En la banqueta, Katsuki se sienta en la banqueta en lo que Izuku regresa con un sándwich en mano.
—¿Sigue enojada?
—Tú qué crees —rueda los ojos, el rubio se pasa las manos por la cara, estirándola por la frustración. Simplemente todo se salió de control en el momento en que hablaron de True Beauty después de la enorme discusión por Love Alarm.
—Creo que esto es una señal.
—Sí, deberíamos terminar.
El pecoso se sienta en la banqueta, justo a su lado. Apoya la cabeza en su hombro mientras continua comiendo su delicioso sándwich de ensalada de pollo. No pudo cenar a gusto, su madre levantó todo antes de que pudieran acabar por lo molesta que estaba.
—Me parece lógico, si tu madre y yo tenemos esos problemas no me quiero imaginar cuando tengamos hijos.
—Eres un idiota, Kacchan.
—Me dejas cuando espero a tu bastardo, qué cabrón me saliste, ni me pagas el aborto.
Palmea su vientre. No ha hecho ejercicio por los exámenes y los malos hábitos alimenticios de nuevo relucen en su abdomen extendido. Una chistosa pancita de la que Izuku está completamente loco.
—Pues dámelo.
—Deja me abro la panza.
Izuku lo abraza entre risas, besa su mejilla y Katsuki también lo envuelve en un abrazo.
—Sólo deja que se calme, le toca mucho la moral que digan que Suho es un tóxico.
—Es que lo es.
—Kacchan.
—En el kdrama le arrojó la chaqueta en la cara a Jugyeong y en el cómic es todavía más lamentable, no puedo quedarme callado cuando me dice "sí, pero sufrió más" o "la vió primero sin maquillaje".
—Le dices eso a mi madre y más se molesta, es su tipo ideal.
—Es que es terrible que Suho sea su tipo ideal, ese cabrón es una bandera roja andante.
—¿Y Seojun es mejor?
—Izu, amor, soy Katsuki Bakugō, obviamente tomo la mejor de las decisiones y soy excelente escogiendo quien me gusta.
—Eso es trampa, ahora yo te gusto.
—Atrevete a decir que Seojun es malo porque me recuerdas mucho a él.
—No tengo piercings.
—Pero tienes esa bonita personalidad.
—Tramposo.
—Quiero que sepas que por amor no voy a cambiar mis ideales, principios, criterios, lo que sea. Si no le gusto a tu mamá, ni modo, te tengo que gustar a ti y si no me acepta, pues alguien más te llevará al altar.
—¿Altar? Creí que no creías en el matrimonio.
—Al altar de nuestra casa para vivir juntos, sin esas cosas del matrimonio que no sirven.
—Yo sí quiero casarme.
—Yo no, lo siento.
—Aún podemos hablarlo después.
—Créeme, no encontrarás diferencia.
—¿Has estado casado?
—Mis padres no lo están.
—Qué.
***
Se me fueron por las ramas.
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