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Paso a paso

RELATO POR MARIE:

Seguía en el estudio de Emiliano Colton, mi publicista y mi principal jefe de Branding, gracias a él Marie Baptiste es Marie Baptiste. 

Desde un principio fue él quien siempre estuvo de mi lado, en los cancelamientos y en las campañas de promociones. En mis pésimos videos y en los virales. 

En fin, Emiliano es la puta hostia.

Ahora deben estar pensando: ¿ya te acostaste con él? 

No, claro que no. Al menos que yo recuerde.

Es además de ser el punto neural detrás de Marie Baptiste, el padre de uno de mis mejores amigos: Lennox. 

¿Cómo describir a Lennox? Es muy atractivo, fanfarrón, mujeriego, irresponsable y excelente fotógrafo amigo. En pocas palabras, el mejor amigo que una influencer puede tener.

Gracias a él tenía las mejores portadas y photoshoots para festejar mi cumpleaños en mis redes sociales. Sólo él conocía cómo sacar provecho de mis mejores ángulos.

Y gracias a él y Louise, también tenía un inmenso dolor de cabeza. Porque en medio a mi última sesión de fotos comenzaron a discutir por lo de siempre. 

—Tenías que estar desde las ocho y treinta y así tener derecho de reclamar del vestuario o de las luces, Lennox— reprochaba Louise con su celular en mano y una tablet que seguramente tenía toda la agenda del día, mientras que con la otra trataba de señalar con su dedo índice hacia la cara de un Lennox con una terrible resaca.

—¿Qué estaba haciendo a las ocho y treinta? Oh, si... Despidiendo de mi apartamento a una de las chicas que conocí anoche. — provocó el fotógrafo con su sonrisa burlona. 

—Tenías que estar a las ocho y treinta. Créeme que tu actividad sexual me importa muy poco, irresponsable.— dijo ya con su vena en el cuello por estallar. Conociendo a Louise, estaba al tope de un pico de estrés. 

—¿En serio? ¿y por qué estas tan molesta? Pasé toda la noche despierto para llegar a tiempo.— continuó provocando, Lennox sabía muy bien cómo hacerla enojar. Era su pasatiempo favorito, luego de intentar coquetear o ligar con ella. 

—Lo voy a repetir, porque no estoy molesta: Tenías que estar aquí a las ocho y treinta. Pero llegaste dos horas después. Y ahora querés cambiar la decoración, las luces... Ser el hijo de Emiliano no te excusa de ser irresponsable.— y con eso Louise había justamente tocado en el punto frágil de mi mejor amigo: la relación con su padre. 

A ese punto las discusiones entre ambos parecían más insinuaciones que provocaciones. Porque ambos disfrutaban ampliamente sacar de quicio al otro. Por eso me acomodé en una silla que estaba allí cerca y continué asistiendo.

—Si quieres que esté a las ocho y treinta, la próxima vez puedes hacerlo personalmente. Con eso me refiero a recordármelo en la mañana, porque dormir... Esa es la última de todas las hazañas que pretendo hacer contigo, Louise— murmuró el fotógrafo, y luego no perdió de vista cada una de los movimientos de los labios de mi asesora.

—Y la última cosa que podría pensar en hacer contigo es revolcarme en tu cama. En eso estamos de acuerdo, Lennox Colton.—

—Me encantan las chicas creativas con sus fantasías.— dijo y luego giró hacia mi y siguió con su tarea. Dejando a una estupefacta Louise, que no entendía que había caído en el juego de Lennox. 

Le llevó casi un minuto recordar específicamente lo qué el quiso decir y así se fue del set, bramando de furia. 

No todos los días él podía salirse con la suya, pero cómo disfrutaba de provocarla con sus frases colmadas de segundas intenciones. Él siguió con su sonrisa brillante, mientras seguramente festejaba para sí eso gran logro.

Había mucha tensión sexual entre los dos, pero eran totalmente incompatibles. 

Ella era muy parecida a Ethan: responsable, disciplinada, una genia en su área. 

Y él era muy parecido a mi: irresponsable, desobediente, carismático y con muy poca memoria.

Pasamos una hora más, con un par de cambio de vestuario entre medio, hasta que decidí cuál vestido usaría en la noche. Y por supuesto con la aprobación de Lennox. 

Por otro lado, ya que había mencionado a Ethan, también pensaba en lo que me había sucedido temprano en la mañana cuando fui a asumir mi culpa ante Pilar, como una especie de confesión casi religiosa .

Otra vez me encerraré en uno de los escritorios del fondo, donde mi móvil estaba cargando. Comenzaría a escuchar las llamadas de aquella y así entender un poco más de lo que me quiso decir: Ethan debía aclarar lo sucedido.

Miraba la pantalla con todas las llamadas perdidas: Pilar, Louise y chats con Ethan. Había algo que no lograba comprender, pero que era más que obvio. 

Toda la mañana estaba martillando en mi mente aquella frase. Porque desde un comienzo la egoísta e irresponsable siempre fui yo. Pasé años perfeccionando las técnicas de explicar sin decir absolutamente nada, pero ahora Ethan también debía aclarar , según Pilar.

En la puerta golpearon para avisar que debía comenzar con los podcast. Louise había mandado a alguien a perseguirme si trataba de huir nuevamente o saltar algún punto de su planificación. Hice un par de señales que necesitaba un par de minutos más. 

Bajé la mirada nuevamente para la pantalla del móvil: llamadas de Pilar, Louise y chats con Ethan.

Pilar llamó porque seguramente fue hasta mi departamento y al de Ethan, como ambos no atendimos, fue fácil deducir que estábamos juntos.

Louise llamó porque debía hacer pruebas de vestuarios y grabar algunos vlogs y post para mis redes sociales. Y también porque Pilar le advirtió de mi desaparición.

Luego estaban los chats con Ethan. Pasé con el dos noches y un día que serían memorables, si tuviera una sana memoria. 

¿Chats con Ethan?

¿Por qué tendría chats con él, si estábamos demasiado ocupados engañando a su prometida?

Y para colmo me tropecé con ella y me deseo feliz cumpleaños, minutos después de comer  besos a Ethan en su consultorio.

 Este año no voy a sacar el premio de amiga del año.

Ya estaba decidido: comenzar a escuchar las llamadas de Pilar y luego lo demás. Así mi conciencia no estaría tan adolorida por las miles de reproches que debiera hacerme por cometer nuevamente el mismo error. 

De repente la alarma de mi celular sonaba para anunciarme que debía tomar la segunda pastilla del día. 

Rápidamente busque en mi bolso el recipiente plástico y sin pensar, totalmente automático abrí mi boca y tomé una.

Volví a observar la pantalla de mi móvil. 

Apreté el buzón de voz y comencé a escuchar las llamadas de Pilar. Luego caminé hacia la puerta y salí rumbo hacia el estudio de grabación del condenado podcast. 

Serían las 5 llamadas perdidas más frustrantes del día.

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