Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Mi primera vez

Luego de la boda, volamos durante horas hasta llegar a un hotel paradisíaco, ubicado frente al mar. El sonido de las olas rompiendo suavemente contra la orilla era relajante, pero no lo suficiente para calmar los nervios que sentía en ese momento. Me duché, intentando despejar mi mente, y me puse un conjunto de ropa interior blanca, delicada y de encaje. El sostén de tirantes finos realzaba mi figura, mientras que la parte inferior, sencilla pero elegante, cubría lo necesario con un aire de inocencia y sensualidad a la vez.

A pesar de la belleza del lugar y el encanto de la noche, mi mente no podía dejar de pensar en lo que estaba por venir. No podía evitar sentirme nerviosa; después de todo, nunca había estado tan expuesta ante alguien. Respiré profundamente y, finalmente, salí del baño.

Al dar los primeros pasos fuera, vi a Marco sentado en el borde de la cama, observándome. Su mirada recorrió mi cuerpo de arriba a abajo, deteniéndose en mi ropa interior. Sentí el calor subir por mi rostro, y el nerviosismo aumentó.

—Estás preciosa —murmuró con una sonrisa que mezclaba admiración y deseo.

Yo no sabía cómo reaccionar, me sentía expuesta y vulnerable, pero también segura a su lado. Era un momento íntimo, y aunque el temor me invadía, también sentía algo nuevo: confianza en él.

—Marco... —intenté hablar, pero mi voz apenas salió en un susurro.

—Tranquila —dijo con ternura mientras se levantaba y se acercaba a mí. Sus manos rozaron mi mejilla con suavidad—. No tienes que preocuparte por nada, Ana. Estoy aquí para cuidarte.

El alivio de sus palabras me relajó un poco, pero aún sentía un leve temblor en mis manos.

Marco se veía impresionante, su cuerpo esculpido quedaba a la vista, destacando la rutina de ejercicios que claramente seguía. Vestía solo unos boxers oscuros que se ajustaban perfectamente a su figura. Su presencia era imponente, pero también cálida y protectora.

Se acercó a mí con calma, y sin decir una palabra, dejó un beso suave en mis labios. Fue un beso lento, lleno de ternura. Sentí cómo mis nervios empezaban a calmarse un poco. Sin previo aviso, me alzó en brazos con una facilidad que me tomó por sorpresa. Por instinto, envolví mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas en su cadera, aferrándome a él mientras nuestros labios seguían conectados, sin interrupción.

El beso, que había comenzado con suavidad, se fue intensificando poco a poco, haciéndome olvidar momentáneamente el miedo. Sentía su calor y la seguridad que transmitía al tenerme tan cerca.

Marco me besó con ternura mientras yo permanecía sentada en la cama, mis piernas temblaban ligeramente por los nervios. Sentí cómo sus manos hábiles desabrochaban mi brasier y lo deslizó de la cabeza hacia arriba, dejando mis senos expuestos al aire. Un rubor intenso subió a mis mejillas, y, casi de manera instintiva, llevé mis manos a cubrirme. Siempre me había sentido acomplejada por el tamaño de mis senos, un sentimiento de inseguridad que no había podido evitar.

—Amor, ya soy tu esposo —dijo suavemente, acariciando mis manos con ternura mientras las apartaba despacio—. No hay lugar para el pudor entre nosotros.

Su mirada no era de juicio, sino de admiración y cariño, lo que me ayudó a relajarme. Dejé que mis manos cayeran a mi lado, y Marco me envolvió en sus brazos, besando nuevamente mis labios, como si quisiera hacerme olvidar cualquier inseguridad.

Marco dejó una serie de besos en mi cuello, su calidez me hacía estremecer, mientras me guiaba suavemente hacia la cama, hasta que me recosté. Se inclinó sobre mí, sus labios deslizándose con ternura por mi piel, dejando algunas mordidas en mi hombro que hacían que mi cuerpo reaccionara con pequeños escalofríos.

Lentamente, bajó hasta mi seno derecho, colocó su boca sobre él y comenzó a chuparlo, mientras mordisqueaba suavemente el pezón. Era una sensación extraña y nueva, nunca había permitido que alguien me tocara de esa forma. Sentía cómo mi pezón se endurecía bajo el calor de sus labios.

Luego, Marco repitió el mismo gesto, pero esta vez con mi otro seno, alternando entre suaves lamidas y mordidas, lo que hacía que mi cuerpo respondiera de maneras que no había experimentado antes. Después, comenzó a bajar, dejando un rastro de besos por mi abdomen hasta llegar a mi ombligo. Sentí cómo su lengua jugueteaba allí mientras, con lentitud, bajaba mis bragas desde las rodillas hasta quitármelas por completo, dejándome totalmente desnuda frente a él.

Me miraba con una intensidad que me hacía sentir vulnerable y al mismo tiempo deseada.

Sus manos firmes apretaban mis senos, enviando oleadas de placer que recorrían mi cuerpo. Su boca, con una delicadeza electrizante, se acomodó sobre mis piernas, y el contacto de su lengua me hizo estremecer. Era una experiencia extraña y excitante sentir su boca en un lugar tan íntimo. Lamió varias veces, explorando con curiosidad, hasta que finalmente encontró mi clítoris. Con movimientos expertos, comenzó a succionarlo, provocando una mezcla de sensaciones que me dejaron sin aliento.

—Me encanta tu sabor, me encanta ser el primero, Ana, y el único —susurró, su voz cargada de deseo y posesión.

Cada segundo que pasaba, la humedad en mi entrepierna aumentaba, intensificando la experiencia mientras su boca seguía allí. La sensación era tan intensa que me hacía sentir como si estuviera al borde de perder el control.

Mis manos se aferraron a las sábanas, y jadeos escapaban de mis labios, cada vez más intensos, cuando la sensación se volvió abrumadora. No pude contenerme y tiré del cabello de Marco hacia arriba, deseando acercarlo más.

Él se alejó un momento de mi cuerpo y, con un movimiento ágil, se quitó el bóxer, quedando completamente desnudo ante mí. Me ruboricé al verlo; jamás había contemplado algo así, y la mezcla de asombro y deseo me invadió.

Marco se acomodó encima de mí, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de ternura y pasión, y dejó un beso suave sobre mis labios.

—Tranquila, mi vida... —murmuró, antes de inclinarse para dejar un beso cálido en mi frente, dándome una sensación de protección y complicidad que solo aumentaba mi deseo.

Él dejó caer varios besos suaves en mis labios mientras sostenía mis manos, atrapándome en un torbellino de sensaciones. Cuando lo sentí adentro, un jadeo involuntario escapó de mis labios. Marco comenzó a moverse lentamente, y aunque la dulzura de sus caricias prometía placer, una punzada de dolor recorrió mi cuerpo.

Inmediatamente, él se detuvo, buscando mi mirada con preocupación. El tiempo pareció congelarse en ese instante, pero después de unos segundos, continuó, ajustando su ritmo con delicadeza, como si estuviera aprendiendo cada reacción de mi cuerpo. A medida que se movía, el dolor dio paso a una mezcla de sensaciones que me envolvía en un éxtasis inesperado.

—Abre más las piernas —me solicitó, su voz grave llena de deseo.

Sin dudarlo, obedecí, y mis piernas se enredaron en sus caderas. En ese instante, sentí cómo aumentaba la velocidad de sus movimientos, cada empuje más intenso que el anterior, mientras devoraba mi cuello con besos apasionados. La mezcla de dolor y placer se desbordaba en mi interior; me dolía, pero a la vez, era una sensación que disfrutaba enormemente.

—Dios, cómo me encanta lo estrecha que eres —murmuró, su voz reverberando en mi piel y haciéndome sentir aún más vulnerable, mientras su ritmo se volvía cada vez más voraz.

Marco tomó mis caderas con firmeza, moviéndolas a su antojo, como si estuviera marcando el ritmo que ambos necesitábamos. Sus movimientos eran poderosos y seguros, y cada embestida me llenaba de una mezcla de sensaciones que me hacían perder el aliento.

—Eres solo mía —dijo, su voz grave y posesiva, mientras sus ojos se aferraban a los míos—. Disfruta de esto, porque solo yo puedo hacerte sentir así.

Sus palabras resonaron en mi mente, intensificando el fuego que ardía en mi interior. Mientras él continuaba moviéndose, el placer se apoderó de mí, llevándome a un lugar donde todo lo demás desaparecía, dejando solo el ritmo de nuestros cuerpos entrelazados.

Luego de unos minutos de intensidad, él terminó adentro de mí y, exhausto, se dejó caer a mi lado. En ese instante, me abrazó de la cintura, su cuerpo cálido y protector contra el mío. Sin embargo, al mirar hacia abajo, me di cuenta de que las sábanas estaban manchadas de sangre.

—Pensé que mentías... —dijo Marco, pegándome a su pecho con fuerza, como si quisiera que el mundo entero supiera que yo le pertenecía.

—¿Qué mentía? —indagué, sintiendo la tensión en el aire mientras su mirada se tornaba intensa.

—Sobre tu virginidad —respondió, dejando besos ardientes en mi cuello, sus labios recorriendo mi piel con una posesión palpable.

No entiendo cómo hay hombres a los que les importa tanto ser el primero.

—Eres solo mía. No hay nada que me guste más que saber que te he marcado.— Él deja otro beso en mi cuello.

—¿Por qué es tan importante para ti? —pregunté, sintiendo un desafío en mi voz mientras lo miraba a los ojos.

—Porque quiero que entiendas que eres mía y solo mía —respondió Marco, su tono firme y posesivo—. No quiero que nadie más tenga acceso a lo que me pertenece.

Él me abrazó con fuerza, y me acomodé en sus brazos, sintiendo la seguridad y el calor que emanaban de su cuerpo. .

—Así está mejor —dijo Marco, apoyando su barbilla en mi cabeza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro