Regresar al interior fue más fácil de lo que esperaban. Inko parece estar leyendo el periódico mientras refunfuña por lo bajo.

—Mamá, estaremos en mi habitación —señala Izuku a la planta de arriba, su madre asiente con la cabeza mientras continua peleando sola—. Vamos, Kacchan.

—¿Cómo está Uraraka?

—¿Perdón? —ambos volteando sin entender. Katsuki ya estaba planeando cómo meterle mano a su novio sin que haga mucho ruido.

—Es que hace mucho que no viene.

¿A qué venía eso? Katsuki mira a su novio y este palmea su cara.

—Tiene cosas que hacer.

—Donde me salgas que han terminado te desheredo.

Uy, Katsuki se siente desplazado.

—No hay nada que me puedas heredar, estamos rentando.

—Uraraka es una chica muy linda, se ve que te quiere.

—Mamá, tú también me quieres.

—Sí, pero Uraraka te dará bebés.

Algo de lo que está orgulloso Katsuki es que hijos no le dará. Bueno, al menos no biológicos, siempre existe la posibilidad de adoptar a uno que ya no necesite pañales.

Aunque eso suena bastante cruel.

—Existen miles de formas de tener hijos.

—¿Terminaron?

—Las parejas se acaban, mamá.

—No es justo, ella me agrada muchísimo.

—Somos muy buenos amigos.

—Izuku, cariño, regresa con ella.

Katsuki empieza a preguntarse en qué momento subirán, se siente incómodo como su suegra prefiere a la anterior pareja de su novio.

—Mamá, por favor.

—Está bien, ya vete.

—Gracias.

—Pero esto no queda aquí, sí quiero a Uraraka de nuera, ella ha estado desde el inicio.

—Descuida, Izu, tu madre dice eso porque es team Suho.

Y toma la mano de su novio para correr por las escaleras.

—¡Me agradabas, Katsuki-kun!

Ni modo, qué se le va a hacer. El pecoso después de un momento incómodo de pelea con su madre, ríe quedito por lo chistoso que terminó.

***
Dije que regresaría ayer, pero hacía mucho frío y estaba agotada por todo el asunto de fin de año.