*Casualidad o no?*
P.o.V Celin
Ya llevo una semana y todo marcha bien, ya me he acostumbrado a trabajar en el hospital. He hablado con mi familia y les he explicado que la situación no es tan mala como pensábamos. Les he contado que no tienen muchos presos que atender y que la seguridad es estricta, así que no tienen de qué preocuparse. Y como podemos hablar todos los días después de terminar el trabajo, eso los calma más.
Por otro lado, no he podido hablar con el profesor, pero sigo intentándolo a cada rato, el muy hijo de p.... me debe muchas respuestas.
Mi tiempo aquí es prácticamente una rutina. Por las mañanas atiendo a todo tipo de pacientes, algunos graves porque al parecer están en guerra, aunque no me han querido revelar ningún detalle. En las noches realizo rondas de guardia con los pacientes graves, que solo se quedan en ese estado por poco tiempo.
He aprendido acerca de su curación rápida desde que vi al primer cambiante, y ahora conozco los beneficios, he llegado a ver a pacientes en estado crítico que en dos días están como nuevos otra vez. Realmente comprendo lo maravilloso de su genética, lo cual me hace pensar qué sería de los humanos si también tuviéramos estas capacidades, seríamos capaces de eliminar muchas enfermedades que asolan a la población. Pero aunque piense en eso sé que es poco probable que suceda.
Comienzo a estudiar sobre ellos, sobre su naturaleza, conozco las armas de lucha que más usan, pues la mayoría de los pacientes presentan heridas de garras, también sé que eso ocurre porque al parecer existen manadas muy salvajes que están en desacuerdo entre sí.
He visto también de primera mano lo posesivos que pueden ser con sus mujeres u hombres, territorios o sus crías, como me había explicado ya la señorita amenaza. A esta no la he vuelto a ver, y para colmo todavía ni su nombre me sé.
Morgan es otro que no he visto tampoco desde la primera noche, aunque he oído mencionar que está reuniendo información de los heridos que trato.
He presenciado alguna que otra pelea en el recinto. La primera vez me llevé un gran susto, porque más que peleas parecen batallas a muerte, pero me tranquilizo rápido diciendo que son algo normal y que nadie saldrá muy herido, son cosas normales entre los weres. Aunque solo me advirtieron después de parar una pelea en la que por poco me matan sin querer. A mi madre le hubiera dado un infarto si se entera de que me metí en medio de una pelea al estilo de la jungla con lobos y jaguares.
A pesar de esos pequeños altercados, no me quejo, he llegado a hacer migas con algunos de ellos, y son bastantes simpáticos.
Los que me enseñaron sobre lo que era un alfa, un beta y sobre la rara especie de curanderos que son capaces de cerrar heridas con la fuerza del "espíritu" o fuerza interna. Algunos de esta última especie son los otros médicos que trabajaban conmigo.
Debido a su poca capacidad de producir descendencia los hombres resguarda celosamente a sus mujeres, de ahí las peleas que ni sentido a veces tenían.
Mientras estoy recordando los días pasados, me interrumpen con la entrada de un paciente. Lo traen en una camilla, al parecer está noqueado.
Estudio su estado cuando lo acercan a mí, pero al estar frente a él, por alguna extraña razón, se me detiene la respiración. Algo en mi interior burbujea y siento una fuerte ira y dolor al verlo en ese estado, eso me deja muy desconcertada, porque después de haber estado con todos ellos pensaba que ya era inmune a todos los chicos guapos.
Pero me repongo de inmediato para trabajar.
Le tomo el pulso y compruebo que está estable, aunque al tocarlo siento una pequeña chispa que me recorre el cuerpo. La ignoro y continúo. Tiene una herida en el brazo derecho que es bastante grave, es de una considerable profundidad y en algunas partes deja ver el hueso, parece que su curación no está funcionando.
Lo sigo examinando, o más bien comiéndomelo con los ojos, pues no puedo quitarle los ojos de encima.
Es un hombre realmente guapo, mucho más alto que yo, aunque en realidad todos los cambiantes hombres que he visto hasta ahora lo son, con el pelo castaño oscuro. Mientras hago una valoración del hermoso espécimen de hombre que tengo delante no dejl de trabajar. Le quito la camisa y vislumbro su marcado abdomen y la marca sobre su corazón en forma de lobo, la que me dice que es un cambiante, mientras, le busco más heridas.
He aprendido los orígenes de las marcas gracias a Mac, uno de mis pacientes, que me explicó sobre la Diosa Luna, de la cual nunca antes había escuchado hablar.
-¿Dónde está Celin?
-Por aquí, ¿qué necesitas de mí, Morgan? Estoy atendiendo a un paciente -contesto mientras esterilizo las herramientas necesarias para tratar la herida.
Me sorprendo por la repentina llegada de Morgan, al cual no había visto desde que llegué aquí.
-Cúralo bien, y tienes que tener mucho cuidado cuando lo hagas, es alguien muy importante y no puedes permitirte fallar -me dice en un tono muy serio y mandón, por supuesto.
-Yo siempre tengo cuidado con todos mis pacientes -le respondo ofendida por dudar de mi profesionalidad y por la amenaza innecesaria.
Ignorándolo, procedo a desinfectar, coser y vendar la herida, para luego ponerle una transfusión de sangre e inyectarle algunos antibióticos.
Sin dedicarle otra mirada a Morgan, me voh a mi oficina, llevándome el expediente clínico para estudiarlo en detalle, pues la curiosidad de saber quién es el herido me mata.
Leo a fondo su expediente, y al ver su nombre descubro que es el hijo de la actual alfa de la manada de los hombres lobos y, por ende, el sucesor. Supe de su nombre en una de las conversaciones informativas que tuve con mis colegas. Sé que es importante por la advertencia de Morgan, pero no que fuera el próximo alfa. A pesar de la atracción y mi curiosidad hacia él, decido frenarme, después de todo no puedo ser irrespetuosa con el próximo alfa.
Empleo el tiempo que me queda para terminar mi turno completando historias clínicas. Cuando ya falta poco para las seis, decido hacer una última ronda a los pacientes para poder irme a descansar por hoy.
Mientras camino hacia la sala donde están los pacientes, oigo un alboroto, por lo que apurl el paso.
-¿Qué está pasando aquí?, ¿por qué hacen un escándalo donde los pacientes están descansando?
Entro mientras los regaño a todos, porque una de las cosas que más odio es los pacientes desobedientes y perturbadores del descanso de otros.
Al entrar a la sala lo primero que veo es un precioso lobo de pelaje gris, casi plateado, que está sujeto por varios hombres mientras intenta liberarse, pero en cuanto yo pongo el pie en la sala se calma. Entonces, el lobo se gira a mirarme con los ojos color ámbar más bonitos que yo he visto en mi vida.
Poco después de calmarse lo dejan libre en lo que comienza a cambiar. Yo sabiendo lo que viene a continuación cierro los ojos y me doy la vuelta. Otra cosa que he aprendido de los cambiantes es que no tienen absolutamente ningún pudor, y eso es algo a lo que todavía me resulta incómodo acostumbrarme.
Pero acordándome de que es el que ha causado el alboroto en mi sala me giro a ver quién es y descubro que se trata del sucesor del alfa, algo que no me importa cuando me preparo para regañarle.
-Acuéstese inmediatamente en esa cama, y dejen de hacer alboroto. Esto es una sala de pacientes y no un bayú, si algo te molesta, lo hablas con la enfermera de turno, no armas un escándalo, que aquí la gente está para recuperarse y descansar. Y desde ahora te voy a decir que no me importa quién eres afuera, dentro de esta sala eres mi paciente, y si algo no me gusta, es que estos sean desobedientes. Así que me haces el favor de portarte bien, porque si vuelves a hacer esto y se te abre la herida, te voy a sedar y no vas a poder despertarte hasta que estés completamente curado.
Y sin siquiera darle espacio a responder me acerco a él, que por alguna razón solo se queda parado mirándome, y lo obligo a acostarse de nuevo en la cama. Inspecciono la herida y veo que no se había abierto, por lo que sonrío satisfecha.
"Buen muchacho"
Desde que empecé a hablar, él solo se ha quedado mirándome. Me hace preguntarme si tiene alguna contusión.
-Lo siento, ¿te encuentras bien?...quizás fui demasiado dura, pero...
Mientras me disculpo, voy examinando su cabeza por si se ha dado en ella, él sale de su embobamiento y habla:
-No debes disculparte nunca conmigo -dice mientras interrumpiendo mi disculpa con una cálida sonrisa.
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