Capítulo 20. Epílogo.
Era treinta de diciembre, vísperas de año nuevo. Jerry dejó unas cajas. Sobre la mesa y comenzó a sacar algunas cosas. Juan llegó por detrás y lo tomó de la cadera juguetón.
—¡Rojo, eres un puerco! —sintió el paquete detrás.
—Pero bien que te gusta sentirlo —besó su oreja y mordisqueó su cuello.
—Ah —gimió—, digo, espérate. Primero termina de bajar mis cosas.
—¿Por qué yo tengo que hacerlo? —se indignó.
—Porque eres grande, alto y tienes unos brazos que uf y yo soy pequeño y debilucho.
Jerry se había mudado al departamento de Juan formalizando su relación. Su madre y su familia lo sabían y estaban encantados. Todo iba de maravilla, aunque Jerry tenía muchas dudas sobre todo respecto al padre de Juan.
El gatito se acercó maullando y exigiendo atención.
—¿Por qué nunca me dijiste que te quedaste con el michi?
—Soy penudo, o ¿cómo se dice?, por cierto, se llama Pandito y ahora también eres su papá felino.
—Sigo pensando que el señor Francois era el señor Martínez con peluca.
—Nunca lo sabremos, chaparrito.
* * * *
Al día siguiente ambos se encontraban de compras en la plaza. Juan como todo un «fife» se distrajo en una tienda de cosas deportivas mientras que Jerry se adelantó pues su deporte favorito era dormir.
—Lindas joyas, ¿verdad? —dijo ese hombre.
—Sí —se congeló.
Era un hombre mayor, con rostro áspero y rudo, cabello rojizo y supo de quién se trataba pues el parecido con Juan era impresionante.
—¿Sabes quién soy?, bien entonces iré directo al grano. Tal vez pienses que porque estamos distanciados no estoy al tanto de mi hijo, pero estás equivocado. No permitiré que un desviado se venga a aprovechar de su estupidez. Juan tiene el cerebro del tamaño de una nuez, era evidentemente que alguna suripanta se intentaría aprovechar sabiendo el apellido que porta, pero nunca me imaginé que sería un putito.
»Te lo pondré fácil, ¿cuánto dinero para que lo dejes?... ¿un millón?, ¿dos? ¡Vaya que exigente, tienes hambre! —se rió.
Jerry se mordía la lengua para no decirle todo lo que pensaba de él.
—¿Tanto chupar pitos te dejó sin habla?, solo dime cuánto quieres y te lo daré. Mi apellido no se manchará con esta clase de desviaciones, ¡que Jesucristo me libre!
—¿Papá?... ¿papá, qué rayos haces aquí?
—Esa no es forma de hablarle a tu padre.
—¿Qué quieres? —miró la vergüenza y enojo en el rostro de Jerry—. ¿Estás molestando a mi novio?
—¡Novio!, ¡dónde se ha visto semejante cosa! ¡Ni un novio, es un desviado aprovechado tú siempre has sido muy idiota y por eso los demás se aprovechan de ti! La biblia dice...
—¡Me cago en su libro! —dijo furioso—. ¡No eres nadie para hablar de moral y santidad, no eres más que un demonio!
—¿¡Cómo te atreves a hablarme así, muchacho pendejo!?
La bofetada se quedó en el aire.
—Mira viejo pendejo, te daré tres segundos para que desaparezcas de nuestras vidas. Sé todo lo que les hiciste y cómo orillaste a su madre a.... conozco tus pecados y te odio con toda mi alma y no permitiré que le pongas una mano encima al Rojo. No eres quién para hablar de Dios, él no está contigo hipócrita.
»Ni todos tus millones ni tu ira tienen la fuerza para separarnos. Inténtalo, pero te juro que siempre vas a fracasar. No soy el clásico putito dejado, defenderé a mi amorcito así sea del puto de su padre. Así que toma esa chequera, dóblala hasta el tamaño más pequeño que puedas, mójala un poco y métetela por el culo.
—¡Pinche maric...!
Jerry lo abofeteó. La cara del viajo era un poema y la boca de Juan casi se dislocaba.
—¡A mí me respetas! No me hagas repetirlo dos veces, viejo pito chico, ¡lárgate y dejamos vivir nuestras vidas, Juan no te necesita asqueroso viejo cara de mierda aliento de olor a culo! —el enojo de Jerry casi le hacía sacar vapor de sus narices.
El viejo sorprendido se dio la vuelta y huyó.
—¿Jerry?
—¡No mames, no mames, no mames! —sacudió su mano—, ¿pues de qué tienen hecha la cara ustedes que parece que golpee una roca? Casi se me fracturó la muñeca. —suspiró—. Juan, perdón. Es que te iba a golpear y yo nunca permitiría eso, aunque sea tu papá. Entiendo que te enojes, pero tu papá es un viejo pendejo y además me ofreció dinero para dejarte.
—¿En serio?
—Sí y lo mandé al carajo. ¿Estás molesto conmigo? —bajó la mirada jugando con una basurita del suelo.
—¡No!, Jerry debo admitir que me sorprendió lo que hiciste y perdón, pero se lo merecía. Tienes unos huevotes del tamaño de Chihuahua.
—Eso es muy grande.
—Está bien, no sé qué pasará con él, pero tienes razón. Yo no lo necesito, te necesito a ti y mientras estés conmigo el mundo se puede ir al carajo. Te ruego que nunca me dejes.
—Nunca.
* * * *
Hola de nuevo querido lector, es un honor que hayas leído mi aventura en esta oficina. Todo comenzó como algo que no terminaría bien, pero me equivoqué, ¿quién lo diría?
Claro, no me quejo, tengo a mi altote jirafo y pensar que nos odiábamos, en fin.
Hoy es catorce de febrero el día del amor y la amistad y por primera vez, sé lo que es celebrarlo. En su momento me parecía algo estúpido y cursi y hoy me sigue pareciendo igual, pero con la diferencia de que lo tengo a él y ahora es divertido.
Es un día especial, no por los chocolates y las flores, sino porque Juan se arrodilló y me pidió matrimonio, estábamos visitando los puentes de San José del Pacifico y fue algo de locura.
¿Qué? ¿Matrimonio? Exactamente, así como lo lees y yo pues claro que le dije que sí obvio. ¿Sabes? Siempre fue mi sueño casarme con un hombre bueno, probablemente porque crecí en un ambiente tradicional y hogareño y eso está bien, cada uno triunfa a su manera.
Y yo ya gané con ese anillote en mi dedito y con ese bruto, cabeza de zanahoria, impulsivo, testarudo, burro, terco, amargado, enojón, que siempre traen cara de culo, altísimo como jirafa y que me ama como jamás.
Ahora si te importa iré a vivir este sueño hecho realidad, nos vemos.
Por cierto, están contratando, ¿no te interesa trabajar en M-media?
Fin.
Mil millones de gracias por leerme a lo largo de estos casi tres meses, fue algo divertido escribirles esta historia y salirme de mis clásicos dramas con final triste. Recuerden que tengo más historias en mi perfil que puedes leer o releer y que este próximo año vendrán otros proyectos.
Como siempre espero contar con su apoyo y ¿quien sabe? Tal vez hasta podría sacar uno de estos libros en físico o bien en E-BOOK, sea lo que sea y venga lo que venga sé que siempre puedo contar con todos ustedes porque somos una Manada de lectores Alfa... ¡Auuuuuuu!
Los puentes de San José del Pacifico:
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