Amenazas
RELATO POR LEONEL:
Marie seguía temblando entre mis brazos. No por el frío.
Sus manos y su frente sudaban como si estuviéramos en pleno verano. Pero su mente aún estaba en shock, nublada por la confusión de ver una muestra de vandalismo en la habitación que ocupabamos.
Alguien que seguramente no podía estar muy lejos y que se divertía causando este tipo de bromas estúpidas, como un niño.
Pero Marie tenía mucho miedo.
Louise se encargaba de buscar todas las cámaras de seguridad y la lista de invitados a la fiesta.
Mientras que el fotógrafo caminaba de un lado a otro con su cámara, registrando la amenaza escrita con labial rojo en la pared.
De pronto el patriarca de la familia Colton pidió que fuéramos a pasar la noche en la casa principal y al otro día marcharnos. Había conseguido que algunos empleados realizarán la limpieza y recuperarán nuestras cosas.
En verdad me sorprendió tanta atención y la disponibilidad de su tiempo para atender personalmente las exigencias que Louise hacia en nombre de Marie.
Por lo cual hasta la casa principal la llevé en mis brazos, escoltado por Louise y su mal genio. Mientras Lennox estaba discutiendo con su padre acerca de la decisión de traernos al fondo de la propiedad.
Pero ni bien pusimos un pie allí, el idiota del recién casado, ese tal Ethan me la sacó de mis brazos y la llevó hasta una sala u oficina.
Su mujer también asistía la escena con incredulidad, mientras oía de su hermano, Lennox lo que había ocurrido. Pero también percibí como me examinaba atentamente, más que a su propio esposo, quien se desbordaba de cuidados y palabras cariñosas a mi mujer.
Reconozco que él estaba calmando a Marie, quien comenzó a reaccionar y a responder con monosílabos a algunas preguntas. Pero me hacía hervir la sangre con su clara intención de quitarme lo que es mío.
El imbécil más de una vez trató de disimular su sonrisa irónica mientras me miraba de reojo.
Por otro lado, afuera de la sala Louise discutía con el encargado de la seguridad para obtener acceso a las cintas de seguridad de la finca principal.
¿Cómo alguien puede colarse a una fiesta, con tanta impunidad y desatar el caos ?
¿Cómo es posible que en una propiedad con tantas cámaras y personal encontrará una brecha para amenazar?
¿Por qué a Marie?
Eran muchas preguntas, lo sé. Pero debía distraerme para no caer a piñas encima del médico por tocar lo que era mío.
Hasta que Louise entró como un vendaval a la sala y sacó de las manos del médico una jeringa.
Esto puso extremadamente nerviosa a Marie, quien comenzó a llorar y saltó en mi brazos. Para enseguida desplomarse.
-Oye, tú, galán. Llévala al dormitorio.- señaló la morena mientras empujaba a Ethan hacia una esquina de la sala y este resoplaba enfurecido con sus manos en la cintura.
Lennox me ayudó a encontrar ese dormitorio y su hermana, la recién casada, seguía cada una de mis acciones y movimientos de cerca.
También me ayudó a duchar a Marie, quien volvió a sí, callada y distante. Aún así estaba pendiente de que estuviera allí, intercambiando miradas a veces.
Isadora sacó a su hermano de la habitación y también quería arrancarme de allí a toda costa, aunque viendo mi persistencia, sólo se limitó a acostarse al lado de su amiga y hacerla dormir mientras la abrazaba con tanta devoción, como si acunara a una niña pequeña.
Pronto mi salvación durmió, y uno de los empleados trajo mi valija con algunas de mis ropas para que pudiera ducharme.
Louise volvió a aparecer con su tablet y su celular. Al ver a Isadora junto a su amiga, carraspeo e hizo señales para que aquella saliera.
Las dos algo discutieron en los pasillos y luego la morena volvió a entrar al dormitorio.
-No te despegues de ella ni un segundo. ¿Me oyes? Confío en ti, galán, para que nadie se le acerque mientras atrapo a ese acosador.- y me golpeó el pecho con su puño cerrado.
-¿Sabes quién es, Louise?- pregunté, mientras preparaba mis ropas para entrar al baño para ducharme.
-Sólo sé que tú ni Lennox pudieron hacerlo. Los demás, incluyendo el perro de la familia tienen muchas cosas que explicarme. Y si te vas a duchar, cierra con llave el dormitorio.- y me tiró el manojo de llaves casi en el rostro.
Luego salió nuevamente. Señaló arriba de la puerta una cámara e hizo un gesto que me mantuviera callado.
Obedecí sus exigencias ya que viéndola en ese estado no era prudente contradecir a Louise.
Llamé a Camila, mi hija y traté de explicar porqué demoré en responder sus mensajes luego de ducharme y cambiarme de ropa.
Por supuesto que se preocupó por Marie y para calmarla mandé una foto de mi salvación durmiendo bajo las mantas. Sus mejillas ya estaban recuperando el color habitual y sus manos dejaron de temblar.
Decidí acostarme a su lado. Abrazando su alma dolida y asustadiza.
Si bien siempre lucía una brillante sonrisa y le encantaba ser el centro de las atenciones, tenía su sueño perturbado por fantasmas.
Eso me hizo recordar también a Lis.
El amor de mi vida cuando pequeña sufrió con la crianza de una madre adicta a los medicamentos y con tendencia suicida. Más de una vez tuvo que ver como la persona que debía protegerla y hacerla sentir segura pasaba días encerrada en su dormitorio inconsciente sin darle comida o cualquier tipo de señal de vida.
Si, nuestra familia jamás fue normal y saludable, solo aparentaba en las fotografías.
Ni la relación tóxica de mis padres, ni las constantes internaciones de la madre de Lis y Pilar, ni nuestro tío que apadrinó a estas trayéndonos a Londres.
Cuando me rendí al sueño, ella estaba abrazada a mi pecho, con una hermosa sonrisa mientras peinaba su cabello con mis dedos.
No obstante, la calma no duró mucho tiempo.
Desde afuera provenían gritos y acusaciones.
Una de ella era Louise, quien seguía rodeada de nerviosos empleados y guardias de seguridad.
Y en el otro corner del cuadrilátero, nada más ni nada menos que Pilar Linares.
Por alguna razón ahora su objetivo era Ethan.
Quien sólo la oía gesticular y seguramente amenazarlo.
Creo que la única quien no se sentía intimidada era Louise.
Las dos eran idénticas de cierta forma.
Oí que en la puerta alguien golpeaba y pedía para entrar.
Al abrir entró un muy agitado Lennox, quién me ayudó a arropar a Marie y sacarla de allí por la puerta trasera.
-Louise y Ethan la distraeran lo suficiente para que podamos salir por atrás. Luego nos encontraremos en el Hotel. Apúrate, Leonel.- explicó el fotógrafo.
-¿Ethan está ayudando?- dije incrédulo y llevando en mis brazos a mi salvación durmiendo profundamente.
-Si. No me agrada, pero es leal y jamás haría daño a Marie. Pilar no puede llevarla nuevamente al hospital. Marie odia estar internada y eso siempre la deja peor.- explicó señalando el camino para salir de la casa y entrar a una camioneta.
Algunos empleados venían con maletas y mantas. Lennox se sentó rápidamente en el asiento de piloto y yo a su lado. Luego con su celular llamo a alguien.
Louise salió corriendo por un ventanal y se subió al asiento trasero junto a Marie.
Ni bien cerró la morena la puerta, la camioneta arrancó por una senda que se desviaba del camino principal.
Todo indicaba que regresábamos a Londres, pero luego vi como en realidad Lennox trataba de llegar a otro lugar.
En un par de horas después estábamos llegando a una ciudad en las costas del sur.
Louise indicaba la ruta hacia una residencia cerca de un muelle.
-Pensé que íbamos al Hotel.- reclamó Lennox, mientras fregaba sus ojos.
-Es el primer lugar donde Pilar vendrá a buscarla. Luego se presentará con su tutor, vendrá con abogados y asistentes sociales.- enumeraba la morena con sus dedos y acomodando sus gafas.
-Entiendo, entiendo. ¿Cuál es tu plan, novia?- preguntó con una sonrisa juguetona mientras la observaba por el espejo retrovisor.
-Debemos dar el siguiente paso en nuestra relación falsa, mi amorcito. Bienvenidos a mi infierno personal.- ironizó y bajó del vehículo para saludar a una pareja mayor que salía de la casa a recibirnos.
Luego hizo señas para el fotógrafo que trataba saliva en seco a mi lado.
-Amigo, esto es lo que me enloquece de esta mujer.- confesó abrochandose el abrigo.
-Creo que son sus padres. Sigue el juego.- respondí.
-Ya lo sé. Louise no lo sabe aún, pero hoy mismo tendrá el anillo de mi familia en su mano.- y guiñó un ojo al salir.
De hecho ahora era Lennox que estaba disfrutando de las atenciones de los padres de Louise, quien asistía incrédula y pasmada como su padre saludaba con entusiasmo al fotógrafo que trataba de actuar muy entusiasmado al lado de ella.
Reí al percibir que ese par era tal para cual.
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