Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6

Desde que había vuelto de nuevo a mi país después de haber estado fuera por algunos años, notaba una especie de calma, volviendo de nuevo a recordar lo que fue mi vida antes de irme. Pero sobretodo me marché para poder poner en orden mis ideas y al ser posible arreglar mi corazón.

Ver de nuevo a mi familia y amigos me alegra llenándome de nostalgia.
Poder abrazar a mi primo, fue emocionante incluso me estremecí al llegar a "Liebe" y ver el caluroso cariño con el que me recibieron toda mi familia

Durante la cena, no paré de hablar  contando lo que había echo durante estos años.
Sin embargo, a pesar de estar feliz rodeado de mi familia, en la soledad de mi alcoba, estaba tumbado con mi brazo por detrás de mí nuca pensando en Alba.
Una sonrisa se instaló en mi rostro al saber que ella sigue soltera, sigue trabajando duro cuidando de su familia.
Aquella fue la única información que le pude sacar a Laura, además de que por fin podría verla mañana en el bautizo, puedo incluso imaginarme cómo será nuestro primer encuentro.

— Héctor mi amor te ayudo con la corbata pareces que en toda tu vida te hubieras echo el nudo. — Alois se aproxima a mí para hacerme el nudo de la corbata.

— Alois, sabes algo.

— No. Tú dirás.

— Durante todo este tiempo, he echado mucho de menos Alba.

— Sí, y yo voy  y me lo creo. Por eso no dejamos de leer con la fila de mujeres con las cuales te has portado todo un caballero, seguramente porque te acordabas de Alba.

— Alois no me hables así, no es broma, te digo la verdad.

— Te creo primo. Aún así, pienso si en verdad no hubieras dejado de pensar en Alba, tampoco hubieras dejado que otra mujer te sedujera. Héctor, si quieres a Alba cómo dices, hubieras echo lo posible por cruzar esa barrera. Quizás ahora sea todo tarde el querer recuperarla.

Me quedo serio, incluso quieto pesando en la conversación con mi primo.
Aunque tenía que saludar a mi familia y amigos con alegría dentro de mí había un pequeño lamento que no me dejaba en paz.
Esa pequeña tristeza se fue convirtiendo en alegría en el momento que volví a ver esos ojos turquesa, supe de inmediato que Alba seguía viviendo en mi corazón.
Miré su boca, esa boca que tantos besos me robaron, al rozar mi mejilla con la suya me percaté que había temblado, y aquello me hizo percatarme de  esas emociones que hay entre ella y yo no habían desaparecido como había imaginado.

Por supuesto, aquí a uno no le puede salir nada bien.
Daniela me había acompañado en mi viaje, por lo que no me quedó de otra que hospedarla en mi casa y hacerle de guía turístico.
Era  mi primer encuentro con Alba desde mi regreso, tan sólo quería acercarme a ella, hablar y al ser posible, poder averiguar más sobre su vida.
Y de nuevo las cosas no me salen bien.
Daniela no paraba de preguntarme por cosas sin sentido y aquello ya comenzaba a molestarme. Quería prestarle atención Alba, necesitaba hablar con ella, poder mirarla y expresarle estas sensaciones que ella me produce, pero no había medio de poder hablar con ella.
Si no era porque tenía que atender a Daniela, eran mis amigos.
El caso que me sentía mal por no poder hacer más de lo que quería referente a Alba.
Incluso cuando un camarero se acercó a ella diciéndole algo a su oído, me preocupé que le hubiera pasado algo. Quería poder seguirla, sin embargo, no pude hacerlo hasta pasados unos minutos cuando la vi con ese camarero tocándola, irritándome la manera de cómo se reía con ese idiota.

Desde el momento que los vi juntos algo oscuro se fue formando en mi interior, por un lado quería atraparla entre mis brazos y por otro lado, enfadarme conmigo mismo.
Cómo había sido tan imbécil.
¿En qué estaba pensando? En que Alba iba a estar sentada en una silla durante todo este tiempo esperando a que yo regrese y declararle mi amor cuando años atrás no lo hice por cobarde.

Estaba amaneciendo y yo seguía con mi café en la mano sentado en una sillón de mimbre mirando el amanecer desde la terraza. Son unas preciosas vistas, para poder esclarecer esto que siento cada vez que estoy cerca de Alba y no he sentido cuando he tenido alguna aventura con otra mujer.
Parece como si Alba se hubiera instalado en mi mente para vivir en mi corazón, y aún así intento estirar mis dedos y no la veo.
Está tan lejos de mí que me supone una gran dificultad poder llegar hasta ella.
Echo mi cabeza hacia atrás cerrando los ojos para poderla recordar.

— Buenos días Héctor. ¿Ya te has levantado? — Me pregunta Daniela con una de mi camisa puesta.

— No he dormido todavía. Estaba pensando. ¿Y tú, ya te has despertado?

— No he dormido mucho. Me gusta más que duermas conmigo. — Daniela me rodea por detrás mi cuello empezando a darme pequeños mordiscos en mi oreja.

— Stop. Para. Por favor Daniela no sigas.

— Héctor...¿Qué te pasa, acaso ya no me ves hermosa, o es que ya no te atraigo como para no querer dormir a mi lado?

— Daniela, ya te lo dije anteriormente, nuestra aventura ya terminó. Hay un hombre, amigo mío llamado Rubén que está interesado en tí. Por lo cual, no voy a defraudar a mi amigo por cinco minutos de placer.

— Vaya, veo que eres directo. En fin...pienso que yo aquí no hago nada.

— Espera que venga Rubén y después te irás. ¿Entendido?

Daniela me observa durante unos minutos en silencio, su expresión cambia tanto como las luces del semáforo.
Pasados unos minutos, me responde que ella no necesita ningún hombre para poder divertirse.
No entiendo, para esa frase necesita pensarlo dos horas.

— Daniela, si quieres seguir mi consejo, no seas orgullosa y ve con Rubén, al menos darle la oportunidad de conocerte más a fondo. Si no te gusta, díselo cuanto antes sin lastimarlo. Ante todo sinceridad.

De acuerdo, haré lo que me pides. — Resignada y algo desganada, Daniela se va hacia el baño donde un par de horas después sale vestida y arreglada, lista para irnos hacia el aeropuerto para buscar a Rubén.

Me alegro mucho de volver a Rubén, pero al parecer a Daniela no le ha echo mucha gracia ver de nuevo a mi amigo.
Intento pensar algo sobre la marcha para juntar a este par.
¿Desde cuándo me vuelto en Cúpido?

La mejor idea que se me ocurre es ir a comer a un restaurante para después dejarles solos y que sea Rubén quien se encargue de Daniela.
Durante la comida, Daniela no aparta sus ojos de mí y lo peor de todo que no se dirige en ningún momento hacia Rubén. Es como si desde que le he contado lo que sucede sabe que puede lastimarlo. O lo que es peor, hacerse la interesante.
En el momento que íbamos a pedir el postre, mis ojos se quedaron fijos en una silueta femenina, la cual me resultaba muy familiar.
Con su movimiento de cadera, sus ojos negros marcando su territorio, Bianca se fue acercando hasta donde yo me encontraba.
Sin ninguna vergüenza, Bianca se presentó, acto seguido se acercó muy despacio clavando sus ojos en mí.
Ninguno de los dos dijo nada, solo sonreímos y ella se marchó sin decir nada.
Algo desconcertado, la observé hasta que desapareció de mi vista.

— Héctor, vamos a otro lugar. — Surgirioó Rubén.

— Tengo algo que hacer, adelantaros vosotros y después me reúno con vosotros.

No dije nada más, de alguna manera tenía prisa por ir en busca de Bianca.
Algo dentro de mí me lanzaba a ir en su busca.
¿Sería que aún no había podido dejar de amarla?

Exactamente no sé qué me ocurría para ir en busca de Bianca.
Corrí tras ella, logré darle alcance en el momento que iba a subir a su auto.
La primera impresión que tuve nada más tenerla de nuevo de frente fue la desilusión.
Creí por unos instantes que aquella mujer de la cual amé profundamente seguiría amándola, pero ya no sentí nada hacia ella.

— Héctor, me alegro de verte, veo que sigues tan atractivo como te recuerdo. Y por lo que veo, tú aún sigues interesado en mí.

— En verdad Bianca no. Sólo había venido para comprobar que aún te detesto. El amor que pensé sentir por ti, tú misma lo contaminaste. Bueno me alegro de saber que sigues bien. Hasta luego Bianca.

— Héctor espera. — Bianca intentó retenerme, pero esta vez no iba a caer. No. Ya no siento nada por ella, ese fuego que creí que me abrasaba, se apagó para siempre, ya no quedan ni las cenizas. Bianca pudo ser importante en mi vida pasada.
Pero ahora, no me cabe la menor duda de que ya no siento nada por ella.
Suavemente le quito su mano de mi brazo para alejarme de ella.

Camino hasta mi auto, le mando un mensaje a Rubén para que se encargue de Daniela. En estos momentos solo me interesa una mujer y pienso ser perseverante.

Un rato después, y tras haberle rogado a Laura que me ayude a tener una cita con Alba, llego al restaurante donde le había indicado a Laura que debía de acudir Alba.
Llego el primero, consulto mi reloj, como faltan diez minutos para que venga Alba, me pido un cocktail con el propósito de hacer tiempo hasta que llegue ella.
Con lo que no contaba, era con que una hermosa dama se acercase hasta donde estaba yo sentando.
La hermosa mujer, toda descarada toma asiento a mi lado observándome de una manera lasciva. Sus labios pintados de rojo a juego con sus uñas me demuestra claramente sus intenciones.
Como soy un hombre educado, hablo con ella cortésmente, riéndome de sus comentarios observándola con cautela.
El tiempo pasa y Alba no aparece.
Como soy demasiado impaciente la llamo.
Al cuarto intento me responde.

—Alba, ¿Dónde estás, te estoy esperando en el restaurante ___?

— Llevo una media hora o más en el restaurante, anda gírate. — Me volteo, y efectivamente, está sentada en una mesa y al parecer ha cenado.
Me despedí de la hermosa mujer para ir directo hacia la mesa de Alba.

— Hola Héctor, como te va todo. — Me quedo desencajado por la manera de sonreírme Alba y no hay ni rastro de enfado.

— ¿Llevas mucho tiempo esperando?

— El necesario para ver cómo ligabas con la rubia de bote y cenar.
Por cierto debo de irme, la cuenta la pagas tú, esto es muy caro para mí pagarlo yo.

— Echo ahora pago. Espera Alba. Tenemos que hablar.

— Pues lo siento, debo de irme a trabajar, mi turno empieza dentro de poco.

— ¿Ahora? No creo que vayas a ir a trabajar a las nueve de la noche.

— Yo si. Trabajo en un Burguer King de 24 horas. Por lo cual yo trabajo en el turno de noche.
Y ahora si me disculpas el deber me llama.

— ¿Puedo verte otra vez? — Noto que Alba se tensa, sus ojos miran a la mesa para segundos después decirme que sí.

— ¿Puedes mañana? — insisto porque necesito hablar con ella, saber si lo que ella siente por mí no haya desaparecido.

— Ya veré. Te llamo y te doy una respuesta, y bueno como ya hemos quedado me largo. Chao Héctor. — Me da un beso en la mejilla, se coloca su bandolera y se va negándose a que la acompañe a su trabajo.

Frustado, me marcho del restaurante tras haber pagado la costosa cena, hacia mi casa.
En cierto modo, acabo de meter la pata  con Alba.
No ha sido mi intención, quería quedar con ella y por culpa de la tendencia de charlar un rato con una hermosa mujer, he terminado quedando ante los ojos de ella como un cretino.

Me doy una larga ducha, pensando en lo que puedo hacer para convencer a Alba de que no soy ese hombre que describen en las revistas.
Ella ya me conocía de antes, además su mirada me anunció que podía tener alguna posibilidad con ella.
Y sin embargo, aquí estoy pensando en ella, buscando la mejor solución de no lastimarla y averiguar si Alba sigue sintiendo las mismas emociones que años atrás calló su boca delatándola su cuerpo y esa forma de entregarse  dejándose envolver por mí.

Consulto mi reloj, son cerca de las dos de madrugada.
Por lo que deduzco que su turno estará por terminar.
Busco durante un rato en internet los posibles burguer King que hay abiertos 24 horas. Sólo hay uno en la ciudad. Perfecto, me cambio de ropa con la ilusión de ir a buscar a Alba a su trabajo.

Aparco el auto enfrente de la puerta de salida de empleados, espero, sigo esperando hasta que por fin la veo.
Miro la hora que es, ¿joder esta mujer cuántas horas trabaja?

— Alba. Buenos días.

— Ay madre que susto.
Héctor...¿eres tú?

— Sí, sabes que debo de ir de incógnito, por los paparazzi.

— Comprendo. ¿Pero no sé qué narices haces aquí?

— He venido a buscarte, quiero desayunar contigo.

— Yo...más que desayunar, necesito dormir. Y lo siento pero debo coger el metro tengo que irme rápidamente a casa.

— Ven te llevo, y no acepto un no por respuesta.

Suspiro aliviado de que al menos Alba haya cedido de que la lleve hasta su casa.
Durante el trayecto Alba me habla sobre su trabajo, como lo consiguió y la poca vida social que tiene debido a su trabajo y por tener que cuidar de su familia.

— Gracias por traerme Héctor. ¿Te tengo que dar algo por la gasolina?

— Sí. Déjame que te invite a una comida.

— Tengo una idea mejor. Ahora debo de irme. Gracias por traerme ya te llamaré.

Sonrío como un bobo al ver irse a Alba un poco apurada hacía su casa.

Justo en el momento que voy arrancar el auto veo como Alba sale de su casa cargando una niña.
Frunzo mi ceño pensando fríamente sí esa niña será hija de Alba o cómo según me ha contando será alguna niña que tenga que cuidar.
Dubitativo, me dirigí de nuevo hacia mí casa.
Tan sólo pensar de que Alba pudiera tener una hija me atormentaba, por lo que decidí llamar a mi primo.

Después de hablar con él, Alois no me aclaró nada. Por lo cual, pensé que debía tratase de una niña que  estuviera cuidando, según me ha contado le hace falta el dinero.

Antes de irme a la cama para dormir, me apunto mentalmente como poder ayudar Alba.
Siento que debo de ayudarla, aunque ella no lo sepa, por no querer aceptar mi ayuda, estoy dispuesto ha ofrecerle un mejor trabajo y mi amor.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro