Capítulo 20
Me quedé frío mirando a Alba en silencio.
Bianca se marchó dejándonos solos.
— Héctor, dime qué no es cierto que te vayas a casar con Bianca.
— Para serte sincero no tengo idea, estoy tan asombrado como tú. De igual modo hablaré con mi abuelo para que me explique qué sucede.
— Héctor, no me gustaría perderte por qué tú abuelo te obligó ha tener que casarte con Bianca.
— Tranquila mi princesa. Todo tiene solución y si algo tengo claro es que no pienso casarme con Bianca. — Alba se refugia en mi pecho buscando de alguna manera la seguridad que yo debo transmitirle.
Acaricio ligeramente su espalda apoyando mi mejilla en su cabeza pensativo.
— ¿Quieres que nos vayamos? — pregunto para salir del silencio que nos envuelve.
— Por favor.
Agarrados de la mano nos fuimos de aquel lugar.
En el hotel ayudé a Alba a quitarse su vestido, en esa ocasión solo quiera abrazarla, intentando buscar la calma en su respiración apoyándome en los latidos de nuestros corazones.
— ¿Hablarás con tu abuelo?
— Por supuesto que sí. Mañana mismo lo llamaré sin falta para que me explique qué es ese documento del cual se ha referido Bianca.
Espero que me diga que no, y todo quede en una mentira.
— Ojalá sea una invención de ella. — Me acerco más a Alba agarrando bocanadas de aire pensando en lo sucedido esta noche.
Por ello, a primera hora de la mañana llamé a mi abuelo.
Efectivamente era cierto lo que dijo Bianca.
Mis músculos no tardan en tensarse, una intensa descarga de rabia fluye por mis venas acabando discutiendo con mi abuelo.
— ¡Maldita sea! ¿En qué estabas pensando cuando firmaste ese acuerdo? ¿Qué querías unir las fortunas? ¿Acaso te importaba más tú asquerosa fortuna que la felicidad de tu nieto?
— Héctor basta ya. ¿Acaso hace años tú no estabas enamorado de Bianca y siempre decías que te querías casar con ella? ¿Ahora me culpas a mí de pactar tu matrimonio?
— No debiste de hacerlo abuelo. Aunque yo hubiera estado enamorado por aquel entonces de Bianca, no debiste hacer algo así. Ahora ella va utilizar ese documento para obligarme a quererla.
— No hagas algo en contra de tú voluntad.
— Ya. Ahora es fácil decirlo cuando me encuentro en esta situación en la cual amo a Alba.
— Lo siento mucho. De todas maneras haré lo que pueda por ayudarte.
Finalicé la llamada con mi abuelo dejando caer mi cuerpo en la silla sin fuerzas. Me masajeaba las sienes pensando en alguna posibilidad de no verme obligado a casarme con Bianca cuando me llamo Domingo.
— Dime qué tienes buenas noticias.
— Exactamente no son buenas.
Bianca está utilizando ese documento firmado hace años para obligarte a casarte con ella. Pero hay una solución. Casarte con Alba. Si estás casado con ella no tendrás que casarte con Bianca.
— Cómo no se me ha ocurrido a mí. Gracias Domingo, sabes que te quiero mucho. Te adoro.
— Vale. Te entendido. Cualquier cosa házmelo saber para empezar con el papeleo.
— De acuerdo.
Más feliz que una perdiz busco a Alba en el baño, la cual se encuentra secándose su cabello.
Agarrándola por su cintura la subí hacia arriba dándole algunas vueltas, me encontraba tan feliz que no sabía cómo describir porque al fin todo comenzaba a salirme bien.
Dejo a mi princesa en el suelo, suavemente la agarro por sus hombros clavando mis ojos en ella empiezo a contarle la conversación mantenida con mi abuelo y el abogado.
Alba sonríe desviando sus ojos hacia el suelo pensativa.
— Mi princesa, antes de nada yo no te obligo a casarte conmigo, esa es tú decisión.
Aún así, necesito que sepas que mis sentimientos hacia a tí no van a cambiar. Si debo casarme con Bianca prefiero ir a la cárcel antes de unir mi vida con ella.
Te amo a tí, quiero que seas mi esposa, la madre de Marina y de los hijos que tengamos.
Sabes que no te soltaré de la mano, la tendré aferrada a la mía para seguir navegando en este mar de problemas.
— Sí quiero. Quiero casarme contigo. — Mi corazón dio un vuelco, mis nervios afloraban la dicha de saber que Alba había aceptado ser mi esposa.
Ese mismo día fui a comprarle un anillo de compromiso y una alianza boda a mi princesa. Quería poder dárselo antes de que volviera para España para cuando yo me reuniera con ella poder casarnos.
Durante la cena, percibo como un extraño hechizo me domina cuando me mira Alba. Será alguna luz divina, aunque quiera o no mi razón se transforma al escuchar su voz, al rozar suavemente nuestras piel y poder llegar a poseer su cuerpo en una perfecta unión.
Es una sensación inmaculada que me excita y me lleva a querer quemarme en su fuego.
— Alba, mi amor, quiero hacerte entrega de esa joya, porque quiero que aceptes ser mi esposa.
Aún no sé qué me has hecho, porque me resulta muy difícil vivir sin tí, te has clavado en mi vida, en mi corazón como un puñal y aunque quiera arrancármelo, no se separa de mí y todo por el poder que ejerces sobre mí.
Me llegas alucinar tanto, que mi corazón está acorralado pues solo tú puedes hacer que se desplieguen todos mis sentimientos hacia tí centrándome en hacerte feliz.
— Héctor mi amor, qué feliz me hace escuchar de tu boca esa declaración.
Doy gracias, por que tengo el placer de estar cerca de ti. Poder compartir mi vida junto a tí es más que un reglado.
Te agradezco tu interés por mí. Lo que más deseo es saber que tú amor al igual que el mío nos de paz. Contigo soy capaz de todo porque tú me das la confianza y el cariño que necesito para estar preparada para comenzar una vida juntos. Incluida Marina claro.—
Un beso fue lo que acentúo más lo que los dos podíamos expresar mejor que en palabras.
El rodaje de la serie estaba resultando bastante bien y por lo cual habíamos decidido todos los compañeros de reparto celebrarlo con una cena.
En el restaurante no cabía nadie. Tampoco faltaba ninguno de mis compañeros, los cuales le presenté a Alba.
Ella con su simpatía, no tardó en hacer amistades con mis compañeros.
Estaba disfrutando de una estupenda noche, hasta que llegó de la nada Bianca agarrada del brazo de unos de los productores.
Al verla, miré de inmediato a Alba, la cual seguía distraída hablando con varias amigas.
Aproveché el momento para ir hasta el encuentro de Bianca.
Sin pararme a meditar nada, la agarré de su muñeca tirando de ella hacia un lugar apartado donde nadie nos pudiera escuchar ni ver.
— ¿Qué pretendes Bianca con aparecer con el productor?
— Nada. Es mi amigo.
Además sabes que yo soy la diseñadora del vestuario que sale en la serie.
— Perfecto, lo que me faltaba por escuchar.
— ¿Has hablado con tú abuelo? Lo digo porque cuando termines de rodar la serie he pensado en anunciar nuestro compromiso.
— Aha. Pena me da que pienses que puedes obligarme a quererte con ese documento.
Aún así te digo, que pienso casarme con Alba. La mujer que amo y no con una aprovechada mentirosa como tú.
— Sabes Héctor, quien ríe el último ríe más fuerte.
Sólo te aviso que no te atrevas a casarte con esa camarera.
— ¿Acaso me estás amenazando? Porque si es así, ya puedes ir retirando lo dicho. Para mí ya no eres esa mujer de la cual me enamoré hace años. Eres la mujer que me engañaba con mi primo y con otros hombres. ¿Dónde quedó tú fidelidad?
— Junto a la tuya.
¿Ya no te acuerdas que estando conmigo mantenías aventuras con otras mujeres?
Te gusta mucho la juerga Héctor, y qué decirte cuando ves una mujer bonita, te se van todos los sentidos detrás de ellas, solo piensas en acostarte con ellas.
Y no creo que ese hábito lo vayas a cambiar estando muy enamorado de esa camarera.
Ella es demasiado vulgar para ti. Piensa bien lo que estas haciendo, al no ser que te arrepientas.
— Nunca le seré infiel a Alba. Ella es mucho mejor persona que tú.
— El tiempo pondrá a cada uno en su lugar Héctor.
Mis músculos estaban demasiados tensos, pegué un puñetazo a la pared de la impotencia que sentía en ese momento. Conozco demasiado bien a Bianca y sé que no va parar hasta conseguir su propósito.
Y al parecer ya había comenzando con su plan de hacer ver a todos los compañeros de que Alba era una don nadie, que trabaja de camarera.
En una ocasión llegó hasta darle una bandeja a Alba para que se pusiera a servir.
Afortunadamente pude intervenir antes de que Alba abofetease a Bianca.
Comencé a discutir con Bianca poniéndome del lado de Alba, por supuesto ella se hacia la mártir dejándome a mí como el peor de los hombres.
Al final, varios compañeros tuvieron que poner orden entre Bianca y yo.
Salimos del lugar,yo estaba muy enojado.
Alba intentaba tranquilizarme a pesar de estar más rabiosa que yo.
La abracé, como lo hace un niño a su madre buscando calma.
— Tranquila mi princesa, esa arpía no va poder con nosotros. Somos un equipo, soy tuyo Alba. Solamente tuyo. Recuérdalo siempre.
— Héctor, espero que no me sueltes de la mano, tengo miedo de perderte.
— No temas mi amor, mientras tenga oxígeno en mis pulmones no dejaré de amarte.
Abracé más fuerte Alba acariciando su espalda notando como ella arrugaba mi chaqueta clavando sus uñas en mi espalda. Poco a poco se fue calmando y pudimos al fin irnos hacia el hotel donde Alba haría su maleta para volver a España.
Entre un pequeño llanto, percibiendo en mi pecho la amargura de tener que dejar que se fuera Alba, me despedí de ella quedando en vernos en dos semanas.
El tiempo suficiente para que prepararse los preparativos para poder casarnos.
Le di un beso antes de que se fuera hacia la puerta de embarque y montarse en el avión.
Al volver al hotel, todo se me venía encima.
Habían pasado horas desde que Alba tuvo que marcharse y ya la extrañaba demasiado.
Estiré mi mano en la cama buscando su cuerpo, la llama de su pasión que tantas noches hemos disfrutado amándonos puedo llegar a sentirla.
Al momento mi móvil suena, se trata del director de la serie, al parecer van a cambiar una escena y debemos rodarla de noche.
Por lo que no me quedó de otra que levantarme a las dos de la madrugada para ir a rodar la escena.
Había que rodar varias tomas que trataban de una persecución en moto.
La escena estaba saliendo bien ha pesar de haberla tenido que repetir varias veces.
Al fin, todo estaba saliendo bien cuando de pronto los frenos de la moto no iban.
En un minuto me vi saltando con la moto por el aire, en un segundo sentí como mi cuerpo se separaba de la moto arrastrándome por el suelo llegando a golpearme algo en la cabeza.
Me dolía todo mi cuerpo, la cabeza, las manos, las piernas...escuchaba voces, veas bultos, oía ruido incluso mi respiración y en un momento vi la sombra del rostro de una niña antes de ver todo oscuro.
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