*Aceptación*
P.o.v Celin
Ed habla de hacerme el amor, ¡qué hombre!, pero ¿que pasará si le digo que soy virgen?, ¿huirá? ¡Oh, Dios, ¿qué hago?
"Cálmate, Celin, sé tú misma y hazlo" A veces te amo consciencia.
Pero ¿realmente me quiere por cómo soy o porque el destino le obliga a aceptarme? Es imposible pensar más y tener su cuerpo tan cerca, sus labios besándome y esa mirada hipnotizante sobre mí, ¿qué más puedo hacer contra eso?
Tomo la decisión de gemir, besarlo y dejar de pensar. Jadeo al sentir la dureza del lobo, olvidando la idea de alejarme y rechazarlo.
—Tan hermosa —me dice Ed,
No puedo evitar tener la piel de gallina, es la primera vez que siento a un hombre excitado en mi calor, pero no soy tan inexperta, sé lo que va a pasar. He leído sobre esto, lo único que no tengo es práctica. Pero no tengo que leer para saber que hay más que fuego debajo de mis diminutas bragas, es lo primero que me hace desear ir más allá.
Ahora sí entiendo el verdadero significado de atracción, nunca he sentido esto por un hombre.
"Nuestro. Deja que te marque ¡Ahora!" Ed gruñe cortando el beso y comprendo su ansiedad.
—Dime que eres mía, que eres nuestra...Que aceptas ser nuestra compañera —me exige mostrando su corazón, mientras deposita tiernos besos por toda mi cara, pero sobre todo pot mis labios.
No puedo hablar, soy incapaz de hacerlo, y todo por las mariposas que revolotean con furia en mi pecho. La intensidad del amor, del deseo, de la pura necesidad que siento.
Abro mis ojos y lo miro, jadeo ante lo que veo. Miedo, deseo y adoración, el lobo se presenta ante mi desnudando sus sentimientos, entregándome su destino. Y aunque aún tenga dudas en mi mente, lo acepto.
¿Él se arrepentirá de quedar atado a una humana para toda la vida?, ¿me aceptará su familia?, ¿podré cagar con un pasado y sus manos manchadas de sangre? Evaporo todo eso de mi cabeza cuando me pregunto: ¿Podré yo vivir sin él?, ¿olvidarme del amor que me ofrece?
La respuesta surgió sola.
Dolor, eso sentiría. Pero ahora que veo la cruda necesidad de él, ahora que pruebo sus besos y le escucho decir que soy su compañera, la única que amará en su vida, me entrego sin dudarlo.
No, no puedo alejarme por muchas dudas que tenga y tomo la decisión de abrazar el regalo que me ofrece con todo el corazón.
—Sí —susurro.
—¿Sí, qué?—pregunta mirándome fijamente.
—Soy tuya.
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