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—¿Puede ser clara con lo que acaba de decir? —nunca se imaginó que la miraría de esa manera. Katsuki por lo usual la miraba con el rostro relajado, una sonrisa ladina de vez en cuando si estaba de buenas, pero siempre procuraba ser sereno.
El ceño levemente fruncido, la nariz arrugada, la mandíbula dura, el gesto de desagrado es evidente, la chispa de la molestia en su mirada. Katsuki no podía ser más sincero, después de todo ella tampoco podía mantener esa farsa de no conocer a la pareja de su hijo, había que ser lento como para no darse cuenta de ello. Izuku lo miraba con profunda adoración, suspiraba en la mesa al verlo comer, los ha visto coquetearse tan sutilmente delante de ella que la hacen querer vomitar. Su hijo no podría estar volviéndose un completo maricón, toda la culpa recae en las compañías y por mucho que le agrade el rubio, debe de reconocer que el completo gay que es lo hace una total tentación para su hijo.
Al principio creía que eran ideas suyas, pero fue notando que la ropa que había que lavar era menor, que los cajones se sentían más vacíos y su oído cada vez más agudo.
Hay que ser lento para no comprenderlo.
"Oh, Kacchan...", el suspiro ahogado de su hijo aun retumba en sus oídos haciéndola querer llorar de rabia. La lágrima que resbala es cruelmente borrada por el dorso de la mano en un instante.
Oh, la miseria, que se tragara su simpatía de una vez.
—¿Cuándo pensaban decírmelo?
Una pregunta directa a un hecho que es conocido por cada participante del juego. Katsuki se mantiene firme, aprieta los puños. La vieja bruja simplemente fingía no conocer mientras su hijo se comía la cabeza por las noches cómo decirle entre llantos por no cumplir sus expectativas como el campeón que ella esperaba.
No podía dejar a Izuku morir, debía de hacerle frente a su madre ahora que se ha decidido en quitarse las caretas por primera vez. Basta de fingir una amistad que no va a ningún lado, es algo que ya sabían que pasaría cuando el único que no estaba enterado era la razón de la discusión. Debe de defender, aprieta más el puño y después relaja sus hombros tensos, aun así, no puede evitar estar en defensa por cualquier cosa que pueda pasar. Los padres molestos son algo desconocido de manejar.
Y más cuando el hijo es el motivo de su decepción.
"Si sales de esa puerta no serás más mi hijo", eso había salido de los labios de su padre momentos antes de que la abriera de una patada y saliera de aquella casa para no volver con la maleta debajo del brazo.
El mismo padre que le ofreció los brazos cuando se sentía perdido.
Algún día Inko entendería a Izuku, pero ese no era hoy y aunque existiera la probabilidad de que nunca le hablara, eso es algo que debía de enfrentar Izuku porque era la voluntad de su madre, aunque deseara cambiarla eso no significaba que lo haría.
—¿Cuándo se dio cuenta? —Katsuki caminó por el comedor hasta llegar a la silla más cercana a Inko, poniéndose contra esta.
—¿Acaso eso importa? —él se encoge de hombros.
Él lo sabe.
Ella camina a su alrededor con las manos en la espalda, sin mirarlo en ningún momento.
—¿En serio esa será su mejor respuesta?
No es su lucha.
Se dirige hasta la cocina, se pone de espaldas contra el fregadero.
—¿Seguirás respondiendo con preguntas?
Le corresponde a Izuku enfrentarse a su madre, pero no puede dejar que ella siga con su mierda homofóbica.
Ahora sus miradas se juntan, la mirada de Inko es de desagrado, de rabia, mientras que la de Katsuki duda sobre si enfrentarse a esta con uñas y dientes porque no desea dividir la relación que Izuku tanto estima con su madre.
—¿Pensaba que iba a dejarle la mesa servida de gratis? —se apoyó contra el respaldo de la silla poniendo los antebrazos sobre este, balanceándose ligeramente.
Silencio en cuestión de segundos, Katsuki balancea la cabeza por sus hombros para mirarla por el rabillo del ojo. Inko rueda los ojos, pero vuelve a enfocar su mirada en la suya. No puede dejarse intimidar, no ahora.
—¿Y bien? —suelta ella, él suelta una risilla en burla que no es bien aceptada por la mayor.
—Es cierto, me gusta su hijo, suegra —enseña los dientes en una sonrisa, Inko aprieta los labios.
—No me llames de esa manera.
—Izuku me escogió, somos pareja desde hace casi un año.
—Mi niño no podría estar con alguien como tú.
—Pues observe —se hace para adelante, avanza lento hacia ella mientras Inko le sostiene la mirada, la única manera de desconectarla es cuando parpadeaban. Como dos enemigos acechándose.
—Le has lavado la cabeza con tus homosexualidades.
—Ya es un adulto como para saber que quiere, ¿no lo cree? —se encoge de hombros, entra a la cocina y se recarga en el marco de la entrada.
—No sabe nada de la vida.
—Quizás si lo dejara vivir muchas cosas no serían de esta manera.
—Lárgate de mi casa, no quiero que estés con mi hijo.
—¿Cómo decirle esto sin ser un hijo de puta? —se pone un dedo en los labios en gesto pensante—. Ah, claro, me importa una mierda lo que usted piense de mi relación con su hijo.
—Si le digo que te deje lo hará.
—Izuku no es su títere.
—Es mi hijo.
—No le da derecho a ser una mierda con él, será muy su madre, pero no tiene más privilegios a parte de eso.
—¡Cállate!
El cuchillo impacta en la pared.
***
Pretendía que se agarraran a golpes, pero eso no sería soft, después de todo soy una basura.
Wattpad no me dejaba subir el episodio, una disculpa, "hoy" no habrá episodio, sino para Complicado, iré un día sí, un día no en lo que vuelvo a acomodarme con los tiempos de la universidad
***
No manchen, ha estado en suspenso esto un huevote de tiempo, iré actualizando más seguido
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