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Capítulo 37

La alfa líder por fin pudo despertar de su larga siesta. Parpadeó un par de veces acostumbrando sus ojos a la luz que entraba en su habitación, colocó una mano en su frente y se percató que aquellas terribles punzadas por fin habían desaparecido.

Escuchó unos pasos detenerse abruptamente, miró a la entrada, la princesa la observaba con expectación, sus ojos detallaban perfecta felicidad, y por supuesto que estaba más que contenta por ver al fin a Jennie despierta.

—Jennie, has despertado —la nombrada frunció el ceño levemente. ¿Acaso había dormido por varios días? La omega se acercó a ella, tomó asiento a su lado y de inmediato se acercó más para abrazarla.

Simplemente Jennie no entendía el por qué la rubia se estaba comportando de tal manera, ni siquiera entendía por qué su aroma le estaba picando la nariz, como si fuera una fragancia demasiado fuerte como para resistirla. Quería apartarla, pero su loba se removió indecisa ante sus pensamientos.

—¿Podría alejarse, princesa Lalisa? —la omega, al escuchar aquella petición, se sintió triste y la necesidad de querer alejarse de la alfa líder se hizo presente de inmediato, pero su loba se negó, si Dasom tenía razón, entonces debía obedecer a su loba para poder así ayudar a Jennie—. ¿Princesa?

—No quiero, me gusta estar así contigo, alfa líder —Jen se sintió disgustado ante aquellas palabras.

—Aléjese, en verdad se lo pido.

—No —volvió a negarse—, no me alejes, alfa.

—No soy su alfa, princesa —la voz de Jennie fue tosca—. ¿Por qué sigue repitiéndolo? No somos destinadas.

La corriente de la punzada de dolor que se había clavado en su pecho como una daga, recorrió por completo el cuerpo de la rubia, sabía que iba a ser difícil el poder hacer que la loba de Jennie y la misma Jennie supieran que en realidad ella es su destinada. ¿Quién diría que Juhyun había sido capaz de hacerle esto? Aunque en realidad pensaba que era inclusive un castigo del mismísimo destino, para que sintiera todo lo que alguna vez sintió su alfa al ser rechazada.

Lisa sabía que se merecía todo aquello, pero quería intentarlo, quería demostrarle a Kim que estaba atada a alguien que no correspondía, y que ella la quiere, porque Lisa ahora sabe que no es por culpa, que no es simplemente porque Jennie se ha convertido en una alfa más fuerte, si no que en realidad la quiere, no quiere apartarse de su lado, y quiere dejarle claro sus sentimientos.

—Lo somos, Jennie —se separó lentamente, y la miró a los ojos—, eres mi alfa y yo tu omega.

—No, no lo es —gruñó Jen—. ¿Por qué no lo entiende? No debería sufrir por algo que sabrá no será correspondido.

—¿Cómo estás tan segura de eso, alfa? —un nuevo gruñido fue lo que escuchó en respuesta.

—No lo somos, por favor, compréndalo —la castaña quería levantarse, pero Lisa se lo impidió tomando su mano—. ¿Qué pasa, princesa?

—Prometiste acompañarme en mi próximo celo, Jennie.

Por supuesto que no lo había olvidado, pero algunos recuerdos estaban algo borrosos, y no entendía el por qué, antes las imágenes de su infancia seguían presentes sin algún tipo de desconcierto, pero había algunas que no recordaba del todo, era como si hubieran sido completamente borradas.

—¿Aún lo cumplirás?

¿Cumplirlo?

Podría ser una posibilidad, pero... si lo hace, tenía un buen control para sus instintos más primitivos, así que, la posibilidad de que pase algo era prácticamente nula, así que no habría algún problema, pero si Lisa intentaba algo, tratar de que su alfa saliera y la tomase, no podía permitir aquello.

—Lo lamento, princesa —el agarre sobre su mano dejó de tener tanta fuerza—, no me puedo permitir hacer algo como eso, puede que ambas nos terminemos por lastimar.

El agarre por fin se deshizo, Lisa sintió sus ojos picar ante aquella respuesta, y no se retuvo más, un sollozo llamó completamente la atención de la mayor y vio como la chica cubría su rostro con sus dos manos, evitando que viera las lágrimas caer por sus mejillas, evitando que se escucharan sus sollozos.

Jennie sintió la necesidad de abrazarla, quería hacerlo, y no entendía por qué razón, se supone que solamente se debería de sentir de aquel modo por su destinada. ¿Por qué lo estaba sintiendo en ese momento si sabe perfectamente que la princesa Lalisa no es su destino? Aquella necesidad de protección hacia aquella omega crecía cada vez más, invadiéndola por completo, simplemente no lo comprendía.

—Lalisa... —la omega soltó otro sollozo—, deje de llorar, se lo pido.

—Lo lamento —apenas y había logrado escuchar su respuesta. Lisa iba a levantarse aún con sus manos cubriendo su rostro, pero Jennie se lo impidió, de un tirón la atrajo hacia su cuerpo, y quitó las manos de la tailandesa, admiró aquellas mejillas empapadas con las saladas lágrimas, esos ojos cristalizados y levemente pintados de rojo, esa mirada de tristeza.

—Ya, omega —Lisa logró sentir las suaves caricias sobre sus cabellos—, no llores, estoy aquí...

Jennie se percató de sus acciones, ¿qué le estaba pasando? Su instinto había actuado por sí solo, ¿qué le pasa?

—Lamento si la incomodo, princesa.

—No, no lo haces, me gusta —Jennie sonrió cálidamente al igual que ella.

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