—¡Jerry, ya estás mejor! —dijo Martita llegando a su cubículo.

—Buen día chicos, sí, ya estoy bien solo me escurre un poco los mocos.

—¡Fuchi! —gritó Rafael.

—Qué bueno —agregó don Guicho.

—Me hubieras avisado, te hubiera ido a ver —comentó Martita—. ¿Qué tal que te daba una neumonía? Tuviste suerte, niño, más que vives solo.

—Lo sé Mama Bulldog, pero el rojo —se interrumpió—, eh...

—¡Ajá!, eso explica porque vi al Zanahorio amargado comprando antigripales en la farmacia —dijo Giovana apareciendo de la nada—. ¿Te estuvo cuidando el Juan, ¿verdad?

Todos gimieron de sorpresa, ¿Juan haciendo algo bueno por alguien más?, era inaudito. ¿Escucharon mal?

—¡No, no, no!, escuchaste mal, Giovana.

—«Nel, mijo». ¿Es obvio y además quién le habría avisado al patrón que estabas moribundo? Ahora dime —se puso sería.

—¿Sí?

—¿Se propasó contigo o aún conservas tu honra, buen mozo?

—¡Giovana, eres una puerca cómo osas pensar eso!

—¿Pero se portó bien el Rojo? —preguntó Martita.

—Sí.

Rafael y don Guicho cruzaron miradas.

—Entonces... —Giovana entrecerró los ojos—, ¿preñas o aprietas?

—¡Eh!... ¿qué pregunta es esa?, no seas puerca, no te importa —el rostro de Jerry era tan rojo como el cabello de Juan.

—«Mah», solo era una preguntita, mera curiosidad. ¿Y pasó algo entre tú y el rojo? —preguntó con cara pervertida.

—¡No!, ¡«asca»!... ¿cómo te atreves siquiera a pensar yo y ese? —bufó indignado—. Iré por café —se levantó.

—¿Tú qué dices Martita?

—Yo digo que aprieta, digo, que parece que el Juan no es tan culero como parece.

—Sí lo es, pero... —meditó Rafael—. Cómo sea, olvídalo, debemos apurarnos con los balances, el reporte mensual y el «coso» presupuestal.

—¿No tienes trabajo que hacer, Giovana? —comentó Martita como quien no quiere la cosa.

—¡Es verdad, nos vemos luego!

* * * *

Halloween no es una celebración que se festeje tanto en México, pero hay muchas personas que sí, ya que poseen un espíritu festivo y halloweenesco, el señor Martínez es uno de esos y cada octubre la empresa se viste de sustos.

—¡Es fantástico! —dio un infantil brinquito—. En el pueblo no celebran esto que porque es algo gringo y eso.

—Pero es una celebración Celta —agregó don Guicho.

—Lo sé. Sinceramente no creo que esté peleado con el día de muertos, yo creo que son celebraciones diferentes, pero que pueden ser complementarias. Uno honra la memoria de quienes ya no están y la otra, convierte el miedo en algo no tan feo.

—Toma cuelga esa calabaza ahí —le dijo Martita.

—Se parece a Juan, naranja y mala cara —se rió Jerry.

—Y este duende se parece a ti, enano y feo —le respondió Juan apareciendo de repente.

—¡Por la tanga de Merlín!, te apareces como un fantasma.

—Qué bonito les está quedando chicos —dijo Giovana llegando con un sombrero de bruja—. Aun así, Marketing volverá a ganar este año el concurso de decoración.

—Seguro que también el de disfraces porque tú eres una fusión entre un duende yucateco y un emo —se burló Juan.

Giovana lo miró feo y se regresó a su lugar.

—Nos tomamos muy en serio las competencias —le explicó Rafael a Jerry cuando este lo miró.

—¿Hacen concursos de disfraces? —preguntó Jerry emocionado. Juan le dijo que tuviera cuidado y que pusiera atención en lo que hacía—. ¡Eso es emocionante! ¡Ay!

—Te dije que tuvieras cuidado —Juan lo cogió al vuelo—. Dios, sí que eres torpe, si no te atrapo te partes la madre. ¿Estás bien?

—Sí, gracias —respondió tímidamente.

—Deberías apren... —Juan se quedó pasmado al notar como todos en la oficina los veían. Parecía el príncipe caballero rescatando a la damisela en brazos—. Tengo cosas que hacer —soltó a Jerry.

—¡Ay, mi cola!

—¿Y a ese que le pasa?

—¡Patrón! —gritaron todos.

—En fin. Muy bonito, tienen espíritu festivo. Bueno, me voy.

—Se me hace que sí es —le murmuró Rafael a otro chico.

—Bueno señoritas, es hora de elegir a nuestro representante para el concurso de disfraces —Martita dio una palmada para llamar la atención.

—A mí ni me vean —anunció Rafael—. Yo ya fui el año pasado —les recordó don Guicho—. Juan como siempre no querrá —dijo Martita—. ¡Alcen la mano quienes estén de acuerdo que sea Jerry! —todos votaron a favor—. Tú no cuentas Giovana —esta le sacó la lengua.

—¡No, no, no!, ¿yo por qué y tú?

—Yo soy la que los maquilla y prepara, ¿qué? Soy una chica ruda, pero me gusta ser «coquette».

—¡No quiero, no quiero!

—¿Lo harías por una galleta?

—«¡Oraaa!», si no soy perico.

—Vamos, será divertido. Te pondré un disfraz de dios griego, probablemente Eros. Te quedará lindo.

—Está bien —suspiró rendido.

—Vamos a ganar, tú eres bonito —dijo Rafael.

—Ay, me halagas —Jerry fingió estar apenado.

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Y bueno, próximo capítulo la próxima semana.

¿Quién creen que ganará el concurso de disfraces?