Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

19: Te quiero cerca, pero...

Mis ojos se acoplaron a la luz del día. Vi a la ventana, y de un brinco salí de la cama yendo directamente a lavarme la cara y buscando por el suelo mis zapatillas. ¿Dónde las dejé? ¡Tiffany va a matarme por llegar tarde!

—Andy.

Me levanté del suelo con la voz de Eliot y agité mi mano saludando y agachándome a ver debajo de la cama.

—¿Es mediodía? —creo oírlo preguntar.

—No, pero no falta mucho.

—¿Cómo lo sabes? No has visto el reloj. —Así que estuvo viéndome todo este tiempo.

—Por la posición del sol —me siento al terminar de revisar el piso impoluto—, ¿cómo es posible que unas pobres zapatillas doradas desaparezcan?

—¿Dónde aprendiste eso?

—Fui de pequeña a muchos campamentos. —Nada, no hay nada en el suelo. Eliot se ve muy tranquilo para la hora que es—. ¿Podrías ayudarme a buscarlas?

—Es fin de semana, amor.

No estando segura fui a la sala por mi bolso tirado en el suelo a revisar el calendario de mi celular. Volví a la habitación y me senté en la cama lanzando a un lado mis zapatillas.

—Sabes la hora por la posición del sol pero no recordabas que es sábado y que no soy un jefe tan inclemente para no dejar que mis empleados descansen.

—Esa última parte es la que menos recuerdo —boté el aire que contuve y me recosté esperando volver a la comodidad—. Es un logro que no te estés defendiendo, ¿a qué se debe?

—A que quiero seguir durmiendo.

Reí alzando la vista para verlo estar arriba y yo mucho más abajo. Como pude llegué a donde me quedé antes de enloquecer con la hora y cerré mis ojos, regresando al mundo de los sueños.


***

—¿Te gustó el regalo?

—¿En serio es un diseño exclusivo de Tiffany? —preguntó Seleste y le dije que sí por sexta vez. Como le encanta hacer preguntas que tienen respuestas sencillas—. ¡Es precioso! ¡Lo amo, lo amo, lo amo!

—Creo que te mimo demasiado...

—¡Mímame, mímame por favor! —ruega fingiendo lloriqueos—. Papá no le vió gran cosa, pero a mí me encanta. Gracias.

—Deberías reembolsarme el envío, ha costado una barbaridad.

—Es que sin él vas a quedarte en la ruina, ¿cierto?

—Feliz cumpleaños —no tomé en cuenta su peyorativa—. Pásalo bien pero no se los hagas pasar mal a papá y mamá, ¿vale?

—Lo prometo. Y gracias de nuevo, Dina.

Colgó y puse a cargar el celular.

—¿Cómo está? —Eliot habló con la boca llena y hasta en eso ganaba por atractivo.

—Está muy bien y ama su regalo, aunque no tanto como el que me diste.

—No te los he visto.

—Estoy esperando una ocasión especial, son zapatos difíciles de combinar.

—Llévalos en la alfombra antes del desfile —sugiere.

Asentí. De aquí a esa fecha encontraría que usar que le vaya bien.

Abro una de las puertas de la nevera y saco la leche, unas bananas y fresas. Lavo bien cada fruta y saco las partes que no se comen, como la concha y la parte blanca de la fresa junto al tallo y rebano lo más fino posible, dejo en un bol y vierto en cereal que ya tenía cerca y la leche. Tomo asiento junto a Eliot y él ya terminó de comer.

—¿Por qué tu desayuno es mejor que el mío? —pregunta mirándome masticar.

—Comiste panqueques —le recuerdo aguantando la risa—, y si querías un desayuno así, haberme dicho antes.

—Probablemente solo esté siendo glotón. No es el desayuno lo que me gusta, sino el que te sientas libre de hacer lo que quieras, como si esta fuera tu casa.

—Sí, ella me da esa libertad —bromeo y como la primera cucharada.

—¿Te asusta hablar de compromiso? —Tragué sin saborear por ese forma de incitar un tema, directo—. Te insinúo y pido de mil maneras que vivas conmigo, te insinúo muy abiertamente que te cases conmigo, que no te apartes de mí un día, y lo dejas pasar.

A este paso perderé el apetito. Pero lo miro bien a la cara y no pretendo irme por la tangente.

—No es el compromiso lo que me asusta, es la rapidez.

—Para que algo sea verdadero no se mide en el tiempo como si fuese una carrera.

—Para que algo sea verdadero no tiene que tener un papel firmado o un confinamiento, y antes de que digas que no me quieres encerrar yo... Eliot, necesito mi espacio. Lo, necesito —remarqué—. Tú hablas de amor con ligereza —le acusé—, pero para mí se sostiene esa palabra con pinzas para sacar las cejas.

—Supongo que me he expresado mal —se puso en pie y sonrió, orgulloso—. Discúlpame, no volverá a pasar.

—¡Dios Santo! ¿Qué tengo que hacer para que lo entiendas sin que te sientas ofendido? Escucha, Eliot: yo —alcé la voz—, he vivido en constante fracaso por varios años. Mi sueño no se podía hacer realidad y cuando lo hizo lo abracé muy fuerte porque fue la prueba de que nunca me rendí. Perdóname, lo siento mucho, pero algo en mí me dice que si acepto lo que despiertas dentro —toco mi pecho—, voy a perder eso que logré —miré el tazón con mi cereal echado a perder y lo llevé al fregador vaciando su contenido y no pude girarme a mirar.

Para cuando me decidí a hacerlo, Eliot no estaba y la señora Noria chisporroteaba alegría.

—Hoy es un día maravilloso —besa sonoramente mi mejilla—. ¿Tienen planes?

La acerqué necesitando un abrazo y agradecí en silencio que no se detuviera a pensar, solo abrazarme.

—¿Qué pasa, niña? —acarició mi pelo y la apreté más. Ni siquiera sabía qué hacer, mucho menos qué pasa.

—Lo herí —confesé queriendo llorar—. Y no sé cómo lo habría podido evitar.

Estuve esperando un rato por su regaño, pero en vez de eso me pidió que la viera, que le diera unos minutos y esperara afuera. Mi curiosidad se mitigó por el tiempo que tardé en obedecerla e ir al pasillo.

Me impacienté horrorosamente e iba a entrar de nuevo, pero uno de los causantes de mi mal humor de hace unos días me saludaba con una sonrisa de ‹‹me encanta verte, no lo puedo simular››.

—Buenos días —saludó Tommy y asentí por educación—. ¿Vas de salida?

—Sí.

—¿Te llegaron las flores? Espero que no fuese incómodo.

—Sí me llegaron —sonreí mostrándome interesada—. ¿A qué se debió tu atrevimiento? Conseguiste mi dirección, ¿sabes que es ilegal?

—No creí que te molestaría que la averiguara, quise disculparme por lo frío que fui la última vez que nos vimos.

¿Él recordaba esa vez? Lo único que nos une, si es que se puede establecer un presente, es la oferta que sigo sopesando. Tres de Tres es una buena banda y el manager fue mas que amable y generoso al ofrecerme el trabajo, pero estas atenciones de uno de los miembros no me está gustando.

—Ah —dije falseando no querer—. Pues sigue siendo ilegal y la verdad no me gusta que me sobornen.

—¿Por qué no? Son solo flores.

—Bien sabemos que no son solo flores. Agradezco el ofrecimiento, y es probable que acepte, pero entre tu y yo no ocurrirá nada más.

Abrió su boca y reí por dentro del puro gusto de escuchar qué se inventaría ahora. Porque no nací ayer. Él sabe que estoy con Eliot y mandó esas flores por una razón muy morbosa.

—Voy a correr —dijo al fin, como si nada, colocándose unos auriculares—. Hasta luego.

—Cuidado te tropiezas con una igualita a mí —le medio grité antes de que se cerrara el ascensor—. Cada vez los hacen peores —murmuré.

—¿A quién le hablas?

—A nadie, Noria —toco el botón de arriba para que el ascensor se regrese al dejar a quien deba—. ¿Tú tienes planes?

—Fui por tu bolso —me lo pasa—. Los dos necesitan pensar a solas, iremos a uno de mis sitios favoritos.


***

Me acerqué a una máquina de refrescos e introduje un billete, presionando en la Coca-Cola. Sentí que tocaban mi hombro y me di vuelta, encontrando a un muchacho que no me miraba a los ojos, pero escuché perfecto que me pedía tomarnos una foto. Encantada le pedí su cámara y lo abracé fuerte, tomándonos una foto tipo selfie. Pidió otra estando sola y, jugando, puse una de las latas de refresco en la mitad de mi cara y le mandé un beso.

Nunca vi un chico tan sonrojado. Adorable.

Le tendí su Coca-Cola a Noria y aprecié la fantástica vista. Estamos al lado de un restaurante famoso, y no famoso precisamente por sus especialidades, sino porque está en uno de los edificios más altos de la ciudad y se convirtió en un disfrute venir a mirar. Capacitaron un área en que las personas se sientan y disfrutan de una bebida, de un helado o eligen comer si quieren. Y se respiraba mucha tranquilidad.

El permiso aéreo debió costar una buena cantidad.

—¿En qué piensa, Dina?

Di mi sorbo restante, midiendo si decirle o no mi conversación con Eliot.

—No lo dijo directamente antes, solo parecía que lo soltó porque sí... —negué. Estoy diciendo incoherencias—. Ha insistido en que viva con él, que quiere tenerme alrededor, haciéndome dueña de lo suyo. Lo traté como un caprichoso porque, ¡parecía un capricho! —suspiré agitando mis labios—. Una de nuestras ultimas charlas dijo que no iba a estar satisfecho aunque nos casáramos... —miré fijo al suelo—. Casarnos, nosotros, ¿fue en serio? ¡Arg! —gruñí enojándome por no entender—. Dijo que no sabía qué hacer con las muchas ganas que tenía de llamarme su amor, y lo hizo, dijo que empieza a amarme y siento que no es real.

—¿Le dijo todo eso? —le dije que sí—. ¿Y qué le dijo usted?

—Que necesito mi espacio y no quiero cederlo.

Estiré mis piernas y puse una mano detrás sosteniendo mi peso en ella.

—No me gusta la dependencia y él... él es así. Lo sé —aseguro—. Vamos a discutir constantemente porque tengo un modo de vivir que no va a tolerar.

—La pregunta más importa es, y quiero que lo piense profundamente, no tiene que contestar ahora —esperé, sintiendo inquietud—. ¿Lo ama?

No estaba sorprendida, yo misma me he hecho esa pregunta. Eliot tiene la impertinente facultad de amarrarme en distintas formas. Por supuesto, me gusta físicamente y no va a llegar el día en que cambie de parecer. Es un hombre que se ha mantenido en pie en las adversidades entre su familia y su carrera, una que le impusieron y no se quejó por ello, por tener que abandonar lo que verdaderamente quería hacer de su vida. Se hizo cargo de toda una compañía multibillonaria, con astucia, inteligencia, perseverancia y trabajo, trabajo y más trabajo. Pocos saben que está hasta tarde encerrado en una oficina y si no ve listo algún proyecto, no deja de apoyar a quienes trabajan para lograrlo. No se rinde, ni se queja y da su cien por mil en todo lo que hace. Ama con locura a su madre y hermana y le satisface que otros tengan lo que necesitan y les espolea a lograrlo con su propio sudor. No es un hombre a medias y es una cualidad inherente, que es de aplaudir. Y por si fuera poco peleó por mí. Y aunque le importaba muchísimo hacer sentir orgulloso a su padre, vio primero por nosotros, por lo que él quiso.

Amarlo. Esa no debiera ser la pregunta importante.

—Ahora que ya lo sabes —Noria eleva sus hombros con lentitud y los baja acompañando a un suspiro—, sabes que no fue un capricho.

—No —acepto, sintiendo de nuevo remordimiento—. No lo fue.

—No creas que no comprendo tu independencia, Dina —dice cómplice—. La comparto, y no te pido que seas otra y permitas que Eliot ocupe todo el lugar ni tampoco que dejes de ser tú misma. Te pido, muñequita —arropó mis manos con las suyas—, que no huyas de lo que te ofrece, ¿o te imaginas estando sin él en adelante?

Mi pecho se oprimió de la sola idea.

—Él también tiene que entenderte y darte tu tiempo. La paciencia no es su mayor virtud, ¿verdad?

—No tiene que decirlo dos veces —sonrío con gracia. Incliné mi cabeza a un lado, analizándola—. Señora Noria, usted es un regalo.

—Tú también, Dina.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro