Capitulo 24: Trabajo de titanes.
Capitulo 24: Trabajo de titanes.
Ir al otro día a trabajar parecía un trabajo de titanes. Todo lo que Jorge le había dicho la hizo sentir muy... desequilibrada. En su mente pensaba una y otra vez en todo lo que le había dicho.
Por alguna razón quería llevarle la contraria.
Llegó más temprano de lo normal, y dejó a las chicas de las llamadas preparadas para empezar con las invitaciones. Ya de por si estaba estresada porque no tenía idea de cómo lograr que esos clientes aceptaran ir al lanzamiento de la campaña con tan poco días.
Fue temprano a ver el video que habían preparado del edificio, y después a ver el menú donde lo había cotizado. Terminó eligiendo el que la cayó mejor, no el que sabía mejor.
Cuando llegó el viernes había una reunión para preparar los últimos detalles. El salón de eventos del edificio estaba prácticamente como una canva en blanco, tenían planeado tener todas las sillas temprano en la mañana. Los letreros estaban envueltos en plástico. Y los broshures en sus cajas.
Toda la promoción tenía el nombre de Erín y de la compañía.
Erín se encontraba sentada en una de las sillas de la mesa ovalada del salón de reuniones. Margaret recogía sus cosas, una libreta de agenda, su Tablet de última generación y su teléfono celular inteligente. Miraba hacia abajo y Jorge aprovechaba para otra vez echarle la mirada a Rochel que estaba concentrada mirando a Erín mientras ella hablaba y anotaba una lista de cosas, a parte de la que había, de cosas que no podía faltar, e instigaba a Rochel sobre si estaba segura de que ya tenía todas esas cosas.
Le pareció increíblemente tierna en esa forma de sentarse. Se veía que estaba cansada, que tenía ojeras que ya no eran ocultadas por el maquillaje, y que sus labios rosados le llamaban la atención.
—Me voy, entonces. —Decía Margaret, había una persona más, una nueva asistente de Margaret que tenía que ser de la misma edad que Rochel, pero era bajita, como lo era Miranda. Se mantenía en silencio y era más porque se estaba durmiendo.
Rochel alzó la mirada y se cruzó con la mirada de Jorge que la miraba fijo, sabrá Dios por cuanto tiempo... se le secó la boca, y también sintió rabia, por cómo le había hablado. Le parecía irónico que él le dijera que no la quería ver la empresa y que la estuviera viendo en esos momentos.
Dejó de mirar a Jorge y siguió a la voz de Margaret que para su sorpresa la miraba a ella.
Sintió que su corazón aceleró su pulso. Sentía que podía colapsar en cualquier momento.
—Erín... mi amor, todo saldrá bien mañana. Es hora de ir a descansar.
—Está bien mamá. Yo y Ro revisamos algo y nos vamos en minutos. ¿Bien?
—Vámonos Jorge.
Jorge se levantó. —Ve primero, yo iré a revisar las cosas en el salón y luego bajo. A la vez espero que Erín salga del edificio.
—Adelante. No quiero que lleguen las nueve sin que estés en casa Erín. —Volteó a mirarla de nuevo, como una madre.
Entonces salió. Eran las ocho y media. Y Erín parecía una niña pequeña en esos instantes, porque cuando Margaret salió por la puerta se levantó, estiró las piernas y caminó por el lugar. Rochel no alzaba la mirada porque sospechaba que Jorge alternaba las miradas entre ella y su hija.
—Nos vamos. Te llevo Ro.
Rochel miró a Jorge. Pero no dijo nada. Simplemente no podía llevar a Erín a donde ella vivía. Era un sector un poco caro para que Rochel se lo pagara con su sueldo, aunque era uno bastante bueno, simplemente no daban todos los cálculos. Entro en un mini pánico y no respondió. Solo se puso a recoger todo de la mesa, sus cuadernos de apuntes estaba lleno de pequeñas listas que Erín había hecho nerviosa.
Las echó en su bolso, y con la mirada gacha se acercó a la puerta.
Erín se paró al lado de su papá. —Nos vemos en casa. Puedes seguirme atrás. Ya sabes que mami se molesta si llegamos antes de la hora que diga.
—Te escoltaré un par de cuadras, luego me desviaré. —Le comentaba, fue el último en salir y en apagar las luces y el aire central. Aunque todavía en el edificio se quedaban los guardias de turno armados para proteger el edificio de delincuentes nocturnos.
En el parqueo techado solo quedaban los dos vehículos de padre e hija. Rochel se subió en el asiento del copiloto, con un cierto mal humor, pensando que seguro debía contarle a Erín toda la verdad.
Pero después se dio cuenta que estaba siendo un tanto egoísta. El gran momento de Erín sería mañana, y decirle eso se lo podía arruinar.
Los miraba a ambos por el espejo de la puerta retrovisor. Sentía nostalgia de él. Y se sentía molesta también por eso, porque no podía seguir deseándole después de que él le dijera que no la quería ver más.
Se recostó del asiento cerrando los ojos y en vez de ver un manto negro lo veía a él.
Sintió cuando se subió Erín.
—¿Y bien, a dónde te llevo?
Rochel exhaló. —La parada del metro, la Joaquín Balaguer, ¿sí?
—Oh, vas a tomar el metro.
—Sí. —Mintió. Desde ahí solo caminaría unas cinco cuadras. En ese instante no le molestaba mucho si la asaltaban o cualquier cosa. Estaba agotada, por el trabajo, por Jorge, por todo.
Erín tampoco estaba mucho por hablar.
La dejó en la parada del metro y cuando vio que ella entró se marchó. Rochel esperó unos segundos, guardó su celular en su cintura y salió de la estación, caminó hacia el lado este. Tenía suerte de tener buen sentido de la orientación, con suerte llegaría a casa en una sola pieza. Lo máximo que se podían llevar era su cartera.
Santo Domingo, era gigante comparado con la ciudad donde había nacido, pero haber vivido fuera del país la hizo ser más valiente, sabia moverse al menos. Y además, tenía las llaves empuñadas en su mano. Al menos, algunos carros se movían por el área.
Vio la jepeta de Jorge pasarle por al lado y reducir la velocidad. Bajo el vidrio y se detuvo.
—Sube, te llevo.
—No gracias. —respondió y siguió caminando, ignorándole por completo. El volvió a acelerar.
—¿Vas a hacer un completo drama en la calle? Pensé que eras un poquito madura.
Rochel sintió que apagó el motor. Escuchó la puerta abrirse y después sintió unas manos sostenerla y darle la vuelta. Él estaba frente de ella, y unas personas, que caminaban por la otra acera los observaban.
—Te llevo, solo eso. Nada más. No hagas berrinches.
Rochel asintió, y se dejó llevar por él a la jeepeta. Le abrió la puerta y dejó que ella se subiera. Cerró la puerta, y miró como las personas que ya se alejaban por la acera seguían mirando hacia atrás.
Resopló molesto por ese pequeño espectáculo. Dio la vuelta y se montó en el vehículo. Encendió, y subió los vidrios de nuevo, que eran de un ahumado muy negro y no se veía hacia dentro.
Le tomó el rostro a Rochel para besarle.
Ambos, de alguna forma se extrañaban.
Cuando él se alejó, Rochel sintió que le quitaban un suspiro, ya estaba hecha gelatina. Se volvió a recostar del sillón y se sintió perdida. Con ganas de llorar, no se quería sentir así.
Fácilmente, el control de acceso dejo pasar el vehículo al complejo de apartamentos.
Apagó el vehículo y Rochel tuvo el presentimiento de que se iba a quedar, y que ella lo iba a dejar quedarse.
Sabía que inmediatamente cerraran la puerta del departamento, él le iba a guiar a la habitación, le iba a quitar la ropa y le iba a besar cada parte de su cuerpo con una extrema pasión, como si ella fuera lo único existente.
Iba a hacerla suya esa noche y ella estaba segura de que no haría nada para detenerlo porque en ese momento era todo lo que deseaba.
○
Rochel amaneció con alguien a su lado. Lo miraba un poco confundida. Lo despertó con suavidad, peinando sus cejas, vio esos ojos azules abrirse, y sintió todo su ser vibrar.
—Dormiste aquí.
Él gruñó como con sueño, se volteó para seguir durmiendo. El sol andaba perezoso, Rochel miró el reloj de pared a unos metros. Eran las seis y dos minutos.
Sintió que Jorge tomó su mano y le besó la palma. Después la dejó encima de su boca mientras aspiraba pesadamente.
—Quisiera despertar todos los días así. —Comentaba con su voz media dormida.
—Todavía puedes. —Rochel se acercó, mirándole a sus ojos azules. Le dejó un pequeño un beso en sus labios—. Quédate conmigo. ¿Me quieres?
Jorge le miraba, en su rostro había un fruncimiento de cejas. Metió su mano por debajo de su cabello y la acercó bruscamente para besarla con fuerza.
Rochel puso la mano en su cara para alejarse. —Me tengo que levantar. —Solo dijo.
Cuando ya volvía a la habitación, tenía unos jeans y una camisa, porque sabía que tenía que ver cómo iban todos los preparativos, después ella tendría tiempo para arreglarse para la noche.
Jorge igual ya tenía puesta la misma ropa de anoche.
—Tienes ropa aquí, cámbiate.
—No puedo, debo volver con la misma ropa. —Se rio de eso, le pasó por al lado dándole una nalgada, porque le encantaba como le quedaba ese jean.
Rochel se sorprendió los primeros segundos, después se quedó mirando la cama perfectamente tendida por él. Cuando salió a la sala vio que ya no había nadie, se había ido.
○
La noche de la gala ya todo estaba en manos de las personas que se encontraban recibiendo a las visitas y mostrando los videos o panfletos. Al menos la cantidad de personas que llegaron por las invitaciones telefónicas fueron muchas, por lo que por esa parte todo estaba cubierto. Además Erín se veía muy feliz.
Rochel no estaba muy de cerca. Estaba un poco apartada, y como siempre, acompañada de su fiel compañía: la mesa de bebidas y bocadillos.
—Qué suerte verte de nuevo. —El acento francés siempre lo delataba.
—Ollie, hola, me gustaría decir lo mismo, —Se chupaba los dedos, que se habían ensuciado con la crema de su pastelillo—, pero... me metiste en problemas la última vez.
—¿Problemas con quién?
Rochel, por primera vez, lo miró. Esa noche también estaba vestido formal, un traje color caoba que le quedaba como hecho a la medida. Ella se sintió hasta simple con su vestido negro de tachones. Al menos su maquillaje le hacía justicia y el moño era perfecto.
—Con quién más. —Solo dijo, mientras se metía todo lo que quedaba del pastelillo.
—¿Con tu amante, el señor Hernández?
Rochel abrió los ojos, solo en un radio de un segundo se dio cuenta de que lo había dicho en francés. Aun así se molestó.
—¿Qué está mal contigo? Si lo vas a decir, dilo, allí está un micrófono, deja de torturarnos.
—Lo siento. Solo trato de saber de quién me hablas.
Rochel tomó otro panecillo, se entretenía comiéndole primero la crema de encima. —Por fin puedo descansar del estrés.
—Necesitas un descanso de todo, si me preguntas. —El complementó, poniéndose las manos en los bolsillos. Alzaba las cejas, pero lucia muy calmado.
—Ve a felicitar a Erín.
—Creo que está un poco ocupada. —Miraba a la dirección de Erín, estaba, como quien dice, rodeada de personas, felicitándola o cualquier cosa.
—Haz fila. —Bajo el pastelillo.
Ollie negó riéndose por lo bajo. —Tú necesitas descanso, tiene un descontrol alimenticio y no te veo tan bien...
—Estoy bien. De hecho, después de que me metieras en problemas, nos reconciliamos. —Se le acercó susurrando, en francés—. No se lo digas a nadie, pero siento que se va a divorciar, para estar conmigo.
Ollie asintió incrédulo, con una sonrisa de lado seductora. —¿En serio le crees? Mira hacia allá. —Puso su mano en su cintura y le dio un poco la vuelta, para que mirara al otro lado del salón, cerca de una maqueta gigante donde estaba una construcción a escala de los distintos modelos de vivienda.
Jorge tenía a Margaret debajo de su brazo, muy cerca de él, y ambos tenían una sonrisa mientras hablaban con otra pareja, parecían viejos amigos.
Rochel entendió en ese preciso momento cuál era su lugar en todo esto. Ella nunca iba a estar en ese lugar donde estaba Margaret.
¿Cómo le podía decir que quería amanecer con ella así, si después, tan solo unas horas después, estaría con otra, abrazándola?
—Bien, probaste un punto. Me siento patética. Demasiado. —Rochel dejó de mirar, quitando la mano de Ollie de su cintura—. Es como que en serio, debería de irme a casa. Mi trabajo terminó aquí.
—¿A casa?
—Es más penoso aún. —Le dio el frente a Ollie, y por alguna razón él no quitaba la manos de su cintura.
—Puedes ponerlo celoso, si quieres. Te puedo besar aquí. No importaría. —Le sugirió, y sonreía, no quitaba la sonrisa.
—Me estuvieron al despedir por solo salir contigo. So, no gracias. Además, no quiero darle celos, no quiero nada de esto, quisiera un boleto aéreo y volver con mi mamá sin importar que tan mal la pase allá.
Ollie asentía.
—Claro. Te lo compraré.
Rochel rodó los ojos. Ya libre, se cruzó de brazos, y volvió a mirar de nuevo hacia donde Jorge, quien ahora lanzaba miradas hacia donde ellos, aparentemente con un deje de molestia, que ocultaba bien con su sonrisa, y que solo lo decía su mirada.
—¿En serio harás eso?
—Puedes irte mañana si quieres, cuando decidas. Haz tus maletas, llámame, te llevo al aeropuerto.
Rochel sintió que el cuerpo le quemaba. Estaba decidida a tomar la decisión.
—Sí. Me iré.
○○○○
yeah, yeah. I am sorry 4 being late as well.
Yo no voy a estar prometiendo nada, ni fecha de actualizaciones ni parecido, voy a actualizar en cuanto el cap este listo. Ya sea mañana o en diciembre. Quién sabe.
Aprecio mucho su paciencia chicxs, aprecio mucho que lean también, por favor no piensen que no los tomo en cuenta. Pero tampoco yo escribo forzado, de verdad que escribo por gusto y tiene que salir así. Como sea, a mi me gusta pila esta historia, y como siempre yo me obsesiono con los mis finales. Pero anyway, estamos al menos a mitad de camino :)
A mi me encanta comentar sobre los caps, pero dsps de una mala experiencia solo voy a colgarlos y a pedir excusas por las updates lentas.
¿Uds saben que sería un regalo de navidad bacano? Que esta historia ya estuviese terminada para antes del 2018!!! :D
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