Capítulo 03
—Buenos días, princesa Lalisa —la omega rodó los ojos al escuchar aquella voz.
Frunció levemente el ceño, no sabía si mirar a quien le había saludado en ese preciso momento, y no quería hacerlo, pero seguramente no se iría sino la saludaba. Se giró sobre sus talones para mirar a la alfa que se encontraba detrás de ella, tenía una pequeña sonrisa y sus manos se escondían detrás de su espalda.
—¿Qué quieres? —preguntó, Jennie estaba sorprendida de escuchar aquel tono de voz, era tan agresivo, como si en verdad estuviera molesta de sólo verla.
Y tal vez eso había roto un poco su corazón.
—Le he traído un obsequio.
Había comprado una pequeña figura tallada de madera, sabía que a la princesa le gustaban mucho las aves, y había encontrado una en vuelo, y no había dudado en gastar el poco dinero que ahorraba para dársela a la chica, después de todo quería iniciar con el cortejo, y que mejor manera que dándole un regalo.
Dejó de esconder sus manos y las colocó extendidas frente a la princesa.
En cuanto Lisa lo vio, por unos leves instantes iba a sonreír, pero al recordar quien se la estaba a punto de dar, impidió que la sonrisa saliera a flote y se dibujara en su rostro.
—¿Qué significa eso? —se cruzó de brazos.
—Sé que eres mi predestinada, y me gustaría cortejarte, si es que me lo permites.
Lisa trago grueso, no quería que Jennie estuviera enterada de algo como eso, no quería que esa alfa supiera que son predestinadas, pero ya era demasiado tarde. Lo sabía. ¿Qué iba hacer? Su vista se dirigió al regalo que le daba, frunció levemente el ceño. ¿Acaso no sabía cómo debía cortejar a una omega? Siempre había escuchado que la alfa te empieza a cortejar con una flor, no con figuras talladas.
—No lo quiero —Kim aparto levemente sus manos.
—Pero...
—¡Dije que no lo quiero! —dió un manotazo hacia Jennie, justo en sus manos, esta miró como su regalo había caído al suelo de madera.
Lisa también lo observo, por leves instantes se había sentido culpable de haber hecho tal acción.
—Recoge eso, no quiero verlo.
Esas palabras habían salido de los labios de la omega, Jennie sólo dio un asentimiento, su mirada aún seguía en aquella figura de madera. De nuevo esa opresión se había apoderado de su pecho, sentía sus ojos picar. ¿Por qué dolía?
—Disculpe por haberla molestado.
Lisa no dijo absolutamente nada, simplemente la miró y se fue de allí. En cuanto Jennie dejó de escuchar los pasos de la omega, se puso de rodillas y agarro aquella figura, soltó un leve suspiro, no quería llorar, tenía que ser fuerte, pero...
Unas lágrimas lograron caer sobre la figura. ¿En verdad estaba llorando? Se incorporó y pasó el dorso de su mano derecha en sus ojos, frotándolos bruscamente. Tal vez no había sido un buen día para Lisa. Sí, quizás era eso.
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