Capitulo 6: La furia de Max
Maximiliano Denovan
Aceptaba que había sido un completo imbécil con Anastasia. No entendía por qué era tan difícil convivir con ella; había algo en ella que me atraía demasiado. Mi comportamiento con ella había sido inexcusable, y me sentía mal por cómo la había tratado. Decidí que debía hacer algo para enmendar mi error, así que compré un ramo de rosas y me dirigí a la hacienda donde sabía que estaba.
Al llegar, me encontré con Dimitri, quien tenía una expresión de completa indiferencia y un aire de desdén que me molestó.
—¿Y esas rosas son para mí, querido? —dijo Dimitri con una sonrisa burlona, claramente disfrutando de mi incomodidad.
—¿Dónde está Anastasia? —pregunté con impaciencia, intentando ignorar su actitud.
—Ana se fue a pasear con tu hermano, no deben tardar mucho —respondió Dimitri, encogiéndose de hombros.
Esperé unos minutos que se sintieron como horas, hasta que finalmente vi a Anastasia y a Marco llegar en caballo. Ambos estaban empapados y con el cabello mojado, y Anastasia lucía una sonrisa radiante que me hizo hervir de celos. La forma en que la miraba Marco, con esa mezcla de intimidad y admiración, era como un puñal en el corazón.
Sin pensarlo, escondí las rosas detrás de mi espalda, esperando a que se acercaran.
—¿Por qué están mojados? Se tardaron mucho —dijo Dimitri, con un tono que no dejaba de ser sarcástico.
—Solamente nos caímos al río —dijo Marco, con una sonrisa que no lograba ocultar el orgullo en sus ojos.
—Dimi, por favor, dile a la sirvienta que prepare ropa para Ana. Ya la conoces muy bien, ¿verdad? —ordenó Marco con tono firme.
—Claro —respondió Dimitri mientras se alejaba con una sonrisa de complicidad.
Observé cómo Marco rodeaba a Anastasia con una familiaridad que me resultaba insoportable. Cuando Marco la besó frente a mí, sentí un dolor agudo en el pecho. Mi esfuerzo por mantener la calma fue inmenso. Ver a Anastasia responder a sus caricias, con esa sonrisa que parecía derretir todo a su alrededor, me enfurecía aún más.
—Ya basta —dijo Anastasia con una risa que parecía inofensiva pero que a mí me sonó como una burla.
Era imposible no sentir celos. Lo que más me molestaba era que, si ella estaba con él, no era por ambición o por ser una mujer fácil. Era porque, al parecer, lo amaba.
—Max, quiero que seas el primero en saberlo. Ana y yo estamos juntos. Me casaré con ella, no con Sofía.
—Pues felicidades. Bienvenida a la familia, cuñada —dije, intentando sonar cordial pero sintiendo que mi corazón se rompía en pedazos.
—Gracias, cuñado. Y esas flores… —preguntó Anastasia, notando el ramo que aún mantenía oculto.
—Pues seguiré tu consejo. Las compré para Clara —dije, tratando de desviar la atención de la conversación incómoda.
—Es una gran chica. Si algún día decides sentar cabeza, ustedes harían una hermosa pareja —respondió Anastasia antes de inclinarse para besar a Marco en los labios. —Nos vemos después, amor.
—En la noche hablaré con tus padres —agregó Marco, sin dejar de sonreír.
—Quita esa cara, Max —dijo Marco, con un tono que parecía más divertido que malicioso—. ¿Estás enamorado?
—¿Yo, enamorado? Eso no es lo mío, Marco —respondí con una risa amarga—. Solamente me quitaste un buen polvo. Le tenía ganas, solamente eso. Pero ahora será tu esposa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro