Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Mi decisión

Cuando llegué a trabajar, lo primero que hice fue dirigirme a la oficina de Maximiliano. A medida que caminaba por el pasillo, el aire fresco de la mañana me llenaba de una mezcla de nervios y anticipación. Sin embargo, al llegar, me di cuenta de que Clara había salido de allí, luciendo radiante con una enorme sonrisa en su rostro.

—¡Buenos días, Anastasia! —me saludó con entusiasmo, abriendo sus brazos para darme un abrazo cálido.

—Clara, ¿por qué estás tan feliz? —pregunté, sintiéndome un poco intrigada por su alegría contagiosa.

—¡Max anoche pasó por mí y me llevó a una hermosa cena romántica! Fue maravilloso —respondió, sus ojos brillando—¡Nos vemos! Tengo trabajo que hacer.

Con eso, se despidió rápidamente y se alejó, dejando un rastro de energía positiva en el aire. Sus palabras resonaron en mi mente mientras entraba en la oficina de Maximiliano. La habitación estaba en un ligero desorden, con papeles esparcidos por su escritorio y algunos documentos organizados de manera apresurada. Él estaba allí, concentrado, su mirada fija en los papeles, como si estuviera buscando respuestas en ellos.

Finalmente, rompí el silencio.

—Hola, Maximiliano —dije, tratando de mantener la calma en mi voz.

Él levantó la vista y sus ojos grises se encontraron con los míos. Había una chispa de reconocimiento en su mirada, pero también una frialdad que me hizo dudar.

—Buenos días, Anastasia —respondió, volviendo a concentrarse en los papeles, como si el encuentro no significara nada. Sin embargo, la tensión entre nosotros era palpable, y sabía que había mucho más detrás de esa fachada.

—¿Cenaste con Clara anoche? —indagué, tratando de mantener mi voz calmada mientras sentía una punzada de celos.

—Sí, así es. ¿O creías que me quedaría llorando porque me plantaste? —rió con desprecio, como si mis sentimientos no significaran nada.

—Yo hablé con Marco —dije, forzando una sonrisa.

—¿Para qué? —preguntó, con una expresión de incredulidad.

—Ayer nos besamos y yo… —empecé, pero él me interrumpió.

—A ver, Anastasia. Yo jamás te prometí nada ni te pedí que dejaras a mi hermano. Quería tenerte en mi cama, pero eres demasiado complicada y aburrida.

—¿Solamente querías sexo conmigo? —le pregunté, sintiendo que la ira comenzaba a burbujear dentro de mí.

—¿Qué más esperabas? —se burló, su tono se volvió mordaz—. Eres solo un pasatiempo para mí. Una niña atrapada en un cuento de hadas, pensando que el amor te salvará. La realidad es que solo eres un deseo más que puedo cumplir y desechar cuando me plazca.

Su mirada fría y sus palabras hirientes me atravesaron como un cuchillo. Cada frase era un recordatorio de que había estado jugando con fuego, y en ese instante, comprendí que me había subestimado.

—Y que seas la prometida de Marco lo hace aún más excitante —dijo, una sonrisa arrogante apareciendo en su rostro.

—Eres un miserable... —reprimí mis lágrimas, sintiendo que cada palabra suya me hería más que la anterior.

—Yo soy así, Ana. Solamente me interesa lo que quiero y lo que me divierte. Tú eres solo un juego, y mientras más difícil seas, más divertido será para mí.

—No eres más que un egoísta —respondí, con la voz temblorosa por la rabia y la frustración—. No entiendo cómo puedes tratar a las personas de esta manera.

—¿De verdad crees que me importa lo que pienses? —su risa resonó en la habitación, despectiva—. Eres una chica inteligente, pero sigues siendo demasiado ingenua. No puedo evitarlo, es parte de mi naturaleza.

—Un día verás lo que realmente eres —le advertí, sintiendo una oleada de determinación.

Molesta, me dirigí a la empresa de Marco, con la determinación de hablar con él. Cuando llegué, noté que estaba en su oficina, acompañado por su asistente, Frida.

—Necesita una cita —me dijo ella, con una sonrisa cortés, pero fría.

—Es mi mujer, no necesita ninguna cita. Vete, Frida —respondió Marco, su voz firme y autoritaria.

La asistente se marchó rápidamente, dejándonos a solas. Miré a Marco, sintiendo que todo lo que había pasado me había dejado vulnerable.

—Tenías razón en todo, soy tan estúpida —dije, dejando que las lágrimas cayeran por mis mejillas mientras me acercaba a él. Me abracé a su torso, llorando entre sus brazos.

Marco me envolvió con sus brazos, acariciando suavemente mi cabello mientras me consolaba.

—No digas eso, Ana. Lo importante es que estás aquí ahora. —me dijo, con una mezcla de preocupación y ternura en su voz.

—Yo te juro que nunca más me acercaré a Maximiliano —le dije, con la firmeza que podía reunir.

—No lo harás, cariño. Max está a punto de irse a Estados Unidos a realizar su doctorado. Creí que te lo había dicho —respondió Marco, mirándome a los ojos.

—Claro que no. Si lo único que quería era jugar conmigo. Yo quiero estar contigo; si me aceptas, te juro que seré una buena esposa —dije, sintiendo la desesperación en mi voz.

Marco se acercó, uniendo sus labios a los míos en un beso que me llenó de calidez. Le respondí con la misma intensidad, como si en ese momento pudiera sellar nuestro compromiso.

—Te haré muy feliz, Ana —susurró él, rompiendo el beso y mirándome con sinceridad. La convicción en sus palabras me dio esperanza y confianza en el futuro que ambos deseábamos construir juntos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro