Esto nunca se trató de cuánto alcanzaba mi nivel de odio por ese programa; no sé trató de mi lucha por aceptarlo en mi vida o de tragar a los productores que pedían de mí todo lo que se les ocurría que podía ofrecer (más, mejor).

Se trató de mi corazón.

Se trata de mi corazón y de dónde lo estaba dirigiendo.

Eliot nunca fue un objetivo. ¿Cómo llamarlo así, cuando se ha convertido en mi mejor amigo, mi consuelo, mi pañito de lágrimas; mi mayor tesoro? Pero también entiendo que llamarlo así es lo... normal. Lo que se me pidió hacer (pese a que ese no es su "lema"; panda de mentirosos).

«Te Encontré» nunca querrá que seas infeliz. Lo que no te dicen es que esto no puede hacerse a costa de su propia felicidad; su propia ganancia. Lo sabía. Lo supe desde siempre y el hecho de que apostara por él no quiere decir que confíe en él.

Así que no hubo elección y mi estilo de vida ha ayudado a que soportar incomodidades por un fin mayor no sea la gran cosa.

Caminar por la vida tiene muchas definiciones, similitudes entre ellas y las que son particulares vienen acompañadas de oficios o muestras de que lo que hago o lo que soy hace de mi vida algo diferente. Pero imaginemos. Sólo imagina que tu vida es una pasarela y que los que están sentados juzgan lo que llevas puesto, tu maquillaje, tus accesorios, tu peinado y si eres de piel morena, blanca o trigueña. Que no hay parte de ti que no vean. Imagina que lo haces todos los días. Imagina que eres malo en ello, ¿no te gustaría ser del promedio para sobrevivir? Pues de eso se trata: de que pueden ser botas de combate, pueden ser zapatos con tacón, pueden ser zapatillas, no importa lo que sean, sigues caminando como si fueses la top model del año y, te salga mal o no, continuas andando.

Al menos intento no olvidarlo.