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Capítulo 7


Jerry leía con espanto e interés una revista, sus caras iban desde incredulidad hasta algún sentimiento que lo ponía casi tan rojo como a Juan.

—¿Qué estás? —se interrumpió don Guicho—. ¿Eh?

—¡Ay, no es nada es, es...!

—Eres un puerco —se rió Martita.

—¡No!, pero en mi defensa Giovana me las trajo, yo solo quería saber de qué trataba la publicación editorial más redituable de la compañía... y ya veo por qué.

—Es un manga erótico BL, o sea «Boys Love», es muy puercote y las escenas no son para nada censuradas —comentó Rafael.

—Ya veo. Que bochornoso.

—Pero bien que leíste todos los tomos ya —dijo Giovana apareciendo—. Toma, es la edición especial de la próxima semana, la mayoría de las ilustraciones las hice yo, disfrútalo.

—«¡Matanga!» —Jerry tomó de una el libro—. Gracias, lo leeré luego —dijo guardándolo en su mochila.

—Por cierto, señoritas, recuerden que hoy es el cumpleaños del jefe y lo vamos a llevar a celebrarlo les paso la dirección al ratito. Compren buenos regalos.

* * * * *

Jerry estaba algo emocionado era la primera vez que saldrían a una fiesta con el jefe, sobre todo a un lugar como ese. Martita ya lo había intentado llevar a un bar de chicos que bailan con poca ropa, pero era un poco mojigato y no había querido.

La mandíbula casi se le dislocaba de tanto que la abría la boca. Tipos súper musculosos y con poco (casi nada) de ropa bailando tan sensualmente que seguro embarazaban hasta el suelo sobre el cual bailaban.

—¿Te gusta lo que ves? —dijo Martita en tono pícaro.

—No, no, no... bueno, sí. ¡Es qué míralos, todos llenos de músculos y así aceitados!

—Hoy tienes que aplicar la del jefe y llevarte a alguien a la cama, ya has de tener telarañas ahí —Martita se bebió su tequila.

—Ay, no como crees, yo no soy de esas —dijo Jerry fingiendo pena.

—¿Eres virgen? —se sentó en la mesita Giovana.

—Hola enana.

—¡No! —respondió inseguro.

—Tremendo virgen —se rió Juan apareciendo por detrás—. Por feo seguramente.

—¡Tas, pero bien mal, ridículo! Yo estoy guapetón.

—Ajá, ¡Antonio! —lo ignoró y se fue a saludar a otros.

—¿Entonces nunca has hecho el «asifor»? —le preguntó Xóchitl la novia de Martita.

Jerry se puso como un tomate.

—Tal vez.

—No tienes por qué avergonzarte hijo —comentó don Guicho—. Vivimos en una sociedad que cada vez impulsa más a los jóvenes a iniciar una sexualidad a temprana edad, hipersexualizan tantas cosas incluso en programas juveniles que se llega a creer que lo correcto a comenzar mientras más chico es un logro y orgullo.

»A parte también la educación sexista y la nula educación sexual se suman y por ello tenemos tan normalizado los embarazos adolescentes o que adolescentes tengan parejas adultas. Lo mismo pasa para con los adultos, si llegas a la adultez siendo «virgen» es algo penoso, pero no lo es. El coito no es la máxima meta a alcanzar. Cada quien decide cuándo y con quien, y debemos tener las herramientas para hacerlo con seguridad. Que nadie te haga sentir mal, Jerry, eso es algo que tú y solo tú puedes decir. Sé también que dentro de la comunidad también existe cierta presión por tener sexo a lo burro, que está bien si es lo quieres, pero la mayoría de las veces es por presión y para presumir que eres un maestro, una reina loba o algo así.

»Hazlo cuando quieras y con quien quieras, pero hazlo por libertad y no porque debas probar algo. Tampoco es que la «virginidad» sea la máxima cosa como te digo, es tu decisión. Ni uno ni otro te hace mejor o peor. ¿Por eso es que te cohíbes?

—Creo.

—¿Por eso no te quieres a divertir bailando con esos musculocos? —preguntó Martita—. ¿Sientes que les debes sexo si bailas y la pasas bien?

—No seas tonto, tú puedes bailar con quien quieras, tomar, sudar y pasarla bien y no por ello le debes sexo a nadie. Probablemente muchos de los que estén aquí piensen que, porque les aceptas salir, un trago o algo así es obligación coger, no lo es. Jerry, quítate esas ideas arcaicas, diviértete y si algún baboso se pasa dímelo y lo pondré en su lugar.

—Gracias Rafa, gracias chicos, son geniales. Me siento... me siento un poco ligero.

—¿Por qué esas caras, no se están divirtiendo? —dijo el señor Martínez—. Vamos a bailar payaso de rodeo.

—Vamos —dijo Jerry.

Todo comenzó a ir más fluido, Jerry se comenzó a divertir y a dejar pensamientos de culpa detrás. La estaba pasando genial. El patrón bailaba sensual y provocativamente con dos alemanes grandotes y guapos y Jerry sintió un poquito de envidia. Aunque estaba feliz pues el señor Martínez es un excelente jefe y se lo merecía.

—¡Ay, perdón! —se tropezó con un moreno alto y guapo. Le habló en un idioma que parecía español, pero no lo era.

—«¿Transamos?» —le dijo.

—¿Sí?, eres brasileño, ¿verdad?

Comenzaron a bailar, pero Jerry se comenzó a sentir incómodo pues el tipo lo tocaba mucho y se le pegaba de más, sentía que le pegaba su «ese» en su «eso».

—Oye no, espera, no me gusta. Gracias, pero yo... ¡oye suéltame! —el moreno lo había tomado de la cadera y lo quería besar, era mucho más fuerte que Jerry y como este estaba un poco ebrio no tenía suficiente fuerza para zafarse.

Se congeló por un instante cuando el moreno le tocó el trasero.

—Creo que él te dijo que no.

—¡Ah! —aquel comenzó a hablar en su idioma. Juan lo tomó de la mano y se la dobló.

—Vas a dejarlo en paz o te... —le apretó la muñeca con tanta fuerza que el otro sentía que en cualquier momento se le fracturaría—, romperé el brazo, cabrón de mierda —el otro huyó como una rata—. Ya se fue, ¿estás bien?

—Sí, gracias Zanahorio. Yo... sentí feo —sus ojos se aguaron.

—Chaparro, ¿estás bien? —era Rafael—. Perdón estaba en el segundo piso y me costó un poco bajar, ¿te hizo algo ese perro? —Jerry se abrazó de Rafael hundiendo su cara en su pecho—. Ya, ya pasó.

—Gracias chicos.

—¿Quieres que te lleve a casa?

—Sí.

—Yo lo llevo —se ofreció Juan—. Sé dónde vive, será más rápido.

Rafael lo miró cómo amenazándolo, Juan se hizo el loco.

—Bien, pero cuídalo —le advirtió.

Ambos caminaron entre la multitud, pero Jerry se detuvo cuando cambiaron de canciones movidas a algo lento y suave.

—¿Qué pasa enano?

—Nada, es que esa canción me gusta. Como sea, vamos.

—Espera, esta noche no terminará tan mal —lo tomó suavemente de la cadera—. Pon tu mano en mi hombro, solo una canción y nos vamos.

—Bueno.

Todos bailaban con sus respectivas parejas al ritmo de una suave canción muy pegados, era el momento «romántico» de la noche. El patrón bailaba con los extranjeros a cada lado.

Jerry confundido por el alcohol y la situación simplemente se dejó llevar. Por primera vez no se sentía desagradable la presencia del Rojo todo lo contrario.

—No eres tan cabrón, cabeza de calabaza de Halloween.

—Ni te ilusiones, solo... solo, solo no quiero que dejes de venir a estas fiestas, al patrón le gusta que sus trabajadores se diviertan y así. Sí, eso es, solo eso.

Ujum.

—Ya vámonos.

—Sí, estoy agotado.



No olviden picar la estrellita al final de cada capítulo, son gratis y a mí me ayudan muchísimo.

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