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Capítulo 9

Azrael lleva a la chica hacia su habitación a paso veloz, aunque la ama de llaves lo detiene. Resulta que hay visitas y debe darles la bienvenida al ser el mayor de la casa. Debido a esto él pisa su cola y luego voltea hacia Ayla con una expresión de dolor.

—Lo siento, debo irme. —Deja un beso en sus labios para luego acompañar a la mujer. En eso ella suelta un suspiro de alivio y por primera vez se encuentra sola en la mansión.

Gira sobre sus talones mientras mira a su alrededor, el lugar es inmenso, por lo que se propone a explorarlo. Toma el pasillo de su derecha, abriendo unas puertas de cristal, topándose con un gran salón que no es el mismo en el que hicieron la fiesta. El piso del lugar es muy extraño, no hay ningún mueble, además unos cables y cosas cuelgan del centro del techo. Pero no puede averiguar qué son porque ve entrar a Mako.

Rápidamente se esconde detrás de la pared y, para su suerte, él no la vio. Vuelve a cerrar la puerta y toma otro camino, uno lejos de cualquiera de los hermanos.

—Parece un laberinto —murmura mientras abre puertas y puertas, cada una la lleva a cuartos parecidos a salas de estar o a otros pasillos. En un momento encuentra otro salón inmenso, el cual estaba detrás de una puerta azul oscuro. A Ayla casi se le cae la quijada al ver que es una gran piscina interior, en las paredes baja agua como si fueran cascadas y, al acercarse al borde, nota que es mucho más profunda que las piscinas normales. Incluso llega a ver corales en el fondo por el agua clara y pura.

Ella se sienta, se quita las guillerminas y moja sus pies. Esto le recuerda a las muchas veces había invadido los patios para entrar a las piscinas y darse un baño.

—Ayla, ¿qué haces aquí? —una voz grave hace que su cuerpo se paralice, entonces gira su cabeza lentamente hacia la entrada. Llantén la mira curioso y luego una sonrisa aparece en su rostro al cerrar la puerta—. ¿Me estabas buscando? Porque este es mi cuarto —agrega mientras se deshace de sus shorts, la única prenda que estaba usando en ese momento, por lo que Ayla desvía la mirada hasta que lo escucha entrar al agua.

Al regresar la vista él está frente a ella, sosteniéndose del borde para mantenerse en la superficie y al mismo tiempo abraza la cintura de Ayla.

—Me estás mojando —murmura al ver que el costoso vestido está húmedo.

—Entonces puedes quitártelo —propone el rubio, aunque ella niega rápidamente haciéndolo reír—. Ya sabía que no lo harías, pero podemos nadar igualmente.

¿Nadar?, se pregunta. No sabe si podrá con el fondo tan lejos, un error significa la muerte.

Llantén la saca de sus pensamientos cuando rodea su cintura firmemente con los brazos. Entonces la adentra al agua de manera lenta, haciendo que ella sienta un escalofrío.

—Está un poco fría, pero puedes abrazarme —le dice Llantén mientras ella rodea su cuello con esos delgados brazos. Ya están demasiado lejos del borde, por lo que Ayla se asegura de no soltarse.

—¿En serio es tu cuarto?

—Si, adoro el mar y nadar, mis premios está ahí —indica hacia el estante que está bajo el agua. Ayla también llega a distinguir una gran colección de caracolas preciosas—. ¿Por qué querías verme? Seguramente el tiempo de Azrael terminó.

—Estaba explorando, él se fue a hacer otra cosa —responde Ayla.

—Oh, bueno. Supongo que ahora me toca. —Llantén avanza y la besa, prueba sus labios húmedos mientras siente los dedos de la chica peinar el cabello de su nuca—. Respira hondo.

—¿Eh? Pero-

Ella toma todo el aire que puede antes de que se sumerjan, tanto el vestido y su cabello comienzan a bailar por las corrientes de agua lentamente. Ayla abre los ojos, ya que los había cerrado, y llega a distinguir que las piernas del rubio han cambiado y ahora son mucho más largas y de un tono azul, aunque su visión en bastante borrosa por obvias razones. Al salir de nuevo a la superficie tose para deshacerse del exceso de agua, Llantén también la ayuda, apartando el cabello húmedo y oscuro de su rostro. 

—Llegamos —habla al tomarla de la cintura, él la alza hasta sentarla en otro borde y luego sale. Así Ayla puede ver que efectivamente ha cambiado, sus piernas se transformaron en una gran aleta—. Siempre se sorprenden cuando me ven así, pero tu expresión me gusta mucho... no tienes miedo o asco.

—¿Asco?

—Si, generalmente las personas eligen modificar su cuerpo con los animales más vistosos y bonitos. Yo quería algo práctico y fuerza para nadar —le explica y nota como la pequeña mano de Ayla se mueve hacia adelante—. Puedes tocarme, no muerdo como Mako —habla al tomarle la mano. La guía, ya que la ve bastante tímida, aunque la suelta cuando ella comienza a tocar sus escamas, ella se muestra bastante curiosa haciendo que una pequeña sonrisa se asome, en eso Ayla levanta la vista hacia él, completamente roja.     

—S-Si no tienes ropa... ¿Dónde está tu...?

—¿Mi qué? Mmm, ¿quieres mi cariño? —Llantén la atrae, ubicando a la muchacha sobre él—.  Si está, siempre me pregunté como sería hacerlo con esta forma —piensa en voz alta mientras Ayla permanece quieta en su lugar. 

Su pecho sube y baja, siente un poco de frío por su ropa mojada, que contrasta con el calor del cuerpo del rubio y el suyo. Por ello comienza a temblar mientras las gotas continúan resbalando por su cabello.

—No tengas miedo. —Llantén la rodea con los brazos y comienza a dejar cortos besos en las mejillas, luego baja lentamente hacia el cuello, la acaricia con sus labios mientras disfruta la calidez. Con el tiempo comienza a sentir que el cuerpo de Ayla está más caliente, además la respiración de ésta es más pesada hasta el punto de jadear—. No te haré daño Ayla, ¿bien? Puedes hacerlo cuando estés lista —le susurra mientras la incentiva a mover sus caderas. 

Ayla comienza a sentir algo debajo de ella y tiene idea de lo que puede ser al ver el rostro de Llantén. Él desliza la ropa interior para que nada los separe, aunque, luego de hacerlo, permanece mirándola.

—¿No vas a...?

—Hazlo tú, no quiero lastimarte —contesta al acunar su rostro con las manos, Llantén la besa nuevamente al mismo tiempo que acaricia esas mejillas con sus pulgares—. Eres tan cálida —susurra en su oído, debido a su voz grave Ayla siente un escalofrío que recorre su cuerpo. 

Sus manos permanecen en el pecho del rubio mientras mantiene la vista abajo, oye la respiración pesada de Llantén, la cual cambia un poco cuando mueve sus caderas y roza sus intimidades. Entonces se apoya por los hombros, levantándose un poco, él la ayuda sujetando sus caderas mientras poco a poco va entrando en su interior.

Ayla hace una mueca al sentir de nuevo ese punzante dolor, por lo que se detiene, Llantén le sonríe y le pide que lo haga despacio. Ella lo intenta otra vez, aunque soporta el dolor para terminar lo que empezó y, con un quejido de por medio, acaba bajando completamente. Se sienta sobre el rubio mientras da profundas respiraciones, lo siente en su interior y es un poco diferente a las primeras experiencias que tuvo.

—¿Estás bien? —Llantén le besa la frente mientras que su mano derecha aparta el cabello húmedo y así descubrir el cuello de la muchacha. Se toma el tiempo de marcar la piel para relajar ese pequeño cuerpo sobre su regazo, poco a poco Ayla comienza a suspirar, unos gemidos bajos escapan de ella al mismo tiempo que él, con sus manos, empieza a guiar los movimientos de sus caderas.

—A-Ah —suelta al cerrar los ojos con fuerza. 

—Lo haces m-muy bien... —El rubio suelta un gemido ronco, pues los movimientos se vuelven más constantes a medida que ella se acostumbra al tamaño—. ¿Cómo te sientes? ¿Duele todavía? —le pregunta, haciendo que ella lo mire con el ceño levemente fruncido.

—No im-importa, sólo ter...mina —responde apenas.

—¿Tan rápido? Es nuestra primera vez juntos y quiero que lo disfrutes. —Él se acerca a su cuello y sólo con su aliento la hace estremecer—. Debe gustarte, debes sentirte bien también... Ya descubrí dos de tus puntos débiles.

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