Capítulo 18
Contaba los pasos hasta llegar a mi casa. A mí refugio, donde puedo ocultarme y dónde a veces me gustaría que mi vida fuera de otra manera.
-Exhalo- abriendo el grifo de la ducha, y dejo que sea el agua quien me haga ver si estoy cometiendo un error en no ser más valiente a la hora de enfrentarme a los sucesivos problemas que me conlleva por amor o si continúo con mi actor favorito.
Lo amo tanto que sería incapaz de hacer algo en su contra.
Y entonces, aparece de nuevo el rostro de mi madre sufriendo por años y la última vez que vi con vida a Raquel.
¿Qué hago? ¿Cómo puedo mirar a los ojos a Héctor y negarle lo que por él siento?
Sin duda estaré engañándome a mí misma.
Salgo de la ducha ante el vocerío de mi abuela llamándome. Me visto a toda prisa para ver qué le sucede a mí abuela.
-— Alba, dime ahora mismo que tuvo no eres esa que esta saliendo por la tele. Dime qué no, por favor, que me sube la tensión ahora mismo.
-— A ver, toma asiento en el sofá y no te alteres aún me haces aún mucha falta.
Sí, aquella que ves que sale de la mano corriendo junto a Héctor soy yo. Al parecer la prensa estaba en la puerta del restaurante donde yo trabajo y donde hoy mismo me he despedido porque mi jefe es un pervertido.
—- Pero Alba...¿Qué has echo rica mía?
Ahora eres el objetivo de la prensa, y nos vas arrastrar a los demás.
—- Abuela sabía que esto tarde o temprano iba a suceder. Estoy saliendo con Héctor y es normal que la prensa nos pille. Y...respecto a nuestra intimidad, Héctor me ha asegurado que hará lo posible porque nuestras vidas no salgan a la luz.
— Espero que sea así y confío en Héctor. Ahora Alba, debes mentalizarte que tú vida va cambiar de una manera muy brusca. Héctor no es simplemente un actor, es un hombre atractivo y rico. Su vida no es la nuestra. Recuérdalo Alba.
— Voy a visitar a mi mamá, necesito contarle todo lo que está sucediendo. Después nos vemos, gracias abuela por todo.
Me pongo mi chaqueta, una gorra y gafas de sol para intentar camuflarme de la prensa.
Al menos cuando salgo a la calle no veo a nada sospechoso.
Me monto en el bus dirección hacia la clínica.
En el trayecto varias personas me miran con detenimiento, algunos hacen comentarios incluso una mujer algo mayor se atreve a preguntar si soy la novia del actor Héctor Irzu.
Por supuesto lo niego, volteando mi cabeza hacia la ventanilla rezando porque todo esto se acabe pronto.
Por fin paso a la clínica, nada más ver a mi madre me lanzo a sus brazos llorando amargamente.
Mi madre me abraza con cuidado como si fuera ha romperme.
— Alba mi niña, dime porqué lloras de esa manera. — Empiezo contándole a mi madre lo que me sucede.
De su bolsillo saca un pañuelo, secándome las lágrimas con ternura me anima quitándole importancia al asunto.
— Mamá, me estoy volviendo loca, no sé qué hacer. Temo que en el momento que la prensa empiece a interesarse por mí, puedan sacar los trapos sucios de nuestra familia. Y yo no quiero eso.
— Tranquila Alba. Eso no sucederá, además estoy segura que Héctor lo impedirá. Él mismo me lo prometió cuando vino el otro día acompañando a una señorita y me confesó que te ama. — Frunzo mi ceño mirando a mi madre confusa.
Ella al percatarse de mi preocupación, me señala la habitación donde está la chica. Después se va junto a una enfermera a terapia.
Intrigada, voy hacia la habitación que me indicó momentos antes mi madre. Toco la puerta y pasó con mucho cuidado encontrándome tumbada encima de la cama a Tania Damme.
Del mismo improvisto me tapo la boca con mi mano.
— ¿Tania? Eres tú...
— Alba, ¿Qué haces aquí? Acaso Héctor te ha contado algo.
— Eh...no. He venido a visitar a mi madre y ella ha sido quien me avisó. Antes de nada, quiero que sepas que tienes mi apoyo para poder salir adelante.
— Gracias, también cuento con el apoyo de Héctor. Él mismo se ha ofrecido a cuidarme mientras esté en tratamiento.
— Entonces Tania... tú y Héctor...digo os entendéis...
— No Alba. Eso ya forma parte del pasado. Hace años si mantuve una aventura con él. Pero aquello se terminó, ahora simplemente sólo somos amigos. — Ahora si puedo sentir alivio tras haber escuchado que entre Héctor y Tania no hay nada.
— Alba, me gustaría pedirte un favor. Me da vergüenza, pero si no fuera porque me encuentro en esta situación y no deseo que nadie sepa que soy una drogadicta, no estaría pidiéndote que hagas un spot publicitario sobre un perfume.
He hablado con mi manager, le he dicho que estoy de vacaciones. El problema es que ya firmé ese contrato hace tiempo y necesitan una chica para hacer la sesión de fotos.
— ¿Sólo es una sesión de fotos? Digo, no voy a salir por la tele ni nada por el estilo y mantendré mi anonimato.
— Por supuesto. Al único que deberás darle toda la información es a mi manager.
Si no fuera tan importante no te lo estaría pidiendo. Te prometo que tú eres la única que puede hacerme este favor sin que sea delatada.
— No te preocupes, si te puedo ayudar lo haré. Tampoco tiene que ser difícil posar para la cámara. De echo yo soy muy fotogénica. — Me encojo de hombros extendiendo mis manos para poder tranquilizar a Tania.
Comprendo que debido a su profesión trate de ocultar lo que en verdad le sucede.
Hablamos media hora más, hasta que llega un enfermero y se la lleva para hacerle unas pruebas.
Antes de irse me hace entrega del número de su manager.
Nada más salir a la calle, llamo al manager de Tania.
El hombre empieza a reírse nerviosamente agradeciendo que ocupe el lugar de Tania en el spot publicitario.
Quedamos en vernos en dos horas en una cafetería donde me explicará en qué va consentir la sesión de fotos.
Llego a la hora acordada a la cafetería. Un hombre alto calvo viene a mi encuentro.
— Hola, Tú debeS ser Alba, la amiga de Tania. Mucho gusto en conocerla soy Manuel.
— Hola, sí soy yo. Mucho gusto Manuel.— El hombre trajeado de unos cuarenta y cinco años me invita a tomar café.
Entre tanto me saca una carpeta con varios folios donde me señala que es contrato que debo firmar. Acto seguido me explica las condiciones, lo que me pagarán finalizado con mi firma. Todo lo que podido leer y explicado por Manuel me ha parecido interesante y además se gana bien haciendo de modelo para una gran firma de perfume.
Terminamos de tomarnos el café y acto seguido vamos hacia un restaurante para comer.
Allí, continúo hablando con Manuel referente a Tania y su profesión. Escucho con atención todo lo que comenta de ella. Ahí, es cuando pienso en Héctor y lo duro que debe ser su vida por no disponer de la privacidad que necesitan.
Terminamos de comer, Manuel como siempre se encarga de todo.
Después me lleva hasta el estudio donde tras presentarme a la productora, ésta me da unas instrucciones, las cuales debo cumplir al pie de la letra.
Acompañada por una esteticista me voy hacia una sala donde me preparan para hacer mi spot.
Al salir a un a una gran habitación, donde allí había cámaras, fotográfos, pantallas blancas, gente detrás de los portátiles y cables por todos lados... Me sitúo donde me dice el fotógrafo.
Comienzo a posar, me cambio de ropa varias veces, me retocan no sé cuántas veces el maquillaje, a veces me da la sensación de parecer un muñeco de trapo.
Que si haz esto, haz lo otro... Así todo el rato hasta que por fin terminé.
Horas más tarde, y viendo a través de la pantalla de un portátil junto a varias personas más como ha quedado el spot, por fin puedo decir que nunca más volveré hacer algo parecido.
¡Qué agotador!
En la noche, fui a casa de Laura, quería contarle mi gran experiencia como modelo para una firma de perfume.
Al llegar me percaté de que algo le sucedía y no era precisamente bueno por la expresión con la cual me miraba.
— Ey, Laura ¿Porqué me miras así?
— Alba, ¿Crees que es lo más sensato que te alejes de Héctor cuando tú misma sabías que era una personaje famoso?
— Explícate porque no me entero de nada. — Digo algo desconcertada tomando asiento en el sofá.
— Héctor ha estado aquí y nos ha contado lo que ha pasado con vosotros y la prensa. Y ahora vas y le sueltas que quieres pensarte las cosas. Por Dios Alba, ¿qué debes pensar?
Tú misma sabías que Héctor es un personaje famoso, sabías que si te acercas a él tú vida salpicaría en los medios de comunicación. Y si tanto miedo tienes, no debiste seguir con la relación como si estuvieras saliendo con tú vecino. Me parece que Héctor no se merece esto.
—¿Y qué quieres que haga? Marina es su hija, mi madre es un alcohólica, mi hermana fue prostituta.
¿Crees que me apetece que medio país se entere de mi vida?
— Ya es tarde Alba. Ya sabes lo que hay. Y debes permanecer al lado de Héctor. O...¿piensas salir huyendo y esconderte como si estuvieras haciendo algo inapropiado? Si en verdad amas a Héctor, quédate a su lado, Alba ya va siendo hora que seas feliz. Sus inseguridades no te están llevando a tomar las decisiones más correctas que digamos. Debes arriesgarte y no huir. — Miro a Laura con desdén mordiéndome la lengua por no gritarle que se meta en sus asuntos.
Me marcho enfadada, sí, molesta conmigo misma porque la verdad duele, y duele mucho.
Son pasadas las doce de la noche cuando llego a mi casa un poco achispada. Gracias a Kike que me ha acompañado hasta mi casa, porque yo no veo una abuela parada en mitad del pasillo con los rulos puestos en la cabeza, veo cuatro.
— Kike, gracias por traer a esta borracha a casa. Y ven.
— Pero abuela deja de pegarle collejas al chico.
— ¿No les da vergüenza la borrachera que tenéis los dos? Alba, eres una inconsciente. Así se solucionan los problemas, con alcohol. Ven que te voy a dar más palos que ha una estera.
— Kike defiéndeme que me pega fuerte la abuela.
— Me voy que abajo me espera el taxi. No veas que dolor, mañana te llamo.
Mi abuela sigue regañándome aunque yo más bien me encuentro abozicá en la taza del váter vomitando.
Mareada, me voy hacia mi habitación donde caigo de espaldas en la cama quedándome dormida inmediatamente.
Siento un peso encima mío, abro los ojos despacio, Marina me sonríe yo me río por no llorar, menuda resaca.
¿Tanto bebí anoche?
Juego un rato con mi hija, seguido me doy una ducha.
Al salir de la ducha veo a Héctor mirándome un poco...¿Enojado? No. ¿Cabreado? Tampoco. ¿Furioso? Sí.
— Buenos días Héctor. — Le saludo ocultando mi malestar por la borrachera de anoche.
— ¿ Qué significa esto? Responde. — Héctor me lanza una tablet, la agarro preguntándome que lechugas le pasa a éste.
Empiezo a leer lo que pone el artículo, al parecer hablan de mí y Kike.
No quiero seguir leyendo.
Miro las fotos y ahí es cuando me explico porque está que echa fuego por la boca Héctor.
Hay fotos mías de Kike bailando abrazados, haciendo el payaso encima de la barra bailando la canción:
«Mi Cintura, de Alvaro Soler», incluso parece que nos estamos besando. Pero no es así, de lo poco que me acuerdo, Kike me agarró para que no me cayera al bajar de la barra.
— Solamente salí a divertirme un poco. ¿Acaso no tengo derecho?
— Perfecto. ¿Y no sabías que tenías a un par de paparazzi detrás tuyo? ¿No, verdad?
Si no querías salir en la revistas ahora ya les ha dado motivo a los medios de comunicación para tener alguna polémica en sus programas de tertulia.
Se supone que eres mi novia y te fotografían en compañía de tú amigo.
Esto me ha superado Alba.
Ahora mismo me llevo a Marina. Ya hablamos después.
— A Marina no te la llevas. Haz me lo quieras a mí, pero no me castigues a través de ella porque no pienso permitirlo.
— Te recuerdo que ella es mi hija. Y ahora mismo se viene conmigo.
— No he echo nada malo. Simplemente salí a divertirme.
¿Qué tiene eso de malo? Y Kike es mi amigo no mi ligue, y por supuesto no hicimos nada malo salvo pasarlo bien.
¿Algún problema?
— Muchos.
Ahora eres la novia de Héctor Irzu, y ahí afuera hay periodistas esperando como buitres para sacar alguna información. Y tú vas y se lo pones en bandeja. Y no sólo eso, también a mí me mencionan.
Si mal no recuerdo tú no querías que la prensa supiera de tú vida. He estado haciendo lo posible para que se borre todo tipo de información tuya.
Pero tú en eso no pensaste cuando te estabas emborrachando con tú amigo, como tampoco pensabas en Marina mientras te divertías.
— Héctor, lo siento...Yo solo...
— Admite que te has equivocado.
— En qué. Supuestamente desde ahora ya no tengo vida propia.
— Piensa en lo que has echo y después hablamos, voy a llevarme a Marina a dar un paseo y esta noche dormirá en mi casa.
Me quedo sola pensando en mi vida. Miro fotos que ahora son recuerdos.
Desde niña siempre he cargado con responsabilidades, y porque salgo a desconectarme un poco acabo siendo la mala de la película.
¿Qué es exactamente lo que debo de hacer?
Callarme y aceptar lo que me digan o revelarme y hacer lo que yo quiera.
Pongo la tele, y efectivamente en todos los programas de tertulia solo se habla de mi relación con Héctor y el maldito suceso de anoche.
Cada periodista saca sus conclusiones, hablan poniéndome al parir.
Apago la televisión, estoy cansada de estar todo el día encerrada en casa.
Me dispongo a salir a la calle, y varios periodistas me abordan haciéndome preguntas.
Al final, decido volver a subir a mi casa ha encerrarme de nuevo como si fuera una delincuente que ha echo algo malísimo.
Llamo a Héctor para ver qué tal le va la tarde con Marina y lo que me encuentro sin con sus palabras duras acusándome de haber echo el spot publicitario.
Perfecto, lo que me faltaba ya.
— ¿También me vas ha echar en cara que está mal hacerle un favor a Tania?
— ¿Porqué no me lo dijeste?
— A caso tengo que darte explicaciones de todo lo que hago, cuando tú te la llevaste a la clínica y no me dijiste nada, como tampoco te he pedido explicaciones de las veces que te has acostado con ella.
He sido considerada contigo, ¿y tú no puedes serlo conmigo?
— Sí, me acostaba con Tania mucho antes de conocerte a tí. Por lo cual no debe de molestarte.
— Oh, claro que no. Tú antigua amante me pide un favor y yo tan estúpida voy y se lo hago, he perdido mi trabajo por ponerme de vuestro lado y encima soy yo la que tiene la culpa de todo.
Pues no pienso tolerarlo, te puedo querer Héctor, pera esta relación no nos está llevando a ningún lado.
— ¿Así piensas? ¿Acaso estás rompiendo conmigo?
Me callo, el nudo en mi garganta me impide continuar hablando. Al otro lado no escucho la voz de Héctor, solo nuestras respiraciones.
Al minuto se corta la llamada. Ninguno de los dos ha dicho nada. Entonces...¿hemos terminado?
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