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Capítulo 5

Unos días después de su regreso, Alzina pudo reencontrarse al fin con Victoria. Era una mujer delgada de poco más de cincuenta años, con el cabello corto y castaño siempre recogido con una pinza. Detrás de sus gafas, sus ojos observaban inexpresivos a la pelinegra mientras le explicaba todos los detalles de su estancia en los Valles. Victoria era una guía, una de esos científicos que usan su conocimiento de la mente y las emociones para ayudar a las personas a procesar sus sentimientos. Llevaban viéndose cerca de tres años y Alzina no podía sentirse más agradecida, el impacto que Victoria había tenido en su vida era incalculable. Aunque Alzina no era capaz de saber qué pensaba Victoria, era obvio que todas las novedades la estaban dejando fascinada.

—Me alegro mucho por ti, de verdad —le dijo con una enorme sonrisa en la cara—. Eso sí, tenemos que seguir trabajando en ti.

—Lo sé, lo sé, soy consciente —le contestó Alzina—. Ahora más que nunca.

—No te olvides de ti misma, ¿de acuerdo?

Alzina asintió. En los minutos siguientes siguieron hablando del mismo tema, pero finalmente Victoria preguntó por Marfisa. La expresión en el rostro de Alzina cambió radicalmente al escuchar su nombre, el corazón en el pecho comenzó a latir desbocado. Había estado tan sumida en su viaje a Kolnoa y en su encuentro con Aritz que había perdido por completo de vista la historia de Marfisa, el simple hecho de recordarla le oprimió el pecho. Ni siquiera había empezado a hablar cuando sus lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, solo pensar en lo que sentía hacía supurar la herida. Marfisa, su amada hermana, ya no estaba. Había una cosa que Victoria no sabía sobre aquel tema, pero recordar aquella noche junto al mar en la que había abrazado a Marfisa por última vez le rompía el alma porque su intuición, que no se había equivocado en todos aquellos meses, le decía que no volverían a verse.

—No tenemos que hablar de ello si no quieres.

—No es eso, es que me da miedo verbalizar lo que pienso. Todo ha sido muy intenso, Victoria, todo ha sido muy extraño.

—¿En qué sentido?

—No quiero que creas que estoy loca, pero antes de irme a los Valles, justo la noche antes de que Aritz regresara a mi vida, Marfisa y yo tuvimos una conversación.

—Bueno ya era hora, debo decir. Al menos ahora tendrás respuestas, ¿no?

—Sí y no. Solo tengo confirmado lo que mi intuición me ha estado diciendo durante todo el verano. Por lo demás, no tengo nada claro.

Alzina se echó el pelo hacia atrás para intentar relajarse antes de explicarle lo que Marfisa y ella habían hablado. Sus ojos se fijaron por un momento en el cuadro que colgaba en la pared detrás de Victoria mientras intentaba darle forma a los pensamientos desestructurados en su mente. Era lógico que Victoria no la entendiese, la conversación que llevaba un mes esperando finalmente se había producido, una parte de ella debería sentirse en paz por ello, pero no era así. Lo había intentado forzar, pero no era cierto, no se sentía en paz en absoluto. Tras haber desaparecido de su vida sin más, sin una explicación clara o sin un adiós definitivo, Marfisa se había manifestado, no sin que Alzina tuviese que batallar en alguna que otra ocasión para obtener alguna respuesta a algo que la había hecho sufrir lo impensable. La ausencia de su mejor amiga y la falta de explicaciones a este hecho la habían dejado completamente drenada a nivel emocional.

—Todo fue increíblemente intenso. Tuve la conversación con ella un viernes noche y al día siguiente, puede que justamente veinticuatro horas después, Aritz me llamó de nuevo. Ha sido un movimiento extraño por parte del Universo, todo ha coincidido en un periodo de tiempo demasiado corto como para que pueda procesarlo.

Y Victoria estuvo de acuerdo. Las dos personas más importantes en la vida de Alzina habían intercambiado sus papeles de la noche a la mañana. Marfisa se había ido; Aritz había regresado. En realidad Marfisa se había marchado mucho tiempo atrás, aunque admitir aquella verdad habría matado a la pelinegra en aquel momento. Desde mediados de verano, cuando todo el contacto entre ellas se vio drásticamente interrumpido, Alzina había tenido que sobrevivir sin la persona que había sido el pilar de su vida durante los últimos diez años de su vida. Marfisa y ella no eran sencillamente amigas, habían sido cercanas desde la adolescencia y era muy sencillo escuchar a Alzina defender el hecho de que eran hermanas.

—Dijo algunas cosas que me hicieron daño, pero no la juzgo. Puedo entender cómo se siente y en todo momento intentó ser amable.

—¿Qué cosas dijo?

—Sé que no lo hizo con esa intención —lloriqueó Alzina siendo incapaz de gestionar su tristeza—, ella misma me dijo que no me estaba juzgando, pero yo...

—Alzina, ¿qué fue lo que dijo?

—Me confesó que se sentía incómoda conmigo porque ya no ve en mí la persona que era, que soy una desconocida para ella. Me siento juzgada, Victoria, y me duele.

—Te sientes juzgada porque lo has sido.

—Pero ella dijo que no me juzgaba —escupió la chica llorando desconsoladamente, atragantándose con el dolor.

—Eso dijo, pero lo hizo —sentenció Victoria con serenidad— y tienes derecho a que te duela.

Victoria no añadió mucho más, quería permitirle a Alzina un momento para llorar todo lo que fuese necesario, para vaciar su corazón de la pena que llevaba arrastrando desde hacía meses. Cuando la vio más tranquila, fue muy clara en lo que percibía.

—Por ahora no hay mucho que hacer. Te ha pedido un tiempo para pensar e intentar ordenar su mente y tú has accedido a respetar eso. Permítete sentir lo que sientes porque es válido, Alzina, cualquiera en tu situación pasaría por las emociones que atraviesas ahora mismo. Lo que te hace diferente es que has sido consecuente en todo momento, así que cuando creas que no puedes más, recuerda que hiciste lo correcto.

—Me siento un poco rara.

—Es normal, son demasiadas emociones de golpe y muy intensas. Te llevará un buen tiempo procesar todo esto, así que por el momento cuídate mucho. Cuida de ti, Alzina, y sigue adelante. Estás en el camino que hace unos meses apenas te atreviste a soñar. Disfrútalo.  

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