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Capítulo 34

Miyeon entró a la cocina y se encontró a una de las alfas de la guardia. De inmediato se dio cuenta de que se trataba de Nicha Yontarara, o también conocida como Kim Minnie, y estaba comiendo algunos de los postres que servirían en la cena de aquel día.

—¿Qué es lo que haces? —preguntó Miyeon, su tono de voz había salido algo autoritario, la alfa dio un respingo al escucharla, tosió un poco y casi se atora con lo que estaba a punto de tragarse. Miró detrás y encontró a la consejera de la princesa, que estaba con los brazos cruzados sobre su pecho, y no se veía muy feliz.

—Solamente... Estaba probando la comida —Miyeon rodó los ojos ante la mala excusa—, nunca se sabe si algo podría tener alguna clase de veneno.

—¿Crees que la comida que siempre reviso sin probarla está envenenada? —ahora sí sentía que se había metido en un serio problema—. Escúchame bien, alfa, será mejor que salgas de aquí de inmediato si no quieres tener un reporte de mi parte hacia la alfa líder. Apuesto a que Jennie no se sentirá para nada contenta de que en lugar de estar vigilando, estés aquí robando postres.

—¡No estoy robando postres! —gritó Minnie.

—¡No mientas!

Jennie pasó al lado de la entrada de la cocina escuchando la discusión de esas dos, pero no se sentía de buen humor como para detenerlas, así que lo mejor era dejarlas allí con sus discusiones absurdas.

Siguió su camino.

Por uno de los pasillos que se mantenían más desolados sintió como otras vez las punzadas la atacaban. ¿Qué es lo que le estaba sucediendo? Había tomado algunos tés de hierbas para acabar con su dolor de cabeza, y había funcionado, pero ahora volvían a regresar, y esa desesperación por encontrar a su destinada había regresado, pero era diferente.

No entendía lo que le pasaba, y menos entendía el porqué había actuado tan mal frente a la princesa Lalisa, creía que era por los dolores de cabeza, pero sabía perfectamente que no era así, ¿acaso le estaba pasando algo malo? No comprendía nada, siguió su camino en cuanto las punzadas disminuyeron y al doblar en una esquina, alguien chocó contra ella.

El aroma ya tan conocido inundó sus fosas nasales, dulce... Tal vez demasiado dulce para su gusto, pero ahora en lugar de parecerle un deleite, le estaba fastidiando, el aroma dulzón era insoportable para Jen, quería inclusive estornudar de sólo tenerlo tan cerca, miró hacia abajo encontrándose con la mirada de la princesa que de inmediato al percatarse de que lo estaba mirando, desvió de inmediato su mirada hacia otro punto.

—¿Podría alejarse? —Jennie se había sorprendido por su tono de voz, ¿por qué sonaba como si estuviera molesta?

—Lo lamento, alfa líder —respondió Lisa apenada por lo que había pasado, pero ciertamente no quería alejarse, a regañadientes lo hizo, no quería enfadar a Jennie—. Jennie, me preguntaba si podrías conseguirme algunas hierbas, no me he sentido muy bien y...

—¿No puede conseguirlas por usted misma? —de nuevo las punzadas en su cabeza, y esta vez más fuertes. Apretó el puente de su nariz con sus dedos, había sido una oleada de dolor demasiado intensa que inclusive sentía las ganas de vomitar.

Lisa se sintió mal al escuchar aquello, ¿qué es lo que le estaba pasando a Jennie? No se comportaba así antes, de ninguna manera lo hacía.

—Disculpa que te las pida —dijo Lisa agachando la mirada—, pero...

—¿Cree que con esa disculpa basta? —Jennie volvió a sentir las punzadas, apretó su mandíbula con fuerza.

—¿Te encuentras bien? —la rubia podía notarlo, se estaba esforzando por controlar un dolor. Acercó sus manos a la alfa, pero le gruñó de inmediato, Lisa apartó un poco las manos, pero tenía que saber lo que le estaba pasando, así que, con algo de miedo de por medio recorriendo su cuerpo, acercó por fin sus manos al rostro de Kim y pudo sentir las leves punzadas—. Jennie...

—¡Suéltame! —bramó—. No eres mi omega ni nada parecido como para que sigas haciendo esto —soltó, gritándole, Lisa tembló al escuchar eso, no era en toda su totalidad la voz de mando, pero se podía sentir doblegada ante ella, debía resistir.

—No, alfa —tragó saliva con fuerza—. Tenemos que llevarte con Dasom, tal vez tenga una solu-

—¡He dicho que me sueltes! —Jennie tomó ambas manos de la menor y las apartó con brusquedad, la empujó haciéndola caer al suelo, la omega se sintió mal al sentir tal rechazo de parte de su predestinada—. No te me acerques, no eres una omega digna para una alfa como yo. ¡Y deja de decirme alfa, porque no lo soy!

Lisa sintió sus ojos picar al instante que esas palabras salieron de los labios de la castaña... ¿Es así como se sentía Jennie cada que ella la rechazaba? El dolor expandiéndose en todo su pecho, agujas clavándose en su corazón por sólo escuchar aquellas palabras dichas por Jennie, dolía, en verdad dolía hasta el alma, no cabía duda que estaba pagando por lo que había pasado hace años, lo reconocía, y aceptaba que ahora el rechazo fuera la recompensa por sus acciones, se odiaba a ella misma por haber rechazado cortejo de una alfa tan noble como Jennie, las lágrimas pronto resbalaron por sus mejillas, inundando sus ojos por completo.

La alfa líder dejó de tener el ceño fruncido, pero las punzadas volvieron al ver a la omega sollozar en el suelo, se tambaleó un poco, recargando con pesadez su espalda en la pared más cercana. Lisa, al escuchar aquel golpe sordo, levantó su mirada y pudo ver a Jennie, abrió sus ojos en grande al percatarse de que había un suave brillo de color rosa en sus ojos, que en un parpadeo desapareció.

La alfa líder se estaba sintiéndose completamente débil, muy cansada, demasiado.

Su mirada fue a dar hacia la omega, y sin que ella misma lo esperara, todo se volvió oscuridad. Lisa presenció como Jennie caía al suelo en un parpadeo.

—¡Jennie! —de inmediato se acercó a ella, estaba asustada, su corazón palpitaba a mil por minuto, se arrodilló junto a la mayor, las lágrimas seguían saliendo por sus ojos mientras que sacudía levemente a Jen para poder hacer que despertase, pero no tenía nada de éxito—. Por favor, Jennie, alfa... despierta. ¡Despierta!

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