Carl caminaba por el patio del colegio con la cabeza gacha, absorto en sus pensamientos. La conversación con Wolf del día anterior lo había marcado profundamente. Por primera vez en mucho tiempo, no se sentía solo.

De repente, un bulto negro y blanco chocó contra sus piernas, haciéndolo tropezar. Al mirar hacia abajo, se encontró con un par de ojos verdes brillantes que lo observaban con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

Lo siento mucho - dijo una voz aguda y juguetona -. No te vi venir.

Carl se levantó y miró al pequeño felino que tenía delante. Era un gato atigrado, con pelaje negro y blanco y una sonrisa traviesa en su rostro.

No te preocupes - respondió Carl con una sonrisa -. Yo tampoco estaba atento.

¿Eres nuevo? - preguntó el gato con una inclinación de cabeza.

No, solo soy un poco solitario - respondió Carl con timidez.

Yo también soy un poco solitario - dijo el gato -. Me llamo Giovanni. ¿Y tú?

Yo soy Carl.

Un silencio se produjo entre ellos, un silencio que no era incómodo, sino más bien una invitación a la amistad.

¿Quieres sentarte conmigo? - preguntó Carl finalmente.

Me encantaría - respondió Giovanni con entusiasmo.

Se sentaron juntos en un banco del patio, bajo la sombra de un árbol frondoso. Carl le contó a Giovanni sobre Wolf, sobre su soledad y sus sueños. Giovanni, a su vez, le habló de su pasión por la música, los libros y su deseo de explorar el mundo.

Descubrieron que tenían mucho en común: ambos eran amantes de la música, disfrutaban de la lectura y soñaban con escapar de la rutina del colegio. A pesar de sus diferencias, se complementaban a la perfección. Carl era introvertido y reflexivo, mientras que Giovanni era extrovertido y espontáneo.

Las horas pasaron volando mientras conversaban y reían. La tristeza que antes teñía el corazón de Carl se disipó poco a poco, reemplazada por una sensación de alegría y esperanza.

De repente, una campana resonó en el colegio, anunciando el final del receso.

Tengo que ir a clase - dijo Carl con un suspiro.

Yo también - respondió Giovanni -. Pero nos vemos luego, ¿verdad?

Sí, por supuesto - dijo Carl con una sonrisa.

Se despidieron con un fuerte abrazo, sellando una amistad que prometía ser duradera.

Al caminar hacia su clase, Carl se sentía diferente. Ya no era un lobo solitario, ahora tenía dos amigos que lo comprendían y lo apoyaban. La Pandilla Peluda había nacido.

--Fin del Capítulo 2--

--Palabras: 401--

--Escritor: Clint999--