Capítulo 6
Ayla es arrojada sobre una cama desordenada, el lugar no parece encajar con el resto de la mansión. Las cortinas están rasgadas, hay ropas esparcidas por el suelo y le parece ver huesos en un rincón.
—Nunca había traído a alguien a mi cuarto —comenta luego de romper la corbata y deshacerse del saco de su traje. Ayla abraza sus piernas al verlo desvestirse, aunque su miedo inicial pasa rápidamente al verlo tener problemas con la camisa. Él no puede quitársela de la cabeza y los brazos, lo que provoca que no pueda ver nada mientras forcejea y choca contra los muebles.
Ella suelta una risa baja, pero luego Cruz le grita que no se burle de él. Le ordena ayudarlo para desvestirse cuando ya se rinde con la camisa. Ayla, desabrochando un par de botones, consigue quitarle la camisa y él respira hondo mientras tiene el cabello revuelto.
—Nunca usaré otro traje —gruñe al arrojar la camisa lejos al igual que los zapatos. En ese momento salta a la cama y acorrala a la muchacha, sin cuidado comienza a besarla, chocando un par de veces los dientes de ambos. Cruz maldice y deja eso para comenzar de una vez, aunque tiene problemas en encontrar el cierre del vestido, no ve nada parecido a cierres o botones en la tela.
Finalmente acaba de piernas cruzadas y con los brazos sobre éstas. Ayla lo ve agachar las orejas y poner una expresión desganada en su rostro.
—¿Estás... bien? —pregunta luego de un largo y profundo silencio.
—Yo no sé hacerlo, mis hermanos estudiaron, se informaron pero yo no, siempre es aburrido leer. Aunque ahora me hubiera servido de mucho —habla sin dirigirle la mirada.
Era eso, piensa Ayla mientras le frota la espalda mientras intenta controlar una sonrisa, le resulta muy gracioso la diferencia que hay entre los hermanos, sin embargo es mejor dejar que su cuerpo se recupere. Aunque eso no significa que no pueda divertirse un poco.
—Quiero ser como ellos, pero... Seguramente siempre me verán como el menor de la casa, inexperto —habla al esconder su rostro entre los brazos. En eso comienza a sentir unas caricias en sus orejas, al levantar la vista encuentra a la chica arrodillada frente a él mientras lo acaricia.
Sus orejas siempre fueron un punto sensible de su cuerpo, por lo que comienza a sentir como su corazón late rápidamente debido a esas pequeñas y tibias manos. Al mismo tiempo se siente crecer nuevamente dentro de sus pantalones.
—¿Qué haces? —suelta al ver que quita su cinturón y baja el cierre—. M-Mejor descansa, mis hermanos te-
—Quiero comprobar algo —lo interrumpe al momento de envolverlo con su mano derecha. Cruz queda paralizado al sentir el tacto, sus orejas se levantan y trata de cubrirse con su cola, la cual lleva entre sus piernas.
Ayla, guiada por su curiosidad sobre el cuerpo del castaño, aparta la cola con su mano libre, el pelaje al tacto es muy suave, igual al de sus orejas. Aún lo sostiene mientras se pregunta cómo es que los hombres pueden hacer eso. Entonces lo libera de la ropa interior para verlo con más detalle, haciendo que él suelte un suspiro de alivio.
Al principio se siente avergonzada y considera detenerse pero, al ver el rostro sonrojado y frustrado de Cruz, vuelve a tocarlo. Él cambia esa expresión triste por una entre asustado y excitado, en la cual esta última emoción opaca a la otra. Por su parte, Ayla está maravillada al sentir que esa parte de su cuerpo es duro pero suave al mismo tiempo, al igual que cálido. Aprieta un par de veces y escucha unos gemidos roncos.
—Se... Se siente bien... —murmura Cruz al cerrar los ojos. De este modo se concentra en el toque de la muchacha, siente como sus delgados dedos lo recorren de arriba a bajo. Las caricias son más intensas al rozar la punta o la base, por lo que no puede evitar soltar pesados suspiros cuando ella toca esas zonas.
En un momento siente dos manos que llegan a cubrir más la extensión, por lo que comienza a mover su cadera, simulando pequeñas embestidas. De repente ella aprieta con demasiada fuerza y lo hace saltar para alejarse.
—¡No tan fuerte! —exclama, su voz quebrándose un poco debido al dolor.
—Pensé que si apretaba mucho más-
—Duele... —la interrumpe para luego mirarse, aún excitado—. Estaba tan cerca —murmura lo último, por lo que Ayla vuelve a acercarse.
Ella se sienta en su regazo y vuelve a usar las manos. Cruz fija la mirada en la chica mientras las caricias regresan a esa parte de su cuerpo. La ve con el cabello cayendo sobre los hombros, teniendo una expresión de concentración y un leve sonrojo en el rostro.
—No te detengas —le ordena en un tono grave, mientras la atrae hacia él. Prueba besarla una vez más, con cuidado y sin prisas, sus labios toma a los de ella para sorber un poco. También lame el labio interior para luego suspirar con pesadez. Siente que está por acabar y abraza a Ayla con fuerza al momento de liberarse.
Luego se deja caer sobre las almohadas con la muchacha en su pecho. Respira de manera agitada y unas pequeñas gotas de sudor aparecieron en su frente. La habitación se sumerge en un profundo silencio, ambos sólo pueden escuchar el murmullo distante de la fiesta.
Ayla continúa sobre Cruz, escuchando el palpitar de su corazón. En ese momento comienza a sentir calor debido a la tela del vestido y al cuerpo del castaño, por lo que comienza a desvestirse. Él entra en pánico y la detiene, colocando las manos sobre sus hombros.
—Estuvo bien, pero no estamos listos para hacer lo otro —dice teniendo sus orejas hacia atrás.
—Tengo calor, quiero otra ropa —responde.
En ese momento Cruz se levanta de la cama y arregla sus pantalones, antes de revolver las prendas del suelo. Olfatea aquí y allá para acabar dentro del gran armario de la habitación, el cual es un cuarto entero. Ayla lo ve regresar corriendo y con una camiseta en su boca.
—Es mi favorita y está limpia —comenta al entregársela. Ella la toma y entra a dicho armario para cambiarse, se quita el vestido y usa la camiseta sobre su ropa interior. Es perfecta ya que es larga y cubre la mitad de sus muslos—. Que linda —comenta al verla salir.
Él la lleva a la cama nuevamente, esta vez se sientan frente a frente mientras le sostiene las manos.
—Pensé que te ibas a burlar de mí, por eso te rechacé primero. Pero ahora... ¿Podemos seguir practicando el beso? —le pide con una pequeña sonrisa. Ayla acepta, pues la cara de cachorro que puso la dejó embelesada.
En la fiesta, los invitados se preguntan qué fue de la novia, ya que desapareció de repente. Llantén tuvo que calmar a Gala y a su prometido, pidiéndoles disculpas por su novia y por Azrael. La mujer debió marcharse cuando antes porque no quería que nadie la vea así de golpeada, por lo que toda la familia Dorian se despidió.
—¿Dónde está Ayla? Quiero mimarla, seguro se siente mal por lo que hizo —pregunta Llantén.
—No la consientas tanto, debe ser castigada por golpear a Gala. Yo me ofrezco —dice Mako mientras busca a la chica con su mirada.
—Ella sólo se defendió, ustedes dos deben buscar mejores amistades —comenta Azrael, una sonrisa aparece en su rostro al recordar como Gala fue golpeada. Estaba a punto de saltar sobre la mujer emplumada cuando tomó el cabello de Ayla, pero ella supo defenderse muy bien sola. Eso le encantó.
—Ya, ¿dónde está, Az? —insiste el rubio al jalar la cola atigrada del mayor.
—¡Suéltame! Está con Cruz, él se la llevó a su cuarto —contestó de manera brusca, sus hermanos saben cómo sacarlo de sus casillas.
—¿A ese cuchitril? —cuestiona al cruzarse de brazos.
—No es justo, ya estuvo con ella toda la tarde —se queja el teñido, pero se retracta cuando Azrael suelta un gruñido hacia él.
—Cruz es más lento, está bien que tenga más tiempo —murmura Llantén al separar a sus hermanos—. Seguramente están jugando a traer la pelota.
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