ERICK

La noche estaba yendo de maravilla hasta que llegó ese imbécil. Había salido con Jared un rato para relajarnos un poco, las presiones de los últimos días me habían dejado un bastante estresado. Fuimos a un club diferente, uno nuevo que estaban inaugurando, el ambiente era genial y me la estaba pasando de maravilla. Jared me advirtió de la presencia del tal David, pero no le hice mucho caso hasta que se acercó a nosotros. Me molestaba muchísimo que Jared le siguiera la corriente, pero me mantuve al margen evitando un mal mayor.

Una cosa llevó a la otra, y entre trago y trago escuché que mencionaban el nombre de Alice. En ese momento sentí que algo me quemaba por dentro, pero decidí ignorarlo y seguir tomando. Jared se escuchaba muy animado pero todo empeoró cuando salió el tema de mi padre y el de Alice.

-Déjalo ya, David –le advierto.

-Es solo una pregunta –añade – ¿tienes la conciencia tan sucia como para responder? 

Siempre dicen que yo soy el que empiezo pero esta vez traté de impedirlo lo más que pude, pero no resultó.

-Bueno, que te importa –hablo más alto de lo normal –es problema mío y de Alice, de nadie más.

El chico o es de armas tomar o no me conocía lo suficiente como para hacerme enfadar de esa manera. Jared estaba un poco incómodo, trato de evadir el tema pero David seguía enfrascado en lo mismo.

-Te equivocas –dijo con un orgullo enaltecido – también es mi problema, porque Alice es mi novia.

Después de escuchar esas palabras el alcohol se subió a mi cabeza como si lo hubieran inyectado con una jeringa directo al cerebro y comencé a ver borroso. Sus palabras resonaron como un eco en mi cabeza y ya no pude pensar con claridad. Me abalancé encima de él, pero Jared consiguió detenerme antes de que le golpeara.

-¡Es mentira! –grité a todo pulmón mientras él reía como si estuviera trastornado.

-¡Eso quisieras!

No podía creer lo que decía,… ¿sería verdad?.... Solo quería asegurarme y llamarla pero estaba tan enfadado que en lugar de eso la amenacé. 

-¿Por qué hiciste eso bro? –dice Jared arrebatándome el teléfono de las manos –estás muy borracho, mejor vamos a casa.

Jared me metió casi a empujones al auto, encendió el motor y me llevó a su casa. Solo quería ir a verla y obligarla si era necesario para que me contara toda la verdad  pero Jared era más fuerte de lo que pensaba. No me permitía moverme, metió mi cabeza en la ducha fría y luego mandó a la muchacha del servicio a que me hiciera un café bien cargado.

-Erick no seas tan idiota, no ves que solo quiso provocarte –dice entregándome la taza de café.

-Creo que tienes razón pero de igual manera le preguntaré a Alice –le advertí para que no se atreviera a detenerme.

-Mañana, ahora descansa, no me hagas llamar a seguridad –ahora me amenaza.

-Solo te haré caso porque estoy muy cansado –digo con sorna y me acuesto.

Estaba exhausto, así es que me dormí rápidamente. Al día siguiente desperté más temprano de lo que había imaginado y sin avisar fui directo a la casa de Alice. Sabía que eso me ocasionaría problemas con su familia pero necesitaba saberlo.

Lancé piedrecitas a cualquier ventana esperando que saliera Alice y cuando la vi asomarse agradecí que fuera ella y no otro miembro de su familia.

-¡Qué quieres! –dice casi en un murmullo.

-¿Eres novia de David? –le suelto yendo directo al grano.

-¿Eres esquizofrénico?

-Solo responde la pregunta –le ordené malhumorado.

-Pues si, somos novios algún problema con eso –me espeta y me quedo de piedra –No somos nada tú y yo así es que no tienes derecho a reclamarme.

-Tranquila, no tengo ningún interés en que seamos algo más. Me resultas demasiado fácil de conseguir –mentí.

Mierda, ¿por qué tuve que decir aquello?

El rostro de Alice se tensó y abrió los ojos sorprendida. Se acercó a mí muy lentamente y de pronto me soltó una dura bofetada.

-Eres un estúpido y te mereces estar solo –masculló a centímetros de mi rostro antes de marcharse.

Ni yo mismo podía creer que le había hablado de esa manera, supongo que todo el rencor que tenía guardado desde la noche anterior salió sin que pudiera detenerlo, pero tenía mucha razón, era un estúpido y de los grandes pero que ella lo pensara…..

No, no dejaría que me dominara otra vez y menos después de lo que me enteré. Se acabó