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O1

—Dame eso para irlo a lavar— le pidió Jimin a Sounha una vez que la menor terminó de comer lo que le había servido hace casi media hora, refiriéndose a su plato vacío.

La castañita obedeció y se lo entregó de inmediato, entonces él se levantó de la mesa del comedor y se dirigió a la cocina con los platos y vasos que habían utilizado para comer una vez que Yoongi se fue de vuelta al trabajo. Rápidamente refregó los trastes con agua y jabón, luego tomó un trapo que se encontraba colgado en la pared para comenzar a secarlos. Cuando ya casi estaba por terminar, volvió su vista hacia la menor para saber qué hacía, le sonrió al verla juguetear con una pulsera de cuentas de colores distintos que traía puesta en su muñeca izquierda y por desliz su mirada fue a caer en los múltiples cuadros de fotografías que estaban empotrados en la pared, detrás de la silla del comedor donde Ha se encontraba sentada y a lado del archivero de papelería.

Colocó los trastes ya secos en su lugar en la alacena, donde Min se lo había mostrado, y se acercó a esa pared.

En los cuadros, pudo observar muchas fotos de Yoongi junto a una chica y a una bebé que intuyó era, obviamente, la pequeña Sounha.

—Ella es mi mamá— escuchó la voz de la de labios corazón y pegó un pequeño sobresalto, luego la miró.—Se convirtió en un angelito antes de que cumpliera tres años— agregó.

Entonces, todo pareció cobrar sentido para Jimin: Yoongi era viudo.

Y no pudo evitar sentirse sumamente triste, no podía imaginarse lo que el pelinegro había tenido que pasar al perder a la madre de su hija y siendo un padre primerizo bastante joven.

—¿Cuál era su nombre?— preguntó el rubio a la pequeña con tono de voz suave.—Está bien si no me quieres decir, ¿sabes?— se apresuró en aclararle.

—El nombre de mamá es muy bonito, ella se llamaba Daerin— contestó la niña y luego apuntó con su dedo índice uno de los cuadros.—Aquí estaba yo, pero aún estoy dentro de su pancita, ¿lo ves?

En efecto, era una foto de Yoongi junto a ella, sentados en un columpio de dos plazas. Se veían felices, en un ambiente tranquilo, jóvenes. Daerin tenía un prominente vientre de quizá unos siete meses aproximadamente y, viéndolo de cerca, Sounha era casi idéntica a su mamá, era su viva imagen... como sus castaños cabellos, sus ojos redondos, sus labios y su tono de piel. La nariz no era la misma pero era casi igual, aunque no se puede decir mucho cuando las facciones de la pequeña aún no se han desarrollado por completo a sus seis años de edad.

—Es una hermosa foto, Sounie.

—Aquí hay una donde estamos en el hospital, cuando yo nací— señaló la foto donde su madre estaba en la cama de una habitación de hospital sosteniéndola en brazos, y su padre estaba sentado en un costado del colchón, abrazándolas, ambos adultos jóvenes con una gran sonrisa.—Oh, y aquí está la última que nos tomamos juntos— apuntó otro cuadro.

En la foto se observaba a Yoongi siendo embarrado con crema batida por obra de Sounha y de Daerin; los tres se mostraban risueños, carcajeándose, y viviendo un momento perfecto. Detrás, se podían observar algunos adornos navideños, por lo que concluyó que la chica había fallecido en el mes de diciembre.

¿Pero qué tal si sucedió en enero, o en febrero, o quizás en los primeros días de marzo antes del cumpleaños de la pequeña Min? Eran cuatro meses de duda, entre ellos variaba el tiempo después de la muerte de Daerin antes de los cumpleaños del pálido y de la de labios corazón. Fuera el tiempo que fuera, ¿cómo asimilar que para tu siguiente cumpleaños, esa persona tan especial en tu vida, ya no estará? Ni en el siguiente cumpleaños ni en los demás que vienen.

En el caso de Yoongi, ¿como asimilar que la chica que amas, con la que iniciaste una pequeña familia, de un día para otro ya no está?

¿Cómo haces cuando una bebé de casi tres años llora y llora sin parar, y te das cuenta que es porque extraña a su mamá? ¿Cómo le explicas que mami falleció y que ya no podrá más sentir su calor, su cariño?

Y no supo entender de dónde había sacado fuerza para no ponerse a llorar en ese mismo instante.

—Papá puso las fotos aquí para que las viéramos todos los días y así no nos olvidáramos de los momentos felices con mi mamá— dijo Soun en voz baja, notándose nostálgica y algo decaída. Se abrazó a la cintura de Jimin, apachurrando sus mejillas contra su torso en tanto observaba la última fotografía, y él correspondió el gesto sin dudar.—A veces... sueño con ella, pero son como... recuerdos.

Park comenzó a repartir suaves caricias en la espaldita de la pequeña.—¿Ah sí?— ella asintió.—¿qué sueñas?

—Casi siempre sueño que estoy sentada en las piernas de mi papá, ambos estamos en una silla en la cochera y vemos a mi mamá regando las plantas... su cabello es laaargo y lo lleva suelto, yo no sé hablar ni siquiera balbucear, y papá me está dando manzana picada en cuadros chiquititos— le contó, visualizando todo en su imaginación, recordando.

El niñero observó las demás fotos donde Min estaba con ambas femeninas, hasta que llegó un punto en el que solo había imágenes del pálido junto con su hija, además de haber varias más donde estaban junto a Hoseok, Jungkook y Taehyung, también otras con un par de adultos mayores que intuía eran los padres del pelinegro.

—¿Qué tal si terminando la tarea haces un dibujo de eso? Es un lindo recuerdo y así podrías guardarlo por muchísimo más tiempo— le propuso sonriente para tratar de hacer que se distrajera un poco del tema inicial.

—¿Me prestarás tus plumones, oppa?— preguntó llena de ilusión sin separarse de él.

—Por supuesto, linda— y sonrió enternecido al verla celebrar por su respuesta.—Pero pienso que antes deberías tomar un baño, vienes de tu clase de danza y así te sentirás más fresca y cómoda— le aconsejó.

La niña estiró en alto su brazo derecho y olisqueó su propia axila.—Por suerte aún no huelo a muerto.

—¿Eh?

—Así dice mi papá— le explicó y Jimin no pudo evitar reírse un poco a pesar de tremendo estrujón que había tenido su pobre corazón de pollo unos instantes atrás, los Min eran divertidos y tiernos.

—De acuerdo. Anda, a bañarse— dijo entre risas, le dio dos toquecitos y ella se soltó de su cintura para salir corriendo por las escaleras.

Estando en el segundo piso, Sounha guio a Jimin hacia su habitación y muy emocionada le mostró su colección de peluches de animalitos marinos en tanto comenzaba a preparar el cambio de ropa que se pondría después de la ducha.

Soun colocó la ropa doblada sobre el colchón de su cama.—Mira oppa, este es mi favorito— llamó su atención y él dejó de mirar las estrellitas que se encontraban pegadas en el techo de la habitación.

La de ojitos redondos se subió a gatas a su cama y tomó el peluchito blanco de foca polar que estaba encima de su almohada. Se sentó sobre sus rodillas frente a Park y se lo extendió.

—Lo tengo desde que nací... antes no salía a ningún lado sin él y me la pasaba oliéndolo, pero ahora he podido dejar de hacerlo y solo queda que no puedo dormir sin él— le contó en tanto el rubio observaba enternecido el peluche blanco; a pesar de tener seis años -o quizá más-, se notaba muy bien cuidado.

—Es un peluche muy lindo, Sounie— le dijo en tanto se lo regresaba.—¿Sabes? Yo de pequeño usaba una manta amarilla con un dibujo de Winnie Pooh y, al igual que tú, la llevaba a todas partes. No podía dormir sin ella— le contó y la nena sonrió al tener algo en común con su niñero.

En realidad, Sounha no era una niña confianzuda con las personas nuevas, la gente nueva debía invertir mucho tiempo en ganarse su confianza, pero algo había en Jimin que la hacía sentirse muy cómoda con él, esa misma sensación que tenía con sus tíos, esa que le permitía ser ella misma y ser la pequeña risueña que su papá tanto le decía amar. Y no podía creer que había desconfiado de su mayor al pensar que él quizá podría haber querido picarle los ojos con un tenedor... en su mente infantil, relacionaba a Jimin como la hada que aparecía en el cuento de Pinoccio: él era bonito y amable.

Finalmente se dirigieron al baño, el rubio se aseguró de que el agua estuviera en buena temperatura para la niña y salió del baño, diciéndole que la esperaría afuera sentado en el pasillo por si algo ocurría.

Y así fue, Jimin se sentó afuera en el suelo del pasillo, recargándose sobre la puerta del baño.

Mientras esperaba a que la castañita se terminara de bañar, platicaba con ella en voz alta, contándole sobre cuando era niño y de su hermano menor Jihyun, y escuchándola hablar sobre las cosas que ha hecho con sus tíos Hoseok, Taehyung y Jungkook, sus abuelos paternos y, obviamente, de su papá Yoongi.

Se escuchó que el agua dejó de caer en el interior del baño y Park supo que la pequeña Min ya había terminado de ducharse.—No te vayas a resbalar, eh— le advirtió.

—¡Nop!~— contestó Ha desde adentro.

Pasaron unos minutos más cuando Sounha abrió la puerta del baño, estando completamente vestida con su ropa limpia, y Jimin estiró su cabeza hacia atrás para mirarla, haciéndola reír.

—¿Me puedes ayudar a secar mi cabello por favor, oppa?— pidió educadamente, colocando sus pequeñas manos sobre las rubias hebras del mayor a petición de su curiosidad y sintiendo su suavidad.

—Claro que sí, Sounie— se levantó del suelo y tomó la toalla blanca de patitos que la menor le extendía una vez estuvo de pie correctamente, luego se dirigieron a su habitación.

Poco después, Sounha estuvo sentada en posición de indio de espaldas a Jimin mientras este le secaba con suavidad sus castaños cabellos con la pintoresca toalla de baño.

Cuando los cabellos cafés estuvieron secos, el de labios pomposos los desenredó con ayuda de un cepillo y finalmente trenzó dos mechoncitos de cada costado de sus sienes y los anudó por detrás en su nuca con ayuda de una pequeña liguita de plástico.

—Y... listo— avisó una vez dio el último pase del cepillo en sus cabellos.

Sounha se levantó de la cama y se acercó al espejo de su tocador.—Waah... no esperaba que supieras peinar, oppa— dijo sorprendida y con sus deditos tanteó el tejido de las trencitas.—¡Me encanta!~

—Ser niñero implica saber peinar a las niñas que debo cuidar— dijo y sonrió enternecido por verla tan emocionada por sus trencitas, aunque era un peinado muy simple.—¿Tu papi no te sabe peinar?

—Oh, sí sabe hacerlo, pero aún se le dificulta hacer peinados como este, así que siempre le pido que me haga una coleta o una cebolla... eso lo sabe hacer perfectamente— le explicó en tanto modelaba frente al espejo, haciendo bailar sus cabellos con coquetería y encanto, fascinada.

De verdad, los Min eran un par de terrones de azúcar.

—De acuerdo, es hora de hacer la tarea... pero primero, tomemos una foto para enviársela a tu papá, ¿sale?

Sounha asintió. Jimin sacó su celular del bolsillo de sus jeans, abrió la cámara frontal y se agachó a la altura de la menor, acuclillándose a su lado.

La foto se tomó y en ella apareció una sonriente Sounha haciendo la seña de amor y paz, al igual que Jimin, quién sonreía ampliamente a la cámara y pasaba su brazo detrás de la menor, haciendo la misma seña.

🍂

Dio unos últimos trazos improvisados en la pantalla gráfica que se encontraba empotrada en la pared, plasmando su idea fusionada con la de los contratistas sobre cómo estaban planeando que se viera la fachada del hotel, siendo uno de los primeros intentos del boceto y el cual seguramente tendría nuevos cambios más adelante o sería reemplazado por otra idea completamente diferente.

Repentinamente, sintió su celular vibrar en el bolsillo interior de su saco y todos sus instintos se agudizaron, la paranoia le hizo pensar que eran malas noticias de su hija.

—Discúlpenme, tengo un asunto— dijo en tanto mostraba su celular a la pareja Woo.

—¿Ah sí?— preguntó la mujer, sintiendo curiosidad.

Yoongi sonrió apenado al pensar que había ofendido a la contratista.—Lo siento, e-es sobre mi hija, tiene seis años apenas— explicó.

—Oh, no te disculpes, atiende— le dijo, haciendo un ademán con su mano diestra para restarle importancia al notar que el pelinegro se había alterado un poco.

El señor Woo sonrió.—Nosotros también tenemos hijos, pero ellos ya son adultos— contó el mayor.

El pálido se tranquilizó por la comprensión del matrimonio y desbloqueó rápidamente su celular y entró al chat con el rubio, recobrando la preocupación de hace unos minutos, misma que se desvaneció al ver la selfie que le había mandado Jimin junto a su pequeña Sounha con un mensaje que tenía de descripción: "Hyung, ya comimos y Sounie ya se bañó, ahora haremos la tarea. No se preocupe que todo está bien, y mucha suerte con su junta😄".

Era una linda foto y no pudo evitar sonreír sin darse cuenta.

—¿Puedo ver?— preguntó la pelirroja con una sonrisa de ilusión por conocer a la pequeña hija del arquitecto.

—Oh, claro— contestó y, completamente orgulloso de mostrar a su bella hija, les enseñó la foto a los mayores y estos sonrieron enternecidos.

—¿Ella está con tu pareja?— preguntó el señor Woo después de echar un vistazo a la imagen.

Yoongi no pudo evitar sonrojarse y negó con nerviosismo.—N-no... é-él es el niñero q-que la está... cuidando.

El señor de cabellos castaños con unas cuantas canas se sonrojó ligeramente e hizo venia en tanto se disculpaba con el pálido por sus suposiciones tan atrevidas y confiadas. Él no había percibido un parecido a simple vista de la niña con Yoongi y mucho menos con Jimin, así que concluyó que ambos eran pareja y la habían adoptado juntos.

El pálido le dijo al contratista que no se preocupara y le restó importancia al tema, para después contestar el mensaje de Park.

P. Jimin


Me alegra que todo esté bien, ¡y gracias por desearme suerte!

Por cierto, ¿por qué has vuelto a tratarme de "usted"?😂

P. Jimin
Creí que debía hacerlo😅

¿Entonces deberíamos volver a tutearnos?


Yo pienso que sí, porque seremos amigos, ¿no?

P. Jimin
¡Claro que sí!😄

🍂

Jimin dejó su celular de lado cuando vio que Sounha había acomodado mal las cifras en el mecanismo de la suma, por lo que el resultado sería erróneo, además para dejar que Min continuara con su reunión tranquilamente y sin interrupciones.

En cuanto a la cuestión del tuteo.

En un principio se habían tratado de 'usted' en los primeros mensajes que intercambiaron por educación y porque no se conocían, pero cuando se conocieron en persona sin saber quién era quién, se habían tuteado por haber iniciado una charla casual, pero ahora Park se había recordado a sí mismo que era un niñero que estaba cuidando de su hija y que debía ser un poco más profesional -porque siempre lo había sido-, además, de que no quería ser un mal educado con el pálido, pues este le llevaba casi dos años de diferencia en las edades.

Y, si bien se sentía atraído hacia Yoongi, fuera mucho o poco, le hacía ilusión el ser su amigo.

—Sounha, acomodaste mal los números— le señaló y la niña dejó de quebrarse la cabeza tratando de entender por qué no podía obtener el resultado de la operación.

—¿Ah sí?— preguntó confundida, pues nunca se le había ocurrido el que la razón de su batallar sería un mal acomodo.

Asintió.—Síp, mira.

Jimin sacó un lápiz y una libreta de su bolso que estaba sobre la mesa y comenzó a escribir una suma de tres cifras bien acomodada: 135 + 25, como las que le habían encargado a la castañita en la escuela. Sacó cuatro colores de su bolso y anotó tres secciones -U,D,C- arriba de los números con uno distinto al otro y, con el que sobró, separó las filas de números con una delgada y suave línea.

—Cuando vas a hacer una suma, siempre debes asegurarte de escribir los número de derecha a izquierda y que cada uno coincida con el de arriba y con el de abajo, además, el número mayor siempre debe estar antes que el menor— le dijo, mostrándole la suma y señalando cada cosa con ayuda de su lápiz.—Al resolver la suma, siempre debes de iniciar de derecha a izquierda, empezando con las unidades— nuevamente apuntó con su lápiz lo que le indicaba, señalando la primer fila de números.—¿Cuánto es cinco más cinco?

La de labios corazón alzó sus manos, recordando que su padre le había aconsejado sumar con ayuda de sus deditos.—Diez.

—Vale. Otro error que suele haber es el poner la cantidad completa. Ya que diez es un número de dos cifras, solo debes poner el cero debajo de la línea y el uno lo sumarás en la siguiente fila... para que te sea más fácil y no lo olvides, puedes apuntarlo arriba o puedes ir contándolo con un dedo— anotó el cero debajo de la línea como le había dicho y luego escribió el uno en la siguiente fila, además de indicarle que alzara su dedito índice a la menor.—Ahora, pasamos con las decenas. ¿Cuánto es tres más dos?

Nuevamente se apoyó en la ayuda de sus dedos.—Cinco.

—¿Más el uno que llevamos aquí arriba?— señaló el número y tocó el dedito índice que ella tenía alzado.

—¡Seis!

—Así es— le dijo sonriente y ella rio al saber que ahora lo había hecho bien. Escribió el seis abajo de la línea, al lado izquierdo del cero.—Ahora, nos vamos con las centenas, y ya que no hay un número abajo que sumarle, pasamos el uno directamente abajo de la línea junto al seis, y nos da...— alargó en espera a que Soun contestara.

—¡Ciento sesenta!— respondió con mucha emoción.

—¡Síp!

Después de explicarle y corregirle su error, Jimin le dijo a la pequeña de Min que continuara con las sumas que le habían encargado en la escuela y que si tenía problemas en cualquier cosa, él le ayudaría.

Teniendo la tremenda oferta de que su niñero le prestará sus lindos plumones, la castañita puso de todo su empeño para poder terminar correctamente su última tarea cuanto antes y así poder dibujar ese recuerdo con sus padres con ayuda de los plumones de Park; utilizaría sus mejores colores y estaba decidida a crear una completa obra de arte.

En realidad no sucedió mucho. La menor guardó todos sus libros y cuadernos dentro de su mochila para la escuela, luego tomó un par de hojas blancas del archivero de papelería con ayuda de su oppa. Ella comenzó a hacer distintos trazos sobre el papel, tratando de visualizar lo más claro posible ese recuerdo que tantas veces se había paseado suavemente por sus sueños más profundos y tranquilos.

...

Y Jimin no se dio cuenta de en qué momento también se había puesto a dibujar junto a la niña, ambos completamente concentrados en silencio puro con sus dibujos en la mesa del comedor.

Al final, el de labios pomposos dibujó un montón de cosas sin sentido sobre la hoja; en un lado había un hermoso árbol de cerezo y en otro una camioneta 4x4 con piernas y hermosos tacones rojos, o también un lindo conejo brincando sobre la luna junto a unas papas cabalgando en unicornios pachonchitos.

Una vez que ambos dibujos estuvieron listos, notaron que se habían llevado casi dos horas en ello, pero le restaron importancia y decidieron que lo mejor sería salir al patio y regar las plantas para así matar algo de tiempo. Habían pasado casi cuatro horas desde que llegaron y se quedaron a solas, aún no había señales de que Yoongi volvería pronto.

—Papá ha estado pensando en tener unas plantas llamadas... supu... ¿sutulencas? No lo recuerdo bien— le dijo Sounha a Jimin con un muequita de labios torcidos al no recordar correctamente el nombre, pasando suavemente la regadera de plástico sobre el aún pequeño árbol de bugambilia.

—Suculentas.

—¡Sí, esas!— afirmó.—¿cómo son?

—Mmh...— se lo pensó un poco.—Algunas parecen flores, otras son como bolitas, otras tienen hojas puntiagudas... ¡oh! Y hay unas llamadas pata de rana porque sus hojas tienen esa forma. Hay muchos tipos de suculentas y se caracterizan principalmente porque sus hojas son gruesas y jugosas— le contestó en tanto le echaba agua con ayuda de la regadera a las plantitas colgantes.

Sounha sonrió y soltó una risita.—Papá siempre me da flores— recordó y el rubio le puso más atención.—A veces, cuando salimos a comer, me compra una... también me ha dado unas que se encuentra en algún jardín o parque, dice que es malo robar plantas, pero que por mí le robaría una flor incluso a la reina— dijo y Jimin sonrió enternecido, imaginándose ese lindo escenario, y entendiendo por qué había tantas flores en el patio.

—Yoongi hyung es lindo— se le salió decir en un susurro para sí mismo que no fue escuchado por la menor. A su parecer, Min era un gran padre.

Y qué bueno que fue así, sino no sabría cómo habría reaccionado Sounha o qué tanto le habría preguntado.

🍂

Escuchó un auto arribar y supuso que Yoongi finalmente había llegado del trabajo, así que le bajó aún más el volumen a la televisión y se acercó a la puerta en espera a que el pálido entrara a la cochera y se acercara también.

Cuando supo que estaba a unos cuantos pasos -porque lo escuchó-, le quitó los seguros a la puerta y la abrió, recibiendo con una sonrisa al pelinegro.

El más alto soltó un suspiro cansino entre sus labios y también le sonrió.—Hola...— y Jimin se hizo a un lado para dejarle el paso libre al mayor para que pudiera adentrarse a la casa, cerrando la puerta con los seguros correspondientes cuando ya estuvo dentro, mientras el otro se colocaba las pantuflas de casa.

—Hola, hyung. ¿Cómo te fue en la junta?— le dijo dándose la vuelta hacia él, viéndolo dejar su portafolio sobre el sillón individual y retirándose el saco junto con su corbata, desabotonándose los dos primeros botones de su camisa gris para estar cómodo en su propia casa.

Yoongi sonrió ampliamente.—Me fue... wow, mucho mejor de lo que imaginaba— le contestó con un brillo de emoción en sus ojos.—¿Dónde está Sounha?— preguntó un poco confundido, pues su niña siempre corría y se abrazaba de su cintura para recibirlo, aunque sabía que ya era bastante tarde como para que siguiera despierta.

—Oh, la acosté a dormir hace como una hora... quiso esperarte pero se quedó dormida muy rápido.

Yoongi sonrió levemente. Síp, así era ella, se dormía con mucha facilidad, además de era una chiquilla inquieta que hacía muchas cosas durante el día y era normal que terminara exhausta.

—¿Quieres tomar algo?— ofreció Gi.—Siéntate, me haré un café.

—Un café también, con dos cucharadas de azúcar, por favor— pidió en tanto le veía encaminarse hacia la cocina.

Pronto, el mayor regresó con ambas tazas de café y se sentó junto al rubio en el sillón de dos plazas.

—¿Y? Cuéntame, hyung— sonrió y tomó un sorbo al líquido tibio.

—Umh... pues la junta fue para que unos contratistas y yo discutiéramos los planes de la construcción de un hotel— Jimin se mantuvo en silencio, mirándole y dándole toda la oportunidad de que hablara y se explayase tanto como quisiera.—En un principio estuve nervioso, porque originalmente la junta iba a ser para que probaran mi trabajo y decidir si ellos querían que me encargara yo de la construcción, pero ayer mi jefe me llamó y me dijo que les había mostrado una plaza mía y en un dos por tres dijeron que sí...— el más bajo separó ligeramente sus labios con sorpresa.

No es que pusiera en duda las capacidades del pálido, porque no conocía sus trabajos y no podía calificar ni opinar nada, pero le sorprendía que los contratistas se hayan basado en el trabajo de una plaza para escoger al arquitecto de un hotel, siendo que son cosas bastante diferentes.

Yoongi rio por la expresión del chico junto a él, y se guardó en silencio el pensamiento de que era algo tierno de ver.—Yo también me sorprendí muchísimo, pero hoy el matrimonio Woo me dijo que me habían estado cazando el último mes... dijeron que habían ido a un restaurante que yo construí y que le preguntaron al dueño por mí, él no recordaba mi nombre y no tenía mi contacto, pero sí sabía que yo había construido el parque de la siguiente calle... pasó lo mismo con el dueño del parque, y los estuvieron mandando a varios dueños de los trabajos que hice, los vieron todos y cada uno, y finalmente llegaron al edificio del conjunto de arquitectos en el que trabajo.

Jimin se mantuvo sorprendido. Al matrimonio debió gustarle tanto así el trabajo del pelinegro como para ir de un lugar a otro.

—Para asegurarse de que yo era el mismo arquitecto que les mencionaba mi jefe y el que ellos habían estado buscando, pidieron ver un trabajo mío y dieron el sí cuando reconocieron la primer plaza mía que habían visto... al principio planeaban que me hiciera cargo de la casa de playa para una de sus hijas mayores, pero al ver todos mis trabajos en persona por ellos mismos, decidieron que me encargara del hotel— le explicó, completamente cómodo y emocionado de contarle su nuevo logro a Jimin.—Pero lo que sí me extraña es que están muy emocionados y quieren construirlo lo antes posible, por eso que la junta haya durado tanto— dijo y rio un poco.

—Suena genial que te hayan estado buscando todo este último mes, hyung. No muchos hacen eso— dio los últimos sorbos a su café y revisó rápidamente la hora en su celular.

Aún tenía tiempo.

—¿Cómo la pasaron tú y Sounha? ¿Algún problema?— preguntó antes de beber lo último de su café y colocar la taza en la mesita de a lado.

—Para nada, todo salió de maravilla— respondió de primeras.—Le ayudé con sus tareas, cenamos hotcakes con miel y mermelada, regamos las plantas del patio, me enseñó su colección de peluches, platicamos muchísimo, alimentó a Pedro, varias cosas... también dibujamos— recordó lo último y se levantó del sofá, yendo hacia el archivero de papelería donde encima de este estaba el dibujo que la castañita había hecho, lo tomó, se regresó al sillón y se volvió a sentar en él, esta vez, inconscientemente más cerca del pálido.—Ella dibujó esto— dijo y le extendió la hoja.

Min tomó el dibujo entre sus grandes manos y lo observó. En un inicio su sonrisa había sido tranquila y cariñosa por ver la creación de su hija, pero sus labios se relajaron y cambiaron a una sonrisa nostálgica. Obviamente, identificaba la imagen que estaba plasmada en el infantil y lindo dibujo.

—¿Te habló de Daerin?— le cuestionó sin mirarle, pues cuando hablaba de ella, no quería que nadie viese ni el más mínimo rastro de tristeza en sus ojos.

—Sí, lo hizo— respondió en voz baja y con tono suave, entendía que no era algo tan fácil de tratar.

Jimin colocó su mano sobre el hombro de Yoongi con suavidad, haciendo que este le mirase.

—Lo siento mucho— le dijo con sinceridad y el contrario suspiró.

—Gracias, Jimin— y le sonrió para hacerle saber que estaba bien.

Estuvieron un largo rato platicando sobre ellos mismos, sabiendo de la comida favorita del otro, la comida que les disgustaba, sus canciones preferidas, sus hobby's, y anécdotas raras.

Yoongi le contó que de niño se metió una piedrita de una pulsera en la nariz, cuando casi se ahogaba en la playa de pequeño, cuando pensaba que a él también le llegaría la menstruación, y otras cosas más.

Jimin le contó de aquella vez cuando era niño y se perdió por media hora en el centro comercial con una señora que estaba vestida como su mamá, cuando de nene encontró cincuenta centavos y fue hasta la comisaría a devolverlos, de cuando chocó con un poste de luz y le pidió disculpas -siendo que es un ser inanimado-, y otras cosas más.

Sin darse cuenta, terminaron muy juntos en el sofá, uno recargado en el otro, el bajo volumen del televisor encendido siendo un perfecto acompañante. Tan cómodos como para notarlo.

Se preguntaban cuándo había sido la última vez que se habían sentido tan libres de hablar sobre cualquier tema con una nueva persona. Jamás. Era la primera vez que les sucedía.

El de labios pomposos soltó una pequeña carcajada después del que el pálido le contara su primer experiencia cuidando a un Hobi ebrio, por desliz su mirada se dirigió a la ventana de la cocina y notó algo alargado, pequeño y café moviéndose cerca de esta, denotándose que acaba de entrar por ahí.

—Yoongi hyung, ¿te agradan las lagartijas?

El mencionado frunció el entrecejo confundido por la repentina pregunta y negó.—Noup, de hecho, las odio y les tengo pavor desde la primera que vi la película de Juego de Gemelas— contestó.

El rubio rio entrecortadamente con nervios.—Qué coincidencia, y-yo igual.

—¿En serio? Genial.

—¿Pero sabes qué no es genial?

—¿Umh?

—Que una acaba de entrar por la ventana de la cocina.

—Mierda.

Después de mirarse entre sí nerviosamente, decidieron que tenían que ir a sacar al animalito de alguna forma ingeniosa, aunque no quisieran.

—¡No la vayas a tocar, hyung!

—¡P-por supuesto que no!

En esos momentos, el más bajo había logrado acorralar al ser de sangre fría en una esquinita, y ahora era labor del arquitecto el atrapar al animalito en un vaso desechable de unicel con tapa de plástico para así poder liberarlo afuera. La puerta que daba hacia el patio estaba abierta de par en par, así saldrían lo más rápido posible a dejar el animal antes de que volara sobre sus cabezas y les disparara con su rasho láser o algo así.

Yoongi dio un pequeñísimo paso, acercándose, la lagartija se movió y soltó un chillido tembloroso como chihuahua. —¡N-no puedo hacerlo!~— lloriqueó.—Hazlo tú, Jiminnie, por favor— le suplicó. Ni loco se acercaría al pejelagarto para exponerse a que de alguna mágica y repentina forma se metiera en su boca como le había pasado a Cruela de Vil en esa película.

Park se guardó lo lindo que había sonado ese apodo desde los labios del pelinegro, luego pataleó como un niño pequeño. De verdad que no quería acercarse de nuevo a la lagartija, pero si no lo hacía él, Min tampoco lo haría y el animal se la quedaría con las suyas. Seguro se burlaba divertidísimo de hacerles temblar de miedo cada que movía su pequeño y frío cuerpo siquiera unos milímetros.

El niñero esta vez era quien sostenía el vaso y la tapa en cada una de sus manos, preparándose mentalmente al gran riesgo que estaba tomando.

De repente, la lagartija se movió a gran velocidad y subió por la pared, Yoongi y Jimin chillaron horrorizados, pero el último logró reunir algo de valor de quién sabía dónde y atrapó al animal dentro del vaso, tapándolo de inmediato. Y los dos hicieron un bailecito ridículo de la victoria.

Mientras salían al patio, iban cantando "We are the champions" de Queen, sintiéndose imparables.

Pero Jimin no contó ni pensó en que, al abrir el vaso aún manteniéndolo en su mano -tontamente-, la lagartija saldría como alma que lleva al diablo y se escurriría por lo largo de su brazo.

De inmediato pegó el grito al cielo.—¡QUITAMELO, HYUNG, QUITAMELOOO!— chillaba en tanto se sacudía como gusano en sal.

El pelinegro aventó de un palmazo al pobre animal a quién sabe dónde y, estando libres, huyeron despavoridos al interior de la casa, cerrando detrás de sí la puerta y recargándose en esta con los nervios de punta.

—¿Qué están haciendo?— se escuchó una tercera voz en la cocina y después un soso bostezo que les hizo pegar un sobresalto, pues antes de ello habían estado solamente ellos dos ahí.

Al girarse a ver, se encontraron con la imagen de una somnolienta Sounha empijamada, tallándose con su puñito cerrado su ojo izquierdo y sosteniendo su peluche blanco de foca polar en su brazo derecho. La pequeña seguramente se había despertado con tanto alboroto.

—Nada, Sounie...— le contestó su padre y se acercó a ella, tomándola por debajo de las axilas para cargarla en brazos, haciendo que soltara sin querer su peluche.—Ven, ya es tarde y deberías volver a dormir— dijo y reventó un par de besos en su suave mejilla, ella no reaccionó a la muestra de afecto, pues estaba más dormida que nada.

El niñero recogió del suelo el peluche de la niña y fue detrás de los Min, siguiéndolos hacia las escaleras rumbo a la habitación de la castañita.

El mayor recostó suavemente a su hija sobre el mullido colchón de su cama y la arropó para que no sintiera frío en la noche, dándole un besito de buenas noches en su frente. El de mejillas abultadas acomodó el peluche a un lado de la pequeña y peinó sus suaves cabellos.

En silencio salieron de la habitación, las estrellitas que estaban pegadas en el techo brillaban en la obscuridad.

—Jimin, me gustaría que cuidaras de Sounha mañana también, pero sería solo hasta las seis de la tarde... y claro, si no tienes otro compromiso— le comentó el pelinegro al menor una vez estuvieron en el pasillo, hablando en voz baja.

Los contratistas habían entendido su situación de padre soltero de una pequeña de seis años y decidieron dejar como límite la hora en la que la mayoría de los trabajadores del edificio terminaban su turno laboral. El pálido había vuelto a su casa a las diez pasadas de la noche.

—Por supuesto— contestó. Miró la hora en su celular.—Uh, hyung, ya debo irme.

Bajaron hasta el primer piso, Min buscó su billetera y le pagó al niñero por haber cuidado a su hijita por poco más de siete horas, sintiéndose apenado por ese detalle.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? Es muy tarde— ofreció Yoongi.

—No, no te preocupes. Ya pedí un Uber y está a nada de llegar, pero muchas gracias, hyung.

Esperaron unos cuantos minutos y el Uber llegó.

Estando dentro del auto, el rubio se despidió del que estaba junto a la puerta del portón de la cochera con un movimiento de mano y le sonrió ampliamente, sus mejillas se abultaron más y causaron un par de tiernas medias lunas en sus ojos.

Y Yoongi pensó que la sonrisa de Jimin era preciosa.


Holaaa:D

¿Cómo están? Espero que bien, yo apenas sintiendo que estoy de vacaciones jsjsjs


Este es el peluche de nuestra pequeña Sounha.

Como dije en el capítulo anterior, se irán aclarando varios detallitos importantes conforme avance la historia. Tengo planeado que los capítulos sean un poquito largos, aunque también creo que estos dos primeros son algo cortos y aburridones T ~ T pero por lo mismo que son los primeros, supongo que es algo obvio xd

Planeo publicar un capítulo por cada semana, ya sea entre jueves a domingo, en algunos de esos días, pero ese es mi plan xd

Por cierto...

LOS CHICOS SE VEÍAN HERMOSOOOOOOOOOOOS ❤👄❤

En fin, espero que este segundo capítulo les haya gustado. Si ven un error, por favor, díganselo sin pena a esta pobre míope 😚✌

¡Cuídense mucho!

—Adem🍂

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