Capítulo 26
Las puertas de acceso al clan eran grandes, prácticamente del mismo tamaño que las que custodiaban Konoha. Esperaban encontrárselas cerradas, sin embargo, una pequeña rendija permitía entrar en el interior. Los insectos de Shino mostraban el interior completamente desierto, sin signos de vida, ni siquiera lograban sentir algún tipo de energía emanar de ahí.
—Demasiado sencillo... —murmuró Ino.
Todos coincidieron en ello, pero llegados a ese punto, no había cabida para la retirada. Aún con el susurro de los acontecimientos en intentos anteriores relacionados con ese lugar, decidieron entrar. No se atrevieron a abrir más las puertas, por lo que entraron uno a uno y con sumo cuidado.
—Es increíble... —susurró Ino, observando la belleza de su alrededor— y pensar que terminó tan mal...
Hinata la miró unos segundos, y después, volvió a girarse. Se sentía inquieta, no sabía se por temor a lo que pudiera ocurrirle a Ayaka, o por el hecho de encontrarse en un lugar tan espeluznante y bello a la vez. Si todo lo que había contado Asuma anteriormente era real y no sólo suposiciones, su amiga estaría aterrorizada... Si aún seguía viva.
Nadie del grupo pudo reaccionar a tiempo cuando algo explotó en el centro del círculo. Cada uno saltó lo más lejos posible, dividiéndose. Una nube de humo se alzó, y todos quedaron separados. Inmediatamente Hinata activó su Byakugan, con la esperanza de encontrar al culpable de eso. Pero no vio nada, no había nadie más allí a excepción de ellos. Frunció el ceño extrañada. No muy lejos de donde estaba ella escuchó un grito desgarrador, y enseguida identificó a Ino como propietaria de eso. Shino y Choji lograron disipar la tierra, y cuando hubo suficiente visibilidad, todos bajaron al centro del lugar para reunirse alrededor de la mujer, que tumbada en el suelo, sangraba con fuerza.
Yu no parecía querer responder mis preguntas. Le expliqué lo que había soñado (si era un sueño), algo avergonzada por la posición tan extraña en la que nos habíamos encontrado en ese espejismo. Por unos instantes, me pareció divisar algo similar a la añoranza en su rostro, pero fue solo unos segundos, después, sus ojos se oscurecieron y su mirada se posó en los gatos, que hasta entonces habían permanecido sobre la mesa, uno al lado del otro sin decir nada, seguidamente me miró y aseguró que no sabía quién era Yume. Me di cuenta que seguir hablando del tema iba a ser imposible, pues aparentemente se negaba a responder ninguna de mis preguntas. Eso sólo aumentó mis sospechas, y la incertidumbre en mi pecho, así como la desconfianza. Si lo pensaba fríamente, no conocía a Yu, en realidad, me tenía secuestrada, pues durante esos días no me dejó salir de la casa. Y, además, el simple hecho que ocultara algo que me resultaba tan necesario saber, acrecentaba mi necesidad de alejarme de él.
Observé durante unos segundos mis manos, apoyadas sobre la mesa. Entrelazaba los dedos, con la única intención de disimular el temblor y el nerviosismo. Finalmente, alcé la mirada, y empecé a levantarme lentamente. Yu seguía totalmente centrado en sus propios pensamientos, y Yasa y Bure habían desaparecido hacía rato. No pareció importarle que me marchara, posiblemente, era lo que parecía querer, un momento a solas, quizá.
—Necesito... tomar el aire —susurré.
Pero de nuevo, pareció no escucharme. Salí de la estancia despacio, y cerré la puerta de ésta tras de mi. Esperé unos segundos, y eché a andar hacia la puerta principal. Los primeros rayos de sol empezaban a surgir por encima de las copas de los árboles y a iluminar los muros de la casa. Los pájaros se desperezaban, la vida empezaba a despertar. Mi único objetivo en esos instantes era llegar a los dominios, y de ahí, reanudar mi camino hacia Konoha, o cualquier otro lugar, pero lejos de ahí.
No dudé ni un segundo en echar a correr hacia el bosque.
A prisa habían logrado esconderse en una de las casas. Ino sangraba con fuerza y durante el enfrentamiento Hinata había perdido la mochila, en la cual estaba el botiquín, que tanto necesitaban en esos instantes. Shikamaru le había hecho un torniquete básico con tela, pero eso no bastaba, y empezaba a empaparse con la sangre y chorrear. La situación de la rubia empeoraba por segundos, y a su vez, la desesperación de todos, así como la incertidumbre.
—Tenemos que irnos —musitó Hinata, observando con preocupación a su amiga.
—N-no —la voz de Ino se alzó temblorosa, así como su mano—, tenemos que... encontrar a Ayaka.
Todos se giraron para observar a Shikamaru, quién podía considerarse el líder. Éste frunció el ceño, con una gran contradicción sobre sus hombros. Habían llegado demasiado lejos como para rendirse entonces, pero arriesgar la vida de un camarada por una misión que siquiera estaba bien planeada, podía significar la muerte de todos, puesto que sin tener tiempo de reaccionar, ya habían herido a uno tan fácilmente.
—Lo mejor... lo mejor será que nos retiremos —murmuró, observando a su alrededor—. De todos modos, no podríamos ayudar a Ayaka de este modo, estamos en clara desventaja, no sabemos a quiénes o a qué nos enfrentamos, y podría ser muy arriesgado —posó la mirada sobre la rubia, que cada vez tenía más dificultades para mantener los ojos abiertos, así como su respiración estable.
Nadie objetó nada, aunque en sus rostros se reflejaba la decepción de no haber logrado su objetivo.
Cuando terminaron de reorganizarse y elaborar un plan de huida que les fuera útil, empezaron a prepararse. A los minutos, escucharon pasos en el pasillo principal, y todos quedaron inmóviles, con el temor incipiente de que fuera otro enemigo. Aunque, fuese quien fuese, no parecía molestarse siquiera en ocultar su presencia.
Lentamente, la puerta corrediza se movió, y con ella, aumentó el nerviosismo de los presentes.
—¿Shikamaru? —mis cejas se alzaron, con una extraña mezcla de felicidad, y de enfado. Había corrido por todos los dominios, y cuando sentí varios charkas en aquella casa, no tardé mucho en decidirme a entrar. Eso era lo último que esperaba, realmente. Estaban todos ahí, en posición de ataque, con rostros estupefactos, blancos, tal y como si hubieran visto a un fantasma. Mi mirada bajó hacia Ino, que yacía en el suelo bañada en sudor y sangre, pálida y respirando con dificultad. Por unos segundos, mi mente quedó como una tabula rasa.
—¿Q-qué le ha ocurrido?
—Nos atacaron, pero no sabemos quién —respondió Shikamaru, observándome fijamente. No mencioné nada de Yu, ni de quiénes pudieran haber en aquel lugar, simplemente enmudecí y asentí. Su mirada me escrutaba, sobretodo mi vestimenta, un vestido largo, blanco, con los hombros descubiertos.
—Hemos venido a buscarte, y ahora que ya estás aquí... podemos irnos, Ayaka.
Me giré hacia a Hinata con el ceño fruncido, al escuchar ese nombre que ya no sentía que me perteneciera.
—Alessya... —no respondieron nada, se quedaron igual cuando sintieron ese nombre, sin entender nada—. Me llamo A-Alessya —suspiré, mientras llevaba mi mano a la herida de la rubia, oprimiéndola con fuerza—. Es una herida complicada, con una hemorragia que debe detenerse pronto, podría tener algún órgano interno magullado, seguramente sea así, el pulmón, posiblemente...
—¿Des de cuando sabes tanta medicina? —inquirió Choji.
—¿Des de cuando recuerdas tu nombre? ¿o... algo más? —esta vez, fue Shino quien habló —no respondí.
Seguía doliéndome la cabeza tremendamente, y el cambio tan extraño y radical que había dado mi situación, me mantenía algo aturdida. Tenía tantas preguntas, pero estaban todas tan en blanco, que empeoraba mi malestar.
—Pero no importa ahora —se apresuró a decir Shikamaru—. Todas nuestras preguntas —me miró— serán resueltas después, primero tenemos que salir de aquí. No sabemos a qué nos enfrentamos, y con Ino en este estado, sólo nos arriesgaríamos más.
Nadie dijo nada más, y nos apresuramos para marchar de ahí. Sabía que en cualquier momento Yu se daría cuenta de mi falta —si no lo había hecho ya—, y vendría a buscarme. Por ello, necesitaba que pronto nos fuéramos de ese lugar.
Atamos a Ino a espaldas de Choji, y salimos a las calles. Debíamos encontrar la calle principal, y de ahí, llegar directamente a los grandes portones para emprender camino.
—Una vez fuera, estaremos a salvo —aseguró Shikamaru.
Posiblemente esa frase terminó de atraer la mala suerte. Uno de los edificios explotó, los pedazos volaron y arrastraron a la mayoría de nosotros. Un gran trozo de muro me llevó por delante, y mi cuerpo estrelló contra una de las paredes de otra casa. Por unos segundos, la capacidad de respirar despareció de mi, y el cuerpo oprimido, me hicieron gemir, aunque la falta de aire, hizo que emitiera únicamente un quejido débil y casi inaudible. Podía oír a Shikamaru llamarme, y entre el bullicio de mis sentidos revueltos, escuché un grito de advertencia, suplicando que me levantara.
Sentí un breve alivio cuando la piedra fue apartada de mi, pero se esfumó tan rápidamente como cuando unas manos se aferraron fuertemente entorno a mi cuello y me elevaron del suelo. Mi cuerpo estaba evidentemente débil, por lo que tal muñeca de trapo, quedé inerte colgando. Tardé unos segundos en poder reaccionar, e hice uso de toda mi voluntad para abrir los ojos, así como para llevar las manos hacia los brazos de mi captor, que vanamente, intenté apretujar. La venda que envolvía mi brazo empezaba a desprenderse, y junto a ella, la sangre empezó a brotar increíblemente rápido, mezclándose con la suciedad.
Era una muchacha, de cabello rubio ceniza, ondulado y largo, algo enmarañado. Sus facciones parecían finas, pero la expresión de pura rabia que tenía en su rostro las volvía muchísimo más duras. Sus ojos zafiro, me miraban fijamente, la pupila era diminuta, y destilaban odio y rencor. Sus dientes estaban apretados con tanta fuerza, que parecía que en cualquier momento, fueran a quebrarse...
—Yume...
—He esperado tanto por este momento...
Posiblemente había sido una de las misiones más duras que jamás habían tenido. El enfrentamiento con los Akatsuki habían dejado a todos exhaustos, y el hecho de que casi lograran matar a Gaara, había hecho más mella. Pero aquello que más conmoción había causado fue la muerte de la vieja Chiyo, quien se había sacrificado para salvar al joven pelirrojo.
Neji no se quedó en la celebración ni el funeral, se apresuró a recoger sus cosas, vendar de manera rápida sus heridas, y emprender marcha.
—¿Neji? ¿Adónde vas? —Tenten se acercó a su compañero lentamente, observando como ataba la hebilla de su mochila alrededor de su pecho. Éste no respondió, pero eso bastó a la muchacha para saber qué iba a hacer—. Vas a buscar a Ayaka...
La sonrisa que se estampó en sus labios, no llegó a sus ojos. La castaña suspiró, miró al cielo, y dijo:
—Supongo que ya no hay nada que hacer, ¿no? —Neji la observó, sabiendo perfectamente qué quería decir—. Entonces... Voy contigo. Somos compañeros, ¿no? Siempre te apoyaré en todo.
El Hyuga sonrió levemente, así como asintió.
—Yo también iré —Gaara se acercó a ellos, ya mucho mejor.
—No creo que sea lo mejor, la recuperación es vital ahora, ha sido un mal trago para usted, Kazekage-sama, debe descansar —murmuró Neji.
—¿Vais a por Ayaka? —se acercó Naruto, sin dar tiempo a Gaara para responder, con sus ojos brillando. Sakura también—, ¡nosotros también vamos! ¿no, Sakura-chan?
—Claro —sonrió.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro