Capítulo 3
''—Te quedarás aquí, con dos únicas condiciones —me dijo Tsunade— La primera será decirnos todo lo que recuerdes, y la segunda, serás entrenada para formarte como kunoichi.'' Suspiré con cansancio, ya había pasado dos semanas, dos semanas algo aburridas.
Todo se había vuelto extraño, a decir verdad. Al no recordar nada de mi pasado, ni siquiera mi nombre, Tsunade decidió llamarme Ayaka, con un apellido que me había adjudicado ella, por lo tanto, oficialmente yo era; Ayaka Hakai. Su pretexto fue que en la aldea debía ser vista como una chica normal y no como alguien que había aparecido de la nada —cosa que realmente me pareció una excusa barata.
Me ofreció asilo en una casa bastante grande ya que los apartamentos estaban ocupados y el único libre era en un bloque de solo hombres, por lo que no dudé en aceptar la casa. También conocí a Kakashi e Iruka, el primer hombre era distraído y tampoco hablábamos mucho pese que él era quién me entrenaba, e Iruka había sido mi guía por el pueblo, era una persona amable, y siempre cenábamos juntos después de salir de la biblioteca, en la que nos pasábamos toda la tarde y parte de la noche. Agradecía que tuviera tanta paciencia conmigo, ya que nada de aquello era fácil teniendo en cuenta que mi capacidad de memoria estaba algo afectada.
Durante toda aquella semana no volví a ver a Sakura, y de vez en cuando veía a Neji en el campo de entrenamiento, pero solo me miraba fijamente, chasqueaba la lengua y se iba, cosa que me molestó, ''¿y a este qué le pasa?'' Pensé la primera vez, pero las siguientes veces sólo decidí ignorarlo—. Ayaka, ¿me estás escuchando? —preguntó Iruka pasando su mano por delante de mis ojos.
—¿E-eh? No, no lo siento, estaba... Pensando —hice una mueca extraña, a lo que él rió.
—No pasa nada —sonrió—. Creo que por hoy ya hemos terminado —señaló un gran libro—. Léete esto para el Lunes —asentí guardándolo en mi bolso—. Bien, ya es tarde, ¿quieres ir a Ichiraku?
—Claro —respondí recogiendo mis cosas velozmente. Era Martes, y el resto de la semana ya no tendría clases ya que al parecer se celebraría un evento especial por la llegada de alguien realmente importante, desde otra de las villas vecinas.
Cuando salimos del edificio ya era bastante tarde, pero la gente, animada, decoraba las calles, en un trajín de arriba a abajo—. ¿Ya es terminado el otro libro que te di? — el castaño se sentó en uno de los taburetes y yo me senté a su derecha, mientras asentía.
—Sí, ya me sé casi toda la historia de la villa —musité, dejando de mirar a mi alrededor para centrarme en él.
—¿Y las clases con Kakashi? —sentí un tic en mi ojo derecho con tan sólo oír su nombre.
—Ese idiota... —gruñí—. Sólo está al principio de la clase, luego se va a no-sé-dónde a leer ese libro de pervertidos... —me pasé la mano por el cabello, con frustración—. Creo que ser ninja no es lo mío...
—¡No digas eso! —se incorporó a la conversación Teuchi, el jefe del puesto, mientras se secaba las manos con esmero—.Te he visto entrenar hasta tarde, Ayaka-san, tienes talento —lo miré unos segundos para después asentir algo distraída.
Hablábamos animadamente, aunque Iruka más que yo, ya que no era muy habladora. Tras terminar pagué —me sabía mal que pagara siempre él— y cada uno se fue por su camino. Decidí que no quería llegar a casa tan temprano, era realmente abrumador llegar a una casa totalmente vacía, sin siquiera recordar nada. El silencio se hacía casi asfixiante. Me senté en una banca en el parque. El ambiente nocturno era cálido. Miré mis manos, notando la ausencia de algo, y de alguien ''Juega un rato conmigo'' Alcé los ojos aturdida, aquello era una voz de niño pequeño, que extrañamente se me hacía familia. Busqué por todo el lugar con mi mirada, pero no había nadie, ''¿De verdad? ¡Gracias!'' Volví a oír, casi más cerca de mi. Tardé unos segundos en darme cuenta que aquella voz estaba dentro de mi cabeza, que empezaba a dar vueltas, por lo que tuve que sujetarme en el respaldo de la banca—. ¿E-estás bien? —preguntó alguien con timidez. Yo, asustada y algo alterada me giré de repente, para encontrarme con unos ojos perla, igual a los de Neji.
—¿Huh? Sí, gracias —respondí en un susurro mientras me sentaba de nuevo en la banca. La chica siguió ahí, parada y mirándome con un semblante de preocupación.
—¿Estás segura? —hice un movimiento afirmativo con la cabeza. Ella se sentó a mi lado—. Me llamo Hinata —se presentó dulcemente.
—Ayaka —respondí.
—Sí, lo sé —rió, una risa dulce y suave—- Siempre te veo entrenar —alcé una ceja—. ¿Eres nueva aquí?
—Llegué hace dos semanas —el mareo ya se había pasado—. Ya es tarde, creo que debería irme...—anuncié mientras me levantaba ''Espero que no piense que me molesta...' Pensé.
— Oh, claro, ha sido... Un placer —por sus gestos parecía ser una chica algo solitaria y tímida. Suspiré, no se me daba bien hacer amigos al parecer.
—¿En qué dirección debes ir? —indicó tímidamente la misma que yo debía tomar—. ¡Qué bien! Yo también voy por ahí, ¿vamos?
Sonrió abiertamente y empezamos a caminar. Debo reconocer que era una chica muy guapa, su pelo caía liso y de forma impecable hasta media espalda, de un bonito color azabache y un flequillo recto cubría su frente. Su atuendo era simple y ancho, pero le quedaba de maravilla.
Un poco después, nos topamos con Kakashi, quien caminaba como siempre con las manos en sus bolsillos, con un semblante de aburrimiento visible en su único ojo—. Ayaka, que bien que te haya encontrado —Me podría encontrar si de verdad quisiera... un sudor frío se instaló en mi nuca—. Supongo que ya estás informada que no tendrás entrenamiento esta semana —asentí.
—Tampoco eres de gran ayuda...—susurré.
—¿Decías algo? —preguntó mientras su único ojo visible se achinaba por su sonrisa, dando a entender que lo había escuchado.
—Nada —me apresuré a contestar—. De todos modos, gracias por recordármelo —esperé a que se fuera para vaciar mis pulmones—. Tendré que entrenar por mi propia cuenta...—murmuré, sin siquiera recordar la presencia de Hinata tras de mi.
—¿Quieres que te ayude? —preguntó Hinata, yo la miré unos segundos. Al parecer por mirarla fijamente, provocó que se pusiera nerviosa, y su rostro se tiñó de rojo, en contraste con sus ojos claros. Sonreí débilmente.
—No me gustaría ser una molestia...
—Para nada, no lo serías —sus labios se extendieron en una sonrisa—. Tengo que marcharme, nos vemos mañana, Ayaka-chan, que descanses.
Entré en casa, para sumirme en un silencio que me pareció molesto. Por eso odiaba llegar a casa, pues no era agradable no tener nunca a nadie con quien hablar y explicarle tu día, ¿como sería la relación con mis padres? Bufé ante aquel pensamiento y caminé hasta la cama, pero antes me miré con detenimiento en el espejo. Mi pelo era de color púrpura casi negro y caía hasta media espalda en forma de mechones irregulares, despeinado y medio-liso, mis ojos eran grandes y con espesas pestañas negras, de un color que me parecía extraño, violeta oscuro. Mi piel muy pálida, casi de color nieve, blanca, era llamativa, en contraste con la oscuridad de mis ojos, mis cejas y mi cabello.
Suspiré, y me tiré en la cama. Me irritaba la actitud de Kakashi, puesto que por lo que sabía, él era uno de los ninjas más fuertes de la villa ¡y ni siquiera me había enseñado a lanzar un maldito kunai! Llevaba dos semanas y no había hecho ningún progreso. Él únicamente se sentaba en algún árbol, empezaba a leer ese libro de pervertidos y de vez en cuando vigilaba que no me fuera a casa antes de lo acordado. Durante ese transcurso de tiempo solo había podido usar una vez el chakra, y fue en un auténtico ataque de frustración al no poder subir un maldito árbol. Y no, no lo subí, lo rompí en pedazos. Y lo peor de todo era que la Hokage me había dado solo tres meses para hacer un examen que declararía si podía o no ser una ninja oficial de la villa de la hoja. En un principio yo no quería eso, ni siquiera me parecía algo importante, pero, ¿para qué mentir? Aquello de tener mi propia bandana, salir a hacer misiones peligrosas o siquiera pasearme por la villa sabiendo que podía defenderme me parecía algo asombroso y quería que fuera así. Y así también podía mantener en el olvido —irónicamente— mi amnesia.
Entre aquellos pensamientos me quedé dormida, sin siquiera meterme bajo las sábanas.
* * *
Unos golpes en la puerta principal hicieron que me levantara la cama, me pusiera apenas una camiseta y bajara las escaleras casi sonámbula. Al abrirla me encontré con Hinata, que me sonrió. Esa sonrisa podía alumbrar las mañanas—. Buenos días, Ayaka-chan—me maldije a mi misma por haberme quedado dormida—. ¿Te has quedado dormida? —reí aún somnolienta mientras me hacía a un lado para dejarla entrar. Me fijé que llevaba una bolsa.
— ¿Qué llevas ahí? —pregunté sentandome en el sofá con las piernas cruzadas. Se sentó tímida a mi lado
—Algunas cosas para el entrenamiento —fruncí el ceño—. Las he tomado prestadas —añadió. Escuché el ajetreo en las calles, y miré a la chica
—¿A estas horas ya hay gente? —miré el reloj de la pared, apenas las seis de la mañana, no había comercios abiertos a esas horas siquiera.
—Hoy es la llegada del Kazekage y varios representantes de Suna, Ayaka-chan. Toda la aldea está en movimiento —dejé escapar un 'ah' sin demasiado interés.
Hablamos un rato más, y después de que me vistiera con unas simples mallas oscuras, una camiseta de tirantes y las típicas sandalias, recogí mi cabello de manera desordenada. Después de desayunar, marchamos al campo de entrenamiento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro