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Hombro amigo

RELATO POR MARIE:

Después de despedirme de Leo, obviamente deshaciéndonos a besos en el ascensor, intercambiamos nuestros números y prometimos que esta "amistad" tendría muchas cosas a más que compartir. 

Si, quería otra noche con él. 

Lo confesé mientras sus manos se aferraban a mis senos por debajo de mi remera y sus labios me azotaban contra el espejo de aquel ascensor, que estaba ya casi empañado por el calor de nuestros cuerpos. Cualquier lugar que compartía con él, se volvía tórrido y húmedo.

Al llegar a la entrada del edificio, nos despedimos como buenos amigos, con un abrazo y una no tan inocente sonrisa en su cara. Él sabía que me había dejado expectante, este hombre sabía jugar muy bien. 

Y su juego era muy bueno. Estaba siendo atrapada, y lo quería.

En seguida volví a mi piso.

Cerré la puerta y casi olvidé a Isadora en mi sala, esperándome con nuestras tazas de café. Porque estaba ensimismada oliendo el perfume de Leo en mi ropa.

- Wow, Marie, hace mucho que no te veo sonreír así.- dijo e interrumpió mis evocaciones a lo que había pasado con Leonel justamente aquí, en mi departamento y pocos minutos atrás en el ascensor.

Me senté a su lado y traté de recomponer mi cordura. 

- OK, no lo voy esconder, fue la mejor noche de sexo que recuerdo.- y nos reímos en complicidad. Ella siempre se divertía oyendo todas mis locuras, le encantaban los detalles de cada perversión y de las anécdotas de cómo huía en la mañana siguiente. Isadora jamás haría lo mismo, sin embargo se divertía oyendo mis desventuras. 

Pero en seguida mi conciencia despertó, y me hizo acuerdo de que con su prometido también lo hice en un hotel y los flashes de ese recuerdo también me hicieron suspirar muy culpable.

Casi me ahogo con un sorbo de café, despejando de mi mente el recuerdo del sonido de la respiración de Ethan encima de mi. 

-Además está muy.. muy bien...- intentó explicar, haciendo muecas y gestos que hacían alusión a todo aquel parque de diversión en el abdomen y entre las piernas de Leonel , pero la corregí.

- Leo es un placer a la vista. Y no te imaginas qué otros placeres puede darte.-

Isadora seguía examinando mis expresiones mientras escuchaba cómo lo conocí anoche en el pub, pasando por nuestra invitación a retirarnos del baño y cómo nos desvelamos en mi cuarto.

-¿Y le diste tu número? ¿El número verdadero?- inquirió arqueando una ceja y abriendo su boca sorprendida.

-Si, lo hice. Quiero ir con él a tu boda, Isadora.-

- ¿Tanto así te gustó?  Woow, eso es increíble.-

- Si, lo admito. Pero no quiero hacerme ilusiones y que... Bien, no quiero hacerme daño.-

- ¿Y lo llevarás a mi boda? Yo no tengo ningún problema, y más por tu sonrisa que no logras borrar o esconder.-

- Si, quiero llevarlo. Presiento que me romperán el corazón otra vez, pero quiero seguir desvelándome con él. ¿Sueno como una tonta?-

- ¿Tu, Marie? Generalmente eres de la que huye de los compromisos. Y ahora acabas de invitar a un "amigo" a mi boda.-

Era como la segunda o tercera vez que Isadora repetía esas dos palabras que me hacía revolver el estómago por culpa.

Ahora era mi turno de observarla reírse y suspirar por las anécdotas que envolvían su vestido de novia, de los cambios a último momento del menú o de cómo su padre, Emiliano, estaba ansioso.

Pero lo peor venía enseguida.

- Ayer casi cancelé la boda. Por Ethan- y se quebró en llanto en mi frente.

Mi corazón recibió un disparo de adrenalina, imaginando que su prometido ya le había confesado todo.

Hasta que me di cuenta lo egoísta que sonaba solamente pensar en mí.

En mi frente una de las mejores almas que conocía se lamentaba por no ser amada y yo me lamentaba porque soy estúpida.

Pero espera un momento: ¿Ethan se atrevió a decir la verdad? Me pregunté aterrada.

Era lo mínimo que se merecía esta hermosa mujer que lo amaba con locura y qué yo ayudé a lastimar.

Marie, eres la peor persona. Retumbó en mi mente.

-Isadora... yo... No sé que decirte...-

-¿Qué puedes decirme que ya no lo sé, Marie? Ethan está aún enamorado de otra mujer.- sollozó.

Si, de Lis. Maldición, esa mujer parecía un alma penada en mi vida.  Me reprochaba.

Dejé mi taza de café sobre un mueble y decidí abrazarla. Era la menos indicada para ofrecerle un hombro amigo, pero era lo que debía hacer. 

Llámame hipócrita y descarada. 

Porque eso también lo sabía: Ethan se declaró enamorado de Lis.

Y lo hizo mientras estábamos juntos.

Y ahora viéndolo desde otro punto de vista ¿Por qué se había enredado conmigo y estar a punto de casarse con Isadora si estaba perdidamente enamorado de otra? Ethan también estaba muy equivocado en todo esto.

- En un principio hasta pensé que eras tú, Marie. Porque él trataba de estar siempre pendiente de ti... Pero luego descubrí que su nombre es Lis.- confesó Isadora, limpiándose las lágrimas que inundaban sus perfectas mejillas, dando otro sorbo a su café y acomodándose su alianza en su dedo. 

-¿Y qué más te dijo?- pregunté con mucho miedo. Aquí fueron los segundos más escalofriantes de mi triste vida. Yo esperaba mientras ella inhalaba el aire que le robó la confesión anterior.

Luego ella resopló mirándome con tristeza, e intentando sonreír.

- Que ella lo llamó el otro día, pero terminó todo definitivamente. Ella terminó con cualquier esperanza o perspectiva de reavivar su relación.-

- ¿En serio? ¿Y cómo lo hizo?.-

- Lis dijo a Ethan que ya lo había olvidado.-

Isadora relató cuidadosamente la extensa conversación que tuvo con su prometido. De cómo el fue quién pidió que quería otra oportunidad con ella para ser feliz.

Y por supuesto, con su inmenso corazón y su alma iluminada, Isadora lo perdonó.

Porque lo amaba.

Porque para ella era importante mirar hacia el frente.

Porque quería construir su vida con su príncipe azul.

Y porque en las mañanas siempre recordaría las razones por la que siempre lo elegirá a él.

Porque ese es el amor, lo construyes junto a la persona que conscientemente eliges, más allá de los defectos y virtudes.

El amor no lo encuentras, es decisión y compromiso.

Admiraba a Isadora.

Yo en su lugar sería un pozo de venganza y violencia. Pues ayer en la noche, fui movida más por despecho. Por mi orgullo herido. Nunca sería capaz de amar a alguien como ella amaba a su prometido. 

Siempre estaba escondiéndome de todos los que se aproximaban. Me aterraba ser una de esas chicas tontas que sufren por amor, arrugándose y envejeciendo por las preocupaciones de ser o no amadas. 

Más tarde nos despedimos.

Ella se fue a la casa en el campo de su familia. Donde se celebraría la renombrada boda.

Por mi parte, yo continúe con mi itinerario de las mañanas. Mi rutina de yoga que transmití en vivo a mis seguidores.

Repostear y agradecer algunos regalos que habían llegado desde mis redes sociales.

Intentar que Louise responda mis mensajes. No era la única que desaparecía, para colmo. 

Y luego recordar a Lennox las fotografías que debía mandarme para renovar mis perfiles.

Tomé mis medicamentos.

Decidí darme una ducha luego de intentar por última vez ubicar a Louise.

Pero luego opté por un relajante baño en mi tina. Preparé todas las sales y seleccioné las músicas que más me gustaban mientras me untaba las máscaras faciales.

Era un momento completamente mío.

Entre tanto, al desvestirme cuando percibí que la bañera estaba llena, noté algunas marcas en mi hombro. Debían ser de Leo.

Pero también me invadieron las dudas si pudo ser Ethan.

Entré al agua tibia y cerré los ojos para evadir tales pensamientos. 

Marie, él ya dijo que se va a alejar. Y fue la mejor idea, sin dudas. Me repetía una y otra vez.  

Creo que dormí unos minutos hasta que mi móvil comenzó a sonar otra vez.

Al fin Louise respondió que venía en camino.

Y Lennox que me envió lo que había prometido por correo.

Generalmente suelo encender algo de música mientras me relajo y estaba segura que lo había hecho antes de entrar a la bañera. En seguida me envolví en mi salto de baño para verificar lo que había ocurrido.

Pero el dispositivo estaba en pausa. Por lo cual me reproche de lo distraída que estaba siendo. Al voltearme a mirar mi reflejo en el espero, que estaba empapado por la condensación, leí un mensaje escrito con uno de mis labiales preferidos.

"No vayas a la boda."

Salí del baño corriendo hasta la sala, envuelta en una bata y mojando todo el piso. 

Miraba por todos los rincones si alguien había estado allí.

¿Por qué esto estaba sucediendo otra vez?

Temblaba sosteniendo mi móvil, que vibraba con algunas notificaciones. No lograba decidir a quién acudir. Pilar estaba en el hospital, Ethan e Isadora iban en camino a la finca de los Colton. Lennox estaría en su estudio. ¿A quién podría pedir ayuda?

Mi corazón parecía que iba a salir por mi boca, mientras volví a pasos lentos al baño. Debía tratar de averiguar de quién era esa letra, pero mis nervios me traicionaban. Mi mente comenzó a divagar entre los episodios anteriores, en los mensajes anteriores.

¿Sería la misma persona? ¿cómo logró entrar? ¿cómo sabía de iría a la boda? 

El mensaje seguía allí.

Estaba completamente sola.

Habían muy pocas personas que tenían la clave y la tarjeta para entrar a mi departamento.

Y una de ellas entraba justamente aquí.

Corrí a abrazarla ni bien dio tres pasos hacia mí.

Louise no entendía nada de lo que había sucedido. Pero no me soltó ni por un segundo.

Volví a respirar cuando oí su "ya estoy aquí".

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