen con una sonrisita risueña.—Gracias, pá~

Yoongi sonrió satisfecho al tener el agradecimiento y la felicidad de su hija, y se agachó para depositar un beso en su despejada frente.

—De nada, Sounie... pero ya hay que bajar a desayunar rápido para irnos— le dijo y ambos bajaron las escaleras hacia el primer piso de su hogar.

Estando en la cocina, Yoon preparó un par de panes tostados con mantequilla para ambos, un vaso de leche para la menor y una taza de café para él. Los almuerzos los había dejado listos la noche anterior.

—Papá, ¿Jiminnie oppa sí te enseñó mi dibujo?— le preguntó antes de dar un mordisco a su pan, balanceando sus cortas piernas en el borde del banquillo de la barra, donde ambos se encontraban desayunando.

—¿Cuál, ese?— y señaló con su mentón detrás de ella.

La de ojitos redondos se impulsó en la barra para hacer que el banquillo giratorio se volteara y fijó su vista en el cuadro que estaba clavado en la pared cercana a la cocina, donde estaba colgado su dibujo.

—¿Colgaste mi dibujo?— el pelinegro asintió antes de beber de su café y ella se sonrió apenada. Se había esforzado en que quedara lo mejor posible, pero nunca imaginó que su padre lo colgaría en un cuadro en la pared.

Después de eso, Sounha alimentó al pez Pedro, salieron de la casa y se subieron rápidamente al auto, ambos llevando sus mochilas y bolsos correspondientes para las actividades que tenían por hacer para ese día. Yoongi manejó con cuidado hacia la escuela primaria donde estudiaba su niña.

—¿Qué tal la pasaste ayer con Jiminnie?— le preguntó mirando fijamente hacia el camino, no dándose realmente cuenta del apodo que había usado.

—¡Muy bien! Jiminnie oppa es muy divertido, ayer hicimos muchas cosas juntos... ¿sabías que el también baila?— habló emocionada en tanto miraba las calles por la ventana.

—¿Ah sí?— le miró por el espejo retrovisor y ella asintió.

Algo así había escuchado una que otra vez en las pláticas con sus amigos, pero no estaba del todo seguro, ahora tenía curiosidad.

—¿Recuerdas la plática que tuvimos antier?— la de ojitos redondos asintió con un "ujúm".—¿Jimin llegó a hacer algunas de las cosas malas que te mencioné?

—Nop. Él nunca me tocó en mis zonas prohibidas y tampoco hizo que yo lo tocara a él, no me cambió de ropa, se quedó esperándome afuera del baño mientras me bañaba, no dijo nada sobre un juego secreto que no deba contarte a ti, y no hizo nada que me hiciera sentir extraño en la pancita o miedo— recapituló mientras hacía memoria de todo lo que su padre había mencionado.—Él fue muy amable conmigo, fue como estar con mis tíos.

Yoongi asintió lento.

Él desde siempre había tocado ese tema con Sounha, le indicó qué partes de su cuerpo nadie debía tocar sin su consentimiento y lo que era este. Siempre intentaba enseñarle cómo emplear el consentimiento mientras la educaba, como preguntarle si quería que la ayudara en algo o si estaba de acuerdo en que él dijera o hiciera algo que la relacionaba directamente a ella, como las muestras de afecto o cuando platicaba con sus padres y amigos de algo que ella le había contado. Además, le dejó muy en claro el poder de la palabra "no", que nadie puede amenazarla, y trata de siempre seguir construyendo la confianza entre ambos para que ella pueda sentir la seguridad de contarle cualquier cosa.

En este mundo se debía desconfiar de todos.

—Entonces... te agrada Jiminnie,¿cierto?

—Ujúm, muchísimo— afirmó, aún mirando el exterior borroso a través de la ventana.

—Me parece genial... umh... ¿está bien que le haya pedido que te cuidara hoy también, Sounie? En caso de que no te sientas cómoda puedo cancelarle y buscar otra solución— estaban a nada de llegar a la escuela.

En ese momento, la niña dejó de mirar por la ventana y dirigió su vista hacia su padre, confundida y triste.—¿Hoy también llegarás tarde?— preguntó con desilusión.

No es que no le haya gustado que su oppa se quedara cuidándola en casa, porque se habían divertido mucho juntos, pero ella había pensado que su papi solo trabajaría hasta tarde solo ese día y le ponía de humores azules el saber que no era así.

—Lo siento, preciosa— se disculpó con labios torcidos.—, pero solo será hasta las seis de la tarde... además, estas juntas por la tarde serán hasta que termine la planeación del hotel, así que he estado pensando en que Jiminnie te cuide hasta que eso pase— le dijo y finalmente llegaron al instituto, así que se estacionó en la vereda.—¿Tú qué opinas?

—Está bien, creo— respondió con vocecita triste.

Yoon se giró sobre el asiento y miró hacia atrás, ella estaba en total silencio, claramente disgustada con la idea de no tener a su papá para ella por un largo tiempo como normalmente era costumbre.—¿Cómo te lo puedo recompensar, mmh?

Ante la tentadora oferta de pedirle algo a su papá, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios corazón.

—¿La hora en la que llegas sería muy tarde para ir al parque juntos?

Yoongi sonrió de costado por la idea de su hija y negó.—Noup, aún es buena hora... ¿el parque entonces?

Asintió.—Síp.

Tal vez no era exactamente lo mismo a tener a su papá consigo como hace dos días, pero en el parque ella podría hacer gastar todas las energías del pelinegro mientras juegan juntos, así que eso era suficiente para ella.

—De acuerdo.

Yoongi se bajó del auto y se dirigió a la puerta de la parte trasera, donde abrió y ayudó a su hija a bajarse, cerrando la puerta para después ir hacia el maletero y sacar la mochila escolar de la menor junto a su lonchera donde guardaba el almuerzo, además del pequeño bolso donde le guardaba un cambio de ropa extra en caso de cualquier cosa. Ese día no tomaría clases de danza con Jungkook, pero sí se quedaría media hora más en el club de dibujo de la escuela junto a su amiguito Minyeon.

El pelinegro acompañó a la de ojitos redondos hasta la entrada, le ayudó a colgarse su mochila con el bolso de ropa dentro de esta y le dio su lonchera en la manita. Se acuclilló frente a ella para asegurarse de que su uniforme estuviera en buen estado y le sonrió.

—Jiminnie vendrá por ti más tarde y juntos irán a la casa. Hazle caso, ¿de acuerdo?— ella asintió, sintiendo bonito ante esa mirada cariñosa que su papá siempre le daba en tanto sostenía sus manos.—Muy bien, ten un buen día— y besó su frente, no dándole importancia a las miradas curiosas y chismosas de los otros padres y madres de familia que iban a dejar a sus hijos a la escuela, él siempre sería todo un cariñoso con su niña sin importar quién le viera.

—Tú también ten un buen día en el trabajo, papá— le deseó con una sonrisa y entonces se fue hacia el interior de la escuela.

Min pudo ver perfectamente desde su lugar como su pequeña le mostraba emocionada sus nuevas trencitas a Minyeon, quien todas las mañanas le esperaba sentado en las escaleras de la entrada pacientemente, casi siempre con una cajita de leche con chocolate entre sus pequeñas manos. Cuando llevaba su chocolate, cargaba con dos popotes para cada uno, pues él le compartía a su castañita amiga de su achocolatada bebida, ya que su mamá le había enseñado que amar es compartir, por lo que siempre procuraba compartirle lo que más le gustaba.

🍂

Jimin miró a la bola de niños salir corriendo de la escuela entre risitas, desde los más pequeños hasta los más grandes, y comenzó a buscar con la mirada a Sounha entre la multitud de alumnos, poco después viéndola salir de la mano con el niño Minyeon con un par de dibujos cada uno en sus manos libres.

Esta vez fue Soun quien le buscó con la mirada y, al encontrarlo entre los demás padres de familia que estaban ahí en espera de sus hijos, sonrió alegre y jaló a su mejor amigo consigo hacia el rubio.

—Jiminnie oppa~— saludó sonriente la niña al mayor y este le retiró su mochila y su loncherita para colgar ambas sobre su hombro izquierdo.

—Hola Sounie, ¿qué tal te fue?

—Muuy bien— asintió, y luego jaló de la mano al pelinegro un poco más hacia adelante.—MinMin— le llamó y él la miró, pues había estado observando al rubio con recelo.—Te presento a Jiminnie oppa, él es bueno— le dijo y el niño relajó su expresión.

Si Sounha le decía que era alguien bueno, así era, así que ya no tenía que acecharle cada que le viese.

El pequeño pelinegro sonrió mostrando sus dientecitos hacia el niñero como si finalmente le aceptara y se inclinó ante él en una respetuosa y educada venia que hizo sus cabellos caer sobre su frente, por lo que cuando se enderezó, el rubio se los apartó de la frente con un suave tacto y una sonrisa.—Choi Minyeon, un gusto conocerle, hyung— se presentó el pequeño, extendiéndole su mano.

Jimin correspondió el gesto con una sonrisa enternecida.—Qué educado eres, Yeonie... me alegra que Sounie tenga un amigo como tú— ante eso, el mencionado se sonrojó.

La madre del niño llegó, saludó al niñero y a la de labios corazón. Los mayores platicaron por unos cuantos minutitos hasta que cada uno decidió que era hora de irse.

—¿Qué tal un helado?— le preguntó Jimin a la menor en cuanto enfocó una pequeña heladería más adelante.

Él cargaba con sus mochilas sobre su hombro derecho y llevada de la mano a la castañita con zurda, ya se encontraban caminando por la vereda hacia el hogar Min.

—¡Sí, por favor!

Así, ambos llegaron a la casa con un helado de fresa cada uno a medio acabar y un poquito embarrados, limpiándose entre ellos con ayuda de una servilleta.

El niñero colocó el código del portón, entraron y luego buscó las llaves de la puerta principal, pues Yoongi había dejado una copia de estas escondida debajo del asiento de la bicicleta de su hija. Ya teniendo la copia de llaves en la mano, quitó el seguro y abrió. Dejó que la de ojitos redondos ingresara por delante y luego cerró la puerta detrás de sí una vez estuvo adentro también.

Durante las primeras horas, la misma rutina del día anterior se repitió pero un poco más rápido; comieron, Sounha se bañó, hicieron la tarea y regaron rápidamente las plantas del patio, al final, la pequeña se tiró al suelo de la sala boca arriba con sus extremidades extendidas como estrellita de mar, aburrida.

—¿Qué quieres hacer, Sounie?— preguntó en tanto limpiaba con un trapo húmedo la superficie de la barra.

La pequeña simplemente dejó escapar un cansino suspiro entre sus pequeños y rechonchitos labios corazón, encogiéndose de hombros.

Jimin torció los labios en una mueca al verla tan aburrida, y de la nada le llegó una idea. Había visto una pequeña pelota verde en el cuarto de lavado, así que fue por ella y se la lanzó suavemente, haciendo que se sentara. Sounha sonrió divertida y le lanzó la pelota de vuelta desde la distancia, y así estuvieron haciendo por un largo rato entre risitas divertidas.

Todo había sido jiji jaja hasta que Jimin lanzó la pelota con mucha fuerza, rebotó con la pared y terminó golpeando la esfera de cristal donde nadaba tranquilamente Pedro, el pez dorado cabeza de león.

Con el impacto, la pecera fue empujada al suelo y rompió en pedazos, el agua se esparció por el suelo, las piedritas y pequeñas decoraciones se regaron a todas direcciones y el pez salió a quién sabe dónde, terminando oculto debajo de algún mueble.

—Mierda— maldijo entre dientes el rubio, dándose cuenta de que había dicho una grosería en frente de la menor en cuanto esta jadeó sorprendida.—L-lo siento... hay que buscar a Pedro— dijo apurado, hincándose en el suelo de la cocina para comenzar a buscar al animalito.

Rápidamente Sounha se le unió, diciendo una y otra vez lo mucho que Yoongi cuidaba y quería al pez, gateando por el suelo en su búsqueda.

—¡Acá está, oppa!— le avisó la menor al niñero cuando encontró a Pedro debajo de la mesa del comedor después de unos largos y tortuosos instantes.

El rubio de inmediato fue hacia ella y tomó al escamoso ser entre sus manos, haciendo una pequeña muequita de disgusto, nunca antes había tomado a un pez. Sintiéndose sumamente nervioso por la falta de movimiento en Pedro, rápidamente lo metió en un vaso con agua, pero por mucho que esperaron, no dio señales de seguir vivo.

—No puede ser...— se lamentó el rubio entre dientes, apretando los ojos.

—Papá se pondrá triste o se enojará muchísimo— murmuró preocupada la pequeña Min.

Jimin se talló las sienes y luego dejó en paz el vaso donde estaba el difunto Pedro, comenzando a recoger del suelo los cristales rotos de la pecera junto con las piedras y decoraciones que llevaba dentro. Sounha le miró desde su lugar sentada en uno de los banquillos de la barra en tanto él trapeaba el agua que se derramó en el suelo, cabizbajo y pensativo. Después de haber recogido toda la humedad de los azulejos, se dirigió al cuarto de lavado para exprimir el trapeador y dejarlo ahí.

—¡Ya sé!— Soun pegó un brinquito de la impresión al escuchar el fuerte grito que había soltado el niñero antes de salir de la lavandería con una enorme sonrisa.—Podemos buscar otro pez que sea igual y cambiarlo— le dijo su maravillosa idea a la niña.

—Eso sería engañar a papá...— murmuró la menor con un puchero y Jimin temió que ella no estuviese de acuerdo con el plan.—¡Puede funcionar!— dijo finalmente después de meditarlo un poco.

—Bien— asintió y miró la hora en su celular.—Tenemos aproximadamente una hora antes de que tu papá llegue, será pan comido.

...

Y el pan se rio de él.

Jimin y Sounha habían tenido que buscar por casi toda la maldita ciudad y pasar por todas las acuarios y tiendas de mascotas en busca de un pez dorado cabeza de león, ¡pero al parecer justo en ese día no había!

—Esta es la última, Sounie. Yoongi hyung no tardará en llegar a la casa— le dijo a la menor después de contestar el mensaje donde el pálido le decía que estaba por salir del trabajo.

La niña simplemente asintió, aferrándose con un poco de más fuerza al cuello del niñero, pues este corría hacia la tienda de mascotas que estaba en la siguiente calle con ella en brazos, ya que luego de tanto caminar se había cansado un poco.

—¡Buenas tardes!— dijo al abrir la puerta del establecimiento, apurado, sacándole un susto a la chica que estaba detrás de mostrador.—¿Tiene peces dorados cabeza de león?— preguntó rápido.

La chica asintió titubeante, aún recomponiéndose del repentino susto.—S-sí.

—¡Gracias, espíritus del cielo!— festejó Sounha, soltándose del agarre del rubio para poner sus pies en el suelo.

La encargada del local les mostró los peces y la castañita escogió el que era más parecido a Pedro, solo que el nuevo pez tenía una manchita blanca en una de las puntas de su cola, pero aseguraba que su padre quizá lo notaría meses después. También, Jimin compró una esfera de cristal nueva del mismo tamaño que la anterior, pasaría desapercibido.

Después de pagar por las compras y de agradecer la atención a la chica de la tienda de mascotas, el de labios pomposos volvió a tomar en brazos a la de ojitos redondos para volver a correr. Por suerte, al llegar a la casa, Yoongi aún no había vuelto del trabajo, así que rápidamente Jimin colocó las piedritas y decoraciones a la nueva pecera, la llenó de agua y metió a "Pedro" en ella.

Tiraron y guardaron todo lo que fuese a dejar evidencia de que habían ido a una tienda de mascotas. Finalmente cuando todo estuvo en orden y se veía "normal", se sentaron sobre el sillón de dos plazas en la sala, y ambos soltaron un profundo suspiro de alivio entre sus labios justo antes de escuchar que el auto del pálido se estacionaba frente a la vereda de la casa.

—Ya llegué~— avisó Yoongi en cuanto abrió la puerta principal de la casa.—Oh, están aquí— dijo al verlos a ambos en el sillón de la sala, aparentemente "normal".

Sounha, como siempre era costumbre, se levantó del sofá y fue hacia su padre para abrazarse a su cintura y apachurrar sus mejillas en el abdomen del mayor.—Hola, pá... ¿cómo te fue?

Min esparció caricias en la espaldita de la menor y le sonrió.—Me fue muy bien, Sounie. No te preocupes.

Mientras tanto Jimin les observaba con una sonrisa enternecida. Definitivamente, el ver a los Min siendo solamente ellos o cariñosos entre sí era algo lindo de admirar, tenían esa conexión padre-hija que era real y palpable, te dabas cuenta con solo verlos unos instantes.

—¿Ya estás lista para ir al parque o te irás vestida así?— le preguntó el pelinegro a la menor y esta abrió en grande sus ojitos al recordar ese detalle.

—¡Cierto, no estoy lista!— y se separó.—Me iré a cambiar, no tardo— dijo rápidamente antes de salir corriendo por las escaleras con apuro.

Estando ya solo los dos mayores, Yoongi dejó su maletín sobre el sofá individual, se quitó el saco y la corbata para luego desabotonar los dos primeros botones de su camisa, como había hecho el día anterior, y se sentó junto al rubio.

—¿Cómo pasaron la tarde?

—N-normal, nada extraño sucedió.

—¿Qué... te parecieron las trenzas que le hice a Soun?— preguntó un poco tímido, rascándose detrás de la oreja.

Jimin sonrió enternecido por su inseguridad.—Sounie dijo que le encantaron, y, siendo un niñero que ha cuidado y peinado a muchas niñitas, te puedo decir que te doy un...— fingió pensárselo mucho.—un nueve de diez. Creo que podrías apretar un poco más las trenzas.

El pálido rio un poco, divertido.—Es que no quise apretarle el cabello, ella es muy sensible en su cuero cabelludo y si le aprieto mucho el peinado le causo dolor de cabeza.

El menor asintió, más para sí mismo y lo volvió a hacer después pero ya más seguro.—Cierto, algunos somos muy sensibles y nos causa dolor de cabeza un tirón...— concordó.—Entonces te doy un diez de diez, hyung— le dijo y ambos sonrieron.

Hubo algo de silencio cómodo, ambos podían escuchar los movimientos y pasos que hacía la castañita en su habitación. Mientras tanto, Yoongi pensaba en lo que quería preguntarle al niñero, quería pedirle que fuera con ellos, ¿pero qué tal si se negaba? ¿Qué tal si se daba cuenta de sus intenciones y se alejaba por no querer involucrarse con ellos? ¿Sería muy apresurado que salieran juntos al parque con su hija? Después de todo, quería que su relación con el rubio fuese más allá de lo que fuesen a platicar cuando él volviera del trabajo, por el momento se limitaba a la idea de ser amigos pues no le conocía bien aún, ¿pero y si no quería?

Finalmente se decidió a preguntar. Si Park se negaba, fácilmente podría notar su intención de no querer involucrarse con ellos de esa forma, así que ahí pararía. Ya tenía a los contratistas con él y habían mostrado su simpatía a su situación de joven padre soltero, así que podría llegar a un acuerdo con ellos cuando Hoseok, Taehyung y Jungkook no pudieran cuidar a su hija hasta que no llegara a la fase de construcción, en el caso de que Jimin impusiera una barrera.

—¿Quieres ir al parque con nosotros, Jiminnie?— se arrepintió un poco de usar el apodo, y es que se había acostumbrado a llamarle así cuando hablaba de él con su hija.

El mencionado le miró y asintió sonriente.—Claro, hyung— no se mostró disconforme con el apodo, así que Yoongi pudo respirar tranquilo y sonreír un poco.—Pero eso aumentaría una tarifa del diez por ciento a mi paga por mis servicios de niñero.

El gesto sonriente del pálido decayó.

El rubio soltó una risita divertida.—Es broma, hyungie— y le sonrió de esa forma tan casual y tranquila, una donde le demostraba aceptar que se acercaran un poquito más y que se relacionaran mejor.

En eso, bajó Sounha por las escaleras y dio un brinquito en la última baldosa.—¡Ya estoy lista!~— canturreó, colocando sus manitas sobre su cintura, posando.

Su vestimenta constaba de unos shorts lisos color menta y una blusita blanca de holanes con estampado de pequeñas ballenitas azules, llevaba unas Vans blancas y una diadema color menta sobre sus cabellos que llevaba sueltos, ya que no volvieron a ser peinados después de la ducha que se dio horas atrás como el día anterior.

—Bueno, entonces vámonos.

Ya que el parque estaba a dos calles continuas de ahí -por ser una zona más privada para las viviendas-, decidieron ir a pie y no tardaron más de diez minutitos en llegar. Lo primero que hizo la pequeña Min cuando puso un pie en el parque fue salir corriendo hacia los columpios, donde se sentó y esperó pacientemente a que los dos mayores llegaran, balanceando sus cortas piernas con entusiasmo.

—¿Me empujas, por favor?— le preguntó a su papá con una sonrisita.

Yoongi asintió y, cuando estuvo detrás de ella, comenzó a empujarla suavemente; mientras tanto, Jimin se había sentado en el otro columpio que estaba a lado.

—¡Más alto!

—¡Más arriba!

—¡Más fuerte!

—...

—¡Quiero vomitar!~

Para ese entonces, Jimin les miraba con una enorme sonrisa, aprovechando su posición para tomar fotos y videos del par de los Min. Seguramente al pelinegro le gustaría tener el conjunto de multimedia.

—¿Qué tal si vamos al pasa manos?— preguntó el rubio a la castañita una vez que ella dejó de ver que todo el mundo se le movía frente a sus ojitos.

—Pero soy muy pequeña, no alcanzo— puchereó la menor. Sus bracitos eran fuertes pero ni estirándose alcanzaba el primer tubo desde los escaloncitos.

—Bah, eso no importa— le restó importancia con un movimiento de mano diestra el niñero y en un dos por tres la alzó del suelo sin previo aviso.

Al cargarla, la colocó con cuidado detrás de su nuca, colocando sobre sus hombros cada una de sus cortas piernitas y tomándola de las manos para que no se fuera a caer de espaldas, y Sounha aprovechó para oler el aroma a shampoo sobre los rubios cabellos de su oppa. Así, ambos se dirigieron hasta el juego del pasa manos con Yoongi siguiéndoles por detrás con una sonrisa.

Ya estando en las barras, Jimin ayudó a la menor a pasarse de una en una cada vara sin bajarla de sus hombros, de ida y vuelta, ambos resaltando entre los demás niños que estaban jugando también.

—Jiminnie oppa, quiero intentarlo yo sola.

—Ouh, está bien.

—¿Estás segura, Sounie?— le preguntó su papá, de pie a un lado muy cerca de ellos, recibiendo un asentimiento por parte de la de labios corazón.

Yoongi se acercó a la espalda del menor y ayudó a su hija a bajarse, también ayudándola a alcanzar los barandales, pues su corta estatura no se lo permitía ni de cerca.

—Ya puedes soltarme— avisó Soun.

Min negó con el entrecejo fruncido y labios apretados, delatando su inconformidad ante la idea—Si quieres alejo mis manos, pero no me voy a arriesgar a que se te cansen los bracitos, te sueltes y te caigas.

—Bueeno~— le refunfuñó la niña en respuesta antes de sentir poco a poco que las manos de su padre la soltaban parcialmente del torso.

Sounha comenzó a pasar de vara en vara con cuidado, pasando hacia adelante una mano y luego la otra con cuidado y poniendo su fuerza para mantenerse y no caerse, mientras tanto, Park se encontraba tomándoles fotos de nuevo. No lo diría en voz alta, pero algunas se las quedaría guardadas en su galería como algo muy bello de lo que estaba sucediendo ese día, como una especie de diario fotográfico que apreciaba dentro de la memoria de su celular. También, obviamente, se las enviaría al pelinegro después.

Luego, al notar que Jimin les estaba sacando unas cuantas fotos, Yoongi y Sounha sonrieron ampliamente a la cámara, siendo como resultado una imagen muy linda que el rubio guardaría y una sensación bonita en su pecho que le hacía sonreír con aún más ganas.

Después de que a Sounha le terminaran doliendo los brazos por el esfuerzo de no caerse y a Yoongi por evitar que eso sucediera, se dirigieron al área donde había casitas con toboganes y demás, en la cual habían varios niños más pasando el rato ahí. Los mayores se sentaron en una banquita y la menor se fue corriendo hacia la casita más cercana después de recibir el visto bueno de su padre, comenzando a jugar con los demás.

—Sounie me dijo que bailas.

Park miró al pelinegro y asintió.—Oh, sí... estudié danza contemporánea, tengo mi licenciatura y eso.

—¿De verdad?— preguntó un poco sorprendido, pues no imaginaba que Jimin fuera un bailarín profesional. El rubio asintió.—¿Y por qué no estás participando en grandes eventos de danza? ¿O sí lo haces?— cuestionó con real interés y curiosidad por saber más del menor.

Y supo que no era un buen terreno que tentar cuando vio el gesto del contrario contraerse en una mueca.

—Lo hacía— afirmó.—Pero... me fracturé el tobillo— explicó con desánimo.—Obviamente recibí atención médica y rehabilitación, pero... no lo sé, no tengo el valor de volver a la academia— apartó la mirada de la del pálido, posándola en la vista de los niños jugando en el parque.—Inicialmente fue un tema de esguince, pero quise mantenerlo en secreto para no perder mi papel principal en una presentación muy, muy importante y... todo el mundo hablaba de que tenía una estabilidad sorprendente, que nunca tocaba el suelo por error... pero un día el "Gran Park Jimin con estabilidad de acero" cayó sin cuidado en medio de una práctica... hace casi dos años que sucedió pero... aún no tengo el valor para que todos en la academia vean de nuevo a ese Jimin que se cayó.

El de mejillas abultadas dejó escapar un suspiro entre sus labios al unísono.

—Estoy seguro de que podrás volver algún día, pero lo harás a tu tiempo, no el de nadie más.

El niñero se sintió reconfortado por las palabras del mayor, le miró y sonrió sinceramente.—Gracias, realmente espero volver a tener el valor...— anheló.—En la academia me dicen que siempre me esperarán con los brazos abiertos y... yo aún no pierdo la pasión, esa emoción de moverme y perderme en la música, eso de subir al escenario y sentirme tan nervioso que se me olvidan todas las prácticas y al final lo hago como nunca y entrego todo...— terminó vacilante, con añoranza en su mirada.

—Déjame decirte algo, Jiminnie— comenzó a decirle con voz suave, imitando el gesto sonriente y tímido que el rubio le regalaba.—Yo no veo en ti al Jimin que se cayó, sino al que se levantó y quiere continuar bailando por su pasión.

En esos momentos, llegó Sounha hasta ellos y se sentó en medio de ambos, recargando su cabecita en el brazo de su papá.

—¿Ya te cansaste?— le preguntó Yoongi con cierta diversión.

—Nop, aún no— contestó.—Quería que fueran a jugar conmigo en el balancín.

Yoongi y Jimin se miraron entre sí y simplemente se pusieron de pie, llevándose de la mano a la menor hacia el área donde había unos cuantos balancines, todos desocupados.

—¿Quién quieres que suba primero contigo, tu papá o yo?— preguntó el rubio una vez estuvieron de pie junto a una de las estructuras.

—Los dos.

Min frunció el entrecejo confundido, ¿cómo podrían subir ambos con Sounha si el sube y baja solo funcionaba con dos asientos?

—Oh, ya ya— comprendió el niñero y se montó sobre uno de los asientos, cargando a Sounha y sentándola entre sus piernas, procurando que se sostuviera correctamente de la manija y poniendo sus manos encima de las suyas para evitar que en un descuido se soltase y posiblemente cayera de costado.

Tenía medio culo en el aire, pero sí cabían ambos en el pequeño asiento. Él incómodo, pero sí.

—Sube, hyung— le indicó al pelinegro y este obedeció poco después al entender el plan.

Así, estando cada quien en el asiento y listos, ambos hombres comenzaron a estirar y flexionar sus piernas con sincronía, haciendo alzar un lado y luego el otro. Yoongi solo podía observar maravillado y con una sonrisa atontada a los otros dos contrarios frente a él soltando risitas alegres y cantarinas, más que nada las de Sounha, pues al estar con la intensidad de las piernas mayores y largas de los dos adultos, sentía el juego moverse más alto y más rápido con más potencia, por lo que se estaba divirtiendo muchísimo.

—Vamos a hacer que hyung se quede arriba— le susurró Jimin al oído a la castañita.

—Sí, sí sí sí— asintió cómplice y emocionada, entonces ambos flexionaron sus piernas y dejaron caer todo su peso hacia abajo, sentándose en el suelo, haciendo que el pálido terminara arriba en los aires.

—¡Bájenme!— replicó Yoongi desde su lugar y bufó al recibir solo risas como respuesta.

Los otros dos menores se burlaron y enseñaron infantilmente sus lenguas, divertidos de ver la mueca de disgusto en el pelinegro, pero de un momento a otro, Yoongi de alguna forma dio un brinquito en el asiento y ahora era él quien estaba abajo, sentado hasta el suelo y haciendo a los contrarios subir hasta arriba.

Durante los primeros instantes, Jimin y Sounha intentaron hacerse los valientes, pero poco después comenzaron a lloriquear y a pedir que les bajaran porque sentían a sus estómagos revolverse, pero Yoongi se burlaba de ellos y también les mostraba la lengua como venganza.

—¡Pá, bájanos! Me duele la cabeza~— chilló Soun desde su lugar, cerrando con fuerza sus ojitos para no marearse mucho más de lo que ya se sentía al ver a la altura en la que estaba.

—¡Hyung, voy a vomitar!~— replicó el rubio al mayor y este solo se reía malévolamente al ver sus caras, pero para Jimin su gesto de villano malvado le parecía más una mueca de un gatito travieso.

Finalmente, Yoongi se apiadó de los contrarios y los hizo descender. Los tres ya estaban bastante cansados de seguir jugando en el balancín, así que se fueron a sentar en una banquita de nuevo.

—¿Qué tal si pedimos pizza para la cena?— propuso el arquitecto, mirándolos a ambos.

—¡Sí!— contestó la castañita.

—Suena bien— agregó Jimin.

Y por Dios, que ninguno se estaba dando cuenta de lo natural que se sentía eso: el proponer algo para cenar juntos y pasar un rato ameno entre ellos, olvidando que era el segundo día que llevaban conociéndose directamente.

Eran tan extraño, pero tan agradable.

Finalmente se levantaron de la banca y regresaron a pie hacia la casa Min, ambos hombres escuchando con atención a la menor que llevaban tomada de las manos cada uno, entre ellos, oyendo lo que esta les contaba sobre cómo había ido su día y lo que había hecho en la escuela, emocionada en tanto les hablaba sobre las actividades divertidas que había tenido durante la clase de deportes y en el recreo.

Al llegar a la casa, Yoongi pidió pizza a domicilio y poco después de unos diez o quince minutos la entrega llegó.

—Así que... ¿helado de chocomenta?— preguntó el pelinegro al de mejillas abultadas, apuntándolo sospechoso con su rebanada de pizza.

Los tres estaban sentados en la mesa del comedor con una rebanada cada quien sobre sus platos.

—Me gusta— contestó el niñero antes de darle un bocado más a su pizza.

Yoongi notó el detalle de que Jimin tenía la costumbre de llenar sus mejillas con comida y poco a poco acabarse el bocado, guardándose la comida como una tierna ardillita.

—La verdad es que no entiendo esa gran disputa por si a alguien le gusta o no el helado de chocomenta, es extraño prestarle tanta atención a eso...— dijo el mayor entre risitas.—Es como la discusión sobre si el agua de jamaica es mejor que el agua de horchata.

Jimin jadeó como si estuviese siendo entendido en su más grande dilema existencia, rodando los ojos.—¡Lo sé! Todos sabemos que el agua de jamaica es mejor.

En ese momento, el arquitecto dejó de masticar y le miró con la ceja derecha arqueada.—¿Qué demonios te pasa? La de horchata es mejor.

—Se me cayó un ídolo— dijo y colocó diestra sobre su pecho como si le doliera, siendo dramático.

—Meh, la limonada es mejor— intervino Sounha, miró con superioridad a los mayores y volvió a lo suyo con su pizza tranquilamente.—Oh, y el helado de chocomenta sabe como chocolate y pasta dental— agregó después de pasar el bocado.

—Por eso me caes mal— bromeó su padre.

Jimin rio por el comportamiento divertido de los Min.—¿Te gusta el helado de pistache, Sounie?— preguntó y ella asintió.—Tengo un hyung que tiene esos mismos gustos, no le gusta el helado de chocomenta pero sí el de pistache... y, ahora que lo recuerdo, le encantan los cangrejitos— le contó a la menor y a esta le brillaron los ojitos.

Mientras tanto, al pelinegro le sonaba esa descripción de algún lado.

—¿En serio?— mostró su emoción y el de labios pomposos asintió sonriente con ternura.—¡Quiero conocerlo, seremos muy buenos amigos!— dijo con ambos brazos alzados y una gran sonrisa que se desvaneció poco después, bajó sus brazos a sus costados y miró a los mayores.—No le vayan a decir a MinMin...

Yoongi y Jimin soltaron una pequeña carcajada, enternecidos, y negaron.

—¡Prométanlo!— reclamó la castañita, alzando sus dedos meñiques hacia cada adulto a su lado, poniendo su gesto más amenazante que tenía, aunque para los mayores solo se veía como una patita enojada.

Ellos asintieron y entrelazaron sus dedos con los más pequeños de la menor.

—¡Vale, si rompen la promesa tendrán que cortarse el meñique!— les acusó berrinchuda.—No quiero que le digan a MinMin porque luego se pone celoso y no deja de molestarme con que me vaya con mis otros amigos, diciendo que a ellos los quiero más que a él... pero él es muy importante para mí, es mi mejor amigo— explicó la castañita, distrayéndose con los pepperonis de su pizza.

Luego, al darse cuenta de lo que dijo, levantó la vista a los contrarios que le miraban divertidos y golpeó su frente contra la superficie del comedor, extendiendo sus meñiques de nuevo sin moverse de su posición.

—Prométanme que tampoco le dirán que dije eso, luego se comporta como un gran presumido...— entre suspiró y gruñó sordamente contra la mesa.—Y tampoco le digan que le llamé presumido...

Así, entre risas y promesas, los tres continuaron su cena de un viernes de pizzas, pasando un momento ameno y tranquilo, agradable.

🍂

Terminó de lavarse los dientes, acomodó su cepillo dental en el vasito que estaba en el soporte encima del lavabo y pasó a lavarse la cara como hacía cada mañana, secándose con la pequeña toalla verde manzana que estaba colgada al costado.

Ya estando fresco y más despierto, salió del baño y caminó por el pasillo a pasos descalzos, viendo a través de la puerta entreabierta el interior de la habitación de su hermano menor, donde Jihyun permanecía dormido en una posición digna del exorcista y con un pequeño hilo de baba saliendo de su boca abierta, completamente agotado. Sonrió divertido y entró en silencio para taparle mejor con la manta. Le dejaría dormir cuanto quisiera, pues su hermanito había llevado dos semanas enteras desvelándose con un proyecto de la universidad, así que se merecía dormir hasta tarde en un día de sábado.

Ya habiendo dejado bien tapado al menor, salió de la habitación ajena y se dirigió a la suya, notando que la pantalla de su celular sobre el buró estaba encendida a causa de la reciente llegada de una notificación, por lo que tomó el aparato y lo desbloqueó al ver que se trataba de un mensaje de Yoongi en tanto se volvía a recostar sobre el colchón de su cama, no tenía ganas de levantarse temprano.

Yoongi hyung💫

Yoongi hyung💫
Jiminnie:(


¿Qué pasó, hyungie?:(

Yoongi hyung💫
Se me murió Pedro, esta mañana lo encontré pancita arriba en su pecera:(

Holaaa:D

¿Cómo están? Espero que muy bien uwu

Ese es el tipo de trenzas que Yoongi le hizo a Sounha.

No tengo mucho que comentarles realmente xd, solo que este lunes regreso de mis vacaciones a clases virtuales T ~ T

En fin, espero les haya gustado el capítulo, si ven algún error, díganmelo👀

¡Cuídense muchoo!

—Adem🍂

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