Capítulo 06
—Y dime Lalisa, ¿qué es lo que opinas?
Esa había sido la pregunta que había hecho su padre, y en cuanto este dejó de hablar, Lisa solamente podía pensar en una sola cosa, y era en lo terrible que se había escuchado. El emperador le había dicho que estaba planeando reunir a la familia Kim con ellos, para así dar a conocer el cortejo que Jennie se encargaría de darle, pero para Lisa eso se trataba de una terrible idea, no le gustaba nada de la propuesta de su padre.
—Prefiero que no se haga nada —el emperador se vio sorprendido.
Desde que le dijo a su hija sobre quien era su predestinada, ha estado actuando de la peor manera todo este tiempo, y no entendía lo que le estaba sucediendo. ¿Por qué actuaba tan errática cada que hablaban de algo que tuviera que ver con aquella chica?
El emperador sabía que Jennie se trataba una grandiosa alfa, había estado escuchando y viendo como se dedicaba a estar siempre al pendiente de todo, siempre era cuidadosa y salía en defensa de su familia. Sin duda alguna alguien digna de estar con su hija, sabía que recibiría el amor más sincero, pero al parecer para Lisa no era así.
—Hija, ¿qué te ocurre? —la princesa dirigió su mirada hacia a su padre.
—No quiero que nos reunamos, ella no es mi predestinada.
—La hechicera nunca se equivoca, Jennie es...
—¡No lo es! —el emperador abrió levemente la boca y la miró sorprendido, estaba parada, y había azotado sus manos en la mesa, molesta—. Ella no lo es...
—Lo es, no puedes cambiar eso.
Lisa volvió a sentarse, ahora la comida le iba saber amarga. No le gustaba discutir con su padre, pero quería dejarle en claro que esa alfa no era su predestinada, que la hechicera estaba muy equivocada con lo que dijo.
¡Jennie Kim no es su alfa, y nunca lo será!
—Papá, Kim no es mi alfa, tal vez la hechicera sólo lo dijo porque quería molestar...
Su padre soltó un suspiro, estaba cansado de escuchar eso, Lisa le había repetido muchas veces que la hechicera estaba equivocada, pero él sabía que no era así, la hechicera no se equivoca, nunca lo ha hecho.
—Se hará la reunión —demandó, y la rubia dejó de masticar, tragó lo que había empezado a comer y de nueva cuenta se levantó, pero esta vez para retirarse—. ¿A dónde vas? No has terminado la cena.
—Ya no tengo apetito...
Esa había sido la contestación de su hija, y observó como se alejaba para después deslizar la puerta y salir.
La omega caminaba cabizbaja, estaba molesta. No podía creer que prácticamente su padre la obligue a aceptar el cortejo de una alfa como Jennie, a ella no le gustaba Jennie, no le gustaba para nada, y no quería nada que ver con ella, odiaba a esa alfa.
Unos pasos la sacaron de sus pensamientos, miró enfrente, Jennie estaba allí dándole la espalda y caminando. Llevaba algo en las manos, al parecer era importante.
—¿Por qué sigues aquí? —preguntó Lisa.
La alfa miró detrás, y dio una reverencia en forma de saludo.
—He venido a entregar esto al emperador —dejó ver más sus manos—, mi madre lo envía, no es mucho, pero es un pequeño regalo, para ustedes.
Dejó que la princesa mirara lo que llevaba en sus manos, era un pequeño paquete, todo repleto de galletas. Lisa pensaba que seguramente eran galletas compradas, a su padre no le gustaban las galletas mal hechas y a ella tampoco.
—Dámelas, se las entregaré yo misma.
—Gracias por aceptarlas —le dedicó una sonrisa tan sincera, Lisa simplemente se quedó admirando por unos momentos su sonrisa, era linda.
Sacudió levemente su cabeza, no debía pensar en eso.
—Sí, lo que digas, ¿ya te irás?
Jennie hizo otra reverencia y se retiró.
Lisa no entregó las galletas a su padre. Las había tirado.
Pero lo que no sabía era que la castaña junto a su madre las habían hecho, eran caseras, y hechas con amor, y Lisa las había desechado como si no tuvieran ningún valor.
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