Capítulo 8
El lugar es una plaza comercial de alta categoría, donde las personas no sólo vienen ha hacer sus compras, sino que también pueden relajarse o divertirse. Hay juegos y actividades, también centros de belleza y varios saunas, sin mencionar la gran fuente interior que al mismo tiempo es una piscina donde las personas pueden ingresar. Obviamente Ayla queda maravillada por todo lo que ve, aunque las muestras gratis de comida son lo que más le llaman la atención.
—Primero iremos a la modista de la familia, su tienda está muy cerca. —Azrael la detiene antes de que pueda probar algo, por lo que Ayla mantiene el ceño fruncido hasta llegar a dicha tienda. Allí los recibe una mujer muy bien vestida y sus ayudantes. Ella tiene una cola larga y oscura que sostiene un abanico cerca de su rostro.
—Joven Azrael, que sorpresa, bienvenido —lo saluda cortésmente.
—Buenos días, vengo con alguien muy especial —responde él y luego se hace a un lado, pues Ayla estaba escondida detrás en un ataque repentino de vergüenza.
—¡Oh dios! —exclama la mujer—. Es un crimen, ¿quién te visitó así pobre niña? ¡Ni siquiera lleva zapatos!
—Ella es Ayla y quiero unos vestidos que la hagan lucir —continúa Azrael mientras sonríe nervioso.
—Sera un placer, joven. Ya chicos, hay que hacer algo rápido. —Sus ayudantes traen rápidamente unos uniformes de sirvienta—. Estos son de mi última colección.
—¡Ayla no es una sirvienta, es mi novia! —exclama Azrael, asustando a los presentes debido a su repentino estallido de rabia—. ¡No la vuelvan a insultar así!
—Lo lamento mucho —contesta la modista inmediatamente, por más que quiera aparentar que está tranquila, su cola completamente erizada la delata—. Traeré vestidos de mi colección más reciente.
Ella y sus asistentes dejan sola a la pareja, Ayla se mantiene alejada de Azrael porque ya tiene más clara cuál es su personalidad. Él nota esto y da un paso hacia ella, al mismo tiempo la chica retrocede. Todo su esfuerzo para agradarle hasta ahora acabó en la basura.
—Mierda —maldice en voz muy baja. Se deja caer en los asientos y desde allí ve como la mujer viste a Ayla frente a grandes espejos, diciendo que las prendas deben ser perfectas y reflejar la personalidad de su portador.
—¿Hay algún color en especial que te guste? —le pregunta.
—Azul, negro, violeta, verde —responde Ayla luego de pensarlo un momento.
—Bien, ¿eres introvertida o extrovertida?
—¿Qué es eso? —cuestiona al arquear una ceja.
—Oh, ¿te gusta viajar?
—No sé, nunca me alejé mucho de casa hasta ahora. —Ayla reza para que las preguntas acaben, se siente demasiado incomoda por no saber responder. Además están esas palabras que desconoce y de las cuales está segura que la dejan como una ignorante.
—Estos son perfectos, ¿no? —La mujer sonríe luego de haberle colocado el octavo vestido. Ayla simplemente asiente a todo lo que le dice y acaba quedándose con ese vestido azul de tiras y escampado de flores blancas, el cual hace juego con unas guillerminas blancas.
Luego de pagar y recoger el resto de la ropa, la pareja sale de la tienda en silencio. Ayla sigue a Azrael, cuidando la distancia entre los dos, cosa que molesta un poco al joven.
—No te alejes demasiado. Puedes perderte —le dice al detenerse.
—Si —responde ella copiando su acción. Él suelta un suspiro y llama por teléfono al chófer del auto para que se lleve las comprar, luego de liberar sus manos intenta acercarse nuevamente a ella.
—Ahora podemos explorar si quieres, hay mucho que ver —habla en un tono dulce y amable.
Inmediatamente Ayla lleva su vista a el paseo de comidas, donde hay cientos de muestras gratis. Azrael bufa cuando la ve correr hacia allí. De mala gana la acompaña mientras ella come un poco de cada cosa, también se le ofrece comida a él pero las rechazó amablemente.
Azrael se encuentra bastante inquieto, su cola se mueve de manera brusca mientras observa a Ayla comer. Ella tararea de gusto como siempre, rellenando sus mejillas como una ardilla, sin embargo al tomar las muestras con las manos, comienza a lamer sus dedos para limpiar los restos y migas. Él siente un fuerte escalofríos que pasa a ser un calor que se esparce por su cuerpo. Entonces toma a la chica en brazos y sale disparado hacia el primer sanitario público que encuentra.
—¿Quieres matarme? Estamos en público —le dice al sostenerla de las muñecas.
—Yo no hice nada —responde para luego mirar a su alrededor. El lugar es más grande que su casa y huele bien, no puede creer que es un baño.
—¿Nada? —cuestiona y la sacude un poco. En ese momento escucha a alguien acercarse, por lo que terminan encerrados dentro de un cubículo, que de hecho es bastante espacioso. Ayla está confundida mientras escucha a las mujeres hablar del otro lado, por lo que deduce que están en el baño de damas pero el miedo no tarda en apoderarse de ella al ver el estado de Azrael.
El rizado la acorrala contra la pared, mantiene las orejas agachadas mientras jadea y sus ojos llaman la atención de Ayla. Son de un color verde oscuro y las pupilas se encuentran muy dilatadas.
—¿Pa-Pasa algo? —le pregunta en un tono bajo.
—S-Si —contesta al bajar la mirada, su cuerpo siendo recorrido por oleadas de excitación—, es tu culpa, comiendo y... haciendo esos sonidos como si nunca hubieras probado esa comida —murmura al inclinarse.
Comienza a lamer el cuello de Ayla, haciendo que suelte unos chillidos ya que su tacto es muy áspero. Esto alerta a las mujeres y golpean al puerta preguntándole si se encuentra bien.
—¿Necesitas ayuda o...?
—Estoy bien —responde Ayla mientras Azrael controla su agitada respiración. Apoya su cabeza contra el hombro de ella, oliendo el aroma al mismo tiempo que pasea sus manos por las caderas de la chica. Él hace todo lo posible por reprimir sus instintos hasta que ya no oye nada más del otro lado de la puerta. Se hace paso entre las telas del vestido al mismo tiempo que asalta esos adictivos labios.
Los toma con cuidado al principio, ya que es consciente de que es su primer beso, tomándose el tiempo para apreciar el tacto extremadamente suave, caliente y húmedo, aunque luego comienza a dar leves mordidas en el labio inferior. Ayla entreabre sus labios, cosa que Azrael aprovecha para acariciarla con su lengua, la deja sin aliento y se entretiene marcando su pecho mientras ella recupera aire.
Cuando comienza a deslizar la ropa interior, él escucha pasos nuevamente, por lo que suelta un suspiro cansado y se apresura a acomodar la ropa de la muchacha.
—En casa tendremos más privacidad —le murmura al oído.
Ambos salieron del sanitario luego de que las personas se marcharan, Azrael la llevó hacia el estacionamiento rápidamente y al entrar al coche termina por tumbar a Ayla sobre el asiento trasero. Allí tienen un poco más de dicha privacidad porque un cristal oscuro los separa de la cabina del conductor.
Azrael se ubica sobre la muchacha, acomodándose entre sus piernas para comenzar a embestir lentamente, haciéndole sentir lo mucho que la necesita. Frota sus intimidades, siendo las telas de la ropa interior la única barrera que los separa. Antes de que pueda bajar sus pantalones el chófer le comunica que ya llegaron a la casa, haciendo que una sonrisa de lado aparezca en el rostro del rizado.
—Esta vez lo haré bien linda.
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