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Capítulo 6

Los días se sucedían para ella como si estuviera en el intermedio de dos escenas importantes de una película. Regresó a la rutina. Su trabajo en el Gran Oráculo, el edificio religioso más importante de su ciudad, en el que Alzina trabajaba como guía cultural, se convirtió una vez en el lugar en el que más horas pasaba. No era algo que le molestase, a Alzina le encantaba su trabajo y se sentía bien con el equipo del que formaba parte, especialmente con la bella Isabel, cuya hermosura era igual de envidiable en su exterior como en su interior. Se conocían más bien poco, habían coincidido en el trabajo y Alzina no llevaba todavía ni un año trabajando en el Gran Oráculo. Sin embargo, algo en Isabel la hacía sentir extremadamente cómoda y segura. Quizá fuera su bondad, tal vez fuera la forma en la que podía escuchar y hablar, pero de cualquier manera se había convertido en un espacio seguro para Alzina en los pocos meses que llevaban trabajando juntas.

—Es de película —comentó Isabel a todos los detalles que Alzina le compartió de su viaje a los Valles—. Me alegro mucho por ti, de verdad. Creo que el Universo ha dejado de hablarte, ahora directamente conspira a tu favor.

—¿Tú crees? Yo creo que es demasiado pronto para saberlo.

—Por supuesto, es pronto, pero el cambio es radical, Alzina. Hace apenas unas semanas estabas hundida por lo que había pasado y te preguntabas si podrías superarlo y ahora no solo has tenido la oportunidad de conocer a Aritz en los Valles, sino que todo apunta a que las cosas entre los dos están fluyendo bien.

La pelinegra asintió, agachada frente a un armario en el que estaba colocando el género que vendían en la tienda de recuerdos del Gran Oráculo. Isabel tenía razón, todo estaba saliendo bien para ella, aunque fuese incapaz de creérselo. Cerró el armario y ya erguida echó a andar por el negocio con el cabello negro recogido en un moño mal hecho. Se detuvo al otro lado del mostrador, justo frente a Isabel, que la miraba con curiosidad.

—¿Por qué crees que Aritz puede haber vuelto?

—Bueno, no creo que yo sea la persona indicada para responderte a eso. ¿Le has preguntado?

—Él sencillamente me ha dicho que todo el mundo merece una segunda oportunidad. Que ha superado todo lo sucedido, que no quiere recordar el pasado y que empecemos a conocernos de cero.

—Ahí tienes su respuesta. ¿Por qué otros motivos podría haber vuelto?

Alzina se encogió de hombros. Lo cierto es que se sentía mal por tener aquellas inseguridades, porque sabía que aquellas dudas y pensamientos no eran más que un producto de su propia inseguridad, pero no podía evitarlos. Isabel no necesitaba que los dijese en voz alta, podía entender lo que le pasaba a su compañera a través de sus silencios.

—¿Sabemos algo de Marfisa?

—Uf —suspiró Alzina riendo por no llorar—, fíjate que pensé que me pasaría toda la conversación con Victoria hablando de Aritz y resultó que no.

—Ha pasado algo más entonces.

—Sí. Justo la noche antes de recibir noticias de él, tuve una conversación con ella. Supuestamente nos hemos dado un tiempo para que ella pueda procesar las respuestas que le di y veremos si en algún momento desea retomar la relación o no.

—Yo lo veo bien, al final del día lo que importa es que las cosas quedaran más claras entre vosotras para que pudieras procesarlo todo mejor —le hablaba Isabel mientras sacaba el polvo de las estanterías que había justo a su espalda—. ¿Tú te sientes bien?

—La verdad es que siento tantas cosas y con tanta intensidad que no lo sé.

Siguieron hablando durante un buen rato, pero Alzina no pudo pensar en nada más que no fueran Aritz o Marfisa a partir de ese momento. Cuando llegó a su casa, sentía la cabeza tan llena de pensamientos y el pecho tan cargado de emociones que le dio miedo explotar. Se dejó caer sobre el colchón en el que dormía y rompió a llorar en silencio para desfogarse. Se quedó dormida hasta que, ya entrada la noche, Aritz la llamó para hacer lo que hacían todas las noches desde que retomaron el contacto. Durmieron juntos una vez más, unidos en la distancia a través de aquel pequeño dispositivo. Podía estar abrumada por tantas emociones, pero Alzina no habría cambiado absolutamente nada de lo que estaba viviendo. Por primera vez en muchos meses podía decir que era feliz, que tenía fuerzas suficientes para afrontar todo lo que se encontrase en su camino, incluso si en algunos momentos se saturaba. Y eso la sorprendió más que a nadie, pues por primera vez al decir que era feliz no hallaba rastro de mentira.

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