Mis recuerdos del pasado.
Relato por Leonel:
En el pub además de Marie, estaban los amigos con quien la vi la noche anterior. Ya parecían un poco más calmados uno con el otro y muy interesados en cómo ella sonreía al hablar apoyada sobre mi hombro.
Louise trataba de esquivar alguna que otra mirada de Lennox, pero lo cierto era que durante toda la noche, él estaba prendido de su cintura y ella no se negó a esa proximidad.
No por celos o por sentirse inseguro. Era para hacerla enojar y que ella le diera toda la atención que él necesitaba para poder arrancarle besos.
Lennox ya no estaba pendiente de todas las mujeres que estaban alrededor. Sólo estaba oyendo a Louise y sosteniendola a su lado, y con la otra mano a veces peinaba su cabello negro hacia atrás.
Ya Marie luego de la tercera botella de cerveza ya estaba sobre mi regazo. Lugar que le pertenecía indudablemente.
A parte del interrogatorio de la amiga, que por supuesto se preocupaba por ella, prometí que en la mañana muy temprano estaríamos en su departamento para ir hacia la célebre boda de sus amigos.
Esa noche nos fuimos a mi habitación, mientras que los otros decidieron ir a pasar la noche en el departamento de Marie.
Ni bien cerré la puerta ella subió a la cama y comenzó a sacarse la ropa, muy cuidadosamente. Quería que la viera con mucha atención, en particular a la ropa interior de encaje con transparencia que traía.
¿Cómo podía apartar los ojos de mi salvación? Si dependiera de mi, estaría observándola todo un día.
Porque esa mujer ya era mía.
Las transparencias eran el punto fuerte de su atuendo, sobre todo como las medias se amoldaban perfectamente a sus piernas y cómo me incitaba a sacarle con los dientes su tanga.
Tal vez lo arrancaría de una vez y la pondría de espaldas para sentir su cuerpo temblar con el placer que le darían mis dedos en su interior húmedo y excitante.
Al sacarse el corsé pude observar que tenía algunas cicatrices en su delicada espalda, la cual besé desde su nuca hasta sus muslos, mientras acariciaba sus pechos que perfectamente se encajaban en el agarre de mis manos.
Sólo le pedí que dejara sus medias, esas eran un accesorio que la dejaba más deliciosamente hermosa.
Afuera estaba oscuro, pero adentro de la habitación la luz del baño era lo único que daba algo de color a una atmósfera de jadeos y gemidos de ambos.
La tenía tumbada boca a bajo en mi cama mientras mordía suavemente su hombro y cuello, a la vez que mis manos estaban entre sus pliegues, entrando y saliendo de ella. Arrancándole gemidos tan fuertes que la hice llegar un par de veces antes de hundirme en ella tan al fondo y darle muy duro.
Su olor me embriagaba en un desenfrenada calentura, pero lo que más me envolvía era sus susurros y jadeos, murmurar mi nombre luego de avisar que estaba llegando. Como una buena chica.
En seguida la quería mirándome, así que la giré e hice que se sentara sobre mí, para que esos ojos fascinantes me indicaran que tanto le estaba gustando, cómo quería que la acariciaba, cuánto podía complacerla.
Quería que sus preciosos ojos verdes me miraran mientras la hacía llegar a otro orgasmo que la hizo temblar entre mis brazos.
Ella podía encenderme de tal forma que ni bien preguntó si podíamos hacerlo otra vez, ya estaba pronto para ella. Sola para ella.
Finalmente la acuné en mis brazos para dormir, mientras jugaba con su cabello castaño, aún algo mojado de sudor por todo lo que nos dejamos llevar.
Mi corazón nuevamente encontró, en el ritmo de su respiración y su calor, el lugar más seguro para cerrar los ojos y soñar con un futuro.
Ella era mía, de eso no había dudas.
Sin embargo sentía la necesidad de que todo comienzo con Marie fuera lo más sincero y transparente posible. En la mañana le contaría absolutamente todo, luego ella se sentiría más confinante para contarme cómo puede ser tan parecida a Lis, si es que hubiera una explicación lógica.
¿Había formulado un par de sospechas? Si, claro que si. Sobre todo de Pilar.
Apostaría lo que fuera en que ella y mi Marie eran hermanas.
RELATO POR MARIE:
Los rayos del sol y la terrible brisa helada me despertaron entre las sábanas del cuarto de hotel de Leonel.
También lo oí hablar cariñosamente con alguien por su móvil en el balcón. Cuando me vio despierta entró a la habitación y con algunas señales me preguntó si me había despertado con su conversación, sin colgar y tratando de explicar que estaba conmigo a alguien que sólo lo acribillaba a preguntas.
Entonces decidí saltar de la cama y encerrarme en el baño, mientras intentaba lucir una décima parte de la mujer que anoche lo dejó sin palabras a la vez que modelaba mi atuendo para él sobre la cama.
Y percibí mientras nuevamente retocaba la máscara de pestañas que no dejaba de sonreír recordando lo de anoche.
Estas en serios problemas, Marie. Ya te han atrapado. Me reprochaba frente al espejo.
Era como si Leonel conociera justamente lo que me gustaba, las posiciones, las palabras susurradas, el punto exacto de hacerme enloquecer por él.
Tardé un par de minutos, pero él seguía al teléfono explicando sus razones por estar descansando en Londres. Por supuesto que ya sabía que él no vivía aquí, pero me ahora me intrigaba saber dónde exactamente vivía.
Hasta que me atrapó por la cintura y me hizo sentarme otra vez sobre su regazo. En seguida me dio un beso en la frente y con su otra mano buscaba activar la alta voz de su móvil. Para hacerme parte de su conversación y presentarme a quién lo tenía en interrogatorio.
Era la voz de una chica, que se presentó como su hija. Fue muy dulce y educada. Hasta su nombre era hermoso como su voz: Camila. Al apenas oírla percibí que era muy inteligente y que conocía todas las ocurrencias de su padre.
Nos despedimos luego de cinco minutos de conversación y prometimos intercambiar números.
Si, también le daría mi número verdadero. Parecía ser buena chica.
Realmente me pareció un encanto de chica.
—¿Cuántos años tiene tu hija?— pregunté acomodándome en sus brazos, que seguían rodeándome.
—Tiene 20 años, los cumplió el mes pasado. — rio y luego trató de explicar, pues estaba tratando de realizar cuentas a que edad fue padre. — Fui padre a los 18 años. Y su madre tenía 16. Éramos muy jóvenes y un poco ansiosos, pero Camila fue la mejor obra de arte que hicimos juntos. —
—¿Y su madre? — me atreví a preguntar. Pero él cambió su sonrisa por una mirada esquiva, señaló que me sentara a su lado y con sus manos peinaba mi cabello a un costado.
Comenzó explicando que necesitaba decirme todo sobre su pasado, pero eso llevaría todo un día o más. El confiaba que lo entendería, porque no se trataba de nada planeado conocerme o estar conmigo.
Sus ojos azules como el océano en tempestad comenzaron a aguarse.
Era su verdad y quería compartirla conmigo.
Por eso busque apretar sus manos entre las mías mientras el relataba cómo conoció a la madre de su hija.
Eran dos niños cuando todo inició pero el ya había entregado su corazón a ella. En seguida se separaron y su madre lo llevó a Nueva York.
Leonel nunca olvidó a su primer amor y ni bien pudo regresó por ella. Él tenía 18 y ella dieciséis.
Mi corazón acompañaba el relato acelerado. Como si estuviera presente dentro de él. Veía que todo era verdad, estaba muy segura que no estaba ocultando nada.
Hasta que relató el accidente. Dio detalles específicos del viaje y dónde estaban. Salían de la fiesta de compromiso de la hermana de su mujer.
Contó lo doloroso que fue despertar y encontrarse solo. Que siempre trató de que su hija sintiera presente el recuerdo de su madre. Lo difícil que era responder porqué no estaban juntos los tres.
-¿Aún la amas?- pregunté limpiando las lágrimas en su rostro.
- Fue mi primer amor. La madre de mi hija, es una de las mujeres más importantes de mi vida.-
- ¿Por eso regresas a Londres todos los años?- insistí.
-Si. Hay respuestas que necesito. Pero su hermana me odia. -
Entonces mi memoria revivió cuando lo vi por primera vez. En el consultorio de Pilar.
Leonel era el extraño que dejó el ramo de flores que me llevé a casa.
También recordé que él me llamó de Lis y eso me hizo saltar de la cama.
¿Lis es la madre de su hija?
¿Dejó toda su historia con él por un accidente que no fue su culpa?
¿Y esa mujer fue capaz de abandonar su familia?
¿Cómo es posible que no regresó por su bebé?
Comencé a dar vueltas por la habitación, hasta que la alarma del celular indicó que era momento de tomar mi pastilla.
Leonel me ayudó a buscar un vaso con agua, mientras procuraba en mi bolso el frasco.
Sin pensar y esperar más lo abracé.
Leonel era una víctima más de Lis.
-¿Qué tan parecida soy a tu ex mujer?- exigí. Porque este asunto ya me tenía exacerbada.
-Fisicamente eres muy similar. Pero no eres ella, eso lo sé.-
- ¿Por qué Pilar mantuvo la mentira que Lis murió? ¿Ella no sabe que tiene una sobrina?-
-Si, lo sabe. Marie, ¿Qué sabes de Lis?- Y volvió a sentarse en la cama esperando mi respuesta.
Y entonces fue mi turno de contarle sobre Ethan y lo que ocurrió.
Era muy poca información. Pero le prometí que lo ayudaría a encontrar a esa maldita perra para que explicara porqué dejó atrás una hijita y su primer amor para correr detrás de Ethan.
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