41: Respirando en la nuca
Esperé con paciencia a que terminaran de ajustar el micrófono, para sentirme lo más cercano aobligada a verme cómoda y darle una ojeada a Esmie, aguardando a un costado del plató, junto al muchacho que me maquilló y arregló el cabello.
Para una entrevista, estoy más producida de lo que quisiera. Pero es necesario. La sencillez no llama la atención en una entrevista nocturna y tal parece que debo llamarla.
Como un payaso.
—No estoy segura de que esto sea lo mejor —le había dicho a Esmie horas antes de venir.
—El señor Erick lo cree conveniente.
Erick Maxwell es mi abogado. Uno al que tuve que recurrir, demasiado apresurado y con el alma en un hilo, creyendo que era la única opción viendo lo que sucedía, y lo que no puedo controlar.
—Hacer aún más público esto... —negué. Nadie me quita de la mente que esto no está bien—. ¿Por qué no esperamos a Eliot y lo consulte con sus abogados?
—Eliot está lidiando con mucho ahora, estableciendo una orden de alejamiento hacia su padre.
Me quedé quieta y en silencio, no por falta de palabra o energía para repartir, sino porque creo que es la primera vez que noto a Esmirna desesperada por encontrar una solución que no implique atravesar un juicio en que yo quede mal parada.
Sin embargo, ese no es mi pensamiento.
Pienso en Eliot, en que no está bien; en que está de viaje por trabajo y que lo último que me dijo, que suele repetir para que lo grabe en mi orgulloso ser, es que sea lo que sea necesito sentir que cuento con él. Que no importa dónde, hará lo que esté en sus manos y más por apoyarme. Que somos un buen equipo y que la falta de comunicación, de nuevo, podría arruinar lo que hemos conseguido.
¿Cómo es que teniendo a mi manager en frente, me sienta sola?
¿Cómo es que viendo que estoy por cometer un error no me mueva para impedirlo?
—Por favor, quite el micrófono —le pido al asistente que no ha terminado de ajustarlo para que apenas se vea.
—¿Cómo dice? —Seguro cree que estoy loca. Y más o menos.
—Que lo quites.
—¿Le asignaron...?
—Por favor —repetí con enfasis en la última sílaba.
Más rápido que colocarlo, fue quitarlo. Ofrecí disculpas apresuradas y entré tras bastidores, llegando al camerino que me fue asignado, cerrando la puerta con llave. Esmie está llamándome y le debo una explicación, pero no estoy nada arrepentida, solo está corriendo mucha adrenalina por mi cuerpo que decido desahogar cambiando el atuendo que traigo por mi ropa habitual. Que por cierto: está mucho más bonita y se parece a mí.
Veo que se enciende la pantalla de mi celular con una llamada. La corto y hago rápidamente otra hacia mi novio.
Pasan tres tonos.
Seis tonos...
—Hola muñequita.
—Quieren tener un acuerdo para no ir a juicio. Te encontré, por si no se entiende de quiénes hablo... —suspiré y me moví por el camerino hasta el tocador con el espejo. Hasta me siento extraña, hablándole así—. Perdóname, no te lo dije porque creí que no sería tan grave pero no es así. Es grave. Mucho.
Eliot tarda en responder, pero solo su voz me consuela.
—Voy ya mismo a buscarte.
—¿Estás en la ciudad? —Me sorprende, pero no del todo.
—Sí. Llegué hace una hora.
Deglutí y pregunté lo que más temía saber:
—¿Está en la cárcel?
El poderoso silencio que vino me hizo cubrir mi rostro y desplomarme en la silla, casi cayendo al suelo por el impulso.
—Ven aquí, para que te pueda abrazar.
Lo último que dijo es que llegaría lo más rápido posible y que apagara el teléfono. No quería ser desconsiderada con Esmie, pero no estamos en la misma página y creo que una persona mediando entre ambas y la situación puede cambiar y mejorar la manera en que pensamos.
Por lo que no abrí la puerta.
No lo hice hasta escuchar a Cristian del otro lado, asegurándome que no hay nadie además de él, Eliot y uno de mis escoltas.
Eliot me abrazó enseguida y muy cómoda en sus brazos, agité mi mano hacia Cris y el escolta, Raúl, al que tuve que hacer mi amigo o no tendría libertad de expresión.
—Se ve cansada, Andy —opinó Cris, acertadamente.
—Me veo como me siento.
—Lamento oírlo.
—¿Nos dejan solos, por favor? —solicitó Eliot a Raúl y Cris.
Cris y Raúl cerraron la puerta del otro lado, acatando la petición. Me separé y nos sentamos en un pequeño sofá.
—¿Por qué Esmirna sucumbió al estrés? —preguntó Eliot.
—No la culpes —intento defenderla—. Sabes los alcances mentales que tiene Te Encontré. Es su maravillosa idea conseguir un poco de nosotros después de mi entrevista y lo que han dicho los participantes de temporadas anteriores. Pueden temer ser cancelados.
—No lo serán.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Porque lo he discutido con mis abogados y creen que esta vez sí son sinceros. Los juicios son largos, tediosos y atraen publicidad dudosa. Aunque Te Encontré pueda creer que no importa cómo venga, sí importa para sus siguientes renovaciones de contrato con el canal que los auspicia. Es algo que... —hace una mueca dudosa pero divertida— vienen un tiempo averiguando. Pero así como no me dijiste porque creíste que Te Encontré no volvería a molestar, yo también lo creí, a medias. Los planes de respaldo son necesarios en todo en la vida.
No fingí que saberlo me provocó una calma inconmensurable. Extendí mi mano para tomar la suya y apretar, tan agradecida de tenerlo y a su mente previsora.
—Podría regañarte, pero... —me quedé escasa de palabras.
Él sonrió con superioridad y me guiñó, apoyando el tobillo en una rodilla. Acomodándose para molestarme con su arrogancia, que muestra de vez en cuando.
—¿Pero qué? —cuestionó con notable satisfacción.
Volteé mis ojos antes de contestar.
—Sigues siendo un controlador —lo acuso, sin ánimo de torcer mi brazo—. Pero te agradezco, esta vez, que lo seas.
Cambió su elocución y quedó una sonrisa comedida, y esa calma que envidio una que otra vez que logra tener para que se refleje por completo en su rostro.
—No hay de qué.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro