Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23


—Despierta...

Fue un simple susurro que se internó en mis oídos, pero que bastó para que mis ojos se abrieran rápidamente y con dolor.

Estaba en una habitación luminosa, de paredes altas y blancas, tanto, que mi sensible retina se resentía por ello. El suelo estaba alfombrado por una moqueta beige, impecable. Habían sólo dos ventanas en una misma pared, y ambas abiertas de par en par. Entraba por ellas una cálida brisa, que traía consigo un aroma que me recordaba a la primavera en su máximo apogeo.

Me levanté lentamente, temiendo que fuera a dolerme cada rincón de mi cuerpo. Sin embargo, me sentía liviana, como una pluma. Al agachar mi mirada para inspeccionar mi propio cuerpo para convencerme, me topé con un vestido blanco, de seda, y lo bastante largo como para arrastrarse por el suelo. Las mangas eran muy largas, y unas ranuras en mis hombros dejaban mi piel expuestas, aunque era tan blanca, que se confundía fácilmente con la tela. Mis pies también estaban desnudos, acariciando suavemente la tela bajo ellos.

Entre silenciosos y lentos pasos me dirigí hacia una de las ventas, y me incliné en ella con ambas manos apoyadas en el alféizar. Me ofrecía las vistas de un enorme campo bañado en verde y grumos de flores de todos los colores y tamaños. Podía ver en la lejanía como se iniciaba un bosque espeso y de enormes árboles, que parecían rozar el cielo con sus frondosas copas.

—Es precioso, ¿no es así? —murmuró una voz tras de mí.

Sorprendida me giré para encontrar al autor de dicha voz, dispuesta a soltar una sarta de infortunios a fuera quien fuera que me había atacado y secuestrado.

No obstante, enmudecí.

Sentí como mis mejillas se ruborizaban terriblemente, y mi cuerpo se encogía ante él. Era un hombre, a mitad de la veintena seguramente. Su cabello de color chocolate caía más allá de sus hombros, desordenadamente. Parte de éste lo llevaba recogido en una semicoleta alta, dejando a su rostro prácticamente descubierto de cualquier mechón. Su rostro era afilado, piel muy levemente dorada, nariz larga y fina. Sus ojos, repletos de espesas pestañas, del color ámbar más bello que había visto jamás. Me escudriñaban profundamente, como si pudieran ver a través de mi.

Sus labios, al ver que no decía nada, se curvaron en lo que parecía ser una sonrisa cargada de ternura.

—No temas... —fue un susurro, débil, igual que el que le haría a un gato atemorizado, con la intención de que se acercara y poder acariciar su lomo. Quise abrir la boca para siquiera decir algo, para gritar, o preguntar quién era, pero por alguna razón, la voz parecía haberse esfumado, así que cuando abrí la boca, sólo pude dejar escapar un suspiro. El siguió acercándose, y con cada paso, mi cuerpo, contrario a tensarse, se relajaba y caía en una especie de trance agradable de remolinos placenteros. Cuando estuvo sólo a unos centímetros frente a mí, susurré, con voz débil.

—¿Quién... eres?

Él ladeó la cabeza, y tras mover sus pupilas por mi rostro, en una breve pero intensa inspección, respondió.

—Mi nombre es Yu —murmuró—... Himitsu.

La voz áspera y aguda de Neji interrumpió la conversación, con un severo ''qué'', que logró helar las almas de los presentes. Sus ojos, que siempre habían permanecido impasibles, se quebraron en un sólo segundo, pero que bastó para que todos se dieran cuenta de lo profundo que había calado esa noticia en él.

Tsunade alzó la mirada para observarlo.

Era algo que ya sabíamos, Neji —reconoció—. Era nuestra intención desde un principio.

Os habéis basado en suposiciones, si realmente ella no es quien creemos que es, morirá —murmuró Lee, consternado.

Es un riesgo que debemos tomar... —añadió Kakashi, con su único ojo visible claramente serio.

Naruto estaba en silencio, mirando a la nada. Se sentía contradecido, ¿salvar a Gaara o Ayaka? Dos grandes amigos que estimaba prácticamente por igual, ambos al borde del abismo que significaba la muerte. Sakura se giró hacia él, y posó su mano en su hombro, en un claro señal de apoyo, prediciendo entonces el dilema que se pasaba por el corazón de su mejor amigo rubio.

Debemos ir a buscarla —sentenció la pequeña Hyuga, con una determinación poco usual en ella.

Fue entonces cuando Temari, con un semblante de enfado, se incorporó.

¿Y qué pasará con Gaara? —inquirió con enfado—, ¡si ella está en esa situación es por su ineptitud, en cambio, Gaara ha sido secuestrado! —gritó. Su rostro se enrojeció.

De nuevo el silencio cayó sobre ellos. Se miraban unos a otros, en un silencio que decía mucho más de lo que aparentaba.

Nos dividiremos en dos equipos.

El cielo se había nublado, lo sabía porque la luz clara que había estado entrando hasta entonces, se había atenuado notablemente. Sin embrago, no me moví un sólo milímetro.

Él se mostró sorprendido cuando lo empujé con fuerza lejos de mi, aunque tampoco fue suficiente, por eso mismo, di dos pasos hacia atrás para distanciarme yo. Nos mirábamos fijamente, sin decir absolutamente nada, siendo el silencio interrumpido únicamente por el sonido del viento correr en el exterior. En la lejanía, resonaban truenos que anunciaban una próxima tormenta.

—¿Himitsu?

No, era imposible. Había sido un clan completamente exterminado, desde el primero hasta el último miembro. Lo había leído, y los dominios estaban completamente desiertos.

—¿Te sorprende? —susurró él—, ¿por qué?

—Todos están muertos...

—¿Quién te lo ha asegurado?

¿Quién lo había hecho realmente? ¿un simple documento? ¿palabras escritas por alguien que realmente, no podía asegurarlo?

—¿Cómo te llamas?

—Alessya —respondí con voz queda—, ¿hay más de tu... clan, aquí? —sus ojos se achicaron.

—No, no hay más —dijo—. Estoy solo.

Un rayo iluminó todo por unos segundos, y por inercia, me giré para observar por la ventana. El cielo había oscurecido, tanto, que parecía de noche, y las primeras gotas de agua despertaban el olor a humedad que tanto amaba.

—Que extraño —salté cuando él estuvo a mi lado, observando también a través de la ventana—, nunca llueve aquí...

Naruto siguió mirando hacia el horizonte. Empezaba a anochecer, y debían partir cuánto antes, pues el tiempo corría y sus amigos corrían peligro...

Naruto.

Suspiró pesadamente, y dejó de mirar el cielo para observar a su compañero y amigo Shikamaru. Éste aún tenía el ojo levemente morado, y algún que otro rasguño remarcaba en su rostro níveo. Miró fijamente a sus ojos, y sonrió al ver la determinación en ellos.

Encontraremos a ambos... No tienes que preocuparte... —dijo el Nara.

Es duro sentirse traicionado... Estaba sola, Shikamaru, y pretendieron acogerla sólo por una sospecha. Seguramente se dio cuenta, y debió sentirse mal y triste, porque aquellos en los que confiaba no lo hacían recíprocamente... —se puso a su lado y también miró al cielo. Las nubes, aquellas que tanto le gustaban, estaba oscureciéndose y pronto se mimetizarían en la espesa oscuridad de la noche—. Sé cómo se siente todo eso, y me hace sentirme aún peor...

No tienes culpa de nada, eso tengo por seguro, Naruto —aseguró—. Tranquilo, la encontraremos y traeremos del vuelta sana y salva. Tu debes encargarte de encontrar a Gaara y patear el trasero de esos Akatsuki —murmuró finalmente, con la intención de animar al chico.

Recelosa me mantuve lejos de él, mirándolo fijamente, esperando cualquier paso en falso que me indicara sus malas intenciones. Eso jamás ocurrió.

—Debes tener hambre —se giró, me miró tiernamente—. Ven.

Pasó por mi lado y salió de la habitación. Me quedé ahí estática, sin saber muy bien qué hacer. De fondo se oían las gotas golpear contra el firmamento con rudeza, mientras que aún más en la lejanía, se oían las hojas de los árboles creando aquel rumor tan bello.

Decidí seguirlo, ya que en realidad, no tenía muchas más opciones. Cuando salí al pasillo, me encontré con que era mucho más largo de lo que esperaba. Se hacía extenso y se perdía en una oscuridad espesa que no me invitaba, precisamente, a investigar. Por las escaleras, desde abajo, provenía una luz tenue que me ayudaba a no forzar tanto la vista, y supuse que este tal Yu estaría abajo.

La madera retumbaba bajo mis pies cada vez que pisaba un escalón, y eso lo único que provocaba era que mis nervios se crisparan de tal manera, que gruñí un par de veces.

Una vez abajo, me dejé guiar por la voz, hasta que llegué a la cocina. Era bastante grande, con una alacena en un extremo, una mesa de madera oscura en el centro, una isla en la que ese hombre se encontraba cortando un puerro, y una nevera detrás de él, junto al fregadero.

Me detuve en el marco de la puerta, y aprovechando que al parecer, no había notado mi presencia —o que simplemente había preferido ignorarme— lo observé. Graciosamente se había puesto un delantal blanco, y remangado sus mangas para que no ensuciarse. Habilidosamente cortaba la verdura, con una mirada de concentración pura. Su cabello caía hacia delante cada vez un poco más, conforme iba inclinándose para moverse entre los utensilios.

Cuando hubo cortado todas las verduras y las había puesto muy ordenadamente en platos diferentes, se dispuso a ponerlo todo en los fogones. Poco a poco fue añadiendo los ingredientes, y yo sonreí.

—La cebolla se pone después —murmuré al ver como inclinaba el plato, dispuesto a añadir dicho ingrediente.

Alzó la mirada y posó su ojos ámbar en mi. Me enrojecí terriblemente y sólo ahí me di cuenta de lo insensata que estaba siendo, teniendo en cuenta que no sabía quién era y me había secuestrado probablemente.

Sonrió tan abiertamente, mostrando todos los dientes. Sus ojos brillaron.

—Cierto, cierto —susurró—... Siempre me pasa lo mismo, ¡menos mal que me lo has recordado! —murmuró algo más, pero no llegué a escucharlo.

Sólo hubo unos instantes más de silencio entre nosotros, luego, cuando pareció terminar con su deber, se giró para observarme, con una sonrisa casi maternal en el rostro.

—Mientras esto se hace, siéntate, seguramente tengas muchas preguntas por hacerme...

Lentamente arrastró una de las sillas que reposaba ordenadamente bajo la mesa, y se sentó. En ningún momento apartó la vista de mi, esperando a que yo imitara su gesto. Me costó, fundamentalmente por desconfianza, pero finalmente, me di cuenta que ahí de pie parecía tonta.

Había una pequeña ventana detrás de mi, la cual daba a lo que parecía ser el patio trasero. Estaba abierta, y entraba por ella un viento frío que calaría a cualquiera, sin embargo, a mi en esos instantes en los que la adrenalina, y miles de sentimientos más, corrían por mis venas, y calentaban mi piel a niveles anormales, me iba de maravilla ese fresco. Conforme pasaban los minutos, la lluvia se intensificaba más y más, y daba paso a una tormenta que azotaba los muros de la casa con violencia. Rayos, relámpagos y viento vagaban libres en esos instantes.

—¿Qué ocurrió? —me atreví a preguntar, ya que al parecer, él no iba a ser el que empezara la conversación.

—Te atacó Suzu —aseguró—... es una chica muy temperamental y desconfiada, por lo que al verte por los dominios, se asustó y te atacó.

—Pero... has dicho que estabas solo.

—Lo estoy.

—Pero... —negó con la cabeza varias veces.

—Estoy solo aquí, pero fuera hay más gente.

—¿Dónde está ella ahora? —inquirí, temiendo que volviera a aparecer.

—Tranquila, no puede entrar aquí. Además, debe estar durmiendo.

Noté como su tono de voz de oscurecía al decir eso, y asustada, decidí que no iba a indagar más en el tema. Busqué en mi mente más preguntas, y con la concentración, llevé mi mano al pecho. Allí las yemas de mis dedos se toparon con algo tibio y sólido, y al acunarlo en ellas, me encontré con el colgante del búho. ¿Cómo había llegado ahí? Si me lo había puesto, no lo recordaba. Lo desprendí de la hebilla y se lo acerqué a Yu.

—¿Qué es esto?

Por primera vez en las pocas horas que lo conocía, su máscara de indiferencia e inocencia se rompió por completo, y sus ojos se abrieron de par en par. Me lo arrebató.

—¿Qué haces con esto? ¿de dónde lo has sacado? —esas preguntas sonaron más agresivas de lo que hubiera preferido.

—¡No lo sé! Ese maldito búho me sigue a todas partes, ¡no sé como lo hace! Pero siempre está ahí... —solté, con temor que pensara que estaba loca.

Probablemente notó la veracidad en mis palabras, por que se relajó notablemente.

Con la caída de la noche ambos equipos partieron en diferentes direcciones. Hacia el oeste, el equipo de Kakashi, junto al de Gai, en busca del Kazekage y hacia el este, el equipo de Asuma y Kurenai, al rescate de Ayaka.

En Seikatsu es fundamental tener una estrategia aseguró Shikamaru—. Todo aquel que entra ahí muere, por lo que tenemos que saber cómo movernos para salir vivos.

No sabemos qué es lo que ocurre dentro, así que tampoco podemos elaborar ningún plan —murmuró Shino—. Pueden entrar primero mis insectos e inspeccionar la zona, será más seguro así.

Es cierto, si lo localizamos antes a Ayaka, será más sencillo sacarla de ahí —dijo Ino.

Los jóvenes aguardaron por las afirmativas de los senseis, sin embargo, éstos no respondieron. Shikamaru se giró, y vio como el rostro de su ex-profesor estaba bañado por la preocupación, y en sus ojos brillaba el miedo puro.

Éste miró también al Nara, y suspirando, decidió que era momento de contarles la verdad a aquellos jóvenes. Contarles a qué se enfrentaban en realidad.


Este capítulo se alterna entre Konoha, y dónde quiera que esté Ayaka. Lo que quiero indicar es que esta parte de la historia llega a su fin. Quedarán de unos cinco a ocho capítulos más, y después, haré un corte abrupto. Para que entendáis, es porque esta historia en mi mente tiene dos grandes aventuras, y la primera ya se avecina, y la más importante, será en la siguiente parte, en la que, evidentemente, todo será más claro, increíble, y habrá más amor.

Mi problema con esta novela fundamentalmente es que empecé a escribirla en 2014, y mi manera de escribir ha cambiado tanto, que me está costando demasiado poder acomplarme a lo que tenía pensado en un principio, que ahora lo tengo más pulido... Pero bueno, ¡ya editaré!

Fuera de esto, ¡MUCHAS GRACIAS POR VUESTRO APOYO, PRECIOSAS!

Recordad que hay un grupo de Whatsapp :3 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro