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Capitulo 5: Confesión de amor

Al día siguiente, decidí faltar al trabajo y acepté la invitación de Marco para pasar el día en su casa de campo. Era una hacienda impresionante, rodeada de campos verdes y con un encanto rústico que la hacía acogedora.

Llegamos y me senté al lado de Dimitri, quien no dejaba de bromear y de hacer comentarios que, aunque a veces eran un poco molestos, al menos lograban distraerme. Mis padres no asistieron, y Sofía estaba invariablemente pegada al brazo de Marco, demostrando su afán por estar siempre a su lado.

Mientras explorábamos la hacienda, el ambiente se volvió más relajado, y pude sentir un ligero alivio al estar rodeada de naturaleza y fuera del estrés del laboratorio. Marco había organizado una comida al aire libre y todos parecían disfrutar del día. Aunque mis pensamientos seguían revoloteando sobre los eventos recientes, el entorno tranquilo y la compañía de Dimitri y Marco ofrecían un respiro bienvenido.

—Yo lo que más quiero es montar, pero no sé hacerlo —dije, mirando a los caballos en el establo.

—Yo puedo enseñarte —ofreció Marco con una sonrisa amable.

—No, qué asco los animales olorosos —dijo Sofía con desdén mientras se alejaba hacia una esquina.

—¿Dónde hay wifi, cuñado? —preguntó Dimitri, sacando su teléfono móvil.

—Mi amor, qué pena, pero debo irme. Hay una emergencia en la empresa —anunció Sofía, con una expresión de preocupación.

—No te preocupes, ve —le respondió Marco con comprensión.

Marco, Dimitri y yo nos dirigimos al establo. Los caballos y las yeguas eran realmente impresionantes. Dimitri estaba distraído, tonteando con una de las empleadas del lugar y sin prestar atención a nada.

—Lamento haberte abrazado —dije, volviendo a mirar a Marco.

—Puedes estar en mis brazos cuando lo desees —dijo Marco, abrazándome de la cintura—. Escoge el que desees y es tuyo.

Mientras me rodeaba con sus brazos, sentí una mezcla de calidez y seguridad. Miré los caballos que pastaban pacíficamente en el establo, sintiendo una creciente emoción por aprender a montar.

—¿Cómo empiezo? —pregunté, girándome hacia Marco con una sonrisa tímida.

—Primero, debes familiarizarte con el caballo —explicó Marco—. Elige uno y te mostraré cómo cuidarlo y montarlo. Ven, te enseñaré.

Me dirigí hacia una de las yeguas, que parecía amigable y tranquila. Marco me mostró cómo acariciar su cuello y cómo hablarle con calma para que se sintiera cómoda.

—Ahora, vamos a ponerle la silla de montar —dijo Marco, señalando el equipo—. Te guiaré paso a paso.

Dimitri, aún distraído con la empleada, apenas prestaba atención, pero yo estaba completamente enfocada en las instrucciones de Marco. A medida que avanzaba en el proceso, sentía que mi confianza crecía.

—Estás haciéndolo muy bien —me animó Marco—. Ahora, vamos a montar.

Con su ayuda, subí a la silla de montar, y Marco se colocó a mi lado para asegurarme de que todo estuviera en orden.

—¿Listos para dar una vuelta? —preguntó Marco, su voz llena de entusiasmo.

—¡Listísima! —respondí, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.

Mientras comenzábamos a caminar lentamente por el establo, me di cuenta de que el tiempo con Marco no solo me estaba enseñando a montar a caballo, sino también a disfrutar de su compañía y a apreciar los pequeños momentos de tranquilidad que compartíamos.

Le íbamos a pedir a Dimitri que nos acompañara, pero él se marchó con la sirvienta, y no lo volvimos a ver. Entonces, Marco y yo decidimos salir juntos a montar.

Subimos al caballo y, mientras yo sostenía las riendas, Marco me ayudaba a mantener el equilibrio desde atrás. Su cercanía y la manera en que me sostenía me daban confianza, y pronto nos alejamos del establo hacia un sendero más amplio.

—Sigue recto —me indicó Marco—. Estoy aquí para ayudarte si necesitas algo.

Mientras avanzábamos, disfrutaba del paisaje y de la sensación de libertad. Sin embargo, el caballo comenzó a alejarse más de lo previsto y se acercó a un río tranquilo. Intenté controlar al animal, pero estaba claro que no tenía suficiente experiencia.

—Tranquilo, caballo —murmuré, tratando de calmarlo.

Marco notó la tensión y se inclinó hacia adelante, colocando sus manos sobre las mías para ayudarme a manejar las riendas. De repente, el caballo se detuvo cerca del borde del río, y Marco se movió rápidamente para ayudarme a detenerlo por completo.

—Lo hiciste bien, solo necesitas un poco más de práctica —dijo Marco con una sonrisa reconfortante, mientras me ayudaba a asegurar al caballo—. A veces, los caballos pueden ser impredecibles, pero lo importante es mantener la calma y controlar la situación.

Me sentí aliviada al tenerlo a mi lado, y mientras el caballo pastaba pacíficamente cerca del agua, disfruté del momento de tranquilidad que compartíamos.

Él bajó primero y luego me ayudó a bajar del caballo. Con un gesto cuidadoso, ató al caballo a un árbol cercano. Me quedé observando el bello río, que brillaba bajo el sol de la tarde.

—Es hermoso este lugar… —dije, admirando el paisaje.

—Sí, lo es. Casi es tan hermoso como tú —dijo Marco, acercándose y acariciando mi cabello. Deslizó suavemente mis mechones detrás de las orejas.

—¿Qué estás diciendo? —pregunté, sintiendo una mezcla de curiosidad y nerviosismo.

—Voy a dejar a Sofía —afirmó, con una determinación en la voz—. Cancelaré mi compromiso con ella. Jamás me ha importado la falta de amor ni sus infidelidades, pero estoy sintiendo algo que jamás había sentido.

—No entiendo qué… —dije, buscando claridad.

—Déjame demostrártelo —respondió Marco, acercándose lentamente.

Sin más palabras, unió sus labios a los míos. El beso fue suave, pero lleno de una ternura inesperada. Sus manos sostuvieron mi cabeza con delicadeza mientras me besaba. Sentí una mezcla de sorpresa y deseo que me envolvía.

—Marco, no… —susurré, separándome ligeramente.

—Me encantas, Ana —dijo, mirándome a los ojos—. Sé que no te soy indiferente. Tus padres aceptarán esto; ellos solo están interesados en los negocios y el acuerdo sigue en pie.

—No quiero robarle el novio a mi hermana —dije, con un nudo en el estómago.

—No estás robando nada. De cierta forma, estás liberando a Sofía —dijo Marco, acercándose de nuevo.

Esta vez, me dejé llevar por el momento. Correspondí al beso, llevando mis manos a su cabello mientras él me sostenía de la cintura, atrayéndome hacia él. El beso se volvió más intenso, y sentí una conexión profunda con Marco que no había anticipado, pero que ahora me parecía inevitable.

En un momento, Marco dejó de besar mis labios y empezó a recorrer con sus labios mi cuello. Sentí un escalofrío mientras desabotonaba mi blusa. Acepté sus caricias, permitiéndole continuar, mientras sus besos se transformaban en mordidas suaves sobre mi piel. Mi blusa cayó al suelo.

—Marco, no… yo nunca —dije, con una mezcla de sorpresa y aprehensión.

Sin embargo, él no se detuvo. Me dejó suavemente en el suelo y volvió a besarme con intensidad. Sus caricias y besos eran apasionados, llenos de deseo.

—Tranquila, mi amor, seré delicado.—susurró mientras se quitaba su camisa rápidamente, revelando su torso desnudo.

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