Capítulo 11
No entiendo porqué Héctor ha cambiado de parecer.
Hace un momento estamos felices, sus besos me hacían de sentir bien y ahora la expresión de su rostro ha cambiado por completo.
Tanto, que durante el viaje de vuelta a casa no abrió la boca en ningún momento.
Yo jugaba atrás con Marina mirando de vez en cuando el rostro desencajado de Héctor.
A pocos metros de mi casa, hago parar a Héctor.
— Héctor, ¿Te ocurre algo?
— ¿Porqué lo preguntas? — Hasta su voz sonaba más áspera.
— Hasta donde yo sé no te he echo nada. Si has tenido algún problema sabes que puedes confiar en mí.
— Hablaremos después. Necesito estar solo. — Sin entender nada, bajé del auto. Monté a Marina en su silla de paseo y me fui directa hacia mi casa preocupada por Héctor.
Después de dormir a Marina, llamé a Héctor, el cual no me respondía a mis llamada. Le mandé varios mensajes del porqué de su cambio de humor.
No obtuve respuesta. Suspiré preocupada pensando en qué le había podido ocurrir a Héctor para cambiar tan repentinamente cuando todo iba de maravilla.
Al día siguiente me fui a trabajar, mi turno empezaba a las diez de la mañana.
Me levanté temprano, me duché, me sequé mi cabello, mientras me miraba en el espejo observaba que mi rostro ha cambiado demasiado en tan sólo 24 horas. Ayer sonreía feliz, y hoy tengo ojeras de no haber pegado ojo en toda la noche.
Tapé con un poco de maquillaje mi rostro de preocupación para a continuación irme hacia mi trabajo.
Las dos primeras horas en mi trabajo fue en un desastre. Me había equivocado en los pedidos y en algunas ocasiones las cosas se me caían de las manos. Mi torpeza se debía a que aún seguía pensando en Héctor.
— Alba, si estás enferma ve a casa yo te cubro, pero si continúas en esta situación el encargado te va echar una buena bronca.
— En verdad no estoy concentrada. Lo siento mucho Kike.
— Ven, déjame tu puesto y tú ocúpate de rellenar los frigoríficos. Cuando estés preparada vuelve a la mesa y continúa con tu trabajo. Todos tenemos un mal día.
— Gracias Kike, en verdad hoy no es mi día. — Kike me guiña un ojo disimulando que todo está bien cuando yo misma sé que algo le está sucediendo a Héctor, incluso he llegado a pensar que las cosas no están saliendo como yo pensaba.
Al final, decido ponerme las pilas y continuar con mi trabajo sin más percances.
Terminando de limpiar la cocina, Kike me invita a tomar un café a la salida del trabajo. Acepto encantada, pienso que hablar con él me aliviará de algún modo.
En la cafetería, Kike se pide un café y yo otro.
Suspiro agotada moviendo el café con mis pensamientos puestos en Héctor.
— Alba, dime. ¿Tienes algo que decirme? Hoy te he visto muy apagada, y no me gusta verte así.
— En verdad estoy preocupada, las cosas entre Héctor y yo han dado un giro tremendo.
— Al final veo que te has lanzado con ese payaso.
— Kike no hables de esa manera tan molesta.
— Estoy molesto Alba porque a mí me gustas y siempre me has rechazado. Admito mi derrota, y por ello no quiero perder tu amistad. De igual modo me preocupo por tí, y puedo llegar a entender que estés con este bajón. Ese tío solo está jugando contigo Alba. Se va divertir y cuando ya haya obtenido lo que quiere te va dar dos patadas. ¿Acaso merece la pena que estés así por alguien que no siente ningún interés hacia tí?
— Estoy confundida Kike. Yo también he llegado a esa conclusión, pero...¿Quién manda en nuestro corazón?
— Tonterías. Olvídalo Alba y aléjate ahora que estás a tiempo, después será tarde y cuando hayas descubierto las intenciones de ese payaso estarás llorando culpándote. Venga, anímate amiga, y si necesitas ayuda, aquí estoy para ayudarte.
— Te agradezco mucho tu amistad Kike. — Sonreí a mi amigo ante la franqueza de sus palabras. Era la primera vez que había sonreído en todo el día y me sentía bien después de todo.
Continuamos hablando y paseando por un parque refugiándonos del calor en la sombra de los árboles, cuando escucho mi móvil sonar.
Mi abuela no me explica mucho, solo me dice que vaya cuanto antes a casa.
Por supuesto, me pongo a pensar en lo peor.
Me despido de Kike cuando éste me deja en mi casa.
Tan agitada iba que no iba a esperar el ascensor.
Subí las escaleras en dos en dos hasta llegar a la puerta de mi casa.
Al abrir la puerta mi abuela ya me estaba esperando.
— Alba tranquila hija que no pasa nada. Sólo es que está aquí Héctor.
— ¿Héctor? — Sentía de nuevo una alegría de poder ver de nuevo a Héctor. Sin pensarlo dos veces me fui al salón y lo abracé preocupada por si le ocurría algo malo.
— Héctor. — De mis labios salió su nombre, fue lo único que podía hablar al sentirme rechazada por él. La expresión de sus ojos ya no era risueña, sus labios ya no formaban esa sonrisa pícara que tanto me agrada, ahora tiene una fina línea que lo hace de verse afectado por algo.
— Tenemos que hablar Alba. — Sus palabras resonaron en la habitación tan serías que hasta a mí me asustó.
— Tú dirás. — Tomé asiento enfrente de él buscando el aplomo desaparecido hace unos instantes.
— Es sobre Marina. Y quiero que me respondas con sinceridad.
—¿ Marina? ¿Qué tiene que ver mi hija con todo esto?
— Todo. ¿Quién es el padre de Marina? — Frunzo mi ceño observando al hombre trajeado que hay sentando enfrente mío intentando averiguar a qué estaba jugando Héctor.
— No lo sé. Y además, no es asunto tuyo. No tengo porqué responderte.
— ¿A qué temes Alba? ¿Acaso me vas ha decir que Marina no tiene padre?
O...¿es que ni tú misma sabes con quién te has acostado? — La rabia empezaba a traspasar cada célula de mi cuerpo, no sé a que venía tanta investigación por saber quién el padre de Marina. Pero si algo tengo claro es defender a mi hija.
— Ya te digo. ¿Qué piensas que solo tenía derecho a meterme en tú cama?
Me gusta disfrutar del sexo y cada hombre me hace gozar de distinta manera. — Quizás he ido demasiado lejos con mi comentario. Si algo estoy segura es de no dejarme dominar y mucho menos tratándose de mi hija.
— Vaya, veo que no he sido el único. Pero si te hago esta pregunta es por algo.
— Ve al grano Héctor, está conversación me aburre.
— De acuerdo. — De su chaqueta Héctor saca un sobre blanco, el cual me hace entrega diciéndome que puedo leerlo. Empiezo a leer lo que hay escrito, al parecer es una prueba de ADN. Sigo leyendo sin entender nada, por lo que paro y miro fijamente a Héctor pidiéndole que me dé una explicación.
— Es muy sencillo Alba. Yo soy el padre de Alba. — Mi reacción es inmediata. Me quedo en shock, mis manos tiemblan y la cabeza comienza a darme vueltas.
— Vaya, veo que te has quedado sorprendida. Ahora que sabes que Marina es mi hija quiero que sepas que voy a luchar por su custodia.
— Jamás me quitarás a mi hija. — Grito levantándome a la vez que le lanzo la hoja de papel a su cara.
— Tranquila Alba no te alteres. Demasiado puedes entender que deseo tener a mi hija a mi lado. Soy su padre y tengo derecho.
— Marina es mi hija, no puedes hacerme esto.
— Hablemos. Si no quieres ir al juzgado para luchar por la custodia de nuestra hija, te propongo que nos casemos.
— Tú lo flipas. Yo no me caso contigo ni drogá.
— De acuerdo, tú misma. Entiendo que estés sorprendida y molesta, por lo cual tienes una semana para pensar en mí propuesta.
Si quieres mantener a Marina a tu lado, nos casamos, si no luchemos por su custodia.
— ¿Y no hay otra manera de sentarnos y llegar a un acuerdo?
— No. Tú me ocultaste la verdad y ahora debes responder por tus acciones.
— Vale. Me caso contigo. Pero quiero una boda por todo lo alto.
Vestido de novia de un diseñador,un banquete con muchos invitados y una comida que sea envidiable y quiero ir de luna de miel ha varios países.
— Por pedir que no quede ¿verdad? Apañate con una boda civil, tú y yo y los testigos. Comer en un restaurante y vivir en mi casa. Ese es el trato.— Tragué saliva varias veces clavando mis uñas en el borde de la chaqueta.
Estaba demasiado furiosa por todo lo que estaba sucediendo. El chantaje emocional que me estaba haciendo iba demasiado lejos.
Aún así, le dije que me lo pensaría.
Terminemos de hablar, Héctor se marchó y yo me quedé en el sofá tapando con mis manos mi cara dejándome llevar por la tristeza de saber que podré perder a mi hija.
— Alba mi amor, por favor no llores.— Tía Francisca me abraza y mi abuela me da un vaso de agua.
Veo como Marina juega con sus juguetes, la abrazo tan fuerte repitiendo que nadie nos va separar.
— Alba mi amor, me partes el alma de verte sufrir de este modo.
— Abuela, Héctor es el padre de Marina. El muy bastardo se ha echo una prueba de ADN y ha dado positivo. Y ahora quiere luchar por la custodia de Marina.
— ¿Pero como ha sabido que es el padre de Marina? Digo... ¿Qué relación mantenía con Raquel? ¿Acaso se conocían?
— Desde luego esto me lo cuentan y ni me lo creo. Hasta donde sabemos Raquel ejercía la prostitución, y Héctor es un hombre rico y una celebridad. ¿Qué relación le unía con Raquel?
— Mirad no lo sé, pero en estos momentos quiero encontrar la solución para que ese bastardo no me quite a mi hija. Al fin de cuentas yo soy su tía y ante la ley su tutora legal. Pero todo cambia tratándose de su padre biológico. Va ser una pelea muy dura y costosa.
— ¿Y has pensado en casarte con él? Haz lo por Marina.
— En estos momentos no sé qué hacer. Estoy totalmente indecisa abuela.
— Alba cariño, sabemos que entre tú y Héctor hay sentimientos. De hecho, cuando pasemos el fin de semana en su casa de campo, fuimos testigos del filin que había entre vosotros. Las circunstancias han llevado a este asunto.
Mi consejo, es que pienses bien lo que vas hacer, de lo que hagas dependerá tú futuro.
Solo puedo escuchar los consejos de mi tía y de mi abuela. Las dos no quieren verme sufrir y desean al igual que yo que todo este problema se solucione de la mejor manera posible.
Por ello, al día siguiente antes de ir a mi trabajo fuimos mi tía Francisca y yo hablar con un abogado.
Necesito informarme cuál es la probabilidad de luchar por la custodia de mi hija.
Dentro del despacho del abogado, me siento nerviosa y frustada ante las palabras del abogado.
Cada vez que hablamos más lejana veo la posibilidad de mantener a mi lado a Marina. Tengo pocas posibilidades de ganar el caso y eso hace que me desvanezca sintiendo que la mala suerte me persigue.
Al salir del edificio del bufete de abogados, ni mi tía ni yo pronunciamos palabra alguna. Las dos caminamos absorbidas por nuestros pensamientos.
— Alba. ¿Qué piensas hacer ahora que has escuchado al abogado?
— Visitar a mi madre y decirle que me voy casar. Pienso que tengo la batalla perdida respecto a la custodia de Marina, y si le digo a mi madre que he perdido a Marina sería darle un disgusto a ella y a nosotras.
Debo sacrificarme por mi hija.
— ¿Y tú? ¿Acaso no mereces ser feliz? Escúchame Alba. Deja de sacrificarme por los demás y piensa una vez en tí misma.
Piensa que cada una de nosotras tenemos nuestra vida y tú aún empiezas a vivir.
Tomes la decisión que tomes, nosotras te apoyaremos, recuerda que no estás sola.
— Gracias tía. — En ese momento necesito un abrazo y apoyarme en mi familia.
Por eso fui a visitar a mi madre.
Antes de pasar a verla hablé con los médicos.
Ellos me informaron de la mejoría de mi madre. Al parecer pronto le darían el alta, su adicción al alcohol ya estaba olvidada y su depresión con un tratamiento podría hacer una vida normal.
Caminé despacio por los pasillos del centro hasta llegar a la habitación de mi madre.
Al verla la abracé llorando. Las dos lloramos durante un rato.
Mi madre se disculpa por todo el daño que me ha echo, y ese ha sido el motivo por lo que está poniendo todo de su parte para curarse.
Me pongo muy contenta al ver que mi madre por fin va salir de esa adicción, pero cuando le cuento lo que sucede con Marina, sus ojos vuelven a reflejar tristeza.
— Mamá, dime algo. Estoy muy angustiada no sé qué hacer.
— Mi niña, qué puedo decirte. Nadie esperaba que el padre de Marina apareciera y mucho menos que tú te sientas atraída por él. Mis dos hijas se han enamorado del mismo hombre, y tú eres la que estás pagando por todo.
Alba, me duele perder a Marina, habla con Héctor e intenta convencerle de que hay otras soluciones sin necesidad de obligarte a casarte con él.
— No se como, si se niega a escucharme.
¿Perderíamos a Marina? Ella es nuestro mundo, ella es lo único que nos queda de Raquel. ¿Qué hago mamá?
— Haz lo correcto Alba. Piensa en tú felicidad, ya bastante has sufrido por mi culpa, ya he perdido una hija, no quiero perder dos.
— Mamá...— Lloro arrodillada en el regazo de mi madre pensando en Marina, en Héctor, en mi familia...La que está entre la espada y la pared soy yo jugándome mis sentimientos y poder seguir al lado de mi hija.
Dos días después llamé a Héctor comunicándole que había tomado una decisión.
Estaba dispuesta a casarme con él.
Al otro lado del teléfono no escuché nada, esperé que al menos nos pudiéramos reunir para hablar, se lo propuse, de poder reunirnos y hablar con más calma antes de la boda.
Su respuesta fue que se encontraba de viaje y no regresaría hasta dentro de dos semanas, nos veríamos el mismo día que se celebrará la "boda".
Finalizada la conversación, me dejé caer al suelo apoyando mi cabeza en la pared. Sentía como si mi cuerpo no fuera mío, apenas tenía fuerzas, mis lágrimas rodaban ligeramente por mis mejillas y mi corazón empezaba a partirse en dos.
Exactamente, no sabía que estaba haciendo, me encontraba en una encrucijada y todo por seguir al lado de mi hija.
Pensé en mi hermana, volví a recordar el día que la enterremos y miré a Marina jurando que la cuidaría criándola como mi hija.
Tantos esfuerzos para nada, tantas noches en vela no me han servido para nada. Ahora, todo se ha truncado y debo renunciar a mis sueños.
Sí, seré la esposa de Héctor Irzu.
Pero... ¿A qué precio?
(...)
— Alba mi amor, estás lista. Hoy es tú boda con Héctor.
— Lo sé.
— ¿Necesitas que te ayudemos a vestirte?
— No abuela. De echo lo he meditado a conciencia durante estas dos semanas. No voy a casarme con Héctor.
— ¿Cómo? Pero... ¿y Marina?
— Espero que algún día me perdonéis y pueda perdonarme yo misma por ser tan egoísta.
De todas formas mi vida está condenada al sufrimiento.
Si me caso con Héctor, ¿qué matrimonio vamos a llevar?
Durante estos días, no se ha dignado a hablar conmigo.
Le mandado mil mensajes y me ha ignorado. Por lo cual doy por hecho, que me odia.
Y si voy al juzgado para luchar por la custodia de mi hija, que en realidad es mi sobrina. La perderé.
De todas formas seguiré llorando por una cosa o por otra. Al menos, si no me caso con Héctor podré ser libre y curarme las heridas con el paso del tiempo.
—Si esa es tú decisión, nosotras te apoyamos. Ahora ven, vamos a ver a tú madre y después iremos a dar un paseo con Marina. Disfrutaremos los días que nos queden de estar con ella.
Miré la hora, era la una. La supuesta hora donde tenía que estar en el juzgado para casarme.
Me niego en rotundo a obedecer a Héctor.
Ya sé de antemano lo que me espera, por lo cual ya estoy preparada para afrontar lo que tenga que venir.
Lo que sí tengo claro, es que lucharé con todas mis fuerzas hasta el final para tener a mi hija a mi lado.
Es lo único que me queda de mi hermana, y aunque tenga sentimientos por Héctor, poco a poco iré arrancándolos de mi corazón, ya no importa esas emociones que flotan en mi pecho.
Para mí, como madre, es luchar por mi hija aunque lleve todas la de perder, puesto aunque no haya parido a Marina, la he cuidado como si de mi propia hija se tratase.
Como dice el dicho: Madre no es la pare, es la que cría.
También las madres que criamos tenemos amor hacia nuestros hijos, los educamos y vivimos luchando para que no les falte de nada.
Y al parecer eso no está escrito en la ley.
Si no pares a tú hijo, no tienes derecho de luchar por la custodia.
Mi móvil suena. Perfecto, es Héctor. Me imagino que estará furioso por no haberme presentado en el juzgado.
Pues que siga llamando es lo mínimo que puede hacer, enfadarse y hablar conmigo.
Aunque más que hablar, vamos a empezar una batalla donde uno saldrá ganando y el otro saldrá lastimado por lo que sentimos, malherido por no encontrar una solución adecuada dejándonos llevar por la terquedad y afectado por no obtener lo que amamos.
En mi caso es por mi hija.
_____________________________________
Hola qué tal están querid@s lectores.
Antes de nada quería agradecerles de todo corazón sus visitas,votos y comentarios. Los cuales me ayudan y me dan ideas para seguir escribiendo el siguiente capítulo. Gracias.
También quería pedirles disculpas por mis faltas de ortografía, cada capítulo lo hago desde móvil y a veces no se corrige bien.
Espero que les esté gustando la historia pues la estoy escribiendo un poco resumida por no disponer de tiempo para hacer los capítulos más largos.
Espero que lo entiendan que hago lo posible por continuar con la historia dando lo mejor de mí para que les agrade.
Por ello estoy muy agradecida por sus visitas, votos y comentarios.
Gracias de todo corazón.😘😘😘🤗🤗
Me despido de ustedes hasta el siguiente capítulo donde será narrado por Héctor y podrán saber que ocurrirá entre ellos. Si Héctor llegará a quitarle a Marina a Alba o habrá un entendimiento entre ellos.
🤔🤔🤔
Espero que tengáis buen día-tarde-noche mis querid@s lectores.
*Mian Jollel*
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro