|12|
Si bien últimamente Hyunjin y Félix no podían estar en una misma habitación porque había demasiada tensión entre ambos, ahora estaban hablando con naturalidad.
Félix veía las fotografías de su madre con un brillo único en los ojos. Se veía feliz, era como una estrella que brillaba en medio de la obscuridad de Hyunjin.
Félix por su lado no pregunto como consiguió las fotografías, por que la respuesta era mas obvia.
—Gracias… apenas recuerdo el rostro de mi madre— dijo el menor levantando la mirada, con sus ojos verdes llenos de lágrimas retenidas. —las busque durante años... —,
Hyunjin asintió, alejando los pensamientos que atravesaban su cabeza temiendo a Félix cerca era un verdadero martirio porque intentaba contener su lado animal y no cometer una estupidez. (Que valdría la pena)
—De nada… ¿tu cabeza esta bien? — pregunto agarrando el mentón del menor para que lo mirara. De nuevo sus impulsos empezaban a traicionarlo por lo apetitosos que se veían los labios del menor.
—Hyunjin... — susurro el pecoso teniendo a el mayor a centímetros de su rostro. Su respiración empezó a ser irregular al igual que los latidos de su corazón golpeando su pecho —.e..espera—
Murmura cuando sus respiraciones se mezclaban y sus labios apenas se tocaban.
El autocontrol de Hyunjin se fue a la basura y soltando las riendas de sus mas bajas intenciones, probo los labios del menor. Y sin dejarlo reaccionar lo tomo de la nuca para que sus labios no perdieran contacto en ningún momento.
Moviendo sus labios de forma brusca, movimientos que eran demasiado rápidos para los torpes movimientos de Félix. Que no sabía como seguir el ritmo, nunca había besado a nadie, tampoco tenia experiencia con el sexo, o por lo menos no que fuera por su voluntad. Félix nervioso y sin saber como responder trato sin éxito de alejar a Hyunjin de sus labios- porque el firme agarre de Hwang en su cabello le impedía alejarse. Por lo que se dio por vencido y se dejo llevar, pues el que único que tendría el control seria Hyunjin.
Tomándolo de la cintura, elevándolo del suelo donde Félix estaba sentado sobre la alfombra, para proceder a dejarlo sobre el frío escritorio de madera. El lobo de el menor se removió, aunque Félix no supo exactamente el porque. Se sentía bien y mal al mismo tiempo.
Félix se aturdió.
Su vientre se contrajo, el calor de su cuerpo se extendió hasta la punta de sus pies, mientras algunos jadeos escapaban de sus labios porque ya no era suficiente, su olor se volvía más y más intenso. Demasiado como para que Hyunjin quisiera detenerse, era demasiado tentador.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro