2
McKenzie Elder
—No siento remordimiento por lo que pasó —miento, aparentando estar tranquila, pero estoy estresada.
—¿Entonces te sientes bien? —Karen me mira con cierta curiosidad a través del espejo mientras se aplica maquillaje en los ojos, pero espera a que yo le conteste su pregunta.
Negué con la cabeza, un tanto agobiada por la situación, pero ella se encogió de hombros, como si quisiera decirme: «Es cosa tuya».
—¿Debería usar el jersey rojo, el amarillo o el azul? —cambio de tema bruscamente.
—El azul o el rojo.
Vuelve a mirarme de reojo por el espejo. Sabe lo que pienso.
Me apresuré en agacharme y recoger el otro jersey para guardarlo en mi armario. Noté que mi hermana mayor se ponía nerviosa por el desorden y comenzaba a ayudarme a doblar la ropa.
—Aclárame algo, Mack.
—Ajá...
—¿Desde hace cuánto no lo veías? A Aser y todos los que van detrás de él, me refiero.
—Casi dos años... —murmuré.
—Es decir... eh... Aser estará en la universidad contigo cerca.
—Sí.
—No lo vas a ver, ¿no?
—La idea.
—Entonces... ¿por qué decidiste regresarte de Canadá?
La pregunta me ofende un poco, pero procuro no tomarle mucha importancia. Sé que no lo dice con malas intenciones, solo intenta comprenderme.
Opté por colocarme el jersey azul mientras ella continuaba esperando una respuesta.
—Si él hubiera estado ahí no hubiera vuelto.
—Quieres verlo —concluye.
—Olvídalo —la corté enseguida.
Me acomodé el pelo, bastante nerviosa y preocupada por el tema. ¿Qué será de Aser Dylan?, me pregunto.
—¿Vas a estar bien así...? Es al menos un semestre.
Sabía lo que quería decir con eso. Lo había pasado fatal todo ese año. No pensé que alejarme de él pudiera llegar a afectarme tanto, pero había sido así. Me había pasado varias semanas pegadas en el celular, dudando si llamarlo o no, arrepintiéndome de haberlo dejado ir así. Sabía que él ya había tomado la decisión de apartarme de su vida, y quería aceptarlo, entenderlo, pero eso solo lograba mantenerme deprimida. Mis ganas de llorar desaparecían a veces cuando lo veía de reojo en mi galería de fotos.
Karen me había ayudado. Allen me había obligado a levantarme de la cama y me llevaba a fiestas para que me enredara con otros chicos, pero no era lo mío. Cada vez que hablaba con otro su rostro regresaba a mí como en un sueño y debía escapar del lugar. Sabía que si llegaba a tocar la piel de otro hombre, sería solo por despecho. Pero no me sentía así. Solo quería guardarle su lugar en mi corazón.
Hasta que llegó Adam, al menos. Empezamos a salir unos meses después de haber ingresado a la universidad, no era nada formal hasta esa fecha, pero él podía entender por lo que estaba pasando.
—No quiero obligarte a que sientas cosas por mí —me dijo un día.
—Dame tiempo —recuerdo que le respondí—, y estaré lista.
Me entristecía que Aser se tomara muy en serio lo que me había dicho. Se alejó de mí definitivamente y no quería aceptarlo. No podía. Miraba el móvil cada treinta segundos, esperando que ocurriera un milagro y este comenzara a sonar. Quería ver su nombre en la pantalla. Quería saber que me estaba extrañando como yo a él. Pero nunca ocurrió. Saul le dijo un día a Karen que Aser no volvería a intentar llamarme. Nunca.
Pero eso yo ya lo sabía, aunque no por eso no me rompió el corazón.
Y decidí darle una oportunidad a Adam.
—¿Mack?
Karen me miraba fijamente.
—¿Me estás escuchando?
—Sí, lo siento.
—Solo... ¿estás totalmente segura de que estarás bien volviendo cerca de su lado? Mira... has pasado una mala racha... Podría ser como empezar de nuevo el ciclo.
Guardé silencio.
—No quiero tener problemas con Adam, eso es todo. Por lo otro... estoy bien.
Al expresarle mi preocupación parece entender, pero siento que no se le quita de la cabeza que quiero volver a ver a Aser.
—Deberías hablar con él.
—Va a ser peor.
—Él no es así —me recuerda.
—No quiero decepcionarlo, tampoco quiero arruinar lo que hemos formado porque al imbécil de Aser se le dio por aparecer como si nada hubiera pasado...
Ella se encoge de hombros para restarle importancia.
La conversación consigue un nuevo foco y con ello me relajo un poco, aunque no se me quita de la cabeza que me encontraré a diario con Aser en el campus de la universidad. Eso me pone los pelos de punta.
—Saul está de tu lado —me dice de repente mientras escojo los zapatos que voy a usar hoy.
—¿De verdad? —quiero saber.
—Anoche me contó que había hablado con Aser, pero que estaba decepcionado de su actitud...
La miro complacida y asiento con la cabeza. Nos quedamos sumidas en un silencio incómodo mientras desayunábamos un par de naranjas, silencio que continuó cuando nos subimos al autobús, porque decidió acompañarme hasta la universidad. Cuando llegamos, rodeados de estudiantes, empecé a darme cuenta de que todo lo que había pasado era verdad. Me había encontrado con Aser, como tanto había anhelado hacer, pero no estaba satisfecha con ello. A lo lejos lo vi, hablando con un chico de cabellos rubios que estaba perdido en su celular mientras fumaba un cigarro..., y tenía un puto nudo en la garganta y no quería seguir viéndolo así.
Tenía la sensación de que, después de casi dos años sin hablar con él, no me sentía lista de hacerlo de nuevo. Pero ya daba igual.
No le pude explicar a nadie lo que sentía al estar junto a él, ni podía explicar tampoco por qué me había enamorado de esa manera de él. Nadie lo entendería, nadie lo hacía. Estaba enamorada de una versión de Aser que probablemente ya no existía. Me había enamorado de un chico que era atento, detallista, deportista... y siempre directo. Esa parte la conservaba aún.
—Deberías retomar tu vida —Karen me rodea con un abrazo.
—Supongo.
Llevaba mucho tiempo sin hacerlo. Me pasaba refugiada en mi celular o en el departamento de Karen, haciendo videollamadas con Adam o invitándolo a ver una película. Mi única vida social eran ellos dos y Allen. Mientras que yo estaba haciendo eso, seguramente Aser estaba entrenando o divirtiéndose con sus amigos. No era que me molestara, sino la sensación de que me estaba quedando atrás del resto. Me estaba centrando en mi nueva relación, en mi nuevo mundo, y perderlo significaría quedarme al final de todo.
Me mataba pensar a diario si me había dolido perder a Aser o a su compañía, porque eran cosas distintas.
—¿A qué hora quieres que venga por ti? Podríamos pasarnos por el centro comercial —propone, intentando levantarme el ánimo.
—Luego te aviso.
Mi voz sale casi como en un susurro al notar que el chico mi mira fijamente junto a su amigo, hasta que me olvidé de él, me despedí de mi hermana y caminé hasta el edificio.
***
—¡Cuéntame de Aser! —le ruega Amy a Sally, desesperada por saber detalles.
Aser. Aser Dylan...
¿Por dónde podía comenzar?
—Es un partidazo, joder... —comenta ella, embobada, apoyando su cabeza en su mano.
Intento mirar a otro lado, intento disimular mis celos, mis ganas de correr donde Aser y suplicarle que empecemos de nuevo; intento mantenerme indiferente, pero no puedo. Simplemente no puedo.
Jugueteo con un lápiz que estaba encima del lugar de la última fila, justo al lado de la ventana, e intento distraerme un poco de todo, pero también estoy concentrada escuchando cómo Sally le cuenta a Amy que Aser es frío y distante con ella, pero a la vez es tierno y detallista. Me duele que hable así de él, porque esa parte pude disfrutarla en algún momento y ahora lo veo imposible.
¿Cómo es posible estar en algo pero a la vez sentir deseos de volver a los brazos de alguien del pasado?
Miro a la puerta, olvidando la conversación de las chicas del frente por un momento, y es cuando lo veo entrar. Camina animado, con su pelo despeinado y mirando hacia delante, sin voltear a verme, sin siquiera notar mi presencia. Decide sentarse unos puestos a la derecha de mí. Luego de unos minutos decide finalmente posar su mirada sobre mí. Era impenetrable, no transmitía ni una pizca de alegría, tristeza o enojo. Solo estaba observándome fijamente y yo a él. Nos mirábamos a los ojos, olvidándonos de todo y de todos.
Ahí solo estábamos él y yo.
Aparta su mirada luego de lanzarme una pequeña sonrisita y de repente todo parece más silencioso, triste y oscuro que antes. Tener a Aser tan cerca de mí me hace sentir muy vulnerable, porque saca un lado de mí que Adam no puede. Con Adam puedo bromear y decir un par de cursilerías, pero en cambio, con Aser soy auténtica. Me sale del alma amarlo, y eso me duele mucho.
Lo siento como mi canción favorita en replay, pero es como si hubiera perdido los audífonos. Lo extraño tanto. Tanto...
Dicen que la peor forma de extrañar a alguien es estar a su lado y aun así saber que nunca lo vas a poder tener. Dios... eso sí que lo sentí como un puñal en el pecho.
***
Las nubes en el cielo se hacían cada vez más grandes. Tenía la impresión de que el tiempo pasaba muy lento, pero no me preocupaba de eso. Sentí frío en las piernas, debí preocuparme en la mañana de haber escogido unos pantalones largos, sin embargo, no lo hacía, en mi mente solo había espacio para recuerdos que seguían torturándome. Pasé la manga de mi sudadera por la nariz y desvié la mirada hacia un árbol cercano; con la brisa se movían sus hojas y sonreí un poco.
—¿En dónde te habías metido, hermosa?
Sentí los brazos de Adam rodearme por detrás y suspiré.
—¿Qué tienes? —me pregunta preocupado—, no te he visto en toda la semana. ¿Cómo has estado?
Me suelta y me doy la vuelta para verlo de frente.
No podía decirle que en esa semana había tomado el tiempo de analizar las cosas y pensar con claridad sin que nadie me interrumpiera o distrajera, ni siquiera Karen. Tampoco podía decirle enseguida que había llegado a la conclusión de alejarme de él mientras se calmaba todo dentro de mi cabeza. Me sentía mal estando a su lado en esas condiciones, él ya tenía muchos problemas y sumarle uno más con mi ausencia me haría sentir fatal.
Por su expresión asumí que ya sabía lo que estaba pensando, y ver esos ojos tristes mirándome me hacía sentir culpable. No quería sacar conclusiones antes de tiempo, ni podía echarle la culpa de nada, porque era de ambos, pero sobre todo mía.
Sentía algo muy extraño, como si mi corazón estuviera dividido en dos partes, una para él y otra para el chico que me había abandonado. A ninguno lo quería más que al otro, pero a uno lo amaba, y eso hacía que tuviera un cargo de conciencia bastante pesado.
—He estado muy ocupada con todo esto de las clases, ya sabes como es esto... —utilicé como excusa y miré mis zapatillas.
—Tienes la piel de gallina —se limitó a contestar.
—Lo sé.
Volvimos a mirarnos a los ojos.
—Lo olvidaste, ¿verdad...? —inquiere, con una pizca de decepción en su voz.
Noto que es algo importante e intento buscar de qué se puede tratar dentro de mi mente. No es el cumpleaños de nadie, no ha tenido exámenes aún, no hay nada que celebrar...
—Mierda —suelto en voz alta al darme cuenta, pero lo digo más para mí misma.
—Hoy ya son dos meses desde que...
—... estamos juntos —completo la oración.
Me siento como una imbécil.
Extendió su brazo para entregarme un papel doblado a la mitad. Lo miré por unos instantes y luego miré su rostro, sin saber muy bien cómo reaccionar.
—Yo...
—No necesitas decirme nada —susurra—. Tómala. Por favor.
Hago caso y se acerca a mí para abrazarme.
—Creo que lo mejor es que dejemos las cosas hasta aquí —murmura aún abrazado a mí.
No quiero soltarlo, no quiero creer que él también está haciendo lo mismo. Siento un par de lágrimas brotar de mis ojos y los cierro con fuerza, porque no puede ser real. No puede estar pasando de nuevo... Me doy cuenta de que aún no quiero renunciar a él, no de ese modo.
—Sé que hay otro en tu corazón, y no puedo competir contra un fantasma... —se lamenta y su voz se quiebra.
Siento como se aferra a mi cuerpo, desesperado, como si realmente le afectara demasiado la decisión que él mismo está tomando. La misma que yo iba a tomar en ese momento. Pero no pensé que nos fuera a doler demasiado.
—Eres una romántica compulsiva, naciste para dar amor y ser libre... Estás hecha para soñar cariño, no para estar detrás de un tipo que no valoró tu amor.
—¿Qué quieres decir con eso? —tengo un nudo en la garganta.
Suspira.
—No puedes enamorarte de mí, ese es el problema. Me quieres pero no vas a llegar a amarme.
Cómo dolían esas palabras. ¿De verdad era amor lo que buscaba? Ciertamente así era, pero en el fondo de mi alma yo sabía que no podía darle eso. No podía comprometerme a tanto con él, no pensando aún en Aser Dylan, el dueño de mis pensamientos.
Decido apartarme por el bien de ambos, siento como empieza a brotar ansiedad dentro de mi pecho y no creo poder controlarlo demasiado. Veo su mirada ausente posada en mí, puedo distinguir melancolía en ella, quizás algo de dolor también. Sus manos empiezan a temblar y las termino envolviendo con las mías, notando que están heladas. Vuelvo a mirarle a los ojos. Ambos estamos soltando lágrimas, yo por saber que le fallé y él por darse cuenta muy tarde de en lo que se estaba metiendo.
—Sé que me habías advertido que aun no estabas lista —dice por fin—, pero quise creer que yo podía hacerte cambiar.
Él percibe lo patética que me siento y decide atraerme a él nuevamente. Cuando dejo de llorar me da un beso en la frente.
—Ya debo irme.
—No te vayas, por favor... —intento detenerlo. Quiero que se quede, quiero arreglar el desastre que causé, quiero decirle tantas cosas, pero ni sé por dónde comenzar.
—Tengo que hacerlo.
—Lo siento Adam, nunca quise que te sintieras así...
—No lo sientas, yo sabía perfectamente con quién me estaba metiendo.
Siento una oleada de arrepentimiento en el pecho.
Quizás sí me merecía todo lo que me estaba pasando.
—¿Llegaste a sentir algo real por mí?
Nuestras miradas vuelven a encontrarse y sentí que me miraba con amor, pero con un amor que solo él podía ver, porque yo no lo veía de la misma manera, y quizás ese siempre fue el problema. Y él se dio cuenta desde el principio que era así, pero nunca perdió la esperanza de que solo lo mirara a él. Y eso me dolía, porque me daba cuenta de que solo lo hice desperdiciar su tiempo en mí, porque yo no lo amaba. Puede haber sido bueno para mi ego o simplemente fue mi compañía porque no quería estar sola, pero eso no se le hacía a una persona que supuestamente amaba.
—Olvídalo, no necesito que respondas.
—No quiero que pienses mal de mí —replico.
—No lo haré, no te preocupes. Tengo mis razones pero no son necesarias. Lo que tu mirada necesita es algo, o alguien mejor dicho.
—¿De qué estás hablando? —pregunto con confusión.
—Necesitas a Aser —se limita a decirme directamente—, siempre ha sido así.
Tenso la mandíbula cuando lo dice. Comienzo por jugar con mis dedos, intentando disimular la vergüenza y empezando a sentir nerviosismo. Siento como el rojo comienza a apoderarse de mis mejillas y bajo la mirada inmediatamente.
Siempre lo supo.
Y yo era la única imbécil que lo negaba.
Una pequeña risita nerviosa salió de mi boca.
—Adam...
—Puedo adivinar lo que estás pensando, y creo que soy la única persona que va a decirte que si en verdad lo amas, vayas a buscarlo —hace una pausa—. Mack, mírame —pide y hago caso—. Lo necesitas y él seguramente a ti también, no creas que no vi como el otro día se acercaba a hablarte en la cafetería. Por dios, ¡no soy tan estúpido!
Suelta una risa genuina, lo que me hace sonreír un poco, porque sé que no lo dice para hacerme sentir mal.
—Lo mandé al carajo esa vez —me defiendo.
—¿Y tú crees que él se va a rendir por eso? ¿Tan poco lo conoces? Dylan es un gran chico y deberías saberlo. No creo que se rinda hasta conquistarte de nuevo.
Su rostro aparece en mi mente, como un recuerdo fugaz. Su pelo negro, sus ojos azules tan intensos que me hacían perderme en ellos, su forma de quererme... todo llegó de golpe y quise huir en ese momento, pero no lo hice.
—No puedo ir y decirle que me perdone. Y él tampoco puede decirme que olvide todo lo que ha pasado... Es que no puedo.
—¡A la mierda todo eso!
Lo miro, sorprendida.
—Sí, quizás me rompiste el corazón, pero quiero que seas feliz aunque signifique tener que verte con él de la mano, porque eso es lo que quieres en el fondo. No voy a oponerme a tu felicidad —declara, sonriendo con cada palabra que dice, aunque sé que le duele mucho tener que hacerlo.
Porque él esperaba un final diferente, y yo también.
—Adam...
—No, es tu ego el que está hablando por ti —me interrumpe—. Deja de pensar en los demás por un momento, deja de pensar en mí o en cualquier otra persona. ¡A la mierda todos ellos también! Solo tú puedes decidir qué vas a hacer con lo que sientes, pero debes tomar esa decisión rápido, sino va a jugarte en contra y puedes romper otro corazón. Nunca sabes cuándo es demasiado tarde para recuperar el amor de un chico, y cuando te des cuenta muy tarde, vas a arrepentirte toda tu vida. Porque es así. Si te hace feliz estar con él, búscalo; si te hará sentir mejor, hazlo; pero haz cualquier cosa que sientas tú, si sigues lo que sientes, cualquier acción estará bien, independiente de las consecuencias. Si lo quieres, levántate y búscalo.
Sus ojos oscuros reflejaban comprensión por lo que sentía. Adam me había dado fuerzas para levantarme y hacer lo que quería.
—No desperdicies más tiempo. Si realmente lo amas, ve por él, por más absurdo que parezca.
Al terminar de decirlo tomó su mochila, se la echó la hombro, me dio una última sonrisa y emprendió su camino lejos de mí, dejándome ahí de pie con muchas cosas que decir, pero sin poder hacerlo.
Miré el papel doblado que dejó en mis manos y pasé mis dedos suavemente por esta. El recuerdo de Aser llegó de nuevo a mi mente, pero esta vez con mucha más fuerza que antes y, sintiéndome vulnerable, solté un suspiro y me senté en una banca cercana.
Reprimí las ganas de correr a buscarlo inmediatamente y, evitando las ganas de sentir sus brazos sobre mí, decidí abrir el papel. No quería llegar donde el chico con cara de estúpida luego de haberlo tratado tan mal.
El papel era una carta.
"A veces, el amor se desvanece como el último rayo de sol en el crepúsculo, dejando atrás solo sombras y el eco de lo que fue.
Aquí estoy, con el corazón en la mano y las palabras en la garganta, preguntándome si alguna vez fuiste realmente mía o si solo fui un ilusionista en nuestro espectáculo de dos.
Me pregunto, ¿fue real o solo una ilusión tejida por dos almas solitarias? Te vi como mi futuro, mi constante, pero ahora entiendo que algunas estrellas están destinadas solo a brillar por un momento, no toda una eternidad.
Siento culpa, sí, porque tal vez te hice creer en un 'nosotros' que solo existía en mis más dulces sueños. Te prometí un castillo construido sobre nubes de esperanza, pero olvidé que las nubes, por su naturaleza, se desvanecen.
Pero debes saber que cada palabra que dije, cada caricia, cada mirada, fue tan real para mí como el aire que respiramos.
Y aunque hoy termino con lo nuestro, quiero que sepas que siempre llevaré una parte de ti conmigo. Porque aunque nuestro amor no haya sido eterno, me enseñó que incluso las ilusiones más breves pueden dejar huellas imborrables.
Me despido, McKenzie. Y si volver con Aser te hace feliz, espero de todo corazón que vuelvas a intentarlo con él.
Adam".
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