*Nuevos enemigos*
P.o.V Celin
Llego a mi cuarto enojada con Morgan no puedo ver ahora a mis pacientes, y a ese hombre mucho menos. Nunca pensé que sería la atracción por un desconocido lo que me quitaría esos tirantes en mi interior, ese peso que he sentido muchas veces durante mi vida. Estoy súper trastocada, ¿cómo me puedo sentir tan identificada con alguien al que acabo de conocer?
"Vamos, Celin, esos pensamientos no te ayudan en nada", ¿en estos días mi conciencia habla más conmigo o será que me vuelvo loca?
Necesito hablar con alguien, necesito a mi "loca" mejor amiga, así que camino hacia mi cama, tomo el teléfono y marco su número.
–¿Celin?
–Dyne, ¡cómo quería hablar contigo loca!, ¿cómo te va?
–Nada, bien, pero es bastante aburrido en este hospital, no hay a quien mirar. ¿Y tú?, ¿cómo te va con tus peligrosos presos?
–Si supieras, amiga. Bueno hay cosas que no te puedo contar, pero no son peligrosos, aquí posiblemente sea más seguro que un hospital –le digo pensando en la seguridad.
–¡Qué bien!, pero cuenta,? algún hombre que te revolucione las hormonas por fin?
–Pues...
–¡Ay, Dios!, cuenta, cuenta... ¿está bueno?
–No sé qué decirte, aquí le dan de comer algo que no se vende en las tiendas, porque estos hombres están tremendos.
–Joder, Celin, no te habrás enamorado de un preso malo de esos, ¿verdad?
–Pues no, más bien es un guardia, moreno, tableta de chocolate, ojos ámbar, uve muy visible, y...
–Celin, yo quiero uno así, cuando terminemos esto del trabajo me llevas contigo. –Oigo que la llaman-– Oye me tengo que ir, pero no te pierdas, llámame más seguido.
–Está bien, besitos, loca.
–Chao, loki.
Más relajada decido tomar un baño, que mañana vuelvo al trabajo.
El día de hoy está siendo raro, empezando porque extraño a un hombre que ni siquiera conozco y porque las personas a mi alrededor me miran, y mucho. Será por mi berrinche de ayer, lo recuerdo y todavía quiero coger de las orejas a Morgan.
Voy directa al cuarto de Edward, pero al entrar no hay nadie. Furiosa, me voy a mi oficina y busco el expediente, quiero saber si lo movieran de lugar o se murió. Esta última idea la elimino rápido, él está bien, tanto así que casi se transformó.
Como no sé qué le ocurrió, voy a la oficina de Morgan y abro la puerta, al parecer me esperaba con una sonrisa. De momento me percato de que hay dos personas más en la habitación, así que opto por ser educada aunque lo que quiero es gritarle al condenado.
–¿Puedo pasar?
–Pues te diría que sí, si ya no estuvieras adentro.
–¿Siempre eres tan pesado?, dime ya dónde está mi paciente.
–El futuro alpha tenía algo que hacer...
–Pero...
–No te preocupes, él está bien. Ven que te voy a presentar a estos nuevos estudiantes, ella es Marisa y él es Dylan, como ves, son mellizos.
–Hola. Bueno, que les vaya bien, me voy a trabajar.
–Celin, no he terminado, ellos están a tu cargo, están aprendiendo a curar y esas cosas de médicos.
–¡Qué maravilla! ¿Pues a qué esperan? Nos vamos, no quiero estar ni un minuto más cerca de este arrogante.
–Celin...
–¿Algo que decir, Morgan?
¡Qué bien!, tengo dos nuevos compañeros de trabajo, son realmente bonitos, dos pelirrojos, con buen cuerpo. Son delgados, pero tiene un porte magnifico, claro que aquí quién no. Ella tiene los ojos verdes y él medio gris azulado. Dejo de mirarlos y salgo. Sé que me siguen, así que los guío a la sala y comenzamos a curar enfermos.
Al parecer no tienen miedo de curar, pero no saben cómo hacerlo, estos me dijeron que están comenzando sus carreras, no creo que sean buenos médicos, pero los cambiantes necesitan más de ellos.
En lo poco que hemos trabajado conversamos. A veces están mucho tiempo conmigo, y más Marisa, que me cae súper bien, tiene cuatro años más que yo, así que prácticamente tenemos la misma edad.
–Ehh, Celi, me han dicho que ayer curaste al futuro alpha, ¿qué te pareció?
De nuevo viene a mi mente Edward, creo que así se llama. No me puedo creer que ya esté babeando.
–Nada, es un prepotente, algo lindo.
–¿Te gusta? –me dice dándome una gran sonrisa y una mirada pícara.
–No lo sé, no me mires así. Realmente no lo sé, pero me siento atraída.
–¿Por qué a ustedes las mujeres humanas les cuesta tanto decir que sí os gustamos, y que estamos para comernos? –contesta Dylan recostado en la pared del hospital.
–Pero ¡qué creído el niño!, si ustedes son peores. Se encierran en sí mismos y no son capaces de expresar sus sentimientos por una mujer, como si eso los hiciera más débiles –le digo a Dylan.
–No lo escuches, Celin, estos cambiantes son tan creídos...
–Posesivos...
–Y nos saben sacar de quicio fácilmente.
Al escuchar todo esto, Dylan se va, ¿cómo se dice?, ah sí, con la cola entre las patas.
Me río de las cosas de Marisa, me cae genial. De momento miro mi reloj pensando en que el susodicho nunca me dio una hora para la cita.
–¿Por qué miras tanto el teléfono?, tu turno ya casi se acaba.
–Lo sé, puedo decirte algo... entre amigas.
–Claro, cuenta.
–Ed me invitó a una cita.
–¡UNA CITA! –De momento se hace el silencio en el hospital, todos nos miran, ¡joder!, qué pena. La tomo del brazo y caminamos hacia mi oficina, voy rezando por no haber tomado una mala decisión, y le digo:
–¡Shh!, baja la voz, ¿tú no ves que aquí todos saben quién es el futuro alpha?
–Ah, te da pena.
–No, por supuesto que no... solo que todavía ni siquiera tenemos la dichosa cita como para decir que andamos juntos.
–Ah, vale entiendo, disculpa es que yo soy así, volviendo al tema entonces, ¿no sabes la hora?
–Pues no.
–Oye, no pasa nada, ya te llamará, ahora vamos a tu casa y descansa un poco hasta que te llame.
Su teléfono suena, veo que lo mira, pero lo pone en su bolsillo y sigue caminando hacia mi casa.
–¿Te gustaría pasar?
–En otro momento, Celin, tengo algo que hacer.
Así se va, en minutos la pierdo en el hospital.
Entro a mi casa, tengo que prepararme para mi cita. Y media hora después se escuchan aullidos por doquier.
Joder con esta banda de locos, ah se me olvidaba, de lobos.
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