Capitulo 6: Elige las palabras.
Capítulo 6: Elige las palabras.
Erín tenía un gusto exquisito en la ropa. Pero ese día ella se había esmerado. Estaba vestida con un elegante y bonito vestido de mangas hasta los codos y lazo detrás, simple y vanguardista, color carne, con unos zapatos que le hacían juego y su maquillaje ese día estaba mejor que el de los otros días. Aunque ella siempre llevaba el peinado que por ética todas las demás empleadas de la empresa usaban, un recogido hacia atrás, simple, este día ella tenía un moño alto, en el tope de la cabeza, con unos cuantos flequillos afuera.
Era muy temprano, y Rochel se sorprendió al verla.
—Buenos días Rochel —Erín la saludó incluso antes de que ella terminara de entrar y escanearle la ropa.
—Hola Erín, ¡estás muy bonita hoy!, ¿Cuál es la ocasión?
—Nada, solo que hoy quería verme bien.
—Está bien, son unos buenos arranques esos.
Rochel se puso a revisar la bandeja de entrada de los correos, que era la principal fuente por la que entraba las citas y enviaban las ofertas a clientes potenciales. Erín se levantó con la cara seria y después de dar unos pasos pensativos salió de la oficina sin decir nada. Rochel dejó de mirar la pantalla y miró al escritorio de Erín, que estaba muy ordenado, encima de este, una carta con colores azul y lila. El objeto le parecía curioso, porque era infantil y no cuadraba con la escena.
En la empresa, todo era plano, de un color, o el matiz de uno. Todo iba de marrón a gris, de gris a negro, de negro a blanco. ¿Colores lila? En ninguna parte. Ni siquiera un folder. Dejó de mirar el objeto a la llegada de Erín.
—¿Qué tenemos para hoy Rochel? —Erín parecía forzar una sonrisa. Escondía una melancolía increíble. Sabia como se sentía y como se notaba, ella misma lo hacía muy a menudo.
—Tenemos una reunión con un cliente. Está interesado en comprar un apartamento amueblado en la costa, y ya conseguimos una buena oferta.
—¿Te das cuenta que si los complejos del italiano estuvieran ya hechos lo hubiésemos vendido a él? Lástima que lo quiera tan urgente. —Erín miró al techo—. Rochel, entonces iré a la reunión. No te preocupes, iré sola. Mientras, te puedes quedar y organizarme un poco el escritorio. Llevo días tratando de organizarme un poco y creo que con todo enredado no podré.
—Claro, está bien. —Rochel estuvo de acuerdo, poniéndose de pie para despedir a Erín.
Erín tomó su bolso y se encaminaba a salir, pero antes de hacerlo, miró atrás. —Por cierto, Rochel, creo que no volveré hoy, cuando termines te puedes ir.
Erín se fue finalmente. Rochel miró el escritorio y observó su orden. ¿Qué quería que organizara si todo a primera vista lo estaba? Levantó unos folders, dentro tenían perfiles de clientes de varias categorías, intermediarios, los que venden, y los que compran. Viendo todos los demás folders eran más de lo mismo.
Pensándolo seriamente llegó a la conclusión de que sí todo estaba mal organizado, así era muy difícil encontrar al cliente que querías en el momento que quisiese sin tener que observar todos y cada uno de los folders. Bajó todos los folders al piso y empezó a poner las páginas y a crear categorías.
Inversionistas, compradores, ingenieros, intermediarios, compañías de administración. Las categorías a su vez se dividían en los sectores en que trabajaban, sector turístico, urbano, costa, mediterráneo. Se tomó toda la mañana, ya cuando eran las doce y media una muchacha alta se apareció por la puerta sin tocar.
—¡Erín mi amor!
Rochel levantó la cara de desde debajo del escritorio, con unos documentos en las manos que no pertenecían a ninguna parte, pero lucían importantes.
—Oye tú no eres Erín.
—Ah gracias, no lo había notado.
La chica abrió los ojos en una mueca, pero antes de que hablara, Rochel dejó los documentos encima del escritorio y tendió su mano.
—Hola, soy Rochel, asistente personal de Erín, y ella no está, está en una reunión de negocios. ¿Le puede dejar un recado conmigo?
—Oh no, oh no. —Se dijo para sí misma más que para Rochel—. ¿Otra vez volvió a pasar cierto? Erín está harta de eso. Todos los años son iguales, ella tiene que recordarles a sus padres que es su cumpleaños, desde que tenía nueve años ha sido así. El año pasado dijo que no les seguiría recordando, al parecer ellos no la han felicitado, ¿cierto? No veo las flores que le regala su papá, no veo el vino favorito de su mamá.
—¿Es su cumpleaños? —Rochel se sintió sorprendida.
—¿Qué, eres sorda?
—Estaba un poco de mal humor, creo que se les olvidó a los padres.
—Que hijos de puta. La buscaré entonces, prometí no avisarles a ellos. Mis amigos están preparando una fiesta sorpresa para ella, al menos tendrá un poco de diversión.
—Sí, que lindo. —Rochel sonrió.
—Lamento que no puedas asistir Rojel, adiós.
—¿Rojel? —Rochel preguntó, pero la chica ya iba de salida.
Rochel se puso el cabello detrás de la oreja y respiró profundo. Esa amiga de Erín era extraña y tenia de esas miradas que te hacían sentir inferior.
Olvidando el episodio Rochel terminó de apilar los folders con los documentos categorizados y le hizo un folder a cada documento que no pertenecía a ninguna parte (por ese momento).
Salió de la oficina con su bolso a las una y media de la tarde. Ya había terminado de organizar y se iría a casa. Pero antes de hacerlo se sentía un poco mal por la situación de Erín, o sea, debía ser muy triste que tus padres no recordaran el día que viniste a su vida.
Rochel los juzgó dentro del ascensor mientras bajaba al primer y piso, e incluso cuando Miranda la llamó lo seguía pensando.
—Hey Rochel, ¿vas a almorzar tan tarde?
—Hola Miranda. Ya voy a casa. ¿Y tú?
Miranda señaló hacia atrás.
—Le buscaba a la señora unas pastillas que dejó en su camioneta. ¿Por qué te vas tan temprano?
Rochel miró hacia el edificio primero.
—Miranda, quiero hablar con tu jefa.
—¿Qué?, ¿para qué?
—Es urgente. —aseguró—. Vamos, llévame.
—¿Con que razón te hago pasar? Ro, ella es muy difícil, conseguir "verla" es un tanto complicado, ella trabaja más en organización interna.
—Es para decirle que me iré más temprano.
—¿Por qué no le dices a Erín, o a la recepcionista?
—Miranda, —Rochel parecía frustrada—, por favor, te explicaré en casa.
Miranda rodó los ojos.
—Está bien. Entrarás conmigo pero no que yo te invité a entrar, sino que más bien entraste sola. Mi trabajo pende de un hilo Rochel Rode, ¡de un hilo!
—¿Sabes lo dramática que eres? —Ro aseveró mientras le seguía.
Ambas caminaron, en la primera planta se encontraba la oficina de Margaret, pero antes de entrar a la oficina, la puerta se abrió, y una Margaret con un bolso azul cielo y zapatos al juego salía con su marido detrás de ella, siguiéndole. Rochel bajo la vista, lo que le faltaba. Cruzarse así tan en frente de él. Para su mala suerte Margaret se detuvo en frente de ellas dos.
—Te tomaste mucho tiempo, Miranda.
—Perdone, un poco sí.
—Señora Rode, —le dijo Margaret mirándola—, ¿hacia dónde va?
Entonces Rochel alzó la vista, y la primera mirada con la que se cruzó fue con la de Jorge, que no la había dejado de mirar, y la miraba, al parecer, tranquilo, y serio, lo que a ella molestaba. ¿Cómo lo hacía?, ¿Cómo actuaba tan normal después de lo que había pasado entre los dos? Era increíble. Ella apenas podía mirarlo a los ojos, o si quiera mirar los de Margaret.
—Erín tenía una reunión y me dejó arreglando y acomodando su oficina. Me dijo que no volvería así que me iré.
Margaret asintió y siguió caminando a la salida.
—Miranda, Jorge y yo iremos a almorzar, tomate también el día junto a tu amiga.
¿Iban a almorzar juntos? Se supone que era ese tipo de cosas que las parejas hacían, pasar el tiempo juntos. Rochel miró hacia otro lado. ¿Por qué tenía que molestarse en lo absoluto? Era absurdo.
—Erín estaba muy decepcionada porque dice que olvidaron su cumpleaños.
Jorge se detuvo y volteó a mirar de nuevo hacia donde estaban Miranda y Rochel.
—Es lo que queremos que piense. Nunca olvido. Le tenemos preparada una sorpresa.
»
Sea cual fuese la sorpresa, le sentó muy bien a Erín, porque al otro día ella estaba de mejor humor. Pero no lo comentó nada, y Rochel no quería ser metiche.
Tal vez sus padres no eran tan malos como se pintaba.
—Oh. Increíble. Rochel, ¿Cómo creaste este sistema? Es fantástico.
—Gracias Erín, siempre busco formas de ser eficiente.
Erín observaba el sistema en los documentos encima de escritorio.
—Eres genial, no cabe duda.
○
—Opino que fue de mal gusto que no te invitaran.
—Puedes parar con eso, fue hace demasiado tiempo.
—Dos días.
—Bueno, no. Ya, ni quería ir. No quiero nada que me vincule a ellos. Estoy buscando trabajo por internet y en el periódico. La verdad es que el trabajo es muy pesado. —Se quejó con Miranda.
—Yo me voy a sentir muy, muy decepcionada, pero si es lo que te hace feliz.
—Es lo que me hace feliz. —Rochel se levantó de la silla y fue a deshacerse del envase vacío de helado. Miranda le siguió y condujeron a casa. Se tiró en la cama.
"Nunca olvido."
A Rochel le gustaba pensar que Jorge elegía las palabras con las que le hablaba.
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