CAPÍTULO 11
Esa mañana, Helmut se levantó muy temprano, a pesar de que había tenido una noche muy agitada y casi no había dormido nada. Entró en la ducha para asearse y recortarse la barba. Luego de terminar con su aseo personal, se vistió y bajó a la cocina para tomar el desayuno. ¡Aún no había señales de su tío! Lo que le facilitaba sus planes, ya que no deseaba que Simon lo interrogara respecto a su salida.
Helmut se despidió del ama de llaves y subió a su auto para dirigirse a la oficina. Primero quería terminar con un par de asuntos pendientes antes de visitar el orfanato. Al llegar a la empresa, se encontró a Lucas, quién también llegaba al lugar. Su secretario lo saludó con cordialidad y le entregó la agenda del día.
-¿Podemos mover estas citas para unas horas después? - Preguntó Helmut señalado un par de eventos - Me parece perfecto después del almuerzo, quiero tener esas horas libres para arreglar un par de asuntos personales.
-Como usted diga, señor Ferguson - Murmuró Lucas haciendo anotaciones - Ahora mismo me comunico con las personas para mover sus citas o si lo prefieren, cambiarlas de día.
-¡Excelente! - Sonrió Helmut - Mejor muévelas al lunes, es posible que tarde más de la cuenta, ¡no lo sé!
Lucas hizo una reverencia y se alejó para hacer lo que Helmut le ordenaba. Ferguson entró en la oficina y de inmediato se concentró en realizar su trabajo. Estaba muy ansioso por ir al orfanato para ver a Danielle y hablar con ella. Así que se apresuró a revisar toda la documentación, trabajar en nuevas estrategias para sacar adelante la compañía de su padre e hizo algunas llamadas para citar a los socios a una reunión extraordinaria el día martes. Necesitaba hablar con esa gente ya que pensaba hacer muchos cambios, incluso deseaba adquirir las acciones con los socios minoristas... ¡tenía tantos planes! Quería que la empresa volviera a ser lo de antes o ¡aún mejor!
Helmut terminó cerca del medio día. Dejó todo lo que estaba haciendo para revisar su vestimenta. ¿Por qué le preocupaba verse bien? Se planteó esa pregunta mientras se miraba en el espejo. Los jeans oscuros, la camiseta gris, la chaqueta de cuero, incluso las botas de trabajo estaban bien. Sin embargo, en el fondo, él deseaba causar una buena impresión. Helmut bufó y peinó su barba con la mano, y antes de abandonar la oficina, se colocó unas gafas oscuras. Se despidió de su secretario para salir de la oficina, subir al auto y dirigirse al orfanato. Estaba seguro que Danielle se llevaría una grata sorpresa al verlo.
El hombre llegó al lugar y bajó del auto. En la entrada fue recibido por una mujer de más de cincuenta años, rolliza y bajita. La señora lo recibió con una gran sonrisa y un afectuoso saludo. Helmut sonrió con candor y la saludó de igual manera.
-La señora Rossi no se encuentra en estos momentos - Murmuró la mujer - Si llega unos minutos antes, seguramente la hubiera alcanzado - Suspiró - Ella salió a surtir la despensa y seguramente tardará unas horas en volver.
-Es una lástima - Dijo Helmut en tono triste - Entonces, ¿nadie podrá atenderme en este momento? - Preguntó.
La mujer quedó pensativa unos momentos y asintió, mirándolo a los ojos.
-¡La señorita Lennox podrá atenderlo! - Dijo la mujer con una gran sonrisa - ¡Sígame por favor!
A Helmut se le iluminó el rostro y amplió su sonrisa. ¡Así que ella estaba ahí! Lo había imaginado, ¿a dónde iría la pobrecita huérfana?
♣ ♣ ♣ ♣ ♣
Danielle se encontraba en la oficina de la señora Rossi. ¡El archivo era un desastre! De hecho, toda la oficina era un desastre y necesitaba urgentemente poner un poco de orden en el lugar. Había decidido comenzar con el archivo, no quería encontrar deudas inesperadas como la que le había comentado la señora Rossi hacía unos días.
Mientras revisaba los documentos y papeles, la puerta se abrió y apareció Dominique, con su acostumbrad sonrisa. Danielle al verla, también sonrió y la saludó.
-¡Hola! - Dijo Dani - ¿Qué sucede, Dominique?
-Afuera hay un hombre que desea hablar contigo Dani - Dijo la mujer - De hecho buscaba a la señora Rossi...
-¡Está bien, Dominique! - Exclamó Dani - Hazlo pasar - Respondió, pensando que quizá se trataba de alguien dispuesto a hacer un donativo para el orfanato.
Dominique asintió, salió rápidamente de la oficina e hizo pasar a Helmut, quién entró lentamente en la estancia. Dani no lo notó, por el momento, la chica trataba de ordenar un poco el escritorio y recoger los documentos que se encontraban sobre las sillas. Ferguson aprovechó ese momento para observarla a detalle. ¡Qué adorable se veía! Le gustaba su cabello rubio recogido en una coleta alta, de la que se escapaban un par de mechones. Además, vestía más despreocupadamente, un par de jeans ajustados y rotos de las rodillas, una blusa corta y de color rosa, la cual revelaba parte de su vientre y dejaba al descubierto sus hombros. Para rematar, no llevaba maquillaje. Dani era la personificación de la dulzura y la inocencia... en apariencia.
La chica por fin sintió la presencia en la oficina y levantó el rostro, esbozando una sonrisa, que inmediatamente se borró al ver frente a ella la imagen de Helmut Ferguson. ¿Qué estaba haciendo ese sujeto ahí? Y para colmo, luciendo tan jodidamente encantador, atractivo y sensual. A Dani le temblaron las piernas y se sostuvo del escritorio para no caerse. ¡Carajo! ¿Por qué la descontrolaba de esa manera? ¿Por qué simplemente no la dejaba en paz?
-¡Buenos días Danielle! - Murmuró Helmut con su voz irresistible y esa encantadora sonrisa imperfecta.
-Buen día, señor Ferguson- Murmuró Dani con voz chillona - Tome asiento, por favor - Dijo y señaló la silla - ¿En qué puedo ayudarle?
Helmut la miró y se acercó peligrosamente hacia ella. Danielle sintió unas mariposas en el estómago al verlo andar. ¡Otra vez su cuerpo la estaba traicionando! Tenía que mantener todo su aplomo para no sucumbir ante esa encantadora sonrisa y esa mirada profunda y ardiente.
-Necesito hablar con la señora Rossi - Exclamó Helmut - Pero ella no está y la amable mujer que me recibió me dijo que podías atenderme.
-Por supuesto - Exclamó Danielle con la boca seca - Por favor, siéntese - Repitió señalando la silla. No soportaba verlo de pie, su sola presencia se apoderaba del lugar, era imponente... y a veces aterrador que la intimidaba.
Helmut se dejó caer sobre la silla, mientras Danielle permanecía de pie, con los brazos cruzados y recargada sobre el escritorio, esperando que el hombre le revelara el motivo de su visita.
-¿Te han dicho que te ves muy hermosa el día de hoy? - Preguntó Helmut acariciándola con la mirada - Esa ropa te sienta de maravilla - Continuó sin apartar sus ojos de su cuerpo - Aunque debo admitir que me agrada más verte con vestido para admirar tus lindas piernas.
Danielle se puso colorada al escucharlo decir esas cosas. Se suponía que estaba ahí para hablar de un asunto que suponía delicado, o ¿acaso sólo se trataba de un truco sucio por parte de Ferguson para atosigarla? Si él continuaba con esa actitud de acosador, ella se vería obligada a tomar medidas más drásticas.
-¡Señor Ferguson! - Dijo Dani tratando de sonar firme - No está aquí para hablar de cómo luzco o de la ropa que mejor me sienta - Murmuró y le dedicó una mirada furiosa - Me imagino que está aquí para hablar de un asunto importante.
-Desde luego - Sonrió Helmut - Yo sólo quería ser amable contigo, Danielle - Exclamó mientras saboreaba cada letra de su nombre - Pero, ya que no deseas mis cumplidos, iré directo al grano - Exclamó mientras sacaba un sobre de su chaqueta y la entregaba a la joven.
Dani tomó el sobre y lo miró asustada. Tenía impreso el sello del banco; así que más o menos se deba una idea de lo que este contenía. Sacó el documento, lo desdobló y lo leyó, mientras su respiración se agitaba y llevaba su mano a la boca para hogar un gemido de desesperación.
-La señora Rossi planeaba hablar con usted la próxima semana - Murmuró Dani con voz temblorosa - Llamó ayer pero dijeron que tenía agenda llena y le dieron una cita para el viernes por la tarde - Comentó la joven - Sin embargo, ¡no puedo creer esto! - Jadeó - ¿Es que piensa embargarnos?
-La deuda no ha sido liquidada - Comentó Helmut mientras un brillo perverso aparecía en sus ojos - Agradezcan que el contrato tenía cláusulas muy específicas, como el asunto de los intereses, de lo contrario, tendrían su vida vendida con la compañía...
-¡Y vamos a saldarla! - Gritó Dani - Sólo necesitamos un poco más de tiempo...
-Ya se ha dado mucho tiempo, Danielle - Murmuró Helmut y se rascó la barbilla - De hecho, señaló el papel, ahí dice que el último abono fue hace un par de años y...
-¡Lo sé! - Gimió ella y lo miró de manera suplicante - ¡Por favor, señor Ferguson! - Exclamó la chica juntando las manos... - ¡Necesitamos más tiempo!
De pronto, la puerta se abrió y aparecieron un par de chiquillos que hablaban al mismo tiempo. Los pequeños apenas podían hablar y darse entender. Detrás de los niños, entró Dominique y los cogió de la mano, disculpándose por la intromisión.
-No se preocupe - Dijo Helmut con excesiva amabilidad - ¡Son niños! Ellos sólo desean jugar y pasarlo bien - Sonrió y les hizo un par de cariños a los pequeños que lo observaban con curiosidad.
Danielle lo miró mientras los dedos de Helmut revolvían los cabellos de los pequeños. Era una imagen tierna y conmovedora. Parecía que en sus cariños no había hipocresía, al contrario, era algo muy genuino y adorable. ¿Podría Helmut Ferguson ser un hombre tierno y cariñoso? Se preguntó la chica al ver que el hombre se despedía de los pequeños que abandonaban la oficina junto a Dominique.
De pronto, se hizo un silencio sepulcral. Danielle continuaba recargada en el escritorio con la mirada fija en Helmut. Él también la miraba, aunque por un momento su mirada penetrante y ardiente adquirió otro tono. Su mirada era tierna y dulce, lo que la hizo estremecer y soltar un suspiro.
-Al parecer aquí no hay intimidad - dijo Helmut rompiendo el silencio.
-¡No! - susurró la chica - Aquí es imposible, siempre tenemos interrupciones de este tipo. - dijo Dani con una sonrisa - Los niños son muy inquietos, aparecen de la nada y en los momentos más inesperados.
-¿Te gustaría que habláramos en un lugar más íntimo y privado? - preguntó el hombre mientras se ponía de pie - Es que para tratar este tema necesitamos un poco de tranquilidad, ¿no lo crees? - dijo mientras le dedicaba una sonrisa.
-Me parece una buena idea - respondió Danielle - Avisaré que me ausentaré por un par de horas. - dijo ella y Helmut asintió.
Danielle salió del lugar, seguida de Helmut. La chica se sentía intimidada por su presencia, pero trataba de aparentar tranquilidad. Además tenía que irse con ese sujeto para llegar a un acuerdo y convencerlo de que les diera más tiempo para liquidar esa deuda. Al llegar al jardín, la chica buscó con la mirada a Dominique y se acercó a ella.
-¡Hola! - saludó con una gran sonrisa - Voy a tener que salir por un par de horas, te quedarás a cargo, ¿quieres?
-No te preocupes Dani - respondió Dominique - Arregla tus asuntos que yo me encargaré de estos niños inquietos.
-En el camino llamaré a la señora Rossi para decirle que me tuve que ausentar por un par de horas. - dijo Danielle antes de despedirse - Cualquier cosa, llámame. - sonrió y caminó a toda velocidad para reunirse con Helmut que la esperaba en la salida del lugar, frente a su auto.
El hombre abrió la puerta y Dani, recelosa, subió al vehículo. Luego, Helmut lo abordó y condujo lentamente por la avenida. La chica permaneció en silencio, reflexiva, esperando poder llegar a un buen acuerdo con Helmut y su compañía; mientras, envió un par de mensajes a la señora Rossi. De vez en cuando Ferguson le lanzaba un par de miradas a la joven, pero decidió no romper ese silencio, sólo la contemplaba, embobado con su belleza.
Un rato después, Helmut se estacionó frente a un elegante edificio ubicado en una de las zonas más exclusivas de Londres. Dani, al estar sumida en sus pensamientos no tomó en cuenta el rumbo que tomaba el automóvil, hasta que Helmut le abrió la puerta y la ayudó a bajar del auto.
-Ese edificio no es el de la compañía - Murmuró la joven con el ceño fruncido.
-No, en ese sitio se encuentra mi departamento...
-¿Su departamento? - Preguntó Dani sin ocultar su nerviosismo - Yo pensé que hablaríamos en su oficina.
-Tomaremos un pequeño almuerzo, ya pedí que prepararan todo - Murmuró el hombre y le ofreció su brazo.
Danielle titubeó un poco, pero trató de controlarse, ignorando las reacciones de su cuerpo. Tomó el brazo de Helmut y caminó con la frente en alto hasta el ascensor que los condujo hasta el soberbio departamento de Helmut.
-Es lindo - Murmuró Danielle soltando el brazo de Helmut y caminando hasta el gran ventanal que ofrecía una magnífica vista de la ciudad - La vista es impresionante, ¡me encanta! - Dijo con entusiasmo y después se dio la vuelta.
Helmut la miraba fijamente sin perder un solo detalle de sus movimientos. La chica se sonrojó y bajó la cabeza, aunque intentó recobrar su aplomo, este parecía haberla abandonado.
-Toma asiento, por favor - Murmuró Helmut señalando la sala - ¿Quieres beber algo primero o prefieres que pasemos al comedor?
-Quiero hablar sobre esa deuda - Exclamó firmemente - ¿Qué es lo que planea hacer, señor Ferguson?
-¡Tranquila! - Sonrió Helmut colocando sus manos sobre los hombros de Danielle - Tenemos tiempo de sobra para hablar. ¿Te parece bien que pasemos al comedor? - Murmuró y cogiéndola de la mano, la condujo hasta allí.
La chica bufó y caminó junto al hombre quién le ofreció una silla para que se sentara. Ella así lo hizo, cruzando las piernas y los brazos, a la espera de que él dijera algo. Helmut se excusó brevemente y se dirigió hasta la cocina. Un rato después apareció, empujando un carrito de servicio y comenzó a servir el almuerzo. Danielle se levantó de su asiento, ofreciéndole ayuda, pero él se negó y rápidamente sirvió, tomó asiento y le hizo una seña para comenzar a degustar los alimentos.
Dani comió con apetito, la comida era sabrosa y exótica. Se volvió a crear esa atmósfera tensa del silencio mientras comían. Danielle ya no aguantaba ese hermetismo de Helmut al hablar de la deuda del orfanato. Quizá esperaba que ella le diera una respuesta a su asquerosa petición o ¡quién sabe qué era lo que pasaba por la mente de ese hombre! Pero la estaba matando con su silencio.
-¿Me va a decir algo? - Preguntó Danielle dejando los cubiertos sobre el plato - El almuerzo terminó, ¡es hora de hablar de negocios!
Helmut sonrió, tomó un sorbo de vino y se limpió los labios con la servilleta para dejarla sobre la mesa y ponerse de pie. Ella lo imitó y caminó detrás del hombre hasta un pequeño despacho. Ambos volvieron a sentarse y a mirarse a los ojos de manera desafiante.
-Antes de hablar sobre ese préstamo - Sonrió Helmut - Me gustaría saber si tienes alguna respuesta respecto a...
-¡Me lo imaginaba! - Estalló Danielle - Su asquerosa y estúpida propuesta... - Gruñó - ¡Es el colmo! - Murmuró molesta - ¡Mi respuesta es un rotundo NO! ¿Está contento?
-Bien - Comentó el hombre sin borrar esa sonrisa procaz de su varonil rostro - Entonces, hablemos de la deuda - Respondió y le entregó un documento a la joven, quién lo tomó temerosa, mientras lo leía asustada.
-¡Es una orden de desalojo! - Gimió con la mano en la boca - Pero... ¿por qué? - Jadeó - ¡Usted no nos puede hacer esto, señor Ferguson! ¡Se lo suplico! - Sollozó - Sólo necesitamos un poco más de tiempo.
-Ya se ha dado mucho tiempo, Dani - Murmuró Helmut acariciando su barbilla - Dejaron de abonar la deuda, él último abono fue depositado a la cuenta de la compañía hace dos años, ¡así que podemos desalojarlos cuando queramos! - Exclamó adquiriendo un tono más grave y severo.
-¿Qué va a pasar con los niños? - Preguntó alarmada - ¿A dónde irán? - Gimió - No puede hacernos esto - Murmuró juntando las manos - ¡Será imposible colocarlos a todos en algún otro lugar!... ¡Hay niños especiales! - Exclamó, pero su voz se quebró, echándose a llorar.
-Sabes que la empresa está pasando por una mala racha, ¿no es así? - Preguntó Helmut y ella asintió, limpiándose las lágrimas - Aunque, ¡no hay porque llorar Dani! - Dijo Helmut levantándose y acercándose a la chica para abrazarla - No todo está perdido, aún no te he hablado de mis condiciones para perdonar esa deuda.
-¿Perdonarla? - Preguntó la joven con un brillo de esperanza en sus hermosos ojos verdes - ¿Sería capaz de hacer eso? - Murmuró y Helmut afirmó con un movimiento de cabeza - ¡Oh, señor! Gracias, gracias - Exclamó la chica.
-No agradezcas aún - La interrumpió Helmut - No hasta escuchar mis condiciones - Dijo mientras sus manos acariciaban los hombros desnudos de la joven, quién se estremeció.
-¿Y cuáles son esas condiciones? - Preguntó la chica en un susurro.
-Que aceptes mi propuesta, Danielle - Dijo Helmut al oído de la mujer - Es algo muy fácil; sólo tienes que decir que ¡sí! - Sonrió - Al aceptar, ¡ustedes saldrán ganando! Se perdonará la deuda, conservarán el inmueble y, ¡se embolsarán cien mil libras para su fundación! - Exclamó y su aliento acarició la mejilla de la joven.
Danielle cerró los ojos y jadeó suavemente. El vientre se le contrajo al sentir las manos calientes de Helmut sobre sus hombros, su cálido aliento y su barba rozaban su mejilla. Era una sensación muy exquisita. La chica se mordió el labio inferior y giró el rostro. Sus ojos se encontraron con el rostro de Helmut y sin pensarlo, levantó su mano para tocar delicadamente la mejilla de Helmut. Dani sonrió, su barba le hizo cosquillas y continuó deslizando sus dedos por ese bello rostro varonil. Con timidez tocó los gruesos labios del hombre y esbozó una pequeña sonrisa.
Helmut permaneció en silencio, disfrutando de las etéreas caricias de Danielle, conteniendo las ganas de tomarla entre sus brazos, besarla con pasión, arrancarle la ropa, llevarla hasta el escritorio y hacerle el amor de manera salvaje, hasta que gritara llena de placer y lujuria. ¡Esa mujer se estaba convirtiendo en una obsesión!
-Entonces... - Susurró Helmut deslizando su mejilla sobre la de Dani - ¿Aceptarás?
Danielle se apartó del hombre, poniéndose abruptamente de pie y lo miró con desafío. ¿Qué era lo que estaba haciendo? Se estaba dejando llevar por sus deseos y fantasías. De hecho, estuvo a punto de responder afirmativamente, sólo por el simple hecho de querer tenerlo entre sus piernas, mientras arremetía contra ella. Llenándola y conduciéndola por los caminos de la lujuria.
-No lo sé - Murmuró quedamente - ¡Necesito pensarlo, señor Ferguson!
¡Y necesitaba pensarlo! Estaba ente la espada y la pared, por un lado estaban sus propios deseos oscuros, sus ganas de llenarse hasta saciarse de Helmut; y por el otro, también se encontraba su deseo de ayudar a esos niños, de sacarlos adelante. Y la propuesta de Helmut se presentaba de manera muy oportuna para ella. Sin embargo, era algo que no debía ser tomado a la ligera.
-¿Puede darme unos días? - preguntó Dani - ¡Por favor! - dijo mientras él la miraba con el ceño fruncido.
Helmut se acercó lentamente a la mujer, quién retrocedió hasta chocar con el escritorio. El hombre la miraba fijamente pensando en lo que ella acababa de pedirle. ¿Estaría dispuesta a aceptar? Se preguntó y volvió a cuestionarse, ¿valdría la pena esperar un poco más por esa respuesta?
-¡Por supuesto, Danielle! - dijo Helmut muy cerca de ella - Tienes una semana para darme tu respuesta. - murmuró - Debes pensarlo muy bien, ya que de ti depende el futuro de ese orfanato y de tu fundación para ayudar a esos niños y jóvenes. - exclamó y la sujetó entre sus brazos.
Danielle lo miró y se perdió en sus ojos. La chica deslizó su mirada por el rostro del hombre hasta posar sus ojos en sus apetitosos labios. ¡Quería que él la besara! Y sin pensarlo, le echó los brazos al cuello para atraerlo hacia ella y besarlo con pasión.
♣ ♣ ♣ ♣ ♣
¡Ese Helmut no da paso sin huarache! Y fue una buena manera de chantajear a Danielle para tenerla sometida a sus deseos. ¿Creen que ella acepte? Yo creo que sí, porque se encuentra entre la espada y la pared. Además, Dani siente una gran atracción por ese hombre.
¿Qué les pareció el capítulo?
No olviden dejar sus votos, comentarios y muchas gracias por su apoyo a esta historia.
Maria Decapitated
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